TED Talks o la McDonaldización del arte de comunicar (post-537)
Escribiendo esto seguramente voy a enfadar a más de uno/a. Lo veo venir así que voy preparando la yugular. Conozco a gente muy competente, algunos que considero amigo/as, que aman las charlas TED y que incluso las organizan. Siento mucho respeto por su trabajo porque sé que lo hacen con pasión y echan un montón de días para que esos eventos queden bien. Después la gente suele salir contenta y eso ya debería ser suficiente. Así que lo que opino aquí tiene bastante poca importancia. A pesar de mi aparente rotundidad, reconozco que es una observación subjetiva y necesariamente sesgada porque parte de mi propia experiencia, como no podía ser de otra manera.
He sido ponente de un TEDx Talks una sola vez y mi experiencia fue estresante, a pesar de lo bien que me trataron los organizadores. Nunca me sentí cómodo con el formato, ni disfruté del proceso, ni guardo de aquello un buen recuerdo. A partir de entonces, y como procuro ir sólo a donde me siento bien, he rechazado varias invitaciones para hacer de ponente en los TEDx echando mano de pretextos de todo tipo. En aquel entonces, escribí esto sobre la experiencia vivida en el evento:
“Siento decir que no soy muy fan de los TEDx porque me parece un formato rígido y muy poco participativo. Está montado como una pasarela de conferenciantes sin intervención del público, ni siquiera para preguntas. Esta rigidez se hace aún más fatigosa cuando entra en juego el rollo de la marca/franquicia, teledirigida desde California, que deja un margen nulo a los organizadores para imprimirle su sello o recrear el guion pre-establecido. Para rizar el rizo viví de cerca una incidencia organizativa de última hora, que no voy a desvelar por discreción, y que lleva al límite del absurdo la ortodoxia con que a veces se pretende vigilar la imagen de una marca-evento bajo el manido argumento de cuidar una pureza mal entendida. Creo que hay cosas mucho más importantes en la vida que andar persiguiendo a quienes ponen un fotograma de una película en una presentación u organizan una rueda de prensa antes de un evento. Y los dogmáticos protocolos fiscalizadores de TED no son un hecho anecdótico, ni aislado, sino un ejemplo más del espíritu cerrado y asfixiante con que se mueve la dictadura de las marcas y del copyright, incluso para un evento como TED que ha hecho tanto (y bien) por la socialización del conocimiento”.
La fórmula TED funciona, ¿quién puede negarlo? Son 18 minutos para resumir “ideas que merece la pena propagar”. Es entretenido y espectacular, pero el formato constriñe en exceso la elaboración del mensaje y a menudo obliga a simplificarlo, también en exceso. Vale que simplificar puede ser algo muy sofisticado, pero digerir pildoritas de 18 minutos, una tras otra, puede convertirse en un ejercicio superficial. Un show del que sales eufórico, pero donde la comunicación se convierte en un fin en sí mismo, y uno a veces tiene la sensación de que la venta de la idea es lo que más importa. No es la idea lo decisivo, sino la puesta en escena.
El sociólogo norteamericano George Ritzer acuñó en 1993 el término “McDonaldización” para referirse a una sociedad que tiende a procesos que priman atributos como los de: 1) eficiencia: emplear el método más eficaz y directo para cumplir una tarea, 2) previsibilidad y control: servicios y comportamientos normalizados, uniformados bajo un estándar riguroso, 3) cuantificación: usar recursos exactos para lograr una meta predeterminada. La McDonaldización se basa en fijar un método que es completado siempre de la misma manera para producir un resultado totalmente predeterminado. Su premisa básica es el control de un proceso calculado al milímetro en búsqueda de un objetivo, que es en buena medida lo que hace en la práctica el código-TED.
