No extraño a mi Magic (post-120)
El domingo pasado, ya son 9 días, perdí mi versátil HTC Google Magic, el smart-phone que adquirí hace unos meses para poder estar conectado todo el tiempo a Google, leer mis correos en tiempo real y para todas esas virguerías que se pueden hacer con esos aparatillos diabólicos.
Me entró el ataque cuando empecé a buscarlo, y no aparecía por ninguna parte. Llegaba a casa de un largo viaje y ya el martes salía de nuevo, esta vez a Galicia, así que empecé a sentir stress por lo que parecía una desconexión forzada, un castigo divino que me aislaría un tiempo del fascinante “always on”.
Intenté sacar una copia de mi tarjeta en Vodafone, pero se aliaron todos los elementos para que eso no fuera posible: “el servidor está fallando, no es posible hacer una copia”. Después fui a otra tienda que tenía el rótulo de “Vodafone” pero, franquicia al fin, resulta que no hacía ese trámite para empresas. Tampoco había sumado puntos suficientes para que me dieran otro.
Mientras, me iba haciendo a la idea de que mi entrañable Magic se había ido para siempre, no recibía noticias de ella/él, pobre compañero/a en manos ajenas o tirado/a en una cuneta.
El mismo martes admití el dolor de la pérdida, y tuve que echar mano de un viejo móvil de Ana María, mi chica, un Nokia del año de la pera que lo único que sabe hacer es recibir y hacer llamadas, y enviar sms. Como no tenía copia de mi tarjeta, y tenía que bloquear el teléfono perdido, decidimos gestionar un desvío de llamada.
Hoy hace más de una semana que prescindí a la fuerza del Magic. Qué penita, por dios. Una semana que no reviso los tweets en mi móvil, que no twitteo desde el teléfono, que no leo los feeds on the road, ni entro en Internet en mis granulados “tiempos muertos”, como ya se había hecho costumbre en mi vida. Ahora solo estoy en modo digital cuando trabajo con el portátil.
¿Y qué ha pasado desde entonces? ¿me he perdido algo importante? ¿siento síndrome de abstinencia? ¿me ha entra’o el mono por ver cómo mi generosa pantallita me devuelve en tiempo real palmaditas de egosurfing?
¡¡Pues no, nada de eso!! Siento más bien todo lo contrario. Ha vuelto la paz, estoy unos cuantos centímetros más sereno. ¿Y por qué? A ver, intentaré contaros las ventajas (que veo ahora) de este viejo y humilde Nokia vs. mi chulísimo y todopoderoso Google Magic:
- La batería, qué maravilla, me he quita’o de encima la tiranía del cargador, porque esos Smartphone son unos sprinters gastones de coj… y resulta que mi sucedáneo es un auténtico corredor de maratón.
- Cuando me traslado en taxi o me llevan a algún sitio, voy mirando el paisaje, la vida que hay allí afuera, o me dedico a charlar con el taxista, en lugar de estar embebido en la jodida pantallita, como venía haciendo con el Magic. Era subirse al taxi, y engancharme al aparatillo, menudo hábito más insano. ¿Y cuando estoy solo, comiendo en un restaurante, en unos de mis viajes?, pues me pasó en Galicia, y disfruté observando a la gente, al vaivén de camareros o a ese señor tan raro de la mesa de al frente que se dedicaba a recortar su periódico con el esmero de un detective. Con mi Magic, me hubiera puesto a leer e-mails, y seguro que la digestión habría sido menos amable.
- Si estoy conversando, estoy conversando. Si estoy tomándome una birra, pues eso, una birra. Ningún tecno-chasquido me avisa que alguien me busca para que le lea. “Una sola cosa a la vez”, como bien aconseja la sabiduría budista.
- Los correos los reviso todos juntos, cuando mi cuerpo y mi mente están listos para eso, y no cada 20 minutos. Incluso abro mi correo en el portátil más ilusionado, porque la probabilidad de que toque una sorpresa agradable es mayor. Leo por grandes lotes, así que las buenas noticias atenúan los chillidos de las malas.
- Se acabó la dispersión del egosurfing, un deporte que si le dejas, puede gastarte las precarias baterías de los smart-phone en cuestión de unas pocas horas, y también achicharrarte las entendederas. Ahora dejo que las estadísticas sigan su curso, y si hablan de mi, de mis posts o mis tweets, vale… ya me enteraré pero…cuando toque.
- Tengo la sensación de que me llaman menos, y a mí nunca me ha gusta’o demasiado el teléfono (se me nota, no??). Me siento liberado. Encima he dejado que Ana María elija el sonido de aviso de las llamadas entrantes (entre las muy pocas opciones que ofrecía el digno “viejito”) y la que eligió está bastante mejor, más auténtica y sé que me aburrirá menos.
