Serendipidad o casualidad buscada (post-103)

Hace tiempo quería hablar de la “serendipidad” o “serendipia”, así que he publicado un artículo sobre ello en el último Boletín eMOTools de Septiembre, y del que estoy recibiendo interesantes comentarios. Avanzaré algunas ideas aquí, en formato-post, pero te lo puedes bajar completo en PDF.
Serendipidad es una palabra rara (y fea) como pocas, pero sugerente. Me veo usándola cada vez más en las charlas con emprendedores y con gente que se dedica a la innovación. No es fortuito porque la complejidad de los tiempos que corren encaja bien con la serendipidad.
Proviene del término anglosajón “serendipity” y suele ser traducida de muchas maneras: “serendipia”, “serendipismo” o como titulo este artículo: “serendipidad”.
La “serendipidad” es un descubrimiento afortunado que se produce sin planificación. Se da de forma inesperada, aparentemente por accidente o suerte del destino. Es encontrar algo bueno que no buscabas.
Ejemplos de serendipidad hay muchos, incluidos innovaciones tan determinantes como la Penicilina. La Wikipedia achaca a este fenómeno inventos tan variados como el dulce de leche, el celuloide, la estructura del átomo, el principio de Arquímedes, el Teflón e incluso, el mismísimo descubrimiento de América (recordemos que Colón buscaba la India cuando “se encontró” con el Nuevo Mundo).
Por cierto, Nicholas Carr dice que Internet es probablemente «the greatest serendipity engine in the history of culture» por la capacidad que tiene la web de descubrir caminos inesperados y llevarnos por senderos de información que no habíamos previsto.
Pero… ¿Y por qué hablo de “casualidad buscada”? Suena contradictorio, pero la serendipidad bien practicada, como estrategia, es precisamente eso: crear condiciones para que las “casualidades afortunadas” se produzcan con más frecuencia en tu vida, o en tu organización. De eso trata este artículo.
Una pequeña historia…
Me he inventado una historia para explicar lo que es la serendipidad, y que me funciona bien en mis talleres.
Resulta que María José quiere cobrar una Letra atrasada que le debe Julián desde hace 6 meses. Se entera que éste irá al próximo curso de formación que celebra la Cámara de Comercio de Málaga, así que ha decidido ir para presionar por el cobro. El teléfono ya no funciona porque su deudor no le responde nunca. El día del curso no consigue sentarse cerca de Julián pero no le quita ojo, porque María José está decidida a cumplir el plan por el que se decidió a asistir. La temática del taller, en principio no le interesa para nada.
Apenas comienza el curso, como es curiosa, empieza a darse cuenta que el tema le gusta y que era algo muy distinto a lo que esperaba. Además, le sugiere una nueva línea de negocio muy prometedora que ella podría acometer en su empresa, y en la que no había pensado. Rápidamente se olvidó de Julián y puso atención en lo que escuchaba. Después, su vecina de asiento (Luisa) hizo una intervención que le llamó mucho la atención y entonces aprovechó para hacerle unas preguntas y proseguir la conversación con ella en el café.
Pues eso, María José cambió rápido su plan (por cierto, ya Julián había desaparecido y ella ni se dio cuenta), y empezó a darle vueltas a la idea del ponente, y a conversar con su compañera de asiento. No cobró su préstamo, pero allí nació una idea de negocio (y una socia para acometerlo) que le reportó diez veces más ingresos que los que pretendía cobrar ese día si se hubiera cumplido el plan previsto.
Vale, hay un poco de suerte en todo esto: enterarse que Julián iría precisamente a esa charla y también, que se sentara a su lado Luisa, su nueva socia. ¿Pero es solo fruto de la casualidad? Por supuesto que no. María José tuvo la curiosidad de “perder el tiempo” poniendo atención en algo que inicialmente no se aplicaba a su negocio, y también la flexibilidad necesaria para abandonar su plan original (cobrar, cobrar, cobrar) y dedicar todas sus energías a atrapar un tren que se le había cruzado inesperadamente. Otros se hubieran obsesionado en vigilar a Julián o en tragar minutos consultando el móvil porque aquello no iba con ellos.
Por tanto, los fenómenos de serendipia no obedecen solo a la casualidad sino también a una actitud que los propicia, y que se traduce en ser curiosos, flexibles y sagaces.
John Adair, en su excelente libro “The Art of creative Thinking”, dedica todo un capítulo a la “práctica de la serendipidad”. Comienza su exposición citando a Marcel Proust: “the real magic of discovery lies not in seeking new landscapes but in having new eyes”, lo que nos recuerda que la serendipidad nace de la curiosidad y del foco abierto. Hay que estar preparados, nos dice, para esperar lo inesperado.
