15+1 cosas que podemos aprender del arte (post-437)

Ya me hubiera gustado a mí haber estudiado en una escuela de arte. Quizás sea mi modo de reconocer cierta frustración por mi escaso talento y formación artística. Ahora lo que me queda es hibridar, acercarme a las artes con curiosidad intentando superar mis complejos, con la tibia esperanza de que algo se me pegue 🙂
El libro que voy a reseñar hoy me lo encontré por sorpresa en la tienda del Tate Modern, después de visitar una exposición de Paul Klee mientras pasábamos con la familia el fin de año de 2013 en Londres. “101 Things to Learn in Art School” es del artista neoyorquino Kit White y fue publicado en 2011 por The MIT Press. Es de formato pequeño, con una idea por hoja y acompañada siempre de un dibujo. Después de leerlo en inglés y traducir los textos, acabo de darme cuenta que hace poco se publicó la versión en español. Aquí tienes el enlace por si te interesa: “101 cosas que aprendí en la escuela de arte”.
Mi interpretación de este libro es aplicada. Quería ver cómo puedo aprovechar estas pautas en el tipo de proyectos, ensayos y reflexiones que hago habitualmente. Por ejemplo, asumiendo el hecho de bloguear como una forma de expresión (con más o menos fortuna) de mi yo-artista, entendido éste en su sentido más laxo. También cabría, y no es ninguna tontería, introducir un poco de sensibilidad artística al frugal ejercicio de la consultoría.
En julio de 2012 escribí un post: “¿El artista como catalizador de innovación?”. Allí comentaba que si es cierto, como dice Reinaldo Laddaga, que “lo que la sociedad necesita no es lo que hacen los artistas, sino lo que son”, pasar por una escuela de arte no te hace un artista, pero puede facilitarte las cosas. Y ahora, mientras leía este libro, me he planteado cómo podría añadir algo de “actitud artística” a lo que hago. No sé si eso te lo planteas tú, pero a mí ese reto me seduce, quizás porque (como ya he dicho) soy consciente de que estoy bastante falto de ello.
En esta entrada entremezclo ideas del libro con opiniones mías. La traducción del inglés era complicada, algunos pasajes me costaron lo suyo por el estilo narrativo del autor, así que digamos que he hecho mi versión personal y enriquecida, no sólo para mejorar la fluidez del texto en formato-post, sino también para plasmar mis propios puntos de vista. Sin más vueltas, ahí van 15+1 cosas que creo que nos puede enseñar el arte:
- Aprende a dibujar: El dibujo es mucho más que una herramienta para representar lo que vemos. Es un lenguaje, con su propia sintaxis, gramática, y urgencia. Aprender a dibujar es aprender a observar; y nos enseña cómo pensar con los ojos. Esta idea va dedicada a Asier, que hace de esto su forma más personal de expresión, incluso en consultoría.
- La remezcla como proceso creativo: El arte no es sólo “auto-expresión”. Incluso las obras de más pura imaginación se inspiran en fuentes externas. Los buenos artistas se ponen serios reconociendo sus fuentes. Por otra parte, cada material prestado o apropiado lleva embebida la agenda de su creador/a original, así que si vas a realizar collages a partir de imágenes y materiales de otros, sé consciente de que para que el resultado sea realmente tuyo, tendrás que subvertir la agenda original.
- Todo arte es bastante inútil (Oscar Wilde): El arte no es utilitario, y si lo es, tal vez no es arte. En mi último post citaba a Paul Auster, que apuntaba en la misma dirección: “el mejor argumento a favor de la importancia del arte radica precisamente en su inutilidad, que somos más profunda y convincentemente humanos cuando hacemos algo por el puro placer de hacerlo”. Esta es quizás de las cosas que más valoro, y que más me cuesta atrapar, de la actitud artística.
- La objetividad es en gran medida una ilusión: Incluso los expertos y medios de comunicación, que aspiran a documentar los hechos, sesgan sus análisis dejándose influir por las predilecciones del ojo que está detrás de la lente. El proceso artístico es esencialmente subjetivo, y a eso contribuye el rol que juegan los sentidos. La textura se registra visualmente. Todas las imágenes son abstracciones, incluso las fotografías. Nuestros cuerpos son receptores, y todavía reaccionamos ante el mundo como animales. El realismo es todo lo contrario al arte. Cuanto mayor sea el arte, mayor es la ilusión.
- La metáfora como dispositivo para gestionar la complejidad: El mundo es infinitamente complejo, así que los intentos de simplificar tienden a eliminar los elementos contradictorios; dejando de capturar así esa complejidad. Es bastante común la tentación de querer descartar las contradicciones que producen complejidad, pero es un error hacerlo porque son parte de cualquier retrato del momento. Una solución es tratar de comprimir o condensar esos elementos irreconciliables en una forma distinta o más abreviada, y ese es precisamente el papel de la metáfora. Como dice Ann Lauterbach: “Se puede condensar, pero no simplificar«.