- No twitteo en tiempo real porque no estoy “always on”. ¿pero qué necesidad tengo de eso? me pregunto ahora que no puedo. Lo que veo interesante me lo guardo para mí, lo saboreo y condimento de emociones íntimas. Si me apetece contarlo, porque pienso que vale la pena o simplemente porque me da por ahí… entonces será algo tan bueno (y que no olvidaré) que puede esperar hasta el próximo portátil que caiga en mis manos. De este modo consigo que mis tweets sean menos frecuentes pero mejoren en calidad. Y eso que yo no twitteo mucho, porque los hay por ahí que bien les vendría una estricta dieta de móviles para ahorrarnos tanto texto insensato.
En definitiva, me he dado cuenta que no lo paso tan mal con este salto cuántico a la época de las cavernas. Pero OJO, esto es para mí, tiene que ver con mi escala de valores y con mis vivencias personales. Posiblemente también con mi edad. No lo sé. Pero sí que me gustaría insistir en esto: Haz la prueba, intenta una “dieta de aparatillos diabólicos” a ver qué sientes.
Lo curioso es que me veo metido dentro de un fenómeno circular, en el que todo cuadra, pieza a pieza, porque casi sin darme cuenta, me descubro escribiendo últimamente varios posts que tienen que ver con la conveniencia de atenuar o gestionar mejor esta frenética vida digital en la que estamos metidos. ¿Cuántas horas al día nos pasamos frente a una pantalla? ¿Eso es normal, de verdad que no hace daño?
Comencé hablando de la sobre-exposición digital en vacaciones, para quejarme de cómo estos aparatillos merecen un protagonismo inmerecido incluso en períodos de descanso.
Después hice un sentido “elogio a la desconexión”, porque me apetecía insistir en la necesidad del descanso y del modo OFF, recordando que la vida digital implica (en la mayoría de los casos) un coste de oportunidad en términos de vida analógica.
Recientemente he escrito sobre el “decrecimiento” y la “lentitud”, dos categorías que han tenido siempre una connotación peyorativa, pero que tenemos que revisar. Sus antónimos (crecimiento crónico y culto a la velocidad) tienen mucho en común, se refuerzan mutuamente, y los artilugios digitales como el móvil (mientras más inteligentes, peor) son el vehículo perfecto para el desenfreno.
Sí, ya sé que el problema no está en las herramientas, sino en la actitud, y en nuestra capacidad de consumo responsable.
Mucho me temo que usuarios distinguidos e infomados como @Yoriento o @Sueñosdelarazon me van a tirar de las orejas por decir todo esto de la Magic, y probablemente no estén de acuerdo conmigo, pero resulta que al final es muy poca gente la que sabe poner en su lugar a estos fríos cacharritos. Lo de siempre, “pos’ya que” tenemos esto que permite hacer tantas cosas, pues hagámoslas…
Todo esto me recuerda a la famosa “Ley de la Rana”. Supongo que la conocéis. Si metes una rana en una palangana hirviendo, salta como una loca, reacciona. Pero si lo haces en agua tibia, y vas elevando poco a poco la temperatura, termina achicharrándose sin enterarse, la pobre. Pasa también con la obesidad, nos vamos dejando, porque los kilos suben por gramos, y poco a poco. Si aumentaras de golpe 10 Kg, irías corriendo al médico a pedir soluciones, harías algo.
Eso me temo, que la promesa de socialización digital con que nos venden estas tecnologías nos esté robando poco a poco muchos instantes mágicos y relaciones humanas de más calidad. Menos “amigos” (en realidad, “conocidos”), menos conexiones pero más auténticas, las que se producen en torno a un café, mirando a los ojos o compartiendo una estufa. Y mientras… el móvil apagado, “always OFF”.
Por cierto, “donde estará mi carro”… perdón, mi HTC Magic. Pues no lo sé, y poco me importa. Quien la tenga, que la disfrute porque yo (por ahora) no la extraño para nada.
cabeleireiro afros sp
De referir que a moda do afro não é recente. http://escorts-bournemouth.co.uk/links/procurando-por-informacoes-sobre-cabelos-africano-eis-aqui-tudo-que-voce-necessita-saber-a-respeito-de-os/
todd white youtube testimony videos chistosos de gatos 2015
Hello. Me ha satisfecho leer su artículo. Me ha semejado una lectura muy cautivadora, mas,
en algunos puntos difiero un poco de tu parecer. He comprobado que tienes más publicaciones, juro agarrar
un período para ojearlas. Ten por seguro que escoltaré todas tus propagaciones.
Te alabo por tu sitio web. Un amable saludo.
speakerdeck.com
Hola. Me ha encantado repasar tu artículo. Me ha semejado una
descripción muy interesante, sin embargo, en varios
asuntos difiero un poco de su criterio. He observado que
tiene más difusiones, aseguro cogerme un momento para
interpretarlas. Ten por infalible que escoltaré todas tus revelaciones.
Te felicito por tu espacio web. Un afable saludo.
clicking here
I was recommended this blog by my cousin. I’m not sure whether this post is written by him as no one else know such detailed about my difficulty. You are wonderful! Thanks!
clicking here http://changinghabits.com.au/ForumRetrieve.aspx?ForumID=1652&TopicID=714755&NoTemplate=False
Jorge
Hola, Amalio
En un comentario anterior decías:
¡¡Y que te voy a decir del Multitasking!! Es una fuente de stress y superficialidad. Lo siento, no quiero ser drástico, pero lo auténtico es otra cosa, el equilibrio va por otros derroteros.
