Vacaciones y sobre-exposición digital (post-95)

Me voy de vacaciones. Ya era hora. Estaré 5 días en una casa rural cerca de Bilbao, colmándome de verde y aliento del Norte. Después, una semana en Andorra, en plan familiar.
Esta vez tocan vacaciones domésticas y corrientes, sin mucho meneo como otros años. Los viajes fantásticos, que tanto me gustan, se posponen para el año que viene.
El primer dilema que he tenido que resolver es un clásico en pre-vacaciones: ¿me llevo el portátil o no? Es un conflicto existencial-material de gran vuelo, con implicaciones en la salud y en la pareja.
Al final siempre gana el “sí, me lo llevo, por si acaso”, pero al menos he intentado platearme la alternativa, y eso ya tiene un mérito simbólico. Me tranquiliza saber que no practico el pensamiento único (aunque sí, la conducta única…).
Bueno, no es cierto, este año va a ser diferente. Me he hecho el propósito de evadirme (creedme, no es una broma, hablo en serio!!!) de la sobre-exposición digital a la que estoy sometido en los últimos tiempos. Entre el blog, la web, los boletines, Twitter, Tumblr, Youtube, Flickr, Del.icio.us y demás artilugios 2.0, tengo la sensación que vivo frente a la pantalla, y eso no puede ser.
Ahí afuera hay mucha vida que se está yendo, literalmente, mientras me comen los pixels. Los niños crecen, el mar reclama atención desde mi ventana (con lo que me ha costado tenerlo tan cerca, debería contemplarlo más, coñi…), mi chica es estupenda para los sentidos y la desvirtualización, las conversaciones reales tienen “eso” que les falta a las twitteadas, me sigue flipando palpar la letra impresa de los libros, y las cosas que ocurren en el mundo presencial son (y serán siempre) las que dispensan el verdadero sentido a la existencia.
A veces no nos damos cuenta, y me gustaría reflexionar al respecto. Twitter, por ejemplo, es igual de útil que parásito del tiempo. Encima, un infalible chupóptero de la concentración. Fascina con la misma proporción que dispersa.
Este problema se ha agravado desde que pasamos del blog al micro y nanoblogging, por simple efecto de granulación. 140 caracteres se escriben rápido, así que repites la operación varias veces al día. Las barreras a la entrada al mundo de la dispersión se han desplomado.
Lo estoy sufriendo en mi productividad. No soy nativo, así que tampoco multitarea. Un inmigrante como yo tiene que sufrir sobrecostes por el procesamiento paralelo.
No los he cuantificado, pero los voy sintiendo en el cuerpo, y en cierta distracción o ausencia que a veces se instala en mi semblante cuando salto a mi yo-digital, y que algún buen amigo no-digitalizado me ha hecho ver con la sensatez del outsider.
Y lo peor, tanta virtualización interfiere la meditación profunda y el espíritu contemplativo. Esa palabra tan horrorosa que es la procrastinación resume muy bien las causas y efectos de tanto multitasking.
Acudimos a ella porque estamos sobresaturados, y lo curioso es que procrastinamos usando los mismos recursos que alimentan el círculo vicioso de la sobre-exposición digital. Vamos a Twitter o nos perdemos googleando, en lugar de coger un libro o echar una conversadita con el de al lado.
A pesar del incierto dramatismo de esta introspección en voz alta, no os asustéis, que la ventana sigue abierta, y no pienso renunciar a los placeres de lo virtual. Pero sí que quiero aprovechar este breve retiro vacacional para equilibrar la balanza, y reasignar prioridades que seguramente van a quitar protagonismo a mi insaciable pantalla (bueno, debería hablar en plural, porque son varias, pero pantallas al fin).
Cada cual lleva esto como lo lleva. A unos les preocupa y a otros no. Es una cuestión de temperamentos, e incluso, de edad. Obviamente no estoy hecho de bits, y veo a estos artilugios como un complemento para enriquecer la vida, pero siempre supeditados a lo presencial, que manda… y tiene que mandar.
Sé que no soy el único que se lo plantea. Más de uno sospecha de la sobredosis, pero no quiere pensar demasiado en ello. Es como los vicios, sabes que algo podría ser excesivo pero estas metido en un círculo que sirve de coartada para evitar la reflexión. Haces pero no piensas sobre lo que haces.
Basta con ver la atención y los mimos que consumen los móviles, con suficiente poder para interrumpir una conversación real. Dale… con el Twitter, los e-mails o los SMS, y uno ahí esperando la siguiente palabra. Pantallas que valen más que una mirada.
Pues nada, este descanso de agosto, con el verde del Norte, me va a venir de perlas para meditar. El primer resultado lo veo venir: introducir horarios más estrictos a mi yo digital, porque todo empieza por generar orden.
