POST Nº 695 Me han invitado a dar la conferencia marco en la sesión de apertura de la 2022 Bilbao Bizkaia Design Week (#BBDW22) que se inaugura hoy jueves 17 de noviembre en la capital vasca. No me suelen gustar demasiado las charlas multitudinarias,...
Recomendaciones prácticas sobre cómo organizar el trabajo de campo y el taller de síntesis para hacer un buen diagnóstico colectivo a un reto de innovación
Hablemos sobre la dimensión política del Design Thinking. También sobre los límites que tiene esa metodología para resolver ciertos tipos de problemas. La pregunta que me gustaría responder en este post es si un DT empoderador y especulativo es posible.
Facilitar es un verbo de moda, pero bastante difícil de poner en práctica. Esta reflexión encaja para cualquier metodología de trabajo que, pretendiendo ser participativa, se encierra demasiado en la figura del profesional que la aplica.
Los “caminos de deseo” son esos senderos informales que, desbrozados por la hierba, la gente crea como alternativa a las rutas establecidas. Tienen una dimensión colectiva porque son una forma de mapear el comportamiento grupal, haciendo visible una voluntad compartida de divergencia o de creación de soluciones al margen de lo oficial.
Los dispositivos de interacción son también mecanismos distribuidores de poder. Según cómo se diseñen esos interfaces, así será el poder que se transfiere de un lado al otro del intercambio. Por eso son un gran reto de diseño inclusivo
Mi forma de practicar el Design Thinking consiste más en transmitir la filosofía, los principios subyacentes, que en descubrir la solución más innovadora del mundo o pasar un rato divertido jugando a los post-it. Un proceso de calidad ayuda a que la gente “aprenda haciendo” a ser más empática, promoviendo así la innovación centrada en las personas.