Esa predisposición, por cierto, se manifiesta más en personas con un amplio rango de intereses. Me recuerda en cierto modo al “hombre del Renacimiento”, que estaba abierto a explorar nuevos territorios y al que nada le era ajeno. Estar dispuesto a “perder el tiempo” en cosas que no tienen una utilidad inmediata aumenta las posibilidades de producir serendipia. Esa actitud aventurera facilita mucho el encuentro con la casualidad buscada.
La serendipidad refleja algo que el viejo management se ha empeñado en desdeñar siempre: el fascinante poder de lo aleatorio en los procesos de innovación y creatividad, y que cristaliza desde una actitud de “dejarse llevar” que niega la sobreplanificación y cree en la magia de las conexiones espontaneas.
Sí, comprendo, parece un contrasentido que recomiende “políticas de más aleatoriedad”, algo que suena precisamente a no-política, pero explico esto en detalle y con numerosos ejemplos en el artículo publicado.
La serendipidad adquiere cada vez más significado en el diseño y promoción de redes. Algunos decisores públicos se empeñan, por ejemplo, en sobreorganizar los clusters y las redes de innovación, poniendo múltiples normas y definiendo una retahíla de objetivos sosos e inalcanzables. Se pretende con ello generar “lazos fuertes”, casi orgánicos, en forma de alianzas, fusiones y contratos, y es así como tienden también a medir los resultados de forma maximalista.
Sin embargo, la gracia de las redes no está solo en esas expresiones tan formales de las conexiones, sino también en los llamados “lazos débiles”, que se tejen entre personas que consiguen sintonizar en medio de la fiesta gracias a que pueden compartir con libertad en un espacio abierto y sobre todo, pensado para la conversación.
Te invito a profundizar más sobre: 1) Serendipidad en el diseño de redes, donde sugiero qué cosas se pueden hacer para aumentar la “conectividad aleatoria” en las redes, 2) Serendipidad en las iniciativas de transferencia de tecnología, 3) Hábitos sanos para provocar serendipidad en el día a día. Esto lo puedes leer en el artículo completo.
Jose Maria Aristimuño
Serendipidad, viene con nosotros, chocamos dos piedras filosas , una chispa y aparecio el fuego
Amalio A. Rey
@Julen: La porosidad es fundamental. Para mi es una forma de curiosidad. Podriamos decir que hablamos de una «empresa curiosa». Y en cuanto a disfrutar, coincido contigo. Hay que darse tiempo. Pero lamentablemente vamos demasiado de prisa, y los prejuicios (etiquetas) se ponen pronto. Lo del brillo en los ojos, añadiría que para que se de la serendipia, también tendrían que brillar los nuestros…
@Jesus: Gracias por tus palabras. El matiz de convertir la serendipia en una actitud proactiva, en aprovecharse de ella, es fundamental. Estoy de acuerdo. Es lo que pretendía insistir en el artículo.
Jesús Fernández
Enhorabuena, Amalio. Interesante artículo y debate.
«El arte de conseguir un objetivo o hacer un descubrimiento aprovechando un suceso accidental»: la definición que a mí más me gusta de serendipia.
Introduce un matiz que a mí me importa en este asunto: no es sólo estar atento a lo que ocurra, sino aprender a transformar la casualidad en oportunidad. Es activo… y para mí que acaba siendo un arte.
Julen
A mí siempre me ha parecido que los frutos de la serendipia son la consecuencia de una buena porosidad en la empresa, ¿no? Simplemente disfrutando de los contactos, de repente aparece la química. No hay que presionar; llega. Te das cuenta cuando le brillan los ojos a la persona que está frente a ti.
Amalio
Por supuesto, amigo Nacho. Buen apunte. Me ayudas a evitar que se me malinterprete. No estoy criticando que las organizaciones, y las personas, se fijen objetivos. Quiero insistir que sigue siendo MUY importante prioriza0r, y tener unas pocas ideas muy claras. Lo que tu llamas «actividades que garantizan resultados». Pero en el articulo en PDF sugiero practicar el hábito del 70/30 (o incluso 60/40) que consiste en dedicar el 70% de los esfuerzos a BUSCAR, y el 30% a ENCONTRAR, pero como ves, sigo pensando que la mayoria del tiempo tenemos que centrarnos en objetivos bien pensados, aunque con una sana flexibilidad.
