Espíritu-wiki (post-71)
Me encanta la estrategia porque aprecio la mirada con foco y la coherencia identitaria.
En mis tiempos de profesor en la Universidad Carlos III de Madrid no sabéis lo contento que me puse cuando conseguí pasarme de “Economía de la Empresa” a una nueva asignatura que se llamaba “Gestión Estratégica de la Tecnología“. Con ese encargo, como dicen en mi tierra, me dieron en la vena del gusto, porque lo mío es eso, escudriñar en el futuro para trazar rutas hacia lo deseable.
Así que después de haberme hinchado de hablar de “planificación”, y de echar mano de forma recurrente a citas del tipo “si tienes 9 horas para cortar un árbol, dedica 7 a afilar el hacha“, hoy tengo que reconocer que mi punto de vista ha cambiado.
No es que mi interés por la estrategia haya disminuido, más bien todo lo contrario. Dedico más tiempo a la consultoría estratégica que a cualquier otra cosa, pero ahora percibo esta función con una perspectiva muy diferente.
Se combinan varios factores en este cambio: 1) La tremenda complejidad de los mercados actuales que complican hasta lo imposible la labor de predicción, 2) El aumento en importancia de las redes y del factor aleatorio en los procesos de innovación, 3) La necesidad de conciliar creatividad con rapidez para llegar a tiempo al mercado, 4) El paradigma de lo abierto y del “perpetuo beta” con que se concibe la innovación 2.0.
Estos patrones me han llevado al convencimiento, a fuerza de trompicones, de que no queda otra que abandonar viejos hábitos de planificación para sustituirlos por un lenguaje nuevo que incluye términos como: experimentación, tolerancia al error, serendipidad, detección de patrones, hoja de ruta, intuición informada y espacios de creación, entre otras.
Ahora, por ejemplo, no uso más la palabra “planificación“ porque despide un fiero aroma a certidumbre, previsión exhaustiva y ruta calculada al detalle, algo que a estas alturas suena imposible, e incluso perjudicial para poder reaccionar a tiempo a los cambios.
Es imposible tener una certeza absoluta de lo que va a triunfar en el mercado, y cada vez es más complicado saberlo a priori. Los mercados se han vuelto complejos e impredecibles, y no vale la pena perder tanto tiempo intentando prever el futuro.
La rapidez se ha vuelto un factor determinante para ser competitivo. La oportunidad es hoy mucho más importante que la perfección.
La planificación excesiva, centrada solo en “buscar”, reduce la creatividad de la empresa, y su capacidad de “descubrir” nuevas oportunidades.
He aprendido que si bien conviene tener las ideas claras, y para eso existe la estrategia, hay que reservar espacios también para la sorpresa y la improvisación. Es necesario crear espacios para probar y explorar, sin tanto miedo al riesgo.
Me gusta hablar de Tolerancia a la ambigüedad para trasmitir la idea de que en la gestión de la innovación conviene aprender a cohabitar con ciertas dosis de incertidumbre, y así comprender que el error es parte del proceso, y de los resultados.
Los directivos que gestionan bien la innovación no sienten pánico por lo imprevisible, y por lo tanto, dejan siempre margen para la sorpresa. No necesitan ver siempre el final del túnel, y se conforman con tener luz suficiente para avanzar hasta el próximo hito que les permita no desviarse de la salida.
Esta dosis de ambigüedad debe asumirse como algo natural, y no puede traducirse en estrés porque entonces genera parálisis.
Este modelo abierto y flexible de concebir la estrategia le llamo “espíritu-wiki” para resaltar la agilidad, naturaleza informal, creatividad y sentido colectivo que caracteriza a las wikis, y que debe inspirar a los nuevos estrategas de la innovación.
Si quieres saber más sobre el “espíritu-wiki”, te invito a que leas este artículo publicado en la web de eMOTools. Ahí hago 10 recomendaciones para poner en práctica este modelo. Puedes bajarte el artículo en PDF desde la misma página.
Espero con curiosidad tus comentarios…
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Gabriel
Amalio, buenas tardes:
En primer lugar, muchas gracias por compartir tus experiencias y permitir la compensación mediante el quid pro quo.
