CSI: catalizando la innovación social (post-298)
El lunes-23 visité el Centre for Social Innovation (CSI) de 215 Spadina Ave., en pleno downtown de Toronto.
Eli Malinski, uno de sus directores, me puso en contacto con Karim Rizkallah para realizar un tour por el centro, pero tuvo una incidencia de última hora así que finalmente me recibió Gil Martínez, un diseñador de origen mexicano que se aloja allí con su empresa Big Guy Studio.
El trato de Gil fue exquisito, resultó ser un tío muy amable. Después de echar un buen rato conversando, y de acompañarme en un recorrido por las dos plantas, me facilitó una tarjeta de acceso para hacerlo por mi cuenta y sacar fotos de todo lo que me pareciera interesante.
El CSI abrió sus puertas en junio de 2004, y hoy ya es uno de los hubs de emprendedores sociales más prestigiosos del mundo, con más de 400 miembros activos. La conocida activista Tonya Surman es la co-fundadora y directora ejecutiva del Centro. Es su líder más visible, además de pareja del director de Mozilla Foundation, Mark Surman.
Hace tiempo que en eMOTools nos interesa el fenómeno de los emprendedores sociales, así que queríamos conocer in situ cómo funciona esta iniciativa y qué ingredientes hay que mezclar en la coctelera para aspirar a un efecto catalizador de la magnitud que el CSI ha conseguido.
Por cierto, antes de seguir conviene que matice mi frenesí por el emprendimiento social. Francamente, pienso que la consigna de “vamos a cambiar el mundo” está bien si se pone a una escala realista porque dicho así suena un poco naive. Hay razones para dudar de que los emprendedores sociales vayan a tener la capacidad de transformar el mundo si no se cuestionan el problema de fondo, o sea, la esencia perversa del sistema que intentan mejorar. Lo que pueden hacer es paliar sus efectos, pero de ese modo es posible que produzcan al efecto paradójico de sostenerlo. Sean “la” solución o no, lo que está claro es que las microintervenciones que lideran son de un valor inestimable para personas concretas, y eso para mí ya lo hace muy plausible.
El CSI es una organización sin fines de lucro gobernada por una Junta de Directores que lo hacen de forma voluntaria, y se forma por personas con una fuerte cultura emprendedora, incluso empresarial. Su misión es crear un entorno que genere dinámicas de emergencia: “it’is all about setting the conditions for emergence”.
Su estrategia se resume en una pirámide de tres pisos. Empiezan en la base, creando el mejor espacio físico posible. A partir de ese espacio construyen una comunidad entre las personas alojadas. Y al mezclar las personas adecuadas con los valores correctos y el entorno idóneo, entonces fomentan la innovación.
El buque insignia del Centro es el CSI Spadina, las instalaciones que visité, con unos 2.150 m2 de espacio repartido en dos plantas. Allí se alojan más de 200 miembros a los que subarriendan un espacio alquilado. En mayo de 2010 compraron un segundo edificio de cinco plantas en Bathurst Street, que se conoce como el CSI Annex, con un espacio disponible de 3.350 m2 adicionales, y donde se ubican más de 200 miembros más. Han adquirido después un tercer edificio, el CSI Regent Park que se abrirá próximamente.
Un punto importante es la diversidad. Todo apunta a que es un driver imprescindible porque “genera descubrimiento”, y la comunidad del CSI carbura bien a partir de la fricción creativa que se produce entre sus miembros. En términos prácticos esto significa que la variable “diversidad” es crítica dentro de los criterios de selección de “tenants” o alojados en el CSI = A más diversidad de perfiles y sectores, más potencial de sinergias y de colaboración.
Un punto que puede resultar chocante dentro de esa búsqueda de diversidad es que en el CSI sostienen que las iniciativas con fines lucrativos y las que no lo son deben compartir un espacio común para que se nutran mutuamente. Así que están abiertos a las empresas que: 1) trabajan con intención transformadora en sectores de evidente valor social, 2) donan una parte de su tiempo a fines de interés público, 3) trabajan para clientes de perfil social. Estas organizaciones privadas (“profit”), que significan la tercera parte de la que radican en el CSI, responden al perfil de lo que ahora llamamos empresas sociales.