Lo paradójico de la McDonaldización que a mi juicio están produciendo los TED talks es que la parte más emocional de ese código (“cuenta historias que emocionen”) se convierte en una intención racionalizada, o sea, buscada como estrategia. El formato McDonald consiste precisamente en racionalizarlo todo. El código TED hace lo mismo en cuanto al molde que obliga a respetar, que busca maximizar la eficacia y eficiencia del mensaje del ponente en detrimento de la improvisación y la espontaneidad. Sé que la retórica-TED no dice eso, y que cualquier promotor de un evento TED va a decirte que nunca pretenden eso, incluso que estimulan lo contrario, pero el resultado es el que es: si quieres comunicar un mensaje óptimo para TED tendrás que aprendértelo de memoria, ensayando mil veces un texto prefabricado y medido por reloj, lo que vacía de emoción la experiencia de contar algo, al menos para personas como yo que no somos comunicadores profesionales, ni vendedores de productos cosméticos. Puede que el resultado sirva para la venta a gran escala de una idea (a través del vídeo que se difunde), como ocurre siempre cuando se enlatan cosas, pero sigo pensando que por el camino se pierden demasiadas cosas.
Cada vez desconfío más del espectáculo. Una charla cronometrada y ensayada decenas de veces no es un relato autentico. Es fabricado por diseño. El resultado de un guion blindado puede ser impactante pero corre el riesgo de quedar encartonado. Me gusta más el formato conversacional, en el que se producen sorpresas por preguntas inesperadas y donde es imposible que el ponente domine totalmente el relato y lo prefabrique. Lo más interesante casi siempre viene de esos giros fuera de guion que obligan a la ponente a ser sincera porque no tiene tiempo para elaborar la respuesta perfecta.
#Yoconfieso que, como a Christian Salmón en su crítica al Storytelling, el mandamiento-TED de “cuenta historias que emocionen” me pone muy nervioso. Como alternativa diría que, en todo caso, lo que tiene que hacer un/a ponente es buscar historias que le emocionen a él o a ella, y ya veremos si emocionan a los demás. Pero plantearse como objetivo emocionar es forzar las cosas y no suele ser una pretensión que me guste.
Dice Ritzer que la McDonaldización, como sistema sobre-racionalizado, termina generando efectos irracionales. Un poco de esto nos está ocurriendo con el formato-TED porque empieza a colonizar los códigos generalmente aceptados de comunicación para convertirse en un pensamiento único que castiga la diversidad, y peor aún, la espontaneidad.
Por ejemplo, ahora se dan cientos de cursos y se venden como churros un montón de libros que pretenden extender el modo-TED de dar charlas a to quisqui. Esto amplía el riesgo de McDonaldización del código como molde universal de comunicación. De hecho, lo que me motiva a escribir este post es uno de esos libros que me atreví a leer estas semanas: “Hable como en TED: Nueve secretos para comunicar utilizados por los mejores”, de Carmine Gallo. En la contraportada del libro dicen esto: “Las charlas TED han redefinido las reglas para cautivar a cualquier auditorio” y se vende la idea de que TED ofrece los “secretos fundamentales para triunfar en cualquier exposición en público”. Este no es un mensaje aislado, de marketing puntual, sino la retórica de venta que está presente en el coaching moderno de comunicación que abraza “lo TED” como el referente ineludible.
Por otra parte, detrás de la socialización de la idea, que también, hay una obsesión soterrada por la tan llevada y traída “marca personal”. A veces parece un escaparate de efectismos que buscan impresionar mediante gestos y movimientos totalmente calculados que empiezan a parecerse demasiado entre sí porque responden a una pauta aprendida. Es el patrón TED que impone el estándar y castiga la variedad de formas de expresarse.
La elección de los ponentes y de los temas merecería un debate independiente. La parte que me gusta es que a menudo se intenta invitar a gente que ha hecho cosas, que tiene logros tangibles que mostrar. La que no, que la necesidad de alimentar el modo-espectáculo hace que exista un sesgo importante en los perfiles y un mensaje con contenido bastante superficial del tipo: “si quieres, puedes”, o sea, pretendidamente inspiracional pero bastante alejado del tipo de reflexiones con rigor y cadencia lenta que a mí me atraen.