Vuelvo a este post sólo para decirte que, unos meses después, he llegado a la misma conclusión por mí mismo según mi experiencia (que es la mejor forma de asimilar realmente las cosas).
Ya me pasó hace tiempo algo así con el perfeccionismo. Un arquitecto para el que trabajé me dijo: “yo soy perfeccionista, y eso, no te confundas, es un defecto”, pero tardé años en comprender a qué se refería.
En fin que, volviendo al tema, matizo lo que dije.
Realmente, ahora prefiero tener un tiempo para cada cosa. Para hacerla bien, para sentirla plenamente, para disfrutarla. El multitasking, aunque pueda parecer atractivo, es un problema, de hecho casi me atrevería a decir que es uno de los mayores y más fallidos mitos contemporáneos. Así que a partir de ahora lo tomo como un hábito a vigilar y corregir.
Por cierto, ¿volviste a la Magic? ¿Qué tal estás lidiando con el asunto?
Amalio
@maria: Es cierto que hay gente “tremendista” en esto, y que se resiste a evolucionar con la sociedad, o que ve en lo nuevo siempre una amenaza. Pero no estamos hablando de eso. También hay mucho “tremendismo” en las apologías a la modernidad, y en las críticas a cualquier opinión que sugiera estar mas alertas e incluso rechazar determinada tecnología. Por cierto, los cambios en las formas de relacionarnos (por ejemplo, con la web 2.0) sí que “afectan a nuestra vida”. Por supuesto que sí. Nosotros mismos creamos la tecnología, pero despues mantenemos una relación con ella que nos cambia, ¿o es que realmente tú crees que la domesticamos, que somos inmunes a su influencia?
Lo de hablar con amigos en Facebook, o en Twitter, me parece genial. Todo lo que ayude a la socializacion, es bueno. Pero no es de eso de lo que estoy hablando. Estoy hablando de sobre-exposición digital, de que estar enganchado en FB o Twitter signifique perder tiempo para tomarte un cafe, conversar personalmente o darte un paseo por la playa.
La tecnología puede expandir las experiencias, puedes ser muy enriquecedora, y hay que aprovecharla. No soy un tecnofóbico… más bien me gusta, me encanta la tecnología. Solo que insisto en adoptar una actitud más proactiva y selectiva a la hora de usarla. Nada más fácil y más difícil que eso. El falso argumento de que se va a acabar la musica con el intercambio de archivos no tiene mucho que ver con lo que planteo aqui, y me parece demasiado vulgar (como supongo que te parece a ti) para dedicarle ni siquiera un comentario.
@Kialaya: El “termino medio” es casi siempre el ideal, pero el más difícil. Estoy de acuerdo que no hay que tirar la tecnología a la basura. No fue ni siquiera mi caso, a mi se me perdió el Magic, no lo tiré. Pero cuando me faltó me dí cuenta que el uso que le daba era excesivo porque me dí algo de tiempo, y me observé, para darme cuenta que estaba mas relajado sin él. Y me he limitado a contar mi experiencia, solo con la intención de invitar a que pensemos en ello. No pretendo dar lecciones de tecno-fobia.
Creo que tú planteas bien la cuestión. La clave está en que seamos capaces de dominar la tecnología, y no que ella nos domine a nosotros. Pero mi tesis es que somos demasiado adolescentes en el uso de estos aparatillos, demasiado ingenuos, no hay muchos años de experiencia acumulada para saber cuál será su impacto. Creemos que son “neutrales”, y que los dominamos… pero yo veo en actitudes como las que comentas (lo de estar todo el dia hablando o enviando sms) una obsesión bastante frecuente. ¿termino medio? ¿o sucumbimos al milagro de estar always-on?
Esas actitudes de “falta de educación” se repiten a todas horas, me consta. Lo veo en mis actividades de formación, en las comidas, en las conversaciones, etc, etc. ¿Y por qué será? ¿es que somos todos mal educados? ¿o es que no estamos adoptando una actitud mas crítica, más madura, en el uso de estas tecnologías? De eso iba este post.
@Cartier: Tienes razon, como opiniones anteriores, de que “no es cuestión del terminal”. Si lo miras friamente, es así como tú lo planteas. De hecho, es lo que he pensado siempre. Pero el haber tenido el Magic, el usarlo cada vez mas, y el verme a mí mismo enganchado casi todo el día, y de pronto, perderlo… me hizo reflexionar mucho. Me considero una persona madura, con bastante criterio propio; sin embargo el aparatito me enganchó, lo que me ha hecho pensar que nuestra relación con el always-on no es tan simétrica y manejable como creemos. Retomando el ejemplo que pones de que en ocasiones rodeado de gente te pones a mirar Twitter. Pues mira, creo que con eso sí que te estas perdiendo cosas… Si estas rodeado de gente, con la que puedes conversar mirando a los ojos, ¿para qué te pones con el telefono? No soy nadie para juzgar eso, porque cada uno hace lo que le da la gana con su vida, pero no sé por qué sospecho que te estas perdiendo algo. Esa gente que nos rodea puede ser mas interesante de lo que parece si le dedicáramos mas tiempo. Es un ejemplo más de lo que digo, y parece tan normal. Los límites del poder de esos “utensilios”, insisto, no son tan claros… pero aún así, estoy de acuerdo que tenemos dos caminos: 1) Si no eres capaz de manejarlos con criterio, de dosificar su uso, mejor que te desprendas de ellos, 2) Si eres capaz, adelante… úsalos… sácales el provecho.
