Cruzando el charco pero… enfilando al Norte (post-23)
Empezamos bien. Me han canjeado el asiento 32C por el 7L, lo que significa que he ascendido por mi linda cara a la clase Business. No está mal para las más de 7 horas que me separan de Nueva York.
Escribo estas líneas mientras mi indulgente pájaro de hierro surca el Atlántico. Curiosamente, veo a través de mi ventanilla otro avión, de Lufthansa, haciéndonos compañía. No es común ver esto.
Mi compañera de asiento, Rosa, es una directiva de marketing de una empresa xienense (Castillo de Canena) que produce y comercializa aceite de oliva a 35 países, incluido EEUU.
Hablamos de catas y degustaciones, mientras saboreo un espléndido codillo hecho «al membrillo». ¡¡buena idea ésta de ponerle membrillo al codillo!!! (codillo al membrillo.. ¡¡hasta rima!!!).
Ojalá mi nueva plaza permitiera comunicarme en tiempo real, pero no tengo Internet, ni puedo pedir más por un billete que me ha costado 500 euros. De todos modos, sigue siendo cierto que estas palabras se abren camino en las alturas, lo que añade algo más de gracia a este post.
Esta noche llego a Chicago, donde comienza mi reencuentro de 21 días con el fiero y creativo EEUU. No venía por estos lares desde 1989, y son casi 20 años!!!
En mi viaje anterior, el del 89, me llevé un buen susto al formar parte del primer equipo de estudiantes cubanos que participaban en un evento llamado Harvard Model United Nations que organiza la Universidad de Harvard todos los años. Estuvimos unos 10 días conviviendo con colegas de esa universidad, e intentando mantener un diálogo imposible, de barricada, en plena Guerra Fría.
Literalmente fue un susto pues significaba salir de la isla por primera vez en muchos años, y también, la oportunidad de mirar a los ojos al lobo feroz del que tanto me habían hablado en Cuba.
No puedo olvidar el shock que produjo en mí darme cuenta que solo 45 minutos separaban una enorme pancarta de Fidel Castro de una monumental foto de su gran enemigo, Ronald Reagan, con que fuimos recibidos en el Aeropuerto de Miami. Esa noche comprobé cómo la política puede burlarse de la geografía creando tal abismo entre vecinos.
Pues nada, mi vida ha cambiado mucho desde entonces, y ahora toca regresar a un país por el que, como mínimo, no se puede sentir indiferencia. Tiene razón un oyente que decía el otro día en la radio que los presidentes de EEUU deberían ser votados en elecciones mundiales porque, al final, nos afectan por igual a todos.
En este viaje voy a Chicago atraído por la magia del diseño, a Boston por sus centros de excelencia y su capacidad de desafiar las fronteras del conocimiento, y a Nueva York, para palpar en la calle de la capital del mundo las esencias de la innovación global. Son tres buenos sitios para aprender y comparar.
Me esperan varias entrevistas con personas que acreditan curriculums estupendos del Illinois Institute of Technology, Harvard y MIT. Abrigo la esperanza de que me ayuden a encontrar las piezas del puzzle que me faltan para completar este ilusionante proyecto de Innovación 2.0.
A Inés, mi competente compañera de eMOTools, debo la formidable agenda de entrevistas y visitas que tengo para el viaje. Ha trabajado mucho para cerrar estas reuniones. No avanzo nombres por prudencia, pero prometo compartir con vosotros en este foro, lo más interesante de estas entrevistas.
Twitter, Flickr y Google Talk harán el resto del trabajo de mantenernos conectados al más fiel estilo 2.0.