Las reglas y directrices para obtener una licencia de los TEDx son corsés tremendos. Los organizadores tienen las manos atadas. Por ejemplo, entiendo que no tenga cabida en estas conferencias las charlas sobre religión o pseudociencias, pero ¿por qué no sobre política? ¿O es que la política, y las tesis políticas, no forman parte sustancial y decisiva de nuestra vida? La reflexión política (no necesariamente partidista) es saludable y nos hace mucha falta. Que los organizadores la supriman de la agenda aceptada poniéndola al mismo nivel que la religión o las pseudociencias dice mucho de esa intención tan cool de vaciar de contenidos controvertidos a los mensajes molones para agradar a más gente. Los dueños de la franquicia (sip, es una franquicia y tiene dueños) están en su derecho de hacerlo si no fuera porque después el código-TED se extrapola a otros ámbitos, se “escala” su lógica, tentando a otros organizadores de eventos a vaciar de política sus contenidos.
Procuro siempre ser honesto. Nada de esto es óbice para que me encanten un par de docenas de charlas TED. Pero me doy cuenta que en todos los casos que me gustan son ponentes originales que se atreven a traspasar las fronteras del código-TED con una identidad genuina. Eligen muy bien las tesis que defienden para que quepan en 18 minutos, para que se puedan contar muy bien y con el rigor necesario en ese tiempo tan corto. En todas las charlas que me gustan se da un patrón común: el ponente se dedica a profundizar con buenos argumentos en la pertinencia de la idea (incluso aportando datos) en vez de empeñarse en adornarla con “historias que emocionan”. Por esa razón son charlas en las que siento que no falta, ni sobra nada. Que vayan al grano, sin florituras, lo aprecio especialmente. Me encanta que transmitan conocimiento, “chicha”, y si tienen sustrato científico demostrable, más que mejor. En cambio, los sermones motivacionales en plan pensamiento positivo fast food (de estas hay muchísimas charlas TEDx) me aburren soberanamente, a pesar de que suelen ser los vídeos más visionados así que es probable que sea yo el equivocado.
Insisto, las charlas TED tienen su mérito. De hecho me produce cierto conflicto escribir esta crítica porque he sido consumidor de sus vídeos y los uso a menudo en mis cursos. Temo ser incoherente. Por eso quizás la clave está en discernir entre la posibilidad que ofrece TED para socializar ideas interesantes, como una iniciativa más de las que existen, y la intención de convertirlo en el modelo perfecto de comunicación. Me gustan los vídeos, cuando se comparten (y se traducen), pero mucho menos el espectáculo. Que se convierta en un código y una metodología que se replique sin criterio, ni espíritu crítico, es lo que me preocupa.
Lo que se uniforma termina aburriendo por previsible. Ningún molde totalizador me gusta. De hecho, creo que si seguimos así, llegará un momento en que no vamos a querer “historias que emocionan” y a aborrecer el molde TED porque entonces se ponga de moda la alternativa, o sea: el rigor, las estadísticas, las charlas largas y pausadas, o la conversación en vez de la conferencia magistral. Las historias que forzosamente se tiene que inventar la gente para transmitir la “emoción-TED” sonarán poco auténticas, y pediremos a gritos más conversación e ir al grano. Volverá la improvisación. Lo veo venir, y yo empiezo a buscar eso. Quizás sea ese efecto paradójico de la McDonaldización del código TED, digo yo 😊
Roger
Muy de acuerdo con lo expuesto. Y cuando dices, en el penúltimo parágrafo, que temes ser incoherente, yo en mí no lo veo así. Veo sencillamente que casi nada en la vida es o blanco o negro. Es decir, que en una parte importante de las TED y en su conjunto, vemos unos patrones, estructuras, intenciones, nada de nuestro gusto, pero en algunas pequeñas diferencias las convierten en más que aceptables. Eso no es ser coherente, si no expresarse con precisión, no generalizar, matizando las diferencias, etc. ¿No?
Para mí, vivimos en una sociedad en que hay tendencias, creo que interesadas, de grupos de personas, que buscan generar corrientes de pensamiento, de consumo material e inmaterial, para arrastrar adeptos y generar popularidad que luego se traduce más o menos directamente en reputación, dinero. Y las TED pues tiene esa naturaleza de ser, inoculada por sus mentores. Discursos que quieren ser cercanos a la vez que emiten mensajes, directa o indirectamente, con sabor a ketchup, como se comenta, con un ideario de esencia “yankie” pero suavizado con el espíritu menos sensacionalista europeo.
