Eric Von Hippel y la revancha de los nerdks (post-502)
Sip, he puesto “nerdks” en el título, y no es un error. Ya explicaré el término más adelante, pero ahora toca presentar a Eric von Hippel, por si no lo conoces. Profesor en la MIT Sloan School of Management, ha sido un visionario de la “innovación distribuida”, descubriendo antes que nadie el rol que juegan los usuarios en las dinámicas innovadoras. Sus libros “The sources of innovation” (1988) y “Democratizing innovations” (2005) marcaron un antes y un después en la reflexión académica y empresarial sobre estos temas.
He tenido ayer el privilegio de conocer a von Hippel en persona y de tenerlo muy cerca. No me lo imaginaba así, tan llano, simpático y enérgico. No sé por qué me esperaba a un viejo académico con corbata que pasa de todo. Nada que ver. Iba vestido en plan Decathlon, como si después de la conferencia tuviera la idea de irse de trekking, y el estilo de su charla fue más brioso y festivo que el de muchos jóvenes que conozco. Yo quiero envejecer así 🙂
Su keynote en la 2016 Collective Intelligence Conference, que terminó ayer en New York, trató sobre “Free collective innovation in the household sector”, título que traducido al español, sería algo así como: “Innovation colectiva gratuita en el ámbito doméstico”. Lo que hizo von Hippel fue compartirnos un adelanto de su próximo libro, “Free Innovation”, que saldrá publicado por MIT Press en septiembre, y sobre el que puedo avanzar que (haciendo mérito a su nombre) tendrá una versión descargable gratuita.
Entrando ya en materia, intentaré resumir algunas ideas de la charla de von Hippel, en la que aporta evidencias de la emergencia de un nuevo “paradigma de la innovación gratuita” por la significativa cantidad de innovación de este tipo que se está generando en los hogares, por los usuarios domésticos, y que no aparece contabilizada en ninguna estadística gubernamental a pesar de que también genera riqueza e incrementa el bienestar social. Al no haber remuneración “porque se regalan en vez de venderse”, son casi invisibles para las estadísticas que solo contabilizan las transacciones en las que media dinero.
Éste realmente no es un concepto nuevo. Venimos machacando desde hace tiempo con los prosumidores, aunque más centrados en los infoproductos digitales. Tampoco es tan original en el contexto del pensamiento de von Hippel, quien fue el primero en hablar de los llamados “lead users” (“usuarios avanzados”), no en términos de “early adopters” cuyo rol principal es generar mercados incipientes, sino como generadores de innovaciones por sí mismos.
A mí personalmente no me acaba de convencer el término “free” como etiqueta. OJO, lo de “free” en la perspectiva de von Hippel no tiene que ver con “libre” sino con “gratuita”. Incluso me resulta incómodo para traducirlo al español porque no me parece que el hecho de que la innovación sea “gratuita” sea lo más relevante (para Von Hippel parece que sí y quiere poner el foco precisamente en eso). Por otra parte, confunde a primera vista con el “Free” de Chris Anderson, aunque no sea lo mismo.
Von Hippel, fiel a sí mismo, recupera su idea original de los usuarios como fuentes de innovación pero la contextualiza en un nuevo escenario que amplifica su incidencia en la economía y el bienestar, y le dota de nuevos significados. Las características que definen las “free innovations”, según él, son las siguientes:
- Se desarrollan a coste del usuario, a menudo en sus tiempos libres. Nadie les paga nada por hacerlas (esto conecta de forma adyacente con la noción de “excedente cognitivo” de Clay Shirky).
- No tienen como objetivo generar rentabilidad, así que el proceso fluye sin los estorbos de proteger la propiedad intelectual, ni se desgastan en competir contra opciones alternativas. Esto las dota de un dinamismo muy singular. Por ejemplo, que no se protejan con patentes, ni se pongan impedimentos a su libre difusión. La información sobre el diseño está potencialmente accesible a cualquiera, de forma gratuita, lo que produce externalidades positivas muy interesantes.
