La nuestra es una crisis de ejecución, no de creatividad (post-429)
Me resulta cansino el mito de que los españoles no son creativos. Es una falacia. Ya me gustaría a mí que el principal problema de España fuera de creatividad, porque es algo que se soluciona más fácil. No es así, y esto es algo que repito en todos los sitios: nuestra mayor carencia es de ejecución, de convertir las ideas creativas en resultados tangibles. Nuestra crisis se aletarga, sobre todo, por un déficit de implementación, y no de buenas ideas.
He viajado mucho y puedo comparar. Los españoles clasificarían bien en cualquier ranking de creatividad. Basta con ver las propuestas que se hacen en los talleres de emprendedores, las soluciones que se inventa la gente para innovar en política, o las ideas geniales que circulan por las redes sociales, para darse cuenta que no estamos tan faltos de ingenio. Donde el sistema empieza a fallar es a partir de ese punto en que se tiene una buena idea, por la falta de constancia para convertirla en un resultado de impacto real. Somos, como buenos latinos, muy vaporosos, de euforia fácil pero endeble persistencia.
Y confundir el diagnostico tiene sus consecuencias. Seguimos poniendo el foco de la formación en la creatividad, en despertar un genio que hace rato que está despierto; y no en hacerlo aterrizar, en potenciar y mejorar el lado derecho del funnel de la innovación, donde el embudo se estrecha, y las ideas bonitas se someten al test de la realidad, que es cuando necesitamos gente convencida, valiente, trabajadora y con capacidad de gestión para echarse al hombro esa parte menos sexy de consolidar los proyectos.
Yo esto lo he vivido en los proyectos de Design Thinking. También cuando hago consultoría para el despliegue de estrategias de innovación. Los prototipos tienen una pinta estupenda, los concursos de ideas liberan un talento creativo extraordinario, pero de ahí a que se ponga un producto en un escaparate, o se consiga algo que tenga un impacto real en el entorno, hay un trecho, un gap, que pocas veces se salva. Estos ejercicios se quedan cojos porque la energía se agota en la fase creativa. En su lugar, necesitamos cultivar una mayor vocación de acción y capacidad ejecutiva, o sea, ser expeditivos (“Just do it”). Transformar las ideas en proyectos con rapidez, incluso cuando se carece de apoyos. Menos hablar y hablar, y más actuar. Hay que activar los ciclos de Acción-Reflexión-Acción donde perseverar (mas allá de imaginar) es una habilidad crítica. No dispersarnos o querer abarcar tanto. Centrarnos en una sola cosa, y terminarla. Aprender a priorizar para no distraer el foco. Optimizar los recursos para que rindan más. Estas son habilidades (bastante menos sexis que el postureo creativo) a las que tenemos que darle su justo valor.
Esto que estoy diciendo tiene importancia en la creación y gestión de equipos. Ahí también se sobrevalora la creatividad, el glamur lustroso de los genios creativos; mientras se desprecia el trabajo más rutinario y constante de la “curritos” que se echan al hombro la ejecución. Los creativos son sistemáticamente mejor pagados y premiados que los hacedores, y son los que copan las portadas de las revistas injustamente. Permíteme que eche mano de una historia futbolera para que se me entienda mejor. No sé si te acuerdas de la época en la que el Real Madrid, plagado de galácticos (o sea, estrellas creativas) no se comía una rosca. No ganaba ni un título. Eso empezó ocurrir allá por 2003, desde el momento en que un tal Claude Makélélé, aquel centrocampista defensivo franco-congoleño, decidió abandonar la disciplina merengue para irse al Chelsea porque se cansó de que lo infravaloraran siendo de los peores pagados de la plantilla. El jugador francés no destacaba especialmente por su creatividad, pero era un todoterreno regular y constante que lo quitaba todo, el “sudón” que trabajaba en la sombra sosteniendo a los galácticos, cuya contribución fue decisiva para los títulos que el Madrid obtuvo del 2000 al 2003. Aportaba equilibrio, como suele decirse en lenguaje futbolero, haciendo el trabajo sucio y sistemático que no hacían las estrellas. Ocurrió entonces algo que suena familiar en muchas organizaciones y equipos: Tuvo que faltar Makélélé para que se enteraran en el Real Madrid lo que valía tener un perfil de jugador de sus características.