En fín, que me siento identificado con tus palabras, y me gusta y satisface leer opiniones de cuestiones como esta, que difieren del supuesto pensar de la mayoría que no quiere “ver” más allá del sabor adictivo y placentero que ofrecen estas “hamburguesas” para las mentes y espíritus, ver “los ingredientes”, el formato de presentación, qué de bueno le aporta a nuestro organismo íntegramente, la estructura que las produce, si hay una política detrás, etc.
Un saludo,
Roger
Amalio Rey
Gracias, Roger, por tus comentarios. De acuerdo con lo que dices, también con lo de la (in)coherencia. Es difícil que algo que esté realmente vivo sea totalmente coherente. Siempre se producen contradicciones. Un saludo
Juan Rolando
¡Hola!
Justo acababa de escuchar una charla Ted por YouTube (hace más de un año que no escuchaba una) y me pareció bastante métrico, parametrado y ensayado; sin embargo, logró el objetivo de dar un mensaje. Justo por este motivo decidí buscar opiniones en Internet acerca de las charlas, pues con tantos likes y comentarios positivos da temor preguntar algo si se desea dormir placenteramente. Así encontré tu escrito donde comparto muchas apreciaciones, pero definitivamente el final: “Las historias que forzosamente se tiene que inventar la gente para transmitir la “emoción-TED” sonarán poco auténticas, y pediremos a gritos más conversación e ir al grano. Volverá la improvisación”
Por cierto, llamarlo “McDonaldización” me pareció precisa.
Saludos.
Amalio Rey
Gracias, Juan Rolando. Ya ves, creo que tendremos en algún momento ese efecto pendular. Un saludo
Tatiana
Gracias por el atrevimiento de enojar a varios (muchos, supongo). Me pareció muy atinad la mc’donaldización de los discursos. A ello puedo agregar la (no-sé-cómo-llamarla) misma imagen (visual), que tienen los expositores: todos son fáciles de ser identificados. Tienen un sello común. La marca, cierto. Les es imposible esconder la misma intención de entretener, es decir, maravillar y de inmediato hacer tragar sin pensar. Aprendizaje, dijo alguien, je! Diría, se trata de informar. Para el aprendizaje se necesita saber escuchar e interpretar. Parece que este tipo de discursos, empezó a perfeccionarse no en un espacio educativo o similar, sino en un ambiente religioso. Obvio, sólo puede ser una asociación personal.
amalio rey
Gracias a ti, Tatiana, por dejar tu opinión. Bueno, es cierto que he tenido bastantes reacciones de incomodidad al post pero, bueno, sabía que iba a ocurrir. Es complicado meterse con cosas que gustan a la mayoría. También estoy de acuerdo que ese “formato de entretenimiento” hace algunos vídeos TED muy fáciles de consumir, para bien y para mal. Un saludo
Azayel Calderón
Hola Amalio,
Tú post es muy cierto y certero. Una cosa que me ha llamado la atención es que últimamente he visto en esas charlas que los ponentes prácticamente tratan de vender un producto, como libros (algunos muy malos) o sesiones de coaching online. Derivado de esas charlas por ejemplo, compré un libro acerca de cómo concentrarse pero fue una decepción. No vienen técnicas, solo historias de la autora de su carrera deportiva y esquemas que llenan media página que no sirven de mucho.
Amalio Rey
De acuerdo, Ayazel. Es difícil asistir a una charla en la que no se venda algo 🙂
Hace tiempo aprendí que antes de comprar un libro, lo mejor que hago es investigar bien primero. Ahora, lógicamente, compro menos y fallo menos. Un saludo
Joaquin Garcia
Reconozco un punto de provocación en tu post, Amalio que se agradece. Personalmente creo que el formato TED ha conseguido que miles de personas se interesen por temas que seguramente no habrían tenido la oportunidad de conocer de una manera simple. Profundizar más allá de TED, es misión de cada uno. A mí me sirve para orientarme en temas que desconozco en tan solo 18 minutos, cosa que agradezco. Tan encorsetado es este formato como cualquier otro, siempre hay limitaciones cuando se habla en público pero el hecho que se compartan gratuitamente con un nivel de calidad alto las grabaciones añade mucho valor a un proyecto, no olvidemos, empresarial.