- Llegan a oportunidades de innovación antes de que tengan un potencial comercial, y por lo tanto, descubren y maduran trayectorias innovadoras en una fase previa a la que suelen entrar las empresas.
El punto en el que más habría que insistir, y así lo hizo von Hippel, es en el principio de “auto-recompensa” (“self-rewarding”) que cumplen estas innovaciones. El usuario se empeña en desarrollar la innovación por motivaciones intrínsecas, casi siempre para resolver un problema propio o ayudar a alguien a solucionarlo. Conseguir eso es ya una recompensa suficiente, y por eso después no pone impedimentos en regalar el resultado. Esa libertad facilita que la difusión se acelere por canales informales, activándose mecanismos abiertos de colaboración, remixes, réplicas y mejoras por parte de mucha gente. Al no haber necesidad de retener/capturar valor como sí buscan las empresas, se potencia el ciclo abierto y colaborativo.
Según una tabla que presentó von Hippel, de una encuesta realizada en Finlandia (2015) a más de 400 “innovadores domésticos” en la que tenían que repartir 100 puntos entre las distintas motivaciones que los llevaron a desarrollar sus innovaciones; salvo un exiguo 5% atribuido a la frase: “venderla, hacer dinero”, todas las demás motivaciones eran auto-recompensadas: 1) Uso personal (48%), 2) Lúdico y pasárselo bien (22%), 3) Aprender (13%), 4) Altruismo, ayudar a otros (12%).
Veamos dos ejemplos para aterrizar mejor el concepto porque, insiste von Hippel, algunas de estas “invenciones domesticas” pueden resolver problemas serios, e incluso salvar vidas. Un caso interesante es el de Dana Lewis, que padece de diabetes tipo-1, y su prometido Scott Leibrand, que demuestra que a menudo los pacientes van muy por delante de los proveedores de soluciones médicas. Resulta que un diabético toma más de 300 decisiones al día que afectan su nivel de glucosa en sangre. Las estimaciones manuales no son tan precisas para determinar la cantidad de insulina que necesitan, que es algo que hace un páncreas sano. Dana necesitaba una especie de “páncreas artificial” que le ayudara a inyectar la insulina en las dosis adecuadas, pero los productores le decían que para eso esperara 5 años. Dana y Scott no esperaron, y se pusieron a desarrollar un software predictivo que le daba recomendaciones en tiempo real, y que combinaron con una bomba inyectora que ajustaba la cantidad suministrada. Otros miembros de la comunidad “NightScout.org” (“We are not waiting”) les ayudaron a desarrollar el dispositivo, que ha usado Dana desde diciembre de 2014 sobre todo en las noches y entre comidas, donde el riesgo de descompensación es más alto. A partir de las pistas que nos dejó von Hippel, he seguido investigando por mi cuenta. Resulta que el proyecto de construcción casera de Dana Lewis y su prometido, llamado “OpenAPS, se empezó a usar por otras personas y fue descubierto a través de Twitter por Jason Calabrese, un ingeniero de software, que siguió las instrucciones que habían sido compartidas en línea para piratear una bomba de insulina mejorada para su hijo. Calabrese consiguió la aprobación del médico para que su hijo lleve a la escuela el dispositivo construido en casa. No ha estado solo. Más de 50 personas les han ayudado después a soldar, remendar y corregir códigos de programación porque necesitaban también el dispositivo o por ayudar a otras personas con un problema parecido.
Otro caso es el de Ivan Owen, y la comunidad que le ayudó para desarrollar sus prótesis de mano para niños hechas por impresoras 3D. Ivan trabajó inicialmente con Richard Van As para desarrollar estas manos porque Richard tenía una necesidad personal. Lo hizo por ayudar. Entonces abrieron su diseño, y hoy hay una red de cientos de personas en todo el mundo imprimiendo manos para niños de forma gratuita: la “e-Nable community”. Está claro que después vienen las empresas a intentar mejorar el producto y añadirle algo por el que valga la pena pagar.