No digo, ni mucho menos, que no hagan falta las personas creativas. Lo que digo es que el otro perfil, el del ejecutor perseverante, está devaluado y no recibe la atención que merece. Hay un desbalance entre cómo premiamos (y pagamos) la creatividad y la implementación, cuando el resultado depende fundamentalmente de lo segundo.
En definitiva, más que generar nuevas ideas, lo que este país necesita es más “hacedores“, gente que se eche a la chepa muchas de las buenas ideas que ya existen y las empuje hasta el final, contra viento y marea. Eso necesita de una actitud, y de una formación. También de una cultura del esfuerzo, y de la creación de un contexto que ayude a acelerar el tránsito de las mejores ideas por el funnel hasta hacerlas realidad.
Mi tesis apunta necesariamente a cómo asignamos los recursos en la formación de habilidades y competencias para innovar. Los cursos de creatividad crecen como setas en todos los sitios. Vale, como experiencia formativa está bien, porque a nadie le viene mal aprender a ser más creativo/a, pero no es eso lo que nos va a sacar de la crisis. Sin perseverancia y capacidad ejecutiva, la creatividad no vale para nada.
Nota: La imagen del post es del album de Josh McAllister en Flickr.
Guillermo
Creo que es la segunda o la tercera vez que cuento aquí que tus artículos parece que coinciden con mi recorrido vital, lo nuestro se va a convertir en una relación recursiva 😉 .
Después de varios intentos de llevar a cabo proyectos “en equipo”, he tirado la toalla, me voy a dedicar a proyectos que pueda llevar a cabo por mi mismo, o al menos, pueda comenzar o pueda desarrollar el producto mínimo viable exclusivamente a partir de mi conocimiento y de mi esfuerzo. En el último proyecto en el que he estado involucrado ha pasado justo lo que indicas en este artículo. El proyecto comenzó por una persona que conocía un mercado y tuvo una idea y se pensó que por su parte con eso era suficiente, que el resto debíamos llevarlo a cabo según su criterio. sin aportar nada en cuanto a la ejecución.
Veremos a ver hasta donde llego, pero a partir de ahora voy a llevar a cabo mis propios proyectos, al menos tengo claro que me voy a evitar muchos disgustos.
Juanjo Brizuela
Esto de verse uno reflejado es como que las neuronas te asaltan.
Primero la autocrítica: no sé si definirme como creativo pero sí que creo que también hemos sobrevalorado la creatividad, los genios, esas ideas locas, esos malditos brainstorming’s que tanto daño han hecho en la creatividad y en las personas. Sí, lo siento, mucha gente puede tener ideas, mucha gente puede tener creatividad, hay que ejercitarla y trabajarla cada día… pero sinceramente, creo que creativos-creativos, lo que se dice creativos, en este país tampoco tenemos tantos.
Quizá sí que lo que más echemos en falta sea precisamente esa gente “hacedora”. quizá también la hemos menospreciado también y por eso, hay que darle una vuelta a todo eso.
Por mi experiencia, quizá en otro sentido, el de las ideas “creativo-comunicativas”, he aprendido que lo bueno no es tener la idea sino que a medida que vas avanzando y cuanto más focalizado estás más fácil es tener la idea pero sobre todo esa idea que sea ejecutable. El resto, se queda en ocurrencias que haberlas hay y muchas.
Son dos caminos que se han de recorrer de la mano, y como dice Julen, basta quizá con un pequeño pasito para que sea el germen de otro más avanzado.
Creo que falta ejecución pero Amalio, también lo creerás, faltan ideas. Sinceramente. A mí, al menos, a veces me pasa.
Abrazote. Gracias por remover la parte de debajo de mis canas 😉
Amalio Rey
Hola, Juanjo:
Pos’eso, que nos pasamos la vida pariendo “ocurrencias”, colega 🙂
Yo, insisto, no creo que falten ideas. Hay montones. A nivel individual es una cuestión de elegir algunas, las mejores, y ponerlas a funcionar. A nivel colectivo, el “filtrado social” está fallando, y eso hace que las buenas ideas destaquen menos.