Déjame aportar algo a tus precisiones sobre este artículo y otros artículos anteriores (aunque ya utilizas algunos matices):
– La calidad total, como se indica ya en algún comentario, a veces es deseable dependiendo del sector de una compañía (incluso las del ramo de las Nuevas Tecnologías). Buen ejemplo de ello puede ser la edición digital y publicación web tan demandadas actualmente por empresas e instituciones oficiales, donde el usuario-cliente crítico prima cada vez más y en las que un contenido de calidad puede superponerse a lo que sería la buena imagen corporativa o externa, pero que a su vez colabora a acrecentarla (y además ahorra costes). En algunos servicios de las nuevas tecnologías, en prácticamente todos los de publicación electrónica, se requiere muchísima calidad (y, por supuesto, rapidez al mismo tiempo cuando hablamos de la presión del mercado o del cliente).
Permíteme que incluya aquí la dirección web de un reciente artículo mío (ya que, además, sé que a finales de este mes darás una conferencia en la UA, a través de Fundeun, a la que seguramente podré asistir, repitiendo la agradable experiencia del pasado año en Bigastro ;)): http://www.eltallerdigital.com/informacion.jsp?idArticulo=71. En este escrito expongo que, en general, lo no excesivamente bueno (o incluso lo bueno pero sin ser excelente frente a otras ofertas) se suele contar a mucha gente ya que, desde una óptica psicosociológica, está comprobado que hoy en día la calidad integral, tanto en el producto mismo como en la atención “preventa” y “posventa”, es algo que suponen los consumidores y clientes, y más de empresas privadas o de capital semipúblico radicadas en los campus universitarios como el Taller, basadas por supuesto en la innovación, y como aquellas que están surgiendo en los últimos años en España a través de los parques científicos de las Universidades. Y es que te juegas el prestigio con la calidad si no la atiendes en todas sus facetas; y también a la sociedad debes devolverle, de alguna forma, la inversión pública que realiza en educación, porque te lo reclama y porque es éticamente lo justo. Imaginémonos la capacidad que tiene la Red para dar mala fama a una empresa, aunque esta trabaje bastante bien (aunque sin ser excelente), y a cuánto personal puede llegar.
– Creo que los seres humanos estamos preparados para ofrecer calidad y agilidad a un mismo tiempo, como bien recomiendas y como lo demuestran la experiencia y sobre todo una distinta actitud personal o de equipo, a través del esfuerzo y concentración (algo a veces más complicado debido a la velocidad a que invita el propio Internet). El tema sería cómo educar, fomentar, entrenar o despertar esta doble capacidad (¿por qué no?), y ya desde las mismas aulas. En nuestro caso, me resulta llamativo, sin que nadie se decida a hacer nada, el mal uso escrito del idioma español por parte de los internautas (podemos imaginar que en soporte texto puedan hacer algo parecido), sea en España o en América Latina; pero cualquier foro en alemán o en inglés (y supongo que también en francés) se presenta mucho mejor cuidado: todos estaremos de acuerdo en que la gente de países como Alemania o Gran Bretaña “se curra” el querer comunicar bien por escrito: ¿es esto reflejo del valor del esfuerzo asumido, de una “mentalidad” y educación diferentes, que se trasladaría luego -inconscientemente o no- a una mayor productividad en el ámbito de lo económico? Propongamos aquí, pues, también, un “1.5” (no quiero parecer “extremista”, aunque cada cual que alcance el nivel que desee o que le dejen, siempre trabajando disfrute siendo más “perfeccionista” u obtenga una sensación de satisfacción por el trabajo bien hecho).
Algo “perfecto”, en efecto, podría ser concebido como algo que se puede mejorar; de lo contrario, no sería perfecto, ya que la misma perfección no se da en la naturaleza que transformamos. Si, en particular, no queremos utilizar ese término, no hay que tenerle temor a emplear lo que sugieren vocablos como “perfeccionar” o “perfeccionamiento“, es decir, ‘una acción continua de mejora’ (precisamente lo perfecto, que no existe, no dejaría cabida a la innovación). Creo que esto de la inexistencia de la perfección ya se planteó hace muchos siglos en la Filosofía a través de un tipo de literatura precursora para algunos de los presupuestos del ateísmo actual: Satanás dijo, descaradamente y con astucia, al Todopoderoso: “Si eres omnipotente, crea una piedra tan grande que no la puedas ni levantar tú”. Se trataría, pues, de ser creativo para ser eficaz (conjugando calidad y rapidez).