Ahora mismo tengo que comprarme un nuevo movil. El viejo que tengo es incómodo, la pantalla muy pequeña. Eso sí que quiero cambiarlo. Pero haber perdido el Magic me ha servido para encontrar el “punto medio” que se comentaba antes. Cuando me faltó, me dí cuenta lo que me sobraba…
Por cierto, para todos los que habeis participado en esta interesantisima “tertulia”, os invito a que miréis un post de Julen Iturbe donde reseña una referencia de Dolors Reig sobre la actitud que tenemos que mantener con la tecnología. Voy a transcribir literalmente la idea que se resalta ahí planteada por el experto Kevin Kelly:
“Estoy interesado en cómo la gente decide rechazar una tecnología. Me interesa el proceso porque va a ser cada vez más frecuente. Cuantas más tecnología, más intentamos salvar nuestra identidad decidiendo no usarla. Nos definimos entorno a lo que usamos, pero también en base a lo que no usamos. Me interesa ahora ese proceso”.
Pues eso, mejor explicado imposible. Es precisamente de eso que estoy hablando aquí. Te invito a que mires el video, que está en este enlace:
http://blog.consultorartesano.com/2009/12/tecnologia-y-humanidad.html
Cartier
Pues a mi esta semana me tienen que traer mi Magic. Que la cambio por una Blackberry que me está dando muchos problemas.
De todas formas no creo que sea cuestión del terminal. Hay ocasiones en las que, rodeado de gente, me pongo a mirar twitter y otras en las que, a pesar de estar solo, prefiero quedarme escuchando música, simplemente.
Debemos aprender a manejarnos con estos utensilios. Pero somos nosotros, no ellos 😉
Kialaya
Yo pienso que tenemos que aprender a tener un término medio, es decir, ni podemso andar todo el día enganchado al móvil pero tampoco es cuestión de tirarlo a la basura y no usar una tecnología que es útil y nos facilita la vida. Yo no tengo una HTC como tu, sólo tengo un ipod touch con el que navego sólo desde mi casa o por wifi abiertas así que compararé con el móvil.
Conozco gente que están todo el día hablando o mandando sms. De hecho, me cabreó bastante una vez que salimos todos a cenar y llamaron a un amigo dos veces y las dos se tiró como 25 hablando en vez de hacernos caso a los demás que estábamos allí comiendo con él. Volví con la sensación de no haber estado con él en absoluto. Me parece una falta de educación impresionante el ponerte a hablar con el móvil mientras estás en una cena o una cita. A ver, sueltas un “perdona, discúlpame un minuto”, contestas, dices, “mira ahora no puedo hablar, te llamo luego desde casa?” Y listo, quedas bien con el que te llama y quedas bien con la persona que tienes enfrente.
Debemso aprender a elegir cuándo y cuánto tiempo estamos pendientes de los nuevos gadgets. Creo que esto es lo principal.
Maria
Creo que hay gente es es tremendista con esto, la sociedad evoluciona, la tecnología evoluciona, estamos viendo constantemente como cambian nuestras maneras de relacionarnos por ejemplo con la web 2.0, sin que ello afecte a nuestra vida.
yo hablo con mis amigos en facebook para quedar con ellos y después quedo con ellos y nos vemos, y no cambia nada, sigo conversando con ellos y la tecnología me permite incluso estar más cerca.
En mi carrera estamos utilizando tecnologías como la de google para hacer trabajos… creo que no me estoy perdiendo nada. Pero a lo mejor es cuestión de la edad y la mentalidad de cada uno 🙂
También se dice que con los intercambios de archivos se va a acabar la música ;D
Jorge
@Amalio: ese último comentario sobre Goggles lo resume todo muy bien, es un gran ejemplo del uso de la tecnología por lo que aporta (o no resta) a tu estilo de vida y no simplemente por lo que “mola” usarla.
Poca gente se haría esas preguntas que tú te haces viendo ese vídeo. La tecnología, sobre todo la innovadora o puntera, nos fascina, nos ciega en cierto modo y se vuelve difícil de dominar, de instrumentalizar y someter a nuestro criterio, que queda en segundo plano. Nos convertimos en meros geeks: gente que controla mucho “de” tecnología pero controla poco “a” la tecnología.