Con que ejecutaramos de verdad 1 de cada 4 ideas buenas que se nos ocurren, iríamos de cine. Abrazotes, canoso 🙂
Iván
Grandes reflexiones Amalio. En lo de hacer creo que los anglosajones siempre han sido muy eficaces, los latinos quizá a veces nos distanciamos de la realidad y de la ejecución. Reconozco que con el paso de los años he empezado a valorar eso de centrarse y hacer, dejar de intentar tirar a todo. En el caso del emprendizaje y la innovación ( palabras demasiado manoseadas por nuestras latitudes) creo que ha sido una constante eso de saber y querer hacer de todo, cuando quizá lo más lógico es centrarse en algo. Me gusta lo multidisciplinar pero creo que para ejecutar y hacer casi siempre se necesitan hacedores. Un abrazo y como siempre gracias por abrirnos los ojos.
Amalio Rey
Bueno, Ivan, eso que comentas nos ha pasado a todos. Es cierto que “con los años” vamos aprendiendo a “centrarse en algo”, por una mezcla entre madurez, experiencia de fallos anteriores, y también porque sabemos que nos queda menos tiempo 🙁
Esa tendencia a la dispersión es más común en la gente creativa, me identifico con esa situación, porque soy muy curioso, y casi todo me parece interesante. Creo que tú eres de mi misma quinta, colega… asi que tenemos ese riesgo.
Decía antes que escribí el post no para criticar a nadie, sino inspirado en mis propios defectos. Tengo que decir que hoy he mejorado mucho, hablo menos y hago mucho más, y por eso quería compartirlo 🙂 Un abrazo
Isabel
Cierto Amalio, la creatividad como burbuja, es decir, elmodelo de negocio para muchos ligado a los titulares que necesitan otros. Hace falta mucha creatividad cotidiana para que los proyectos (y la propia vida) se desarrollen. Pero eso, como bien dices, no se valora. Vivimos vidas “de película” pero los hitos reales no tienen nada que ver con los puntos de giro de la narración cinematográfica: del momento eureka al comieron perdices. Estamos rodeados de incentivos perversos.
Saludos.
Amalio Rey
De acuerdo, Isabel. Hay muchas formas de entender la creatividad, porque el mismo proceso de “ejecución” puede implicar muchas micro-creatividades (con perdon del palabro). Saludos
miguel
Solo con el simil futbolero y argumntar que como has viajado mucho sabes lo q hay… Chico muy español todo… Y bueno… Discrepo bastante del fondo tb. Saludos desde Alemania.
Amalio Rey
Miguel, me hubiera gustado conocer tus discrepancias de fondo. Seguro que eran interesantes y aportaban valor a la conversación. Me sobra lo que dices del simil y los viajes porque es puro estereotipo “made in Gernany”. Por cierto, que sepas que no soy “español” de origen 🙂
Angel Alba
Gran post Amalio. Completamente de acuerdo contigo, y el caso del Madrid, me tocó “llorarlo” cuando no nos comíamos una rosca 🙂
Además me suena la historia. Yo estoy más especializado en la consultoría del lado derecho del funnel, la de sistematización y aceleración de ideas. En cambio los clientes no paran de pedir proyectos en la fase creativa.
La innovación es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración. Sudar la camiseta. Y cuando hay que ponerla en marcha las ideas, entra en bajón. Porque no es tan bonito ni divertido…
Pero si no llevamos las ideas al mercado, no sirve para nada lo que hayamos hecho.
Un abrazo,
Amalio Rey
Hola, Angel:
Que conste: no soy madridista. Solo que es un ejemplo que me sirve 🙂
Esa consultoría que haces tú es de las más escasas. La mayoría de mis colegas se centra en el lado izquierdo del Funnel, porque es el mas vaporoso y marketiniano. Se exige menos ahí, y es fácil quedar bien. El reto está cuando te mueves hacia la derecha del embudo, porque conseguir (o no) resultados, “canta” mucho.