Gracias por el debate
Amalio Rey
Sip, Joaquin, los videos TED contribuyen al aprendizaje. Son capsulas sencillas de digerir, y eso se agradece. Los ponentes, además, son de calidad. No tengo ninguna duda al respecto. Lo que digo es que no se debe tomar ese formato como “EL” formato de la comunicación. Viva la diversidad, y también la complejidad. En cuanto a si es encorsetado, me atrevo a asegurarte que hay muy pocos formatos más enconsertados que los del TED. No es tan escorsetado como cualquier otro. Es probablemente el más rígido de los que se utilizan hoy para comunicar. A mí no me parece mal, salvo que lo convirtamos en el estándar. Ahí me bajo 🙂
Juanjo Brizuela
He querido leer un par de veces el post y los comentarios al respecto (¡por fin! esto es comunicación, la capacidad de interactuar sobre las ideas de fondo) y la verdad es que, y lo llevo a mi territorio, TED ha logrado ser una marca que está asociada a determinados aspectos que la hacen referente y reconocida. Eso es un logro. Pero, como toda marca que se precie, tiene cierto encasillamiento que quizá convendría resolver para, efectivamente, mantener esa asociación.
Lo que TED ha logrado es que la gente sea capaz de sintetizar en un formato corto una idea. Es como poder decir que los “elevator pitch” se han consolidado como el formato breve, corto y relevante. Esto me parece positivo. Pero efectivamente, como dices Amalio, quizá una idea está tan llena de matices que a veces sólo con la forma, basta para cubrir lo que el fondo no lo ha logrado.
¿TED como referente de comunicación y oratoria? Pues creo que hay cierta parte que tienes razón. Parece que si no eres capaz de empatizar como en un TED, de hacer una “gracia” en la presentación y demás, pues no es TED (risas de fondo, a modo de música de librería a veces), pero también es verdad que creo tiene un posicionamiento en una manera de comunicar, que me parece realmente un avance.
Sí que creo que ha de evolucionar. Exactamente igual que algunos otros formatos de comunicación. Por ejemplo los “world cafe” no han logrado instalarse como modelos para el intercambio, síntesis y exposición, donde creo que por ejemplo ahí sí que podría convertirse en un modelo comunicativo. Y algunos más. Mesas redondas, etc…
En cualquier caso, sumo la idea de diversidad, diferencia e incluso de cierta rebeldía, que siempre viene bien para cuestionarse cada modelo, por mucho que la marca sea la que es. Y ésta debería replantearse cómo evolucionar. Aunque como “cita” Cristina, algunos pasos ya se están dando. Parece. No obstante, merece y mucho la pena tu reflexión Amalio. Bien hecho y bien traído.
Amalio Rey
Suscribo 100% lo que dices, Juanjo. Desde lo positivo a lo negativo de TED. Tambien aprecio de que veas la clave en el mismo punto que yo, en defender la diversidad en los formatos válidos y deseables de comunicación. En esa dirección iba mi opinión, porque lo que me desagrada es el intento de “Mcdonalizar” un registro tan rico, como el que existe en las miles de formas de comunicar. Un abrazo, maestro!!!
Emmanuel
Desde siempre he sentido una cierta desconfianza al modelo TED, tanto asi que, de momento, la unica que he visto completa es esta: What’s Wrong with TED Talks? Benjamin Bratton: https://youtu.be/Yo5cKRmJaf0.
Amalio Rey
Buena ponencia esa, Emmanuel. Diría que Bratton fue a bailar con criterio en la casa del trompo…
Raquel
Jeje me he sentido identificada. Curiosidad, qué charlas te gustaron especialmente?