Los gestores del CSI están convencidos que mezclar “profit” y “non-profit” genera un efecto positivo porque las segundas aprenden de las primeras a mejorar su gestión y autonomía financiera, mientras que las primeras refuerzan su acento social gracias a la inspiración y el ejemplo que le dan las segundas. En esa línea, Jessica Hazen, del staff del CSI, afirma que es importante “ayudar a las entidades sin fines de lucro a entender que no deberían sentirse culpables por hacer dinero” pues todo depende de cómo lo obtengan, y para qué lo destinen.
Gil me ponía como ejemplo una empresa de ecoturismo en bicicleta (Sacret Rides) que se considera un proyecto social porque fomenta la práctica de vacaciones de bajo impacto ecológico. Ese mismo emprendedor creó una fundación para mandar bicicletas-ambulancia a África (Bikes without Borders) y gestiona una incubadora de empresas socialmente responsables para jóvenes (Project WildFire).
Así que, como decía, una buena selección de los que entran es muy importante para que estos hubs de innovación social consigan los resultados esperados. Paso a resumir los criterios por los que se sigue el CSI para aprobar a los nuevos miembros:
- Misión social: el proyecto tiene que demostrar que busca una mejora del bienestar de las personas y en qué medida ayuda a cambiar el mundo en que vivimos.
- Valores compartidos: los miembros deben alinearse con los valores del CSI, como practicar una mentalidad abierta, respeto, tolerancia, pasión, foco en aportar soluciones, etc.
- Tamaño: Organizaciones con un máximo de 5 personas, y ninguna puede alquilar más de dos oficinas, para así facilitar más variedad de “tenants”.
- Innovación: Prioridad a los proyectos creativos e innovadores, que se mueven en la frontera de sus ámbitos de actividad.
- Redes: Interesan proyectos y personas “conectoras”, con acceso a redes y grupos activos dentro del sector social.
- Sinergias: Perfiles que aporten capacidades complementarias a las que ya tienen los miembros actuales del Centro.
- Vocación de comunidad: Los miembros que entran deben estar muy interesados en formar parte de una comunidad, y demostrar que apuestan por la colaboración.
- Multi-culturalidad: Interesan los proyectos que reflejen la diversidad de la ciudad, y se alineen con la variedad étnica de Toronto.
- Prioridad a los proyectos no lucrativos: Un mínimo de 2/3 partes de los socios permanentes del CSI deben ser organizaciones sin fines de lucro.
Como resultado de esto, en el CSI hay desde ONGs a empresas sociales (“lucrativas”), entidades de caridad o filantropía, y activistas independientes. Casi el 90% de las organizaciones radicadas tienen menos de 3 personas, porque son las que más necesitan este tipo de apoyo, y las que más disposición muestran a colaborar. Las actividades en las que más trabajan son el ámbito ecológico y medioambiental, la promoción de la cultura y el fomento de la justicia social.
Había dicho que, según la pirámide del CSI, en la base se buscaba concebir el mejor espacio físico posible, pero éste es un tema tan interesante que lo trataré en mi siguiente post; así que voy a concentrarme ahora en la segunda planta de la pirámide, la de “animación” de la comunidad.
En el CSI se hace mucho para generar conexiones que hagan que las oportunidades de aprendizaje y de colaboración germinen. El tono es importante, y lo explican así: “usamos un tono abierto, humano, profesional y positivo, incluso si tenemos que enviar un mensaje informando del aumento del alquiler (…) Nos aseguramos que la comunicación refleje también nuestros valores de que todos son importantes, y que todos pueden aportar algo”.
La animación de la comunidad prevé un ambicioso programa durante todo el año, y en especial actividades que ayuden a la socialización. Ahí van tres ejemplos:
- “Salad Club”: Todos los martes y jueves se monta una barra de ensaladas, en la que cada participante solo tiene que llevar dos ingredientes que sirvan para hacer una ensalada, y combinarlos. Mientras se come, se comparten ideas y se cultiva la red.
- “Speed Geeks”: 6 miembros del CSI explican y responden a preguntas durante 5 minutos sobre lo que hacen. Cada uno se coloca en una mesa o sitio diferente, y el resto se reparte en igual número de grupos para rotar entre las mesas. Cada 5 minutos suena una campana, y entonces hay que moverse a la siguiente mesa para escuchar a otro miembro.
- “Six Degrees of Social Innovation”: Es un proyecto-piloto concebido para ampliar la comunidad y abrirla a personas que no están alojadas en el Centro. Cada socio del CSI pide una o dos invitaciones para dársela a alguien conocido de fuera que tenga alguna iniciativa de innovación social para que participe en un evento conjunto entre proyectos internos y externos.