Yo debo trabajar con otros clientes, porque los que yo conozco piden ahora más “implementación”. No quieren tanta “creatividad” y más “innovación” tangible. Un abrazo
Amparo
Impresionante el artículo. Hay frases que me encantan como “necesitamos gente convencida, valiente, trabajadora y con capacidad de gestión para echarse al hombro esa parte menos sexy de consolidar los proyectos”
Pero la frase final me ha matado, es perfecta, con ella haría yo uno de estos “textos-inspiración” con un fondo y una tipografía bonitos: “Sin perseverancia y capacidad ejecutiva, la creatividad no vale para nada”. Espero que te animes y vea esta imagen purulando por twitter al igual que revolotean por ahí cosas como “hey, ánimo que es viernes”o “busca un trabajo que te guste y no tendrás… bla bla bla”. 😉
Yo también creo que los cursos de creatividad están sobre-valorados y ahora están apareciendo como setas en todas las ciudades (y además los imparten mis colegas coaches), cuando lo que de verdad necesitaríamos es un curso de habilidades ejecutoras.
Gracias por este artículo. Un abrazo!
Amalio Rey
Gracias, Amparo, por pasarte y dejarme tu opinión. Esa frase que te ha gustado viene de mi propia experiencia, y de sufrirlo conmigo mismo 🙂
Un “curso de habilidades ejecutivas” puede diseñarse tomando algunos principios del GTD y mezclarlos con “buenas prácticas” de “sabuesos” que no sueltan la presa hasta engullirla. Conozco gente así, que admiro mucho.
Ya sabes, puedes ofrecer cursos de esos 🙂
Julen
A lo mejor hay que bajar las expectativas, ser más humildes y en vez de jugar a las grandes metas (casi siempre planificadas sobre el papel) dedicarnos a un trabajo más sencillo y cotidiano: cada cual lo que nos toca. En la medida en que endiosamos algo suele suceder que pasa a formar parte de lo ideal, de lo perfecto, que, ya se sabe, es enemigo de lo posible. Hacer supone enfrentar las limitaciones de lo concreto.
Amalio Rey
De acuerdo, Julen. Ese es un camino, el de las micro-intervenciones y “pequeñas victorias” que generan un feedback muy positivo, y dan ganas de hacer más. En el “trabajo sencillo y cotidiano” esta la clave porque tiene un efecto acumulativo que se termina notando.
Leyéndote me hace pensar en tu libro (o en el mío): ¿se aplica? Una vez que tomarnos ese objetivo como algo tan exigente, que queremos hacer perfecto, lo alejamos más. Por eso quizás se nos hace más fácil esto de bloguear, porque vas escribiendo y liberando, recibes un feedback más rápido, y no necesitas mantener la disciplina del maratón que implica un libro. La otra opción es des-dramatizarlo, y parirlo con lógica bloguera, cachito a cachito, casi sin darnos cuenta 🙂
Luis
Amalio, tus reflexiones siempre interesantes y valiosas.
Yo iría un punto más allá. Creo que lo que falta en demasiadas ocasiones para materializar las buenas ideas, además del trabajo subterráneo de los “hacedores”, es sencillamente voluntad. Por muy paradójico que parezca, en las Organizaciones dedicamos mucho tiempo a escenificar o justificar actividades en las que no creemos o no lo suficiente. En ocasiones las realizamos para conseguir efectos secundarios y no el efecto principal. En cuanto termina la parte más visual, nos olvidamos del tema, pero porque así está premeditado.
Esto enlaza directamente con los principios éticos y los valores que ponemos en juego en la vida y por extensión también en trabajo. Las organizaciones son como prototipos a escala 1:100.000 que reproducen y reflejan fielmente el estado de salud de la sociedad.
Amalio Rey
Gracias, Luis. La voluntad es un factor crítico. Los “hacedores” la tienen.
Totalmente de acuerdo con eso de que “en las organizaciones dedicamos mucho tiempo a escenificar actividades en las que no creemos”. Pufff… eso es pan de cada día. Se hacen por marketing y postureo, nada más. Una vez que se ha conseguido el efecto-guau, dejan que se desinfle todo. Y así nos va.
Antonio
No puedo estar más de acuerdo contigo, Amalio.
Premiamos mucho a las Ideas, y poco a la ejecución, y ya sabemos lo que vale una idea, CERO.
Más trabajo, más esfuerzo y más constancia.
Amalio Rey
OK, Antonio. La mayoría de las ideas no valen nada, pero algunas valen un potosí. Eso no hay que olvidarlo. De todos modos, como dices, lo que decide es el esfuerzo y la constancia