- Sobre el estilo: El estilo es el subproducto de decir lo que se quiere decir de la manera más apropiada que un creador puede hacerlo. Un estilo significativo surge de la necesidad de expresión, y no es el resultado de una elección consciente. Esta idea que he subrayado es tan importante como difícil de aceptar, pero es cierto que el estilo no se busca, se encuentra.
- Todo arte es político: Las decisiones que tomas sobre lo que describes, y el medio que eliges para hacerlo, siempre estarán sujetas a una interpretación que tiene implicaciones políticas. El mundo que, como creador, describes… es el mundo que promueves.
- Una idea es tan buena como su ejecución: Es crítico aprender a dominar los medios. Un trabajo mal realizado puede arruinar una buena idea o convertir una ejecución lamentable en el centro de la atención. Y el consejo de White que me parece más instructivo: sólo puedes calibrar la necesidad de descartar o rechazar una técnica si has logrado primero el dominio de la misma.
- El arte es un proceso de descubrimiento: Hay que abordar el proceso de trabajo como un viaje. Busca las cosas que no sabes, las que se revelan o se ponen inadvertidamente al descubierto. Si te ves sólo usando lo que ya sabes, y no descubres algo nuevo que te sorprenda, entonces no estás involucrado a fondo en la experiencia. La mayoría de los grandes avances no se dan producto de la premeditación. Nuestra capacidad de descubrir es generalmente mayor que nuestra capacidad de inventar. En fin, lo de siempre: disfruta del proceso. Eso marca la diferencia.
- El contexto determina los significados: El momento y espacio sociocultural que rodea a una obra, objeto o evento, le impregna de un particular significado. Siendo así, el contexto puede ser un asunto delicado y resbaladizo porque tiene el poder de redefinir los límites. Por ejemplo, una performance en una galería puede convertirse en activismo político si se hace en la calle. Y añado yo el factor temporal: una obra artística que se publique esta semana en Europa, y contenga algún elemento o guiño que pueda interpretarse en clave de Charlie Hebdo (aunque el creador o creadora ni se lo haya planteado), no escapará a esa lectura que marca el contexto.
- El buen arte no deja nunca de revelarse, y descubrir sus secretos puede llevar tiempo: No se puede juzgar el impacto completo de una obra sin horas de observación. La impresión inmediata cuando uno se reencuentra con ella es crítica. Las grandes obras revelan sus secretos lentamente. Si traslado esta idea, inspirada en las imágenes, a otros terrenos como el de los textos, reconozco que esto también se cumple.
- La sinceridad no es un valor en el arte: Me ha costado asimilar esta idea, porque soy de los que cree que el arte sincero aporta un plus de complicidad, pero entiendo el sentido del mensaje. Explica Kit White que una vez que la obra abandona el estudio y sale al mundo exterior, la sinceridad del creador es un débil predictor de su éxito. Fuera del estudio, la obra se expresa y revela por su cuenta sin que el creador o creadora pueda estar presente para explicarla. Parece tener sentido este consejo de White, cuando invita a evitar lo que llama la “falacia intencional”: No trates de defender los defectos de una obra con argumentos basados en que se ha hecho con buenas y sinceras intenciones, porque ese no es un criterio de juicio válido.
- Un diseño agradable no hace por sí solo un arte interesante: El diseño es sólo el primer paso para hacer algo sustancial y convincente. Para conseguir algo realmente bueno, una obra debe ir mucho más lejos de la mecánica de la estructura y disposición formal de los elementos. Mi impresión es que esto se aplica incluso hasta en los ensayos, que uno presupone más sobrios, y que el desafío parece estar en encajar las emociones dentro de un discurrir coherente, que no es tarea fácil.
- Aprende a aceptar la crítica: La crítica es el fundamento de la educación de las escuelas de arte, y aprender a hacer un uso constructivo de ella es una de las lecciones más difíciles de asimilar. Mira a tu trabajo, y el de otros, tan desapasionadamente como puedas. Sentirte herido o ponerte a la defensiva, aunque suele ser una reacción natural, no ayudará a mejorar nada. Reconoce los sesgos y manías de quienes juzgan tu trabajo para que puedas hacer el mejor uso de sus comentarios. Estar en desacuerdo con la crítica no es malo per se, pero resistirse de forma refractaria puede no ser constructivo, ni útil. “Sé valiente bajo el fuego”.
- Evita los clichés y lugares comunes: A menos que uses los clichés irónicamente, éstos no se llevan bien con la calidad artística. Trata de evitar imágenes gastadas; por ejemplo, el llanto de un bebé como símbolo de la vulnerabilidad. Clichés y chistes proporcionan accesibilidad instantánea pero se desvanecen rápidamente. Esta es de las cosas que perciben con facilidad los artistas genuinos, y que más les irrita.
- El estudio es, más que un lugar para trabajar, un estado mental: Es el lugar donde se establece tu práctica, y donde experimentas y meditas sobre tus resultados. Ya se trate de una habitación o un ordenador, el estudio es tu espacio de creación, y tienes que mimarlo y cuidarlo al máximo.