El equipo directivo sigue una política de “leve empujón” (“our key is to adopt a light touch”), provocando la emergencia sin intervención paternalista. No busca una respuesta uniforme, sino que ofrece oportunidades para que cada cual llegue hasta donde quiera/pueda llegar.
Los más de 400 miembros ubicados en el CSI valoran muy positivamente el apoyo que reciben destacando sobre todo estos beneficios:
- Más foco en la misión social: más concentración en los objetivos, porque el soporte del CSI les libera de parte de las rutinas administrativas.
- Mejora el “profesionalismo”, la excelencia y calidad de su trabajo.
- Mejora la reputación y la imagen que generan en su entorno = El 97% de los miembros encuestados dijeron que se sentían orgullosos de llevar a socios o clientes a la sede donde trabajan.
- Mejora la eficiencia en sus operaciones, al compartir servicios comunes.
- Permite el acceso a una comunidad, y a redes muy activas que generan sinergias y un aprendizaje colaborativo de gran valor.
- Multiplica las ideas a las que están expuestos, lo que aumenta la creatividad (“es intelectualmente muy estimulante trabajar en el CSI”)
- Aumenta su capacidad para generar ingresos y captar fondos necesarios para sus proyectos.
Además de esas ventajas, probablemente la más importante es que mejora el bienestar y la calidad de vida en su trabajo porque el lugar es muy agradable, la gente se siente acompañada, y produce un sentido de pertenencia que energiza todo lo que hacen. El espíritu que se respira en el CSI hace que sea “la casa de todos”.
Una lección fundamental es darse cuenta que si la única razón por la que la gente va a un centro de éstos es para ahorrar costes de alquiler o de servicios, algo está fallando. Por eso, el siguiente post va dedicado a un tema que me llamó poderosamente la atención en el CSI, y es cómo gestionan los espacios físicos para generar un entorno ideal que inspira a innovar. Nos vemos este miércoles con la segunda parte de la entrada.
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Jorge
Ha sido muy grato encontrar el relato de tu visita. Creo que es necesario este tipo de informacion y sobre todo crear puntos de vista versatiles para generar mas contenido sobre ideas novedosas que escapan a nuestro idioma comun. Estoy elaborando un articulo sobre los CIS y me ha sido de mucha ultilidad. Es posible que lo incorpore a los recursos del Post que estoy elaborando
Ricardo_AMASTE
Lo primero, gracias por tomarte el tiempo en reflejar de modo tan detallado estas visitas torontienses. Casi es como si hubiese estado allí!
Comparto ese sentimiento entre la ilusión y la duda. Pero prefiero quedarme con la ilusión e ir tratando de corregir, adaptar, probar. Además, los ejemplos concretos sobre el modelo de gestión y la articulación de la comunidad, ayudan mucho a mirar-pensar más allá del espacio.
Últimamente en varias reuniones me he visto reclamando ‘espacios sucios’, entiendo que son espacios de oportunidad, para trastear, jugar, crear, prototipar, pegar, pintar, cortar, mezclar, donde prime el DIY y el DIT. Sobre todo son espacios donde no haya mucho de ‘valor’, más que la energía que allí se genere. Espacios austeros y polivalentes. Pero también es cierto que después de ensuciar hay que limpiar, no desinfectar, que quede cierto rastro-poso, que haya cosas que reciclar, pero que no sea un basurero reflejo de nuestra irresponsabilidad y no de nuestro compromiso permacultural.
Amalio
Richi:
Ahí estamos «tomando acta» de los viajes. Y todavía me faltan varios posts por escribir. Espero hacerlo pronto, para que no se me olviden. De acuerdo con lo de los «espacios sucios» como metáfora, pero confieso que no me gustan en su literalidad. Yo también quiero espacios austeros y polivalentes, que nos permitan explorar oportunidades, jugar y prototipar, pero como bien dices, hay que encajar las piezas y poner orden para que mucha gente se pueda aprovechar de ese espacio común. Lo explicas genial, así suscribo 100% lo que dices. Nada de desinfectar, pero aquello no puede ser un basurero que sea un reflejo de nuestra irresponsabilidad, de la que tanto nos acusan, y algunas veces justamente. Un abrazo
Paz Domínguez Ara
Amalio,
Seguramente por mi pasado oscuro en lugares teóricamente similares, soy escéptica. Sigo viendo catedrales. Y ojo que veo las fotos y se me caen lagrimillas de placer, pero… ¿ha surgido algún proyecto común a partir de esa supuesta colaboración? ¿mezclar “profit” y “non-profit” ha dado resultados que se puedan explicar? ¿Qué pasa ahí dentro más allá de lo que vemos? ¿Es real?