– La traducción, centro del artículo que enlazo, por ejemplo, puede ser un acto de creatividad (la traducción “automática” y con las mismas estructuras que el idioma original no suele ser muy habitual, ni tampoco recomendable); el mismo acto de escribir -bien- también lo es, y además una marca de estilo personal (todos somos una “marca”). Cuando alguien redacta algo nos podemos hacer una idea de qué pretende transmitir, a través de la forma de configurar el texto, por ejemplo, e incluso de cómo podría ser esa persona (siempre desde nuestro punto de vista). El lenguaje es una seña de identidad también de las empresas, y quien se despreocupe por él puede estar dando la imagen de que también se despreocupará por el cliente. Como has hablado en otras ocasiones, realmente habría que hibridar (por ejemplo, la Filología Catalana en composición literaria más “abierta” y su uso académico en el caso de la traducción o también otras disciplinas humanísticas con las TIC).
– Por último, y en relación con todo lo anterior, habrá que tener en cuenta que la denominada Generación Wiki, la que está terminando ahora sus estudios, son los próximos en incorporarse al mercado laboral. Y los que ya estamos en él desde hace algunos años tendremos que abrir nuestras perspectivas y entendederas, por supuesto.
Disculpa lo extenso del comentario. Y un saludo también a todos los lectores.
Gabriel Marí
Ángel
A mi esto me parece una soberana estupidez, siempre ha habido planificación… Por algo será, ¿no crees?
Pero bueno, si tu mismo en la frase “No vamos a tirar a la basura todo lo que teníamos porque pecaríamos de una especie de “soberbia del innovador” que sería contrapoducente” te contradices, tio.
“Soberbia de innovador”: soberbia- si, la tuya; innovador- dudaría….
Amalio
Carmen:
Interesante precisión la tuya. Es cierto, la posibilidad de corregir con facilidad, es decir, el hecho que sea tan barato equivocarse en el mundo wiki es su mayor encanto, incluso mas que la agilidad que eso implica.
Gracias por recordarnos eso, porque esta en el meollo de la cuestión cuando hablo de wiki-estrategia. Si el error es caro, porque tiene ciertas dosis de irreversibilidad o de castigo severo, la gente tenderá a ser perfeccionista, y no hará nada hasta que no tenga “suficiente” información. Eso nos llevará a la “vieja” planificación.
La rapidez del mundo wiki es, en gran medida, resultado de esa tolerancia al error (porque lo abarata, así de sencillo).
El concepto de la “mejora continua” es, probablemente, la mejor aportación de la filosofía de la calidad. Está plenamente vigente, y también lo rescato. Cuando corrijes en una wiki, estas haciendo precisamente eso: mejorando continuamente.
Pero, Carmen, no podemos abstraernos de “el modo en que se ha aplicado” la Calidad Total (pufff… empezando por al apellido “Total” que ya dice mucho de perfeccionismo), ni del legado que nos ha dejado en las empresas. Es innegable que ha generado: 1) un espíritu “normativista” muy poco estimulante para la creatividad, 2) intolerancia al error porque lo persigue como a la peste, 3) obsesión por los números, por medir, medir y medir.. como si la vida pudieramos meterla siempre en indicadores (me encantan los indicadores, pero hay que matizarlos mucho).
Lo que llamamos “Calidad”, en realidad, se vendió como “Calidad TOTAL”, y todavía se aplica así. Esto me hace sospechar que algo tiene “intrínseco” esta filosofía para que así haya ocurrido.
Ja… ¡¡pues si!! tienes razón, también corremos ese riesgo con las herramientas 2.0. Las “modas” pueden frivolizarlo todo, y ya lo están haciendo también con lo 2.0. Pero tengo claro que lo wiki es mucho más liberador de la creatividad y del talento, en entornos de complejidad como los que vivimos hoy, que la “calidad total”, incluso como filosofía.
