d.School: De la servilleta al post-it (post-115)
El viernes visité la Escuela de Diseño de Stanford. Bueno, rectifico, la escuela de “Pensamiento de Diseño”, que es una cosa bien distinta, como explico en este post.
Aquí no forman a “diseñadores” propiamente dichos, sino a personas capaces de usar la metodología del diseño para innovar en cualquier ámbito de la vida. Por eso D.School no ofrece una carrera propia, sino que imparte formación complementaria a estudiantes y profesionales que provienen de otras disciplinas.
Llevo tiempo siguiendo ese proyecto que es relativamente joven. El año pasado visité su hermano más maduro, el Institute of Design de Chicago. Esa visita me ayudó a comprender los fundamentos del Design Thinking, tuve allí varias entrevistas y me llevé abundante material. Eso me sirvió para profundizar en esta lógica de innovación.
En esta visita a D.School (su nombre oficial es Hasso Plattner Institute of Design at Stanford) buscaba pulsar el modelo en acción, quería ver esa “fábrica de ideas” trabajando, con el staff y los alumnos aplicando la metodología, y tuve mucha suerte porque este viernes no lo parecía. Había mucho ambiente y la escuela estaba en pleno ajetreo.
En un ejercicio de síntesis estupendo, los tres valores que resumen la filosofía de la escuela (y que llama “d.values”) son:
- “Human centered” (centrado en las personas): La empatía como elemento clave para innovar
- “Culture of Prototyping” (cultura de prototipado): Aprender haciendo, construir cosas tangibles o historias que permitan visualizar las ideas.
- “Mindful of Process” (conciencia del proceso): Disfruta el proceso pero sigue una metodología, cambia lo que haya que cambiar, experimenta y ya veremos a dónde te conduce.
Desde fuera, el edificio 524 me pareció muy poca cosa, me lo imaginaba mucho más grande por las fotos que había visto en la web. Una vez que entras, y se va llenando de gente, se te va haciendo cada vez más holgado, porque es un espacio abierto y muy versátil.
Reina el caos. No he visto casi nada que pudiera decirse que estuviera ordenado, en los parámetros que habitualmente se entiende como un “aula” ordenada. La gente siempre moviéndose, y parece como si nunca se sentara. Los espacios están concebidos para la socialización, y todos los soportes y herramientas de trabajo (pizarras, etc.) están sobre ruedas. Por todas partes el mismo cartel: “Get excited and make things”.
El título de este post resume en dos palabras lo que a mí más me sugiere este modelo de educación para la innovación. Todo parece tan dinámico y cambiable, además de informal (en el mejor sentido de la palabra), que la servilleta me parece un buena metáfora, pues en ella se han concebido de forma fresca y atrevida buena parte de los proyectos que han cambiado el mundo.
La servilleta es un soporte para la creación que encaja perfectamente con la “cultura del boceto” que defiende el Design Thinking: no sobre-especifiques, ni pretendas preverlo todo de antemano con la dichosa planificación (“Defer judgement”, es uno de sus principios). Basta con definir unos principios básicos, una arquitectura, y empieza a aprender-haciendo, cambia lo que quieras durante el proceso, hasta que llegues a la solución definitiva.
La Escuela parece invadida por los posts-it. Cuadraditos de colores por todas partes, en variadas configuraciones, con garabatos y caligrafías que dejan la huella personal de los muchos inquietos que pasan por ahí.
Usan unos tablones o pizarras colgantes para poner los posts-it que se trasladan con facilidad de un lugar a otro, gracias a la agarradera que llevan y unos ganchos que hay puestos en casi todas las paredes. En cualquier espacio de esa amplia nave diáfana se pueden juntar 5-6 personas alrededor de una de esas pizarras móviles.
La música también andaba por ahí alegrando el ambiente, provocando la imaginación, a un volumen que se podía escuchar en toda la nave.
Eso sí, un espacio abierto, diáfano en lo físico, no sirve para nada si se gestiona con la cultura del cubículo. En D.School me lo dijeron claro: “esta apertura y los espacios abiertos son totalmente intencionales”.