Si tuviéramos que medir el tiempo de nuestra vida que se reparte entre “vida presencial” y “vida digital”, tendríamos una medida más o menos certera de cómo va esa balanza. Cada uno tiene su óptimo, su “ratio” en el que se siente cómodo, así que no voy a sugerir indicadores absolutos; pero mucho me temo que la variable “vida digital” estará siempre sobrevalorada en la fórmula, y a mí me gustaría no caer en ese error.
En ese ratio se esconde un concepto que los economistas conocemos bien y se llama “coste de oportunidad”. Vale para la vida (y no solo para las empresas), está presente en cada acto de nuestra existencia porque solo podemos estar presencialmente en un solo lugar.
Pues eso, la “vida digital” implica el coste de oportunidad de no estar en la “presencial”, y viceversa. Convendría medir esto, y no olvidarlo. Sé que algunos afirman que no es asi, que ambas vidas se mezclan, que son una sola, pero sostengo que es falso y nos lo hemos creído. Los sentidos y la realidad a mi me dicen otra cosa.
Felices vacaciones a todos… y os recomiendo que desconectéis. Los caprichos del yo-digital pueden ser insaciables.
Edith
De Vacaciones hasta el 2012..
Amalio
Disfruta, tú que puedes… y lo has querido. Un día me da por esas, lo tengo claro 🙂
Jesus
Bueno, yo siempre he reservado dos semanas mínimo de desconexión total en agosto, o sea, sin portátil.
De hecho, se me acaban mañana… 🙁
Aunque este año, el iPhone ha sido una variación significativa. Mi experiencia con él?: una hora de absorción diaria en mi día récord… que es hoy.
Claro que esa es MI limitada experiencia con él… 😉
Asi que venga, a disfrutar de mis paisajes más habituales…
Ya seguiremos siguiendonos más tarde…
Senior Manager
Que descanses Amalio, mientras tanto estaré reflexionando sobre las verdades que expones y las consecuencias de no tomarlas en cuenta ahora que aún se puede.
Nos leemos a la vuelta.
SM
JT
¡A disfrutar de la vida real! A juzgar por mi impresión en directo y en no-directo, no pareces de esas personas capaces de desaparecer en lo digital por siempre jamás 😉
Me siento identificado con todas tus reflexiones, como muchos otros seguramente. Si encuentras algún punto que funcione, cuéntanoslo.
Yo de momento he descubierto un botón físico en mi portátil que desactiva la WiFi y me vuelve de pronto al trabajo digital 1.0. Eso, sumado a otro botón que es el de apagado, que me vuelve al trabajo “analógico”, y otro “botón” que es cruzar la puerta del lugar donde trabajo e irme al resto de la casa, o cruzar una puerta más y estar en la calle 😉
Pero vaya, qué difícil es administrarse a uno mismo…
De momento, yo también me tomo una semanita de “vida real” sin portátil.
aitores
me suscribo a tu respuesta
merce
Disfruta las vacaciones!!
aitores
hola Amalio, sólo comentarte que yo también estaré en el Norte, en el caserío de mi abuela en Bergara (Guipuzkoa), del día 10 al 24, quizás nos podemos ver.
Creo que no me voy a llevar el portátil, pero sí que estaré conectado con el de mi padre.
En mi caso, los blogs tienen que ver con la vida presencial, más que con la virtual, esta es una solución de equilibrio.
Aunque probablemente paso mucho más tiempo escribiendo sobre el rastro de Fuengirola, o los supermercados exóticos que visitándolos.
Un abrazo, disfruta de los 5 sentidos
Alberto
Hola Amalio: Gracias por pasar por mi casa, como deje escrito allá, te considero de las mejores “plumas” de la blogoesfera. Me encanta leer tus relatos.
Éste, como me dijiste, tiene algo que ver con lo que yo escribí. Pero mi tema no es el tiempo que pasas frente a una pantalla, si no el que le quitas a la persona con quien se está conversando o se está reunido. No entiendo como no se puede dejar la luz titilante por media hora, hasta cuando puedas leer.
Eso me preocupa mucho, pues siempre pensé que se podía vivir perfectamente en los mundos paralelos, mientras fueran paralelos. Con los telefonos inteligentes, dejó de ocurrir eso y se volvieron transversos. Eso es un caos y digno para que sigamos indagando y escribiendo sobre ello. Vamos hacia una generación de Matrix, donde uno pierde el control.
El aparatico, ya sea BlackB, o Iphone u otros, debería tener en la caja, como las cajas de cigarros:
ADVERTENCIA! se ha demostrado que usarlo a toda hora es nocivo para la comunicación.
Un gran abrazo amigo y disfruta tus vacaciones playeras. Allá podrás ver las nueves y las estrellas y no al aparatico.,
Alberto
Antonio Palacián
Bueno, que descanses y desconectes, si bien te digo que descrubri tu blog y empresa hace poco, me gusto mucho tu/vuestro planteamiento y me propuse como faena-lectura leerme los boletines a lo largo de las vacaciones.
A pesar de esto muy agradecido. Un saludo
cumClavis
Que descanses Amalio!