Un placer como siempre tener tu visita. Y gracias por tus palabras, que valoro mucho
Nacho Muñoz
Una perla de artículo, sin duda.
Añado (o incido) en que la casualidad buscada, a nivel personal, implica una alta tolerancia al riesgo. Además, y a pesar de que el progreso no está determinado ni la finalidad puede predefinirse, sí existen actividades que garantizan resultados, por lo que es necesaria cierta estabilidad para ocupar el tiempo en tareas que no garantizan resultados.
Un placer leer lo que escribes y cómo lo escribes.
Amalio
@Alberto: Oye, pues lo que hago es muy normalito. Si quieres innovar, tienes que hacer todo eso: viajar, conversar, investigar, escribir, en fin, absorber todo lo que se pueda. Por cierto, en noviembre voy a Silicon Valley, asi que toda la informacion de interés que hayas recopilado en tu estudio, me va a venir genial. Un abrazo.
Alberto
Hola Amalio:
Tienes que contarnos como haces para viajar, investigar y dar conferencias a la vez. Será un poco de Serendipia?
Me leí tu artículo y me pareció muy interesante. Ya habia leido cuando tuve que investigar sobre el «Silicon Valley» que parece ser una laboratorio vivo y orgánico de innovación.
Me gustaría aportar a esta discusión cuatro palabras seguidas que pienso, son secuencia lógica, para cuando se abona el terreno al descubrimiento:
Información
Conocimiento
Serendipia
Innovación
Saludos,
Alberto
Amalio
@Yoriento: Gracias, amigo. Me alegro que te haya gustado el post.
@JT: Lo cierto es que algunos no conocian la palabra y a otros les hacia falta un empujoncito para hacerla suya. A mi me parece una palabra fea, la verdad, pero el fenomeno que explica me encanta. La predisposicion, al final, va a ser clave en casi todo.
@JM: Muchas gracias (tambien por tus RT). Espero que hayas paladeado el PDF como los buenos vinos. No esperaba tan buena acogida, asi que me alegra un monton escribir algo que provoque disfrute al leer. Y mas de un bloguero de los buenos como tu.
@AliyCia: No sabes lo que agradezco tus generosas palabras. La clave esta en confiar, y dejarse llevar. O dicho mas claro, en desapegarse. Quizas me falto decirlo, y ahora me doy cuenta: el “apego” es de las cosas que peor se lleva con la serendipia. A la mayoria de nosotros las redes sociales, y sobre todo, Twitter, ha sido precisamente eso, un gran descubrimiento que no esperabamos. Algunos al verlo, dijeron “puff, que tonteria” y lo dejaron a la primera (y se lo han perdido, digo yo), mientras que otros hemos sido mas curiosos, flexibles y sagaces para seguir probando hasta darnos cuenta del potencial que tiene. No lo buscabamos, lo encontramos. Un placer para mi tenerte por aqui, de verdad, y que nos cuentes tus experiencias.
@ Palacian: La prevención, o la duda, es buen hábito para juzgar con criterio propio los conceptos nuevos. Es verdad, tienes razón, parece que estamos en una carrera por distinguirnos, por la diferenciación, a ver quien acuña un nuevo palabro. Pero en mi caso, lo único que pretendo es explicar un término que existe hace mucho tiempo, cuya etimología se define bien en Wikipedia. Es un palabro con solera, lo que pasa es que se conocía muy poco, y como a mi me parece que dice mucho, que efectivamente puede aplicarse a muchas situaciones (y sobre todo, mejorar nuestra actitud para aprovechar oportunidades), me apetecía poner ejemplos y explicarla de un modo mas amigable. Todo esto ha existido, pero hoy es muy importante que lo convirtamos en un hábito consciente, ¿y sabes por qué? Pues porque estamos en la sociedad de la sobreplanificación. Tantos años de machacar con esto de “planifica, asegúrate de tener claro lo que buscas, no te apartes del camino, etc, etc.” explican que hoy tengamos que reivindicar más que nunca la serendipia.
En efecto, hay tambien un debate sobre si tiene sentido “provocar la serendipia” porque parece un contrasentido. Algo de verdad tiene eso, pero es una paradoja mas con la que tenemos que convivir, y saber gestionar. En mi explicación sobre las redes, si te das cuenta, propongo seis consejos para “provocar casualidades afortunadas”, y la palabra “provocar “ puede sonar a contradicción. Pero no, si vas a una reunión abierto a la serendipia significa que estas dispuesto a ser flexible y curioso, y de estar atento a “pillar” alguna oportunidad que (por casualidad) se te cruce en el camino. No planificas lo que vas a hacer, y menos lo que vas a encontrar (si lo haces, entonces estas buscando), sino la actitud que vas a adoptar.