Amalio Rey
Si te digo la verdad, ahora mismo no me acuerdo bien. En este blog he reseñado o comentado algunas charlas que me gustaron, pero sigo pensando que mucho más por el contenido, por la chicha, que por la puesta en escena:
http://amaliorey.com/2013/05/18/lo-que-amanda-palmer-aprendio-en-la-calle-post-357/
https://www.ted.com/talks/bj_miller_what_really_matters_at_the_end_of_life
https://www.ted.com/talks/barry_schwartz_on_the_paradox_of_choice?language=es
https://www.ted.com/talks/tom_wujec_build_a_tower
https://www.ted.com/talks/jill_bolte_taylor_s_powerful_stroke_of_insight
No es una selección rigurosa. Son charlas que me viene ahora a la memoria que me gustaron, pero seguro que olvido otras.
un saludo
IGNACIO PORROCHE
Cuando el embalaje adquiere más importancia que lo embalado. Tengo la percepción que, actualmente se extiende más y más ese concepto que, por otro lado, es de compra fácil.
Diseña un caja bonita, bien cargadita de gatillos emocionales, olores, sabores, sensaciones evocables o imaginables. Una vez lo tengas, céntrate en vender la “CAJA” como expectativa de lo que dentro encontrarás. Aunque en el propio diseño de la caja, has limitado totalmente lo que podrás meter en dentro.
No dudo que la intención de TED y de tantos otros sea buena. La reflexión la sitúo en como excluyen e incluso anulan de facto otras diversas y necesarias formas de entender el mundo.
Amalio, espero que no hayas enfadado a nadie con este post al que solamente se le puede acusar de “LUCIDEZ” y “APERTURA”. En caso contrario tendríamos que empezar a ver peligrar también la tolerancia, además de la diversidad.
Por mi parte, gracias otra vez por ponerle texto a mi forma de ver y entender lo que nos rodea.
Amalio Rey
La intención de TED es buena. De eso no tengo dudas. Lo que más me gusta es el esfuerzo colectivo y altruista de traducción a otros idiomas. Eso lo valoro muchísimo. Otra cosa, como ya he dicho, es convertir ese formato en el ideal de la comunicación. Es un producto o dispositivo mas que tenemos para socializar conocimiento, y es así como debería verse. En cuanto a enfadar a los demás, lo único que me importa es no enfadarme conmigo mismo, y eso solo me ocurre cuando soy injusto o grosero con otros, que es algo que siempre procuro evitar. Gracias!!!
Iván
Quizá se hayan propagado demasiadas charlas TEDx, en eso coincido contigo y en una parte de tu mirada crítica, pero como en tantas otras cosas en la vida, creo que es mejor que existan dichas charlas. Sinceramente creo que en general son un formato que ha ayudado a millones de personas y que tiene un fuerte componente educativo, formativo y reflexivo. He visto pocas, quizá no más de 30 charlas TED, y la verdad es que algunas son brillantes con gente con una enorme talla intelectual y profesional. La mayor parte de dichas charlas las recuerdo, son en campos que me interesan como la educación, las nuevas tecnologías, el viaje o China. Probablemente su mayor error (o no) sea extenderlas a los formatos x, debido a ello quizá hayan perdido nivel o se hayan masificado. Como en tantas otras cosas, quizá lo bueno es ser selectivo y no tragarse todas las charlas solamente por llevar la palabra TED delante. Un abrazo Amalio.
Amalio Rey
Iván, como he dicho antes, me parece bien que existan los TED. Incluso, creo que tendría que inventarse si no existiera. Estoy de acuerdo, además, que el formato-píldora, ayuda a llegar a más gente con un lenguaje más sencillo. En ese sentido, las charlas TED tienen su mérito. Algunas charlas, efectivamente, son brillantes. No creo que sea un error lo del formato X porque facilita el acceso a más gente. No sé queda todo en los eventos de California. A mí lo que no me gusta es lo que comento en el post y prefiero no repetirme… Un abrazo
Cristina J
Por alusiones jajaja
No estoy de acuerdo contigo en casi nada!!!