Amalio A. Rey
@Marta: Conozco ese video, e incluso ya sabía de la tecnologia de “lectura” e identificación de imagenes via movil, que se cuenta en Goggle googles. Ese servicio es útil, y seguro que me lo pierdo no teniendo ya la Magic. Estoy de acuerdo que me pierdo cosas, pero gano otras. Pero no vale la pena intentar convencer a nadie con esto. No es mi intención. Incluso, solo me defiendo o intento defender el derecho de gente como yo que prescinde de lo último en tecnología. Por otra parte, esa función que cuenta el video esta bien, e incluso puede tener un valor, que yo mismo utilizaría. Pero de lo que quiero huir es de lo que significa realmente el “always-on”. Yo no quiero tener tanta prisa… quiero ir mas lento, por decision propia. Si veo un edificio, y quiero saber como se llama, pues lo pregunto. Y si no, le saco una foto con mi movil antiguo (que las saca), y circulo la foto para que alguno de mis amigos me diga qué es. ¿Es tan necesario y urgente identificar un libro a traves del movil a partir de la imagen de una portada? Yo esa urgencia la he tenido poquisimas veces, pero poquisimas. Cuando llegue a casa, o cuando tenga mi portatil a mano, pues busco esa informacion.
No se, creo que tenemos un sentido de la urgencia, de atrapar la respuesta en segundos.. que a mi me parece absurda. ¿Quiero comprar algo que he visto por una imagen? Vale, no me obsesiona, no quiero tenerlo mañana mismo, puedo esperar… Internet me va ayudar, pero cuando decida yo en qué momento hacerlo. Mientras tanto, me entretengo charlando con mi amigo, observando mejor ese edificio que tanto me ha gustado, leyendo una placa que cuenta su historia o simplemente preguntando a una persona del lugar. ¿Tengo tanta prisa para que el aparatillo diabolico me dé esas respuestas? Yo, por lo menos, no… Si tú la tienes, yo lo respeto, podras hacer mas cosas en menos tiempo, y si esa es tu elección, la respeto tambien, pero no es la mia.
Amalio A. Rey
@Jorge: Sin duda, es un tema complejo. Cada cual lo ve a su manera. Me parecen muy adecuadas las dos preguntas que te haces como ¿Estamos perdiendo capacidades tan básicas como la de esperar… y de atender? Eso tiene que tener sus consecuencias. Genera impaciencia y estress, eso se va metiendo en el cuerpo.
Eso me recuerda una experiencia que tuve en Canarias en una jornada que actúe de ponente. Eramos cuatro. A mi me toco primero, y resulta que el segundo, el que me seguia, que estaba sentado en el publico, se paso todo el tiempo “jugando” con su portatil, revisando e-mails, etc, etc. y apenas me prestó atención. De vez en cuando levantaba la cabeza para hacerse el que me atendía pero nada de nada. Estaba en lo suyo, ¡¡y resulta que era el tio que hablaba despues de mi!! No tenia paciencia para escucharme, pero seguro que le apetecía que le escucharan. Suponte que yo no fuera tan buen ponente como él, y que incluso fuera potencialmente aburrido, pero es imposible que pueda hacerse una idea de la calidad de lo cuento si no atiende. ¡¡no estaba twiteando!! Porque despues lo vi haciendo lo mismo mientras hablaban los demas compañeros de mesa. Eso no lo entiendo. Esto del multitasking (OJO: no twittear lo que esta contando alguien porque eso sí que implica atención), linda con la falta de respeto…. y no creo que sea bueno. Te estas perdiendo una oportunidad de “descubrir” alguna idea buena, por muchos prejuicios que puedas tener sobre el tío o la tía que estes escuchando.
Perder la capacidad de ser pacientes, ¡¡de esperar!! tambien nos pasara factura, ya verás. Parece que somos mas eficientes, que sabemos aprovechar todos los momentos de nuestra vida pero ¿para qué? Algun dia vamos a extrañar lo bien que nos la pasabamos “just-waiting”, lo tranquila que estaba el alma…
Maria
Que pena que no la eches de menos porque mira lo que te pierdes:
http://www.youtube.com/watch?v=Hhgfz0zPmH4&feature=player_embedded
Jorge
A mí mi lado geek me pide una magic o similar a gritos, sobre todo ahora que empieza a liárseme la agenda. De momento me “salva” el presupuesto limitado y también, a la vez, esa “atenta vigilancia” personal.
Lo del “always on” que dices es muuy atractivo al principio. Te sientes en la cresta de la ola, rápido y ágil, conectado, omnipresente. Guau. Y estoy totalmente de acuerdo contigo en que cuesta darte cuenta de las cosas que vas perdiendo, del mismo modo (para los que hayan leído La Historia Interminable) en que el personaje de Bastian va perdiendo inadvertidamente los recuerdos al formular más y más deseos.
Incluso con un casi-smartphone yo mismo ya puedo contar experiencias parecidas a las tuyas. Tengo en el móvil la aplicación de Gmail y la uso muy poco por no hacer gasto en 3G (para bien o para mal no tiene wifi), pero aún así a veces me descubro comprobando el mail en cualquier momento. Generalmente, cuando tengo que esperar. Antes me quedaba mirando alrededor, pensando y mirando la vida pasar durante un rato, y ahora tiendo a sumergirme rápidamente en la inmediatez de la red. ¿Estamos perdiendo capacidades tan básicas como la de esperar?
