Patearse la calle (post-250)

Acabo de llegar a casa, después de darme un baño de realidad visitando de lunes a jueves ocho empresas en Murcia = inmersión total por los luminosos (y opacos) mundos de la innovación a pie del mercado.
Junto con Carlos Belmonte, un colega amigo de la Fundación Universidad-Empresa de Murcia (FUEM), vimos empresas que van desde el sector fitosanitario a los alimentos de cuarta gama, pasando por cosmética, electrónica submarina, viveros, energía solar, bodegas y queserías. Estuvimos haciendo estas visitas en el marco de un proyecto europeo (MET-3) que explora redes transnacionales de transferencia de tecnología.
Ha sido increíble escuchar en pocos días perspectivas tan dispares sobre la I+D y la innovación planteadas por gente que defiende la viabilidad de sus proyectos (y de los empleos) en condiciones realmente difíciles. Visto lo visto, chapeau, porque lo que hacen me merece mucho respeto, incluidos los errores e imperfecciones que solo cometen aquellos que se dedican a trabajar, y no solo a hablar.
De la experiencia me traigo esta idea: ¡¡necesitamos salir más del despacho!!, palpar mundo, observar la realidad in situ con todas sus limitaciones, para poder hablar de ella con más propiedad.
Creo que el mundo digital, y la facilidad con que podemos acceder ahora a datos desde un ordenador, nos han vuelto más superficiales. Hacen que nos conformemos con usar fuentes de información secundaria, o sea, la que recopilan y publican otros. La abundancia de contenidos y las posibilidades de interacción que brindan los medios digitales generan la falsa sensación de que la realidad se puede comprender bien desde un ordenador con una buena conexión a Internet. Pero no, es un error.
No hay nada como la experiencia vivencial que emana de tocar los problemas allí donde se producen. El contacto directo y sistemático con “la calle”, en el sentido metafórico de la palabra, es indispensable para saber bien de algo; así que deberíamos esforzarnos (me incluyo) en moderar el vicio digital y dedicar más tiempo a la vida analógica.
No sé, pero un acceso barato a toneladas de datos e información que producen otros (a saber cómo, y con qué rigor) parece ser suficiente en estos tiempos para opinar sobre cualquier cosa. Con unos refritos basta para que salgan como setas “expertos” (que se autodenominan “consultores”) en innovación, coaching, social media marketing, gestión del cambio, y otras yerbas.
Por decirlo en una jerga que me entienda el mundo intelectual (tan propenso a encerrarse en los libros y la pantalla del ordenador), el empacho de información secundaria que vivimos podría corregirse dedicando tiempo también a las fuentes primarias, o sea, a recoger información por nuestra cuenta, a “trabajo de campo” que nos ayude a filtrar con criterio lo que nos cuentan otros. Es eso precisamente lo que llamamos “experiencia”, la genuina de verdad. Además, solo escuchando y observando en primera persona se puede cultivar el pensamiento crítico con un mínimo de solvencia.
De estas visitas a empresas murcianas podría sacar más conclusiones. Por ejemplo, que los agentes de transferencia de tecnología (léase las OTRIs, y muchos otros) deberían pasarse al menos 3 días a la semana fuera de la oficina, visitando empresas y grupos de investigación, en lugar de perderse tanto en papeleo, burocracia y trabajo de gabinete. Lo que se aprende con las visitas no tiene precio, es impresionante. Por eso, uno de los indicadores de esfuerzo que vigilaría con lupa a la hora de evaluar esas entidades es el tiempo que dedican al trabajo de campo. Si no cuidamos eso, vamos a seguir teniendo unidades de transferencia que se parecen más a departamentos universitarios que a otra cosa.
En fin, que hay que patearse la calle para entender mejor lo que después nos toca interpretar y contar. Eso enriquece el relato porque lo hace más humilde una vez que reconocemos la verdadera complejidad de las cosas, tal como ocurren. En mi caso percibo que mi trabajo se vuelve más útil, en sintonía con la gente que está resolviendo problemas. Es lo que he sentido esta semana…
Carlos
Hola a todos, como escudero del hidalgo Amalio en esta aventura de esta semana, puedo corroborar cada una de las afirmaciones que Amalio ha aportado en su post. En verdad añadiría, que a pesar del cansancio físico que puede conllevar una intensiva labor de patear la calle, el hecho de palpar y tocar la real REALIDAD (en mayúsculas y valga la redundancia), te produce tal grado de satisfacción y de provocación de reflexiones, que te genera un subidón de energía. Dejar lo teórico por lo práctico en sentido puro, como ha sido esta experiencia, te «humildifica» (palabro que me invento para decir que te hace más humilde). Ahí es donde quiero llegar, cuando la experiencia que vives te «humildifica», te hace ser más permeable, más tolerante, y finalmente más capaz de embeber y aprender de otros. Y esto se aplica a cualquier campo, no sólo al de la transferencia de tecnología. Aquí es donde creo que la filosofía 2.0 toma su gran valor, comparto y democratizo información y conocimiento que adquiero de primera mano y no por terceros, y así quiero que los demás también compartan conmigo, y no me sermoneen con información que han derivado de un tercero que a su vez derivó de otro tercero. Así, compartiendo conocimiento de primera mano, se transmite entre todos la REALIDAD más pura y menos distorsionada, así se puede conocer infinítamente mejor las necesidades de una transferencia tecnológica, como las necesidades o inquietudes de una sociedad, cada vez más gestionadas por «mando a distancia» y por gentes que distan de saber la realidad de primera mano.