Y lo que es aún más interesante de discutir, que la filosofía wiki sí que es “incompatible” con ciertos principios de la filosofía de la Calidad. Rescata la “mejora continua”, como filosofía, pero contradice otros axiomas del mundo de la calidad.
Echemos un repaso: ¿serendipidad, experimentación, bottom-up, tolerancia al error, espacios de creación, productos abiertos e imperfectos para que los clientes los mejoren… ? Nada de eso lo ví yo en el paradigma de la calidad, más bien todo lo contrario: ¡¡tenlo todo bajo control!!
Si quieres podemos entrar en ese punto, porque es un tema interesante. En todo caso, no pretendo decir que la filosofia wiki es un “borron y cuenta nueva”, porque eso seria estupido. Unos pensamientos se nutren de otros, y tenemos que aprovechar todo lo que nos sirva… No vamos a tirar a la basura todo lo que teniamos porque pecaríamos de una especie de “soberbia del innovador” que sería contrapoducente.
Interesante tema, compañeros…
Carme
Me encantan las wikis, sobre todo las wikis abiertas. Y me encanta la filosofía wiki. Pero aunque la rapidez sea lo que le dio el nombre, a mí lo que más me sedujo es que el sistema wiki está pensado para que sea fácil de corregir, no difícil de equivocarse.
Es lo que más me gusta, que lleva implícito que podamos equivocarnos y que sea fácil y rápido de corregir, de reordenar, de volver a reconstruir, etc.
Sin embargo, nunca he visto ninguna incompatibilidad con la Calidad y mucho menos con la Mejora Continua.
La filosofía de la Mejora Continua (ojo! hablo de la filosofía!) es contraria a la perfección. Algo perfecto no puede mejorar, por lo tanto no es susceptible de aplicarse la mejora continua. Así pues, la mejora continua implica que no eres perfecto.
La filosofía wiki la entiendo como un avance sobre la filosofía de mejora continua que no la invalida sino que va más allá.
En mi opinión, lo que nos posiciona en contra de la Calidad no es nada intrínseco a ella, sino el modo en que se ha aplicado en las empresas. Pero, ¿no es acaso también susceptible de eso mismo cualquier otra herramienta?
Yo creo que sí. Creo que el modo en que se aplican las herramientas tiene que ver con lo que no está escrito en ningún sitio. Por eso me da miedo que se pongan “de moda” las nuevas herramientas. Tienen un potencial tremendo, pero depende de cada uno cómo las use.
Recuerdo que en otro post comentaste algo como que la cultura de la colaboración tendría que estar ya presente allí donde las herramientas 2.0 la pondrán de relieve, pero en realidad ya existía antes en silencio. No podría estar más de acuerdo.
Amalio
Julio:
Has tocado un punto importante cuando dices: “Hay que cambiar el vocabulario de las consultoras, escuelas de negocio y similares”.
Pues mira, hay un debate con esto, y grueso… ¡¡estamos de acuerdo!! De hecho, hay mucha resistencia por parte de las consultoras tradicionales a la idea “wiki” de concebir la planificación. Resumo las razones:
1) Les quita trabajo o más bien, van a facturar menos horas
2) Se acaba el paradigma de “te-hago-todo” para sustituirlo por “hazlo-tu-mismo-con-mi-ayuda” (esto nos lleva de nuevo a la primera razón)
3) El “experto-en-planificación” tiene ahora que ser mas humilde, reconociendo que la incertidumbre es parte de la innovación, y que él, ni nadie, puede controlarla. A lo más que puede aspirar es a reducirla… pero esta promesa es muy distinta a lo que vendían antes.
4) Las grandes consultoras, y las escuelas de negocio, hablan mucho de “participacion” pero no sabes lo que les cuesta comprenderla y aplicarla. Hay mucho ADN elistista incrustado en su cultura. Los conozco muy bien porque me he movido (como outsider) en ambos mundos, y sé de lo que hablo. No es fácil para ellos entender que la gente es realmente dueña de su destino, que es capaz de pensar, y que su papel se reduce al de un “facilitador”. El ego habrá que dejarlo a un lado, y ser mas humildes en la aportación. Obviamente, todo esto reduce la minuta…
Para que te hagas una idea. Ahora hay un debate incipiente en EEUU sobre si vale la pena encargar a una de estas enormes consultoras un estudio de mercado, que costará millones, si tardan tanto en hacerlo que al final siempre se llega tarde. Algunas empresas estan apostando mucho mas por “lo-hacemos-nosotros-mismos” y de paso, vamos más rápido y aprendemos mucho más en el proceso.