Sí se puede meter política en la agenda de un evento. Es más, en TEDxVitoriaGasteiz hemos hablado de terrorismo, de inmigración, de refugiados, de transformación de ciudades… Es más,
¿hay algo que no sea político en la vida?
El preparar las charlas, yo que entre otras cosas me dedico a la oratoria y a ayudar a los demás a que comuniquen mejor, es un must, pero no en un formato TED o TEDx, sino en general. Personalmente me parece una falta tremenda de respeto que te asignen un slot de 20 minutos para hablar y que el ponente hable 40… porque al final, el último ponente se queda sin tiempo para preguntas o para poder desarrollar correctamente su argumento.
Conozco pocos eventos donde público y ponentes compartan cafés y comidas. En TEDx sí pasa. Y el networking es excelente.
Los eventos TEDx se licencian desde Nueva York (donde está la sede de TED, no en California, que es donde se hizo el primer evento) y tienen en cuenta mil cosas, desde tu propia idea para hacer el evento, hasta tu experiencia personal, tu experiencia con la idea de evento que ellos tienen… mil cosas! Y no todos los organizadores tenemos ni el mismo background, ni las mismas ideas, así que salen cosas dispares. A un TEDx no vas a contar mil cosas, vas a contar una idea. Ese es el truco y por eso la duración de las charlas. La mayor parte de ideas se pueden contar en infinitamente menos tiempo. Y hay que pensar que el evento está pensado para ser disfrutado como un todo en directo, como cada charla o actuación en directo… y también en diferido. El producto resultante son x vídeos que se utilizan con fines educativos y que se cuelgan de forma gratuita online.
Tampoco estoy de acuerdo en que todas las charlas sean iguales. ¡Para NADA! En lo único que coinciden es en que todas duran menos de 18 minutos. Nada tiene que ver un diálogo a tres de ciencia y humor con una charla sobre cómo se exhuman las fosas civiles o sobre cómo sobreponerse a la violencia del terrorismo a través de la cultura…
Vamos, que no 🙂
Amalio Rey
Vayamos por partes, Cristina. Lo de “meter política” en los TED, por lo visto tienes razón. Tenía entendido que no se podía. Que era una premisa o que al menos fue así en algún momento. Claro que todo es política, y sería imposible no hacerlo, pero había leído que estaba prohibido que se hable de política explícitamente. He entrado ahora en las charlas TED, la página oficial, y efectivamente, hay muchas que están categorizadas bajo el topic de “Policy” así que se reconoce oficialmente por los organizadores. Corrijo la opinión. Gracias por indicarmelo.
Lo del tiempo lo entiendo. Pero la cosa se agrava cuando además del tiempo, hay requisitos de estilo y otros tantos corsés. La oratoria-TED es eso, muy TED. Casi que se ha convertido en un tipo específico de oratoria. Pero lo que menos me gusta (hablo por mí), y eso no se puede discutir porque es un hecho, es que aquello es una pasarela de ponentes sin dejar espacio para el dialogo, la conversación, el intercambio, que es siempre lo más rico con diferencia. Me parece un formato obsoleto y que dice mucho del modelo “no-conversacional” con que ha sido concebido el dispositivo. No es lo mismo el intercambio que se abre en público inmediatamente después que termina una charla concebida como introducción para dialogar, que conversaciones de networking a posteriori, que son todas en petit comité. No hablamos de lo mismo.
Lo de la sede desde la que se licencia el evento es irrelevante. Hay una licencia super estricta, que es puro corsé, y un dueño de esa licencia. Eso es lo relevante. Pero en fin, lo que pretendía con el post era hacer ver que se trata de un molde que intenta universalizarse como la comunicación perfecta, a mí no me lo parece en absoluto. Que hay mucha más puesta en escena que rigor en los contenidos, aunque haya también muchas charlas que consigan salirse de ese traje. Que hay demasiadas emociones artificiosas porque el modelo exige por defecto contar historias. Y por terminar, que la rigidez del formato lo hace ya demasiado previsible. Es cierto que cada ponente es un mundo y que siempre habrá algún margen para aportar cierta singularidad (faltaba más, no somos robots), pero ves las charlas y todas están cortadas por la misma tijera, responden a un patrón demasiado parecido. Cuando eso ocurre, cuando ves tanta uniformidad, eso es un síntoma de que hay un sistema férreo detrás velando por la disciplina de un formato, y es lo que no me gusta. Echo en falta mucha más diversidad.