Por eso von Hippel insistió en que este paradigma “gratuito” coexiste e interactúa con el de los productores tradicionales. Por ejemplo, genera externalidades que aprovecha el mundo empresarial que con más I+D, investigación de mercado, producción y difusión, puede hacer llegar el producto a otros segmentos de clientes. Es posible incluso que el producto mejore tanto con estos inputs que termine beneficiando al innovador original con una puesta en valor que resuelva mejor el problema que le motivó a innovar.
Los dos paradigmas interactúan del siguiente modo: 1) Los usuarios innovadores pueden terminar convirtiéndose en emprendedores para producir por sí mismos la innovación, 2) Los usuarios innovadores ceden sus diseños a productores y así reducen costes de I+D. Los ahorros por esa vía de los productores pueden ser significativos, 3) Estas innovaciones pueden competir con productos tradicionales y forzar a que bajen de precio, 4) Estas innovaciones a menudo complementan los productos de los fabricantes y aumentan su valor. Esto último se ha visto mucho en la industria de la bicicleta, y de eso suele hablar bastante (y bien) Julen Iturbe en su blog mtb-innovation como parte de su investigación doctoral.
Esa interacción explica por qué algunos productores se están espabilando y facilitando herramientas gratuitas (“creation kits”) a los “innovadores domésticos” para que sigan innovando. Dice Hippel que algunas consiguen “atar el lazo” y asegurarse que los usuarios innovadores desarrollan componentes gratuitos “solo para ellos”, de forma exclusiva 🙁
Antes de terminar, voy a añadir mi perspectiva, sin haber leído el libro porque como ya dije, no se ha publicado todavía. Creo que las dos características que hacen diferente a este fenómeno hoy, comparado con los conceptos que planteaba Von Hippel antes, son:
- Las innovaciones las realizan los propios usuarios de forma autónoma, van a su aire por iniciativa propia y de forma independiente, y las empresas solo llegan después, sin haber influido para nada en el proceso.
- La posibilidad (gracias a Internet) de crear redes y comunidades en torno a estos innovadores, para compartir recursos y capacidades, siguiendo un modelo más colectivo, de “comunidad de innovadores”, lo que refuerza aún más la primera característica, porque los hace menos dependientes de las empresas hasta fases muy avanzadas del funnel de innovación.
Respecto al segundo punto, eché en falta en la charla de von Hippel que, teniendo en cuenta el tema del evento, hablara más de cómo se tejen las conexiones colectivas para sacar adelante las innovaciones domésticas. Creo que ahí hay un material fascinante para rascar.
Dije que iba a explicar el término “nerdks” que usé en el título. Allá voy. Resulta que von Hippel lanzó una idea sin excesivo énfasis que a mí me pareció de las más interesantes, y voy a tirar de ese hilo. Dijo el profesor del MIT que este nuevo paradigma significa una “revancha de los nerds” porque “discrimina en favor de las personas pobres e inteligentes” a diferencia del modelo tradicional que, con tantas asimetrías, favorece más de lo que debería a los ricos pero menos competentes.
Me he quedado pensando en la expresión de von Hippel. El término “nerds”, originalmente peyorativo, se está recuperando como un signo de identidad para referirse a gente especial que defiende su singularidad con orgullo. Se usa también para etiquetar a los empollones de toda la vida. Por eso yo diría que estas innovaciones no son una venganza de los “nerds”, sino de una figura que mezcla rasgos de “nerds” y “geeks”. Estos innovadores domésticos que terminan cambiando su entorno combinan la profundidad teórica de los “nerds” con el espíritu-maker de orientación práctica de los “geeks”. Ambos tienen una gran confianza en sí mismos, y no les importa lo que piensen los demás de ellos; así que esa mezcla me ha inspirado, con permiso de von Hippel, a inventarme un palabro: los “nerdks”.