Pero si eso ya me parece digno de atención, lo peor es cuando uno se descubre (o descubre a otros) haciéndolo en un curso, en una conferencia o casi peor, enmedio de una conversación. ¿Estamos perdiendo también la capacidad de concentrarnos, de atender?
Yo creo que en ambos casos la respuesta es, al menos en parte, afirmativa. A lo mejor es sólo impresión mía, pero creo que tenemos experiencia en la que basarnos: hay una cosa que ya hemos perdido sin darnos cuenta, cuando nos acostumbramos a la nueva flexibilidad de los móviles, y es la formalidad. Podría poner un ejemplo pero no me quiero alargar tanto; se resumiría en que antes “quedabas” y ahora “quedas en quedar” y la capacidad de avisar de un retraso acaba sirviendo de justificación para éste.
En fin, que acabo hablando de lo mismo: cada avance trae posibilidades nuevas (que como muy bien has dicho “si las tengo, las uso”), y potencial e indirectamente puede atrofiar algo de lo existente. Lo preocupante de la tecnología es que lo que se gana son capacidades “asistidas” y lo que se pierden son muchas veces capacidades “personales”, “aptitudes” o “cualidades” (humanas e intransferibles): gano capacidad de gestionar cientos de citas con ayuda de un aparatito, y pierdo aptitud mnemotécnica. De ahí lo que decía antes sobre volvernos “tontos”.
Ocurre también con muchas otras cosas: el uso imperante del CAD hace que muchos estudiantes y arquitectos pierdan la inigualable soltura del dibujo a mano. Y en ese caso la forma de control está más o menos clara: haz por ordenador sólo aquellas cosas en las que suponga un aporte claro y necesario sobre hacerlo a mano; no te pongas a intentar hacer hasta los croquis con el ratón. Suma herramientas, en lugar de sustituirlas, y ganarás capacidades nuevas manteniendo tus aptitudes previas.
Volviendo al caso de mi amiga: ¿Cómo uso una PDA para que me permita pasar de gestionar 10 citas a gestionar 100, pero sin hacerme perder mi capacidad personal de gestionar aquellas 10? Pues a lo mejor usándola sólo para gestionar las 90 de más, no anotándome mi propio cumpleaños. Sumando, no sustituyendo.
Y en el caso que nos (pre)ocupa, ¿cómo uso un smartphone sin perder el “sometimes off”? Tachaan… no lo sé. Extrapolación de los ejemplos anteriores, supongo, aunque más complicado. Si acabo teniendo uno, eso será lo primero que intente aclarar, releyéndome esta entrada con atención. Gracias por ponernos sobre aviso, jeje.
Amalio
He tardado en contestar, pero aquí van mis comentarios, porque esta conversación me interesa mucho:
@Yoriento: No lo creo, Alfonso, hay taxistas y taxistas. Desde luego que hay algunos que cuentan historias estupendas y que son mejores guías que los titulados. La que está sobrevalorada es la vida digital , esos bits que son tan tramposos… jjjj
@Jorge: Gracias por compartir tus dudas. Yo tambien tengo muchas, lo confieso. Me estoy observando, a ver qué tal va mi patología..jjj. El ejemplo que has puesto de lo que te paso en Madrid con el GPS es genial, expresa muy bien lo que a mi me preocupa: ganas en eficacia y productividad, y como eso es tan atractivo, tan estupendo, ni te das cuenta de lo que te pierdes. Asi funciona la tecnología, y por eso es tan difícil (e impopular) hablar de estos temas que suenan a “tio arcaico”.
Creo que lo que conseguiste con el GPS era igual de fácil preguntando. Tienes toda la razón. ¿Y que pasa con preguntar? Pues eso, que nos vamos acomodando a estos aparatillos, la ley del menor esfuerzo…
Lanzas una hipótesis para pensar: “cuanto más inteligente se vuelve nuestro entorno, más tontos nos volvemos nosotros”, citando a tu amiga que reconoce que “si no es mirando la PDA, no sabe qué le espera al día siguiente”. Alguien te puede replicar con este argumento: “lo que hace la PDA es sustituir memoria, pero no inteligencia”, lo mismo con el GPS a su manera, pero yo coincido contigo en que la tecnología empieza por automatizar lo repetitivo, pero termina (ya lo estamos viendo) emulando procesos que vendría bien que siguieran siendo humanos.
Lo de comprarse un Google Magic, mi opinion es que hay gente que lo puede necesitar. Imaginate que, en efecto, tienes un trabajo por el que necesitas estas localizado y leer e-mails everywhere. Vale, cómpratelo, pero manted lo que tu bien llamas “atenta autovigilancia”, dosifica el consumo, sé responsable… pero eso es harto complicado. En mi post lo explico: tener ese cacharrito me lleva a utilizarlo. No tengo esa disciplina. Encima, mi gente sabe que lo tengo así que cuando me manda un e-mail, da por hecho que lo reviso. El “always-on” tiene eso.