Acostumbrado en España a tener que franquear múltiples barreras, con porteros y recepcionistas muy prolijos en su tarea (que les va en el salario) de preguntarte a qué vienes, a quién quieres ver o simplemente, qué buscas; aluciné con la libertad que me dieron para recorrer la escuela, sin preguntarme absolutamente nada, y permitiendo fotografiar lo que me diera la gana. Solo recibí a cambio amables sonrisas de todo aquel con que me cruzaba. Ni una pregunta que tuviera que ver con permisos o restricciones. Apertura y transparencia de la que tenemos mucho que aprender.
Estoy muy agradecido de que me dejaran hurgar en todas las esquinas. Aprendí mucho leyendo los tablones o intentando descifrar algunos mapas de posts-it.
En fin, no sé si he sido capaz de describir el ambiente que se siente en D.School, pero al menos lo he intentado. Esto de escribir a estas horas, llegando tarde al hotel después de un día tan intenso de visitas, no ayuda a la inspiración. Pero se hace lo que se puede, para que lo aprendido no pierda frescura.
Tengo tanto que contar, que iré disparando posts en la medida que la agenda me lo permita, y consiga recuperar horas de sueño. Mientras, engordo mi libreta con apuntes que mudaré al blog tan pronto esta vertiginosa vida analógica me conceda el permiso. El día tiene las horas que tiene, así que entre escribir y ver/tocar, por ahora prefiero lo segundo.
En el próximo post entraré en más detalles sobre proyectos y dinámicas de innovación que descubrí en D.School, y que pienso que vale la pena compartir aquí. También publicaré algunas fotos que tomé durante mi visita, por eso de que… una imagen vale más que mil palabras.
Hasta mañana, desde San Francisco….
Francisco Camara
Llego a leer este post con cierto retraso, sin embargo las emociones que me reporta el pensar que existe un centro de trabajo de estas características me hace soñar con gran entusiasmo. No he tardado ni dos segundos en entrar en la pagina de Dschool, para ir descubriendo su contenido a medida que leía tu reportaje. Por el que sin duda te doy la enhorabuena y, las gracias por acercarnos tan interesante referencia.
Francisco Cámara
Amalio
d-School es un centro curioso, que inspira mucho. A mí me gustó visitarlo. Es un modelo que vale la pena seguir de cerca. Un saludo
Amalio
@gallas: Tú tambien me alegraste el dia cuando leí tu comentario. Es el sueño de un bloguero, devolver la confianza que nos dan lectores como tú. A mi tambien me gusta que otros me lleven a lugares que, por la razón que sea, no podría visitar pronto. En cuanto a tu pregunta, Juan Freire está creando un programa para «Design Thinker» en la EOI, que no sé como está ahora, pero siendo Juan el que lo coordina, estoy seguro que irá bien. Entra en su blog «Nomada» porque tiene algun post escrito sobre esto.
@Juanjo: Me alegro que te gusten estos post. A mi me encanta saber que estáis ahí, «amortizando» mis horas de pérdida de sueño entregado a la escritura.
@Jesus: Gracias, amigo, como siempre. Esto de «tocar» es lo maximo. Viajar tiene un efecto impresionante en las entendederas. Seguro que lo sabes de sobra. Por cierto, no entendí bien lo que dices de la «mobilidad de los contenidos».
@Idoia Llano: Muchas gracias por el enlace. Lo de la Escuela de Summerhill ha sido un descubrimiento para mi, y me ha parecido apasionante. NO lo conocía, así que mil gracias por la referencia, porque enlaza perfectamente con algunos pensamientos sobre educación que rondan mi cabeza desde hace tiempo. Prometo seguir investigando sobre esa escuela, pero por lo pronto, me gustaría saber por qué dices esto «Con el paso del tiempo Summerhill y su modelo rompedor no pudo con el principio de realidad». ¿en qué quedó ese ejemplo? Por que a juzgar por lo que cuentas después, siguieron siendo creativos, no?? ¿o los absorbió el sistema? Muy interesante tu reflexión, Idoia.