Gracias, por supuesto, por tus comentarios. Agradezco un monton que lo hagas aquí. ¡¡Adoro la conversación!! Seguimos hablando… porque el tema da para mucho, y gracias, de nuevo, por pasarte por aqui…
A. Palacián
De un tiempo a esta parte reconozco que tengo un poco de prevención al enfrentarme a conceptos nuevos, pues tengo presente lo que tu denominas cultura «Massup» y que yo digo “los que innovamos ya lo hicieron los chinos hace…”. Cuando formulo proyectos europeos siempre empiezo analizando el estado de la cuestión.
Y en efecto éste post no es una excepción, además porque mientras leía iba teniendo la sensación de familiaridad y al mismo tiempo pensaba que estábamos ante otro intento conceptual e intelectual por ser pioneros, lo cual es una condición humana admirable, pero a veces sobre utilizada en una época que reina la diferenciación.
Cuando iba leyendo me iba acordando por ejemplo de la teoría del caos y la esplendida explicación de los campos de comunicación (La imaginación estratégica de Alfonso Vázquez) “a través de los cuales transformamos la realidad al tiempo que la realidad nos transforma a nosotros y nuestras organizaciones, a través de la creación de significados”.
Con un planteamiento más superficial y cotidiano pensaba en lo que últimamente se ha puesto de moda para provocar reuniones de personas para intercambiar información que pueda desembocar en negocio. También, del posicionamiento de las personas en determinados círculos, palcos de estadios de futbol, colegios, zonas, determinados club, donde se pueden encontrar con relaciones interesantes. De las tertulias literarias o las menos conocidas económicas a una de las cuales asistía a finales de los ochenta y que te permitía acercarte a temas interesantes con especialistas próximos y cercanos, relacionados con tu profesión. De aquella técnica del management anglosajón que trataba de juntar a la gente en torno a un almuerzo, juego o hobby, cuando en España esto se hacía bajando a almorzar (bocadillo entre el desayuno y comida), etc. Y por último recordaba a los verdaderamente inquietos, emprendedores, curiosos, que son los verdaderos “serendipistas”, y que siempre han existido.
Al final incluso pensaba que el “serendipismo” podía tener en si mismo la trampa de la planificación y por lo tanto invalidarlo por su propio desarrollo. Si planificamos nuestra presencia en …… ya no estamos “quizá” hablando serendipidad.
Bueno, perdona porque quizá peco de desconocimiento, pero creo que es mejor hacer el comentario que no hacerlo. Yo me quedo con la tesis del libro citado.
Un saludo y gracias por introducir cosas tan interesantes
AliyCia
De lo mejorcito que he leído en mucho tiempo. Enhorabuena.
Yo «vivo» todo esto que tú explicas tan bien. Al principio, fue algo consciente y buscado. Estaba literalmente en un agujero negro, un callejón sin salida. Ahora es algo natural, integrado en mi forma de ser y de actuar. Gracias a ello, soy feliz. Me he convertido en un imán y mi vida evoluciona profesional y personalmente de forma maravillosamente imprevisible. Ya no me resisto a los giros inesperados. Confío, soy flexible. Me dejo llevar y sorprender. Aprendo y rehago.
Mis mejores proyectos como investigadora nacieron en medio de una conversación informal, en los pasillos de un congreso o en un descanso del trabajo. Hoy, en mi nueva vida, no planificada, las redes sociales y, sobre todo, Twitter son mis mejores aliados para encontrar mi camino, sin buscarlo. Y eso que entré en ellas sólo para charlar y divertirme un poco… O precisamente por eso.
Un placer leerte.
Jose Miguel Bolivar
Excelente entrada. Para paladearla con tiempo y difrutar del deleite…
Me bajo ahora mismo la versión completa en PDF. Enhorabuena
JT
Iba a citar justo la fase que cita Yoriento, y también la de Marcel Proust: “the real magic of discovery lies not in seeking new landscapes but in having new eyes”. Era el matiz que me faltaba para acabar de entender la serendipidad (me encanta la palabra).
La cita de Proust me recordado indirectamente a esa de H. G. Wells que dice «Hay otros mundos, pero están en éste». Sólo hay que estar predispuesto a verlos…
Yoriento
«Los fenómenos de serendipia no obedecen solo a la casualidad sino también a una actitud que los propicia, y que se traduce en ser curiosos, flexibles y sagaces.» Excelente¡
Al saber y al estar le llaman serendipia, perdón, suerte… 😉