Enhorabuena por la experiencia Amalio, me alegro de haberla compartido contigo amigo.
Amalio
Carlos:
Bendito escudero, colega… hemos hecho un buen dueto, la verdad. A mí también me dio un subidón de energía. Tanto por las reflexiones que tuvimos con los empresarios como por la posibilidad de aprender cosas tan curiosas de la innovación hecha en empresas productivas.
Ya vimos que se necesita acortar la cadena, para obtener información de primera mano. Tantos «mensajeros» distorsionan el mensaje, y hacen que pierda fiabilidad.
Nos hemos «humildificado» estos días, sí señor. Muchas gracias por compartir la experiencia… Un abrazo 🙂
Zoila Gulín
Amalio,
Llevo un par de semanas siguiéndote, y cada vez, con más sorpresa, encuentro perfectamente plasmadas ideas y reflexiones que me rondan la cabeza en estos tiempos, perfectamente desarrolladas y expuestas con un lenguaje llano, que llega, pero con una profundidad y un -a mi modo de ver- perfecto ajuste a la realidad que dotan a tus posts de una fuerza … que es la que me hizo empezar a seguirte.
Enhorabuena por el blog y tu trabajo tan inspirador.
Un saludo,
Zoila
Amalio
Gracias, Zoila, por tus palabras. Eres muy generosa. Que mis posts «tengan fuerza» es uno de los piropos que más entusiasman a un bloguero.
Por cierto, qué perfil más curioso tienes. Transcribo: «abogada especializada en derecho de autor» y al mismo tiempo te dedicas a crear plataformas para «reflexionar sobre la creación y la creatividad y divulgar y promocionar la cultura libre y el dominio público». Qué bien, la «cultura libre» desde la perspectiva de una abogada. Pues eso, un híbrido de los que me gustan.
De nuevo gracias por pasarte por aquí….
un saludo 🙂
Zoila
Jajjaaajaja! Nunca lo había visto así, como un híbrido curioso, pero sí, quizás no es una combinación frecuente.
El caso es que lo he visto siempre como algo natural, que ha venido dado por la labor profesional, el encuentro con gente que genera o utiliza materiales (más o menos, porque hay muchos grados) libres, y se plantean muchas preguntas sobre la creación, distribución y uso. Es gratis? Tengo que pedir permiso previamente? A quién?
Por otro lado, hay un debate público sobre los derechos de autor que está híper-polarizado y en el que no encontraba ni claridad jurídica (imprescindible) ni afán divulgativo para que se forme una sana opinión pública en torno al tema. Eso es lo que el Tanque de Zinc quiere aportar.
Gracias por tu mensaje; te sigo siguiendo!
Un saludo,
Zoila
Amalio
Sip, el debate público sobre esa cuestión está hiper-polarizado. Creo que hay más visceralidad, de atrincheramiento, que argumentos bien hilvanados. No podemos negar que hay mucha ideología detrás de esto, y eso siempre genera posturas encontradas. Me parece interesante que se aporte una lectura desde lo jurídico, porque creo que todos los puntos de vista son valiosos para abordar este problema…
Un saludo
Peter Hodgson
¡Touché!
Añado un par de consideraciones (que me debo aplicar):
– Asistir a encuentros de networking no es patear la calle. La realidad concreta se palpa en el lugar de trabajo concreto. Encuentros, conferencias y actividades semejantes pueden ser una gran fuente de ideas y motivos de reflexión pero no son un sustituto de patear la calle.
– La transferencia de tecnología es también competencia de quien la genera. La ayuda de agentes externos es inestimable pero no es un sustituto de patear la calle.
Saludos, Peter
Amalio
Peter:
Qué razón tienes. El primer punto que comentas es importante, y ya yo estaba pensando en eso antes. ¡¡efectivamente!! La asistencia a saraos y eventos multiples NO ES «patearse la calle». Sí que es salir del despacho, pero sigues «entre expertos», promotores, facilitadores, meta-consultores, evangelizadores, canta-mañanas, y otras yerbas. Ahí no está la chicha que nos contecta DE VERDAD a la realidad. Oye, que los eventos están bien, pero no es a eso a lo que me refiero 🙂
De acuerdo con lo de la transferencia de tecnología, pero la figura del intermediario es importante. Si los investigadores levantaran (de vez en cuando) la cabeza del laboratorio, no harían falta los intermediarios. Pero la realidad, como sabes, es otra.
Un abrazo
Iván
Hola Amalio.
Gran post, ya sabes que suscribo 100 % eso de patearse la calle y el mundo. En esas sigo y seguiré, siempre he sentido claustrofobia de los despachos 🙂
Un abrazo
Amalio
Hola, Ivan:
Oye, tú eres un buen ejemplo de «always-on-street» man. Creo que eso te hace muy valioso en cualquier equipo. Porque además, lees mucho, así que te veo bastante completito… 🙂
un abrazo