He discutido mucho sobre esto y sostengo que a menudo es mejor hacer “lo que debes” antes que “lo que quieres”, lo que te pide el cuerpo a la primera. Mi sentido común me dice que el always-on es costoso y anti-natural. Se termina pagando, tiempo al tiempo. ¡¡Y que te voy a decir del Multitasking!! Es una fuente de stress y superficialidad. Lo siento, no quiero ser drástico, pero lo auténtico es otra cosa, el equilibrio va por otros derroteros. Muchas gracias por tus ideas, porque esto del blog va de conversación, conversar… y ahí esta lo bonito de tener este foro abierto…
@Patricia: Jjj.. qué buena pregunta, sabía que alguien me la iba a hacer. Estamos todos demasiado enganchados que cuesta creer recetas de “desintoxicación digital”. Se está produciendo un nuevo “pensamiento único” alrededor de esto que parece decir: “oye, actualízate, ponte al día, no vuelvas para atrás nunca, si no usas la nueva tecnología eres un rarito, no sabes lo que te pierdes”. Yo he probado dar saltos “hacia adelante”, y te juro que el “always on” me asusta. Por eso intento compartir mi experiencia, y creo que mucha gente algún día se va a dar cuenta de lo que significa. Ah.. no estoy rehuyendo a tu pregunta…jjj. Pues mira, (por ahora) mi respuesta es rotunda: ¡¡NO me he comprado un nuevo Smartphone!!. Sigo con mi cacharro viejo que llama y envía/recibe SMS con la misma eficacia que rockean los Rolling Stones. Sigo sin extrañar al Magic, y con esa sensación de haberme quita’o una fuente de stress de encima. Ya veremos si cambio. Te mantendré al día si compro un cacharro nuevo. Lo anunciaré en Twitter…jjj
patricia
Jo!, me sorprende que digas que vas con retraso a las respuestas. De verdad, no se de dónde sacas el tiempo; y tambien me sorprende que seas capaz de no llevar encima algo que te ayude a que no se te pierdan las cosas que se te cruzan por la cabeza, que no dudo que son muchas. A mí me da rabia perder ideas que se van porque no las anoté en su momento. Está claro, que no es impresacindible, pero como todos las herramientas, si sabes cuando apagarlas, el resto del tiempo, pueden ser muy útiles, no crees?.
patricia
Después de todo esto, queda una pregunta.
Te has comprado ya un Magic nuevo?. 🙂
Jorge
He estado releyendo por encima todos estos artículos relacionados, y la verdad, no creo que vaya a decir nada que no sepas, pero me permito al menos unir mis dudas a las tuyas.
No sé si toda la humanidad, pero sí al menos en nuestra cultura, se tiende a innovar, a “progresar” y a adoptar lo nuevo sin conocer sus consecuencias, que se van mostrando por sí solas a posteriori. Digamos que somos nuestros propios conejillos de indias.
Nos ha pasado con todo, y no seguirá pasando. Hoy día “vestirse” con tecnología es la tendencia. Nos dicen que dentro de nada saldremos a la calle con gafas de realidad aumentada, y al menos 10 gadgets más, convenientemente miniaturizados y conectados con “la nube”…. pero no se pone en duda hacia dónde va eso, qué ganamos y qué perdemos en el camino. Porque al menos hasta ahora a los líderes de la innovación no les convenía cuestionárselo: la innovación se conviertía en producto, y el producto había de venderse, no había peros que valiesen. Con reflexiones como la tuya esto comienza a cambiar, pero aún nos queda.
Yo mismo protagonicé hace poco un caso que me dejó preocupado. No tengo un “bicho” como el que perdiste (y llevo años queriendo uno), pero mi móvil “básico” incorpora Google Maps, que a su vez te permite ubicarte en el mapa sin llevar siquiera un GPS. En medio de Madrid, con todas las redes que hay, es muy preciso, y allá que fui yo: introduje el sitio al que quería ir, me apareció a unas cuantas manzanas de distancia, y me fui moviendo siguiendo el mapa, comparando la vista en ortofoto con los edificios reales, y actualizando mi posición cada pocos metros. Era fascinante. Encontré el sitio sin problemas y fue divertido, pero al cabo de un tiempo se surgió una pregunta muy sencilla: ¿no habría bastado con preguntar a alguien? Así habría interactuado con otro ser humano, le habría sonreído, le habría dado las gracias. Quizás habría tenido que preguntar a varias personas: ¡pues mejor!, ¿qué nos está pasando? ¿Nos convertiremos en “zombies” ambulantes, conectados a la red pero desconectados físicamente? ¿Se comerá el “espacio público” digital-virtual a su homónimo analógico-espacial? Pues sí que asusta un poco, hay mucha literatura (y cine) de ficción con hipótesis cada vez más creíbles y menos deseables. Y hay una cosa más: cuanto más inteligente se vuelve nuestro entorno, más tontos nos volvemos nosotros. Me lo decía una amiga que, si no es mirando la PDA, no sabe qué le espera al día siguiente.