Se te ve encantado, así que me fío de tu olfato y veo que @ramonsang aparece por ahí arriba también, pero los lugares tan ordenados y sin «espacios sucios» para trastear me generan cierta desconfianza.
Ni caso, me he levantado hoy más pesada y sombría que de costumbre 😉
Un abrazo
Amalio
Querida Maripau:
De acuerdo, de acuerdo. Compartimos dudas. Te puedo confesar que yo me esperaba allí más desorden, más caos, menos espacios tan estructurados. Así que compartimos prejuicios, que son fundados a partir de experiencias anteriores. Pero me gustaría invitarte a pensar que «la Y en vez de O» es posible, o sea, que puede haber orden-y-limpieza junto con emergencia e innovación espontánea. No son atributos necesariamente incompatibles. Quizás nos basamos en lo que hemos visto antes aquí. Pero no sé si las fotos lo reflejan, pero la infraestructura esa austera, nada de lujos innecesarios.
¡¡Claro que han salido muchos proyectos en común de alli!! Los resultados son tremendos. Se han realizado encuestas a los «tenants» y la inmensa mayoría reconoce haber sacado provecho de la comunidad, y de la colaboración, que es con diferencia lo que más valoran. Estuve por ahi solo 2-3 horas, pero pude percibir que hay «movimiento comunitario», a pesar del orden y que no hubiera «espacios sucios» (jjj). Puedes imaginarte que me fijo mucho en eso, porque es lo que más me interesaba. En realidad yo fui a ver gente colaborando, y no espacios físicos, pero precisamente fue esto último lo que me sorprendió, porque no me esperaba que dentro de tanto orden y optimización de espacios, se consiguiera construir una comunidad tan potente, así que eso me curó de algunos prejuicios.
Creo que el problema no está en que los lugares estén ordenados, o que no hayan espacios sucios; sino en que haya austeridad, y no se gaste la pasta en envoltorios y paripés que no añaden valor. Si tienes en cuenta que en un espacio de 2.000 m2 se juntan 200 miembros (y eso incluye espacios comunes), es lógico pensar que hay que establecer un cierto orden y limpieza, sino aquello sería un gallinero, y eso tampoco ayuda a que la gente se sienta cómoda en donde trabaja.
En cuanto a mezclar «profit» y «non-profit» te confieso que me ha costado mucho asimilarlo, pero al final creo que tiene sentido, en la medida que se haga bien, y sobre todo, la selección de entrada al centro se haga con criterio. Intenté explicar los resultados que comentas: 1) Las «profit» se vuelven más sociales, 2) Las «non-profit» mejoran su capacidad de gestión.
Jjjjj… no estas pesada, haces bien en plantearte estas preguntas, porque son las mismas que me hice yo, y que me sigo haciendo… 🙂
un abrazo
Ramon Sangüesa
Buen resumen!
Para mí la frase que sintetiza toda la aproximación del CSI és la de «“it’is all about setting the conditions for emergence”.»
Crear las condiciones para que las cosas pasen.
Eso sirve no sólo para la innovación social, así que la contribución del CSI es más general todavía. Dentro de CSI, la segunda clave es su modelo de negocio que les ha permitido subsistir y expandirse.
Pudiste pasar por MARS también? Tiene un programa de innovación social muy interesante también.
Amalio
Ramón:
Así es, manejan muy bien las propiedades de emergencia. Tienen una experiencia acumulada muy valiosa con los años que llevan impulsando el proyecto. A mí cuando me hablan del «2.0», término que yo rescato y utilizo, siempre digo que la mejor forma de definirlo es precisamente así: «crea las condiciones para que las cosas sucedan». Eso es lo auténticamente 2.0.
Lo del modelo de negocio también es muy destacable en el CSI. Es un tema que voy a tratar con más detenimiento en el siguiente post, la segunda parte de éste, donde hablaré de la gestión de los espacios, y la variedad de opciones que ofrecen.
Of course, claro que pude ir al MaRS, pero no profundicé en su programa de innovación social, sino que tratamos otros temas. Esa visita va a merecer otro post, pero a ver cómo encuentro el tiempo para escribir sobre tantos asuntos pendientes…
Un abrazo 🙂