Antes esto no era posible pero ahora si, porque empiezan a democratizarse las herramientas… ¿no te parece?
Amalio
Julen:
No se por qué ya suponía que habías vivido una transición parecida. Tus posts destilan la humildad y el realismo de los convertidos, de los “inmigrantes”.
En cuanto a lo que dices, está bien que intentes no enterrar el PDCA (“círculo de Deming” o espiral de la mejora continua) pero creo que las palabras no son inocentes, y el solo citar ese acrónimo me viene a la cabeza el paradigma de la calidad (ya lo mencionaste el otro día en tu post “irrealidad por un tubo”) con todo su perfeccionismo, obsesión por la planificación y la medida.
Solo pensar en una de las máximas más socorridas del mundo de la Calidad que dice “hazlo bien a la primera” me pone la piel de gallina. Es dificil obviar todo el mundo que ha impulsado el PDCA.
Cambiar la “P” de “planificación” por la de “Pensar” mejora mucho la secuencia, porque no recomiendo “Hacer” (D) sin pensar. Es bueno pensar primero, pero no sé, cada vez estoy más cerca del “practicante reflexivo” de Ramón Sanguesa = Pensar y hacer a la vez.
Veo, efectivamente, algo bueno en el ciclo PDCA, y es su naturaleza iterativa. Hay un poco de “ensayo-error”, de experimentación, en ese concepto… lo que lo acerca al mundo 2.0 que defiendo. Por ahí estamos de acuerdo… si desterramos la palabreja “planificación”.
Te lo dice alguien al que le gusta PENSAR mucho.. y que disfruta con ello. Seguiré pensando primero (adios “planificación”), pero cada vez doy más pronto el “hachazo en el arbol”, y el tiempo de afilar el hacha se hace más corto. Siento que en mi caso la “D” de “hacer” se acerca más a la “P” de “pensar”, e incluso comparten espacios de tiempo, y creo que eso es bueno.
Si me dejo pensar mucho, corro el riesgo de que la quimera de la información completa me juegue una mala pasada. Así que adelanto la acción.
Por otra parte, creo que tenemos que descafeinar un poco la “C” de “verificar” (“chequear”), quitarle dramatismo e insistir que los indicadores y los numeros no lo explican todo (Deming y su gente decían todo lo contrario en una actitud casi fundamentalista).
El desafío está, como intento explicar en mi artículo, en saber “leer patrones” entre tanto barullo. Algunos son y tendrán que ser cualitativos…
Julio Pérez-Tomé Román
Quiero fijarme sólo en un aspecto de los muchos que se abren es este sugerente artículo. Me refiero a la terminología. Hay que cambiar el vocabulario de las consultoras, escuelas de negocio y similares, que viven de la bruma de lso tecnicismos.
Ayer impartí una clase y les dije a los alumnos que intentaría huir de palabras técnicas, alejadas del “espíritu wiki”. Creo que les gustó. La ventaja de comunicar a lo wiki es que es más fácil que te entiendan; el inconveniente es que es más fácil ser impreciso. ¿No es esto similar a esa cierta incertidumbre enemiga de la planificación que propugna este post?
Julen Iturbe-Ormaetxe
Creo que junto a la “tolerancia a la ambigüedad” tenemos que introducir la gestión paradójica. Cada vez más vamos a asistir a esas contradicciones que conforman un potente motor dinámico. ¿Cómo si no trabajar en diversidad? ¿Qué sucedería si estuviéramos de acuerdo con todo lo que decimos? Nos hacen falta -también- personas convencidas de los PDCA. ¿Por qué? Porque a veces las profecías tienden a su autocumplimiento.
De todas formas, yo uso la P de “pensar”. Me sirve para no enterrar el PDCA y darle sentido a la P.
Gracias por compartir tu “transición”. Conste que mi caso es muy muy parecido al tuyo.