Cristina, ya sabía que no ibas a estar de acuerdo conmigo en (casi) nada. De todos modos, me quedo con las ganas de que me expliques más lo del “casi”, porque eso significa que al menos en algo estás de acuerdo. Sería interesante leer al menos a un/a organizador/a de los TED reconociendo que el modelo tiene carencias importantes, aunque celebre todo lo demás de bueno que ofrece. Me parecería saludable para el bien del noble arte de la comunicación, querida. Gracias por tu opinión
Cristina J
Es que puedo estar de acuerdo porque a mí el modelo no me parece malo ni todas las charlas cortadas por el mismo patrón. Tampoco todos cuentan una historia ni “emocionan”. Existen los malos oradores. Existen los malos comisarios. Y existen los malos organizadores. Y esto es independiente de todo lo demás.
Insisto en que el modelo no es sino un modelo. No es obligatorio hacer un evento de este estilo o con esta licencia para hacer un buen evento… Pero (y te lo digo con mucho conocimiento de causa), es un modelo que funciona porque el 99% del resto de eventos, precisamente por no comisariar las charlas, terminan siendo un coñazo donde los oradores se pasan siete pueblos de tiempo, o contando su película sin pensar en nada más y la interacción al final suele venir por parte de gente a la que le encanta escucharse.
Las conversaciones TED y TEDx se prolongan muchos meses más allá del evento. Y llegan lejos, lejísimos. A lo mejor también hay que cambiar la mentalidad del evento tradicional con Q&A. Ah, y los TEDx Salon tienen interacción con la audiencia. En nuestro caso hicimos charlas (tres) y luego hubo una hora de Q&A. Sinceramente, respeto tu visión (ya lo habíamos comentado); pero ni como organizadora de un TEDx, ni como público de otros TEDx o asistente a conferencias TED estoy de acuerdo con la visión castrante del modelo que presentas. Es justo lo contrario!
Amalio Rey
Mi visión no es castrante, y pienso que hay matices que valdría la pena considerar, pero gracias, Cristina, en todo caso, por aportar tu punto de vista, que con toda seguridad enriquece la conversación que se puede dar aquí. Un abrazo
Raúl Hernández González
Creo que, como en todo, hay un factor “moda”. Cuando surgieron las charlas TED sí que creo que supusieron un “soplo de aire fresco”, y ganaron rápidamente tracción. Lo malo de los “soplos de aire fresco” es que dejan de ser aire fresco. Son el “new normal”, pierden la capacidad de sorpresa y de impacto.
También al expandirse de manera incontrolada (para mi gusto, queda poco para ver un TEDxMicomunidaddevecinos) llegamos a un punto de banalización. Y nos damos cuenta de que hay decenas y decenas de charlas “TEDx” que no hay quien se las trague, por vacías e intrascendentes. Es decir, que el formato por sí mismo no asegura el éxito.
Al final creo que cada individuo, e incluso diría que cada combinación de individuo-idea-audiencia, tiene un formato que encaja mejor y que no es el mismo siempre ni para todo el mundo. Sin quitar que haya una serie de “patrones agradables” (como los hay en el diseño, la música, etc.) más o menos universalizables, es responsabilidad de cada uno buscar y encontrar el método de comunicación que más le encaje. Pensar que por aplicar el estilo TEDx, o por hacer presentaciones “como Steve Jobs” ya está todo hecho es ser bastante ingenuo.
Amalio Rey
Gracias, Raúl. Entiendo lo que dices. Es obvio que no hay formato que garantice nada per se. Pero en mi post intento apuntar en otra dirección. Me refiero a lo encartonado del molde y a la tentación de convertirlo en modelo universal de lo que es la excelente comunicación. En el post me extiendo explicando lo que no me gusta del modelo propiamente dicho, al margen de cómo lo aplique cada uno. Un saludo