@Yuri: Lo del «caos» hace pensar a mucha gente porque es chocante. Yo el primero. Lo que dices de las 5S sigue siendo útil pero solo para determinados entornos, donde ciertas rutinas y procedimientos son repetitivos. Hablo de entornos donde «lo industrial» es imprescindible para la eficiencia, que sigue habiéndolos y los habrá toda la vida. Así que las 5S tiene su sentido. No me suelo mover por esos entornos (para bien y para mal), asi que no los entiendo bien. Pero estoy seguro que en ciertos escenarios, el orden es vital, del mismo modo que el «caos creativo» lo es para otros. Gracias, Yuri, por hacerme la visita.
@Carmen Martin: Una alegria verte por aqui. Me encantara conocer a Carmelo di Bartolo, sobre todo viniendo de ti la recomendación. Hay muchos buenos ejemplos de aplicación de la Biomimética, que tambien se le llama, para inspirarse en la naturaleza a la hora de buscar soluciones innovadoras. En mi proximo viaje a Canarias, te aviso para ver si nos juntamos con Carmelo. Un placer que contribuyas con tus comentarios, admiro mucho tu trabajo como Twittera de raza…jjj
Carmen Martín
He tenido la suerte de ser alumna de Carmelo Di Bartolo, director de Innovation Desing, cuyas oficinas están en Milán y en Gran Canaria y me recuerda muchísimo a lo que cuentas Amalio. Justamente ellos diseñan la innovación desde el Diseño Industrial y además son acérrimos defensores de la Biónica que es la ciencia que estudia el Diseño de la Naturaleza para aplicarlo a los procesos empresariales y de gestión.
Tuvimos un curso en un hotel rural super intenso y las imágenes de su empresa están llenas de papeles, de muchísimas plantas y de un caos organizado.
Sé que lo estás pasando genial y te servirá de mucho. Cuando quieras te pongo en contacto con Carmelo que es una maravilla.
Saludos
Yuri
Hola Amalio
¡Qué interesante y qué envídia (sana)!
Pero con lo de «Reina el caos» me ha hecho que pensar mucho.
Así que… si queremos que en mi organización tenga una cultura de innovación-creatividad… quizá no sea una buena idea eso de 5S ¿verdad? 🙂
Y también, creo que eso de dejar la casa muy ordenada no parece que fomente mucho la creatividad de un niño. Lo cierto es que los niños crean cosas «curiosas» cuando tienen que ir a buscar entre objetos desordenados.
Ahora muy en serio… Voy a tener en cuenta lo que has visto (y compartes aquí), cara a definr un aura de creatividad dentro de nuestra organización (aún muy lejos pero algún día…).
Idoia LLano
Hola Amalio: Leí en algún sitio que te ibas al país de los emprendedores. Y he leído esta crónica que me recuerda a Summerhill (http://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_de_Summerhill) . Algunos de nosotros/as crecimos con este mito educativo, intentando que los espacios donde nos tocase vivir se conviertieran en «nuestro espacio de juego». Con el paso del tiempo Summerhill y su modelo rompedor no pudo con el principio de realidad: Sus jóvenes, los que salían de Summerhill acababan todos en la City o el Gobierno británico, eran los «enfants terribles» del sistema, pero al mismo tiempo, los más afortunados del mismo, los que habían podido crecer en libertad, y además pertenecían a buenas familias para las que no les resultaba costoso colocar a sus hijos creativos en buenos puestos en los que seguramente siguiesen trabajando con creatividad y además…mandando con la misma creatividad 🙂
Por eso espero que podamos encontrar entre todos el secreto de la Mandragora y que llegue a muchos/as¡
Seguramente con estas crónicas nos ayudes a conseguirlo¡
Jesús Fernández
Enhorabuena por embarcarte en este «tocar para entender». Aprendizaje en el sentido más rico, el del viajero…
Me imagino, eso sí, que la limpieza de este continente caótico se conseguirá por la simple movilidad de sus contenidos, ¿no?… 😉
Wednesday
That’s a genuinely imiepssrve answer.
Juanjo
Jo, que envidia 🙂
Esperamos tus post con avidez
gallas
Que interesante!! Me llevas a sitios dónde me gustaria estar. ¿Conoces alguna iniciativa similar en España? Hay experiencias de autogestión de las que podriamos aprender mucho. Sería muy interesante poder reunir a un grupo de gentes y exprimir sensaciones, emociones y experiencias. Me has alegrado el dia. Un abrazo enorme y espero ansioso tu cronica.