Por supuesto, la solución no es ponerse paranoico e irse a vivir a una cueva, sino hacer un sobreesfuerzo en someter la tecnología a nuestros deseos, en filtrar los avances para ajustarlos a nuestras necesidades. Me ha costado mucho no comprarme un smartphone y ahora más aún un terminal Android, pero me obligué a hacerme pensar fríamente en mis necesidades reales (no inducidas), en lo que me aportaría y en lo que me quitaría. Lo cual no quiere decir que cuando me haga realmente falta no considere adquirir uno: pero lo haré por una necesidad bien ponderada y con una especie de atenta autovigilancia. ¡Eh! ¿Realmente lo estás usando por lo que tú quieres que haga, o simplemente por lo que es capaz de hacer el aparato? Yo casí lo resumiría así: usa sólo la tecnología que puedas dominar y someter a tus necesidades y aspiraciones más auténticas. Cuando me atreva con un Android, créeme, nos estaré vigilando a ambos.
Y con esto ya he extendido el comentario a la categoría de “post”, así que ya puestos, sigo con la reflexión.
Otro tema gordo que se toca aquí es la multitarea, el estar en todo a la vez. Una cosa que a veces pasa desapercibida, supongo que por obvia, es que el “multitasking” es en esencia contradictorio con la voz popular de “haz una cosa por vez”. Y detrás de ello creo que subyacen dos formas de ver la vida que llevan con la humanidad desde hace mucho tiempo. Igual me tiro demasiado a la piscina, pero casi podría decirse que en oriente han tendido siempre a lo segundo, a la meditación, a la concentración, a la esencia, la profundidad que da la simplicidad, mientras en occidente nos dedicábamos activamente a lo primero: a la conexión, la puesta en relación, la variedad y la complejidad.
Queremos hacer más, abarcar más, conocer más sobre más cosas… aunque luego nos dispersemos y nos quedemos en la superficie de todas ellas. Por ejemplo, innovando sin saber por qué, con qué criterio ni hacia dónde.
Algunos (y aquí hablo únicamente por mí) incluso hacemos de ello nuestro estilo de vida: una dispersión de intereses que evita la expertización o el conocimiento profundo de algo, pero que favorece las conexiones inesperadas, la visión global tolerante y abierta, y una especie de equilibrio por “dispersión de los puntos de apoyo”. Usando un símil que me resulta cómodo: un edificio se puede sostener en un único y enorme apoyo, calculado al milímetro y trabajado con detalle y buen hacer, o apoyarse en cientos de pequeños pilares, menos perfectos pero bien conectados en un todo estructural, de forma que si uno falla, el conjunto sigue en pie. Con esto lo que vengo a decir es que de entrada no me parece que un modelo sea necesariamente mejor que el otro. Nos gusta vivir así y aparentemente nos llena, porque el cuenco se puede llenar de arroz solo, o de una ensalada variada.
¿Por qué entonces, ante una repentina desconexión, nos sentimos tan bien y comenzamos a disfrutar de otra forma cada momento, en una especie de reencuentro con la vida? ¿Por qué nos parece mejor?
No sé si por lo mismo por lo que un habitante de la metrópolis suspira de alivio cuando entra en un paraje natural. Procedentes de un extremo, el aparente contraste nos produce una sensación de equilibrio. Y es en el equilibrio donde parece estar el meollo de la cuestión, como comentabas en tu post sobre el “slow movement”.
Otra vivencia personal: Durante una temporada de mi vida estuve “recluido” en Fuerteventura, viviendo una vida casi de eremita (en versión surfera), sintiendo el viento y el sol en la piel, admirando el mar, comiendo, durmiendo y nada más. ¿Resultado? Mi cuerpo funcionaba al 100%, sano, fuerte y regular como un reloj… pero mi actividad mental bajó a cero. Tenía el portátil conmigo, pensando en que por fin tendría tiempo para muchos proyectos aparcados, pero cada vez que lo abría, lo volvía a cerrar a los cinco minutos. Cuando (al cabo de ¡tan sólo un mes!) volví a la vida universitaria y laboral, lo hice con un ahínco que me sorprendió a mí mismo. Estaba hiperactivo, estaba hipercreativo, estaba feliz, y con la misma indescriptible sensación de reencuentro que sientes cuando te relajas en la naturaleza tras meses de ajetreada vida urbana.
Así que de momento mi única conclusión posible es la que ya sabíamos, y que comentamos en tu “elogio de la desconexión”: intentar buscar la variación controlada de herramientas, actividades y entornos, equilibrándolos con nuestra propia e intransferible oscilación interna entre todos los extremos imaginables.
Dándole una vuelta de tuerca al asunto, al maravilloso poema del Eclesiastés 3:1-8 (me sonaba un fragmento de oídas y acabo de descubrir su procedencia googleando; no deja de sorprenderme la Biblia) se le tendría que añadir un nuevo verso:
… un tiempo para la centrada serenidad y un tiempo para el complejo e hiperconectado multi-tasking.
Jorge
Me encanta este tema que llevas dejando caer últimamente, Amalio, en cuanto me libere un poco del lío que llevo encima me acojo a tu llamado en twitter y me paso por aquí para dejar las ideas que se me atropellan en la cabeza. No quedará impune este post 😉
Un saludo.
Yoriento
Las charlas con los taxistas están sobrevaloradas 😉
Meadow
Hey, that’s porufwel. Thanks for the news.