En fin, llámese como se llame, la “rebelión de los innovadores domésticos” (tanto por su creciente autonomía en plan DIY como por su capacidad de unirse en comunidades) me parece una idea más provocadora, y seductora, que poner el foco en que unos amateurs hacen cosas buenas y gratis que terminan siendo revalorizadas y vendidas por las grandes empresas. Sé que hay complementariedades entre ambos paradigmas, sobre todo cuando llega el momento de escalar la innovación doméstica; así que por eso las dos lecturas son válidas y tienen implicaciones prácticas, bien si estás del lado de los usuarios-innovadores, como del de las empresas. Ahí lo dejo…
Marta Dominguez
Hola Amalio. He leído con interés tu reseña de la charla de Von Hippel. Es uno de esos personajes imprescindibles en innovación. Pero coincido con otro comentario anterior. Me ha decepcionado la supuesta novedad, porque el propio Von Hippel ya contaba todo esto en su libro Democratizing Innovation. Hay novedad en los casos, el de la diabetes es nuevo. Pero la esencia me suena similar a la que sentí cuando Von Hippel me descubrió hace más de una década el poder de las comunidades de voluntarios innovadores a lo Macgiver, que diseñaban sus propios artilugios para la bici o para el surf. ¿Por qué no habrá aprovechado Van Hippel ahora para revisar la parte de las herramientas y tecnologías que facilitan hoy el contacto entre esos grupos? Ahí sí ha habido un cambio importante en todo este tiempo.
Un saludo. Marta.
Amalio Rey
Comparto tu opinión. Creo que si el nuevo libro se centra en las “comunidades de innovadores”, sería interesante. Pero como ya comenté antes en el post, me temo que el foco va a estar en temas que ya conocemos. Un saludo
Julen
Pues me parece que es más de lo mismo, Amalio. Poca cosa nueva veo en todo esto. La idea de utilizar tiempo ocioso es de Toffler en La tercera ola (1980).Lo llamó unpaid work. Y los ejemplos de gente con enfermedades o con discapacidades son de los toda la vida. No sé, ya leeré el libro. Mira que le tengo aprecio a von Hippel pero me da que es dar la vuelta a lo de siempre.
Por cierto, hay un término (hidden innovation) que creo que viene a decir cosas parecidas: Harris, D. M., & Halkett, R. (2007). Hidden innovation: how innovation happens in six low innovation sectors. NESTA
Amalio Rey
Estoy de acuerdo, Julen. Tengo la misma percepción. Pero quizás hay dos diferencias que si el libro las trabaja bien, pueden aportar consistencia a este fenomeno: 1) Las “comunidades de innovadores” que se crean en torno a esas innovaciones domesticas para avanzar por el funnel sin depender de empresas (y no sé por qué sospecho que no va a ser el eje del libro), 2) Las interacciones que se producen entre innovadores independientes y el circuito tradicional de empresas, pero esta vez con un reparto de poder más compensado para los primeros del que había antes. En resumen, coincido contigo que von Hippel no esta presentando un concepto nuevo, pero puede darle cierto empaque y sobre todo, documentar el crecimiento que ha tenido, porque sí que es cierto que esto ha explotado, y como sabes, la cantidad puede traducirse en una calidad diferente. Gracias…
Marc
Buenos días,
Muy interesante esta entrada Amalio. Te sigo desde hace años y me gusta mucho tu blog. Me gustaría saber, por favor, cuál es y dónde encontrar la encuesta sobre innovadores domésticos de Finlandia realizada en 2015 para poder analizarla. Muchas gracias. Un saludo.
Amalio Rey
Hola, Marc:
He estado investigando para responder a tu pregunta, porque en el post me limité a citar datos que expuso von Hippel en su ponencia. Mira, parece que esa encuesta realizada en Finlandia se explica con más detalles en este articulo: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0048733315001122
Espero haberte ayudado…
un saludo