Ricardo_ColaBoraBora
Un mundo de equilibristas, también de clowns, enanos voladores, mujeres barbudas… Sobre todo un mundo por el que ilusionarnos con una renovada magia circense.
Ricardo_ColaBoraBora
No me veo defendiendo la idea de artista puro. Soy poco de purezas. Tampoco creo en esencias, genialidades o supuestas autonomías de lo artístico.
Creo que para hibridar, antes deberíamos dedicar algo de tiempo a los elementos sueltos, a analizarlos críticamente en el contexto actual (y pensando por ejemplo en para quién trabajamos, las condiciones de trabajo, los procesos de captación y producción de valor…).
Precisamente porque en mi como sujeto converge esa especie de santísima trinidad de este post que es artista-emprendedor-consultor, tengo bastantes elementos para analizarlo, se de sus contradicciones, posibilidades, riesgos, instrumentalizaciones… Por eso, el otro día hablaba de la posición a adoptar, a qué modelo estamos contribuyendo en mayor medida (cómo nos movemos por la escala de grises), si a una nueva metabolización del capitalismo desde lo cognitivo y experiencial o a una economía alternativa y solidaría, colaborativa, orientada a la comunidad.
Amalio Rey
Tampoco yo voy a poner objeción alguna a la idea de «abrir el zoom» en busca de un enfoque más holítico, y crítico; o si quieres, lo contrario: acercar la lupa a ver que hay detrás de lo que hacemos. Muy de acuerdo con reflexionar sobre «para quién trabajamos, las condiciones de trabajo, los procesos de captación y producción de valor», pero esa es una «actitud política» más que «artística». Es como yo lo veo, pero no tengo la experiencia tuya.
Ricardo_ColaBoraBora
Como bien señala el punto 7 de este post: TODO ARTE ES POLÍTICO
Amalio Rey
jjj… me has pillao, Richi. Tienes razón. Siempre hay una dimensión política en el arte (y yo creo que casi en cualquier cosa). Pero también creo que hay que cuidar los equilibrios, para que el juicio no quede descompensado 🙂
Ricardo_ColaBoraBora
Os dejo aquí un link a un artículo ‘La muerte del artista y el nacimiento del emprendedor creativo’, de W. Deresiewicz, que inquietantemente tiene que ver con ese ‘chiste’ con que Asier terminaba su comentario… ¿Humor negro, cínica ironía, reir por no llorar, puro esperpento, peligrosa ocurrencia?
http://www.theatlantic.com/magazine/archive/2015/01/the-death-of-the-artist-and-the-birth-of-the-creative-entrepreneur/383497/
La gran victoria del Capitalismo es que hemos naturalizado nuestra relación con el capital y el mercado, nuestro papel como productores y consumidores. Ideas como comunidad, intercambio, sujeto político nos parecen ajenas, algo a lo que quizá aspirar, incluso teñido de cierto elitismo o esnobismo.
Lo mismo sucede con el arte, por eso, igual que me ha inquietado el comentario de Aiser y que al día siguiente me mandasen este artículo, me inquieta que la portada del libro al que se dedica este post sea el Puppy, el aparentemente inofensivo perrito guardián del Guggenheim en Bilbao, el cancerbero del infierno, la simpática mascota del tirano, la perversa cara amable del capitalismo avanzado.
Amalio Rey
Jo… menudo articulo más sintomático, Richi. He leido esto: «The new paradigm may finally destroy the very notion of “art” as such—that sacred spiritual substance—which the older one created», y se me ha caido el alma 🙁
En honor a la verdad, creo que es cierto que está emergiendo una figura hibrida que podríamos llamar «emprendedor creativo», y francamente, no me parece mal que eso sea así. Creo que lo necesitamos, y es una opción más dentro de una diversidad que me parece sana. Ese rol puede funcionar como interfaz entre dos realidades que demandan comunicación. Pero de ahí a que desaparezca la noción del «arte por el arte», el arte no-productivo, el de no-consumo, hay un mundo. Sería una locura, y no me lo creo.
Por explicarlo a mi modo. Veo con agrado que el «emprendedor» haga el viaje hacia la creación, hacia esa figura del «emprendedor artístico/creativo». Mientras que el viaje inverso del «artista» a «emprendedor» necesita revisarse desde otra perspectiva. Es bueno que tengamos artistas, artistas emprendedores, emprendedores artistas y emprendedores. No veo mal esa diversidad. Pero eso no debe darse a costa de desvalorizar el arte «tal como lo hemos conocido».
El comentario de Asier se alinea con lo que he dicho antes, y no me parece tan «inquietante». Repito, no veo mal esa alianza si es auténtica. La consultoría no es mala, a eso nos dedicamos la mayoría de nosotros. Tú mismo, Richi. Depende de cómo se haga. Estas mezclas son inevitables, sino vamos a volver a la tontuna del «artista puro». El que quiera serlo, que lo sea, me parece perfecto. Pero no es el único ideal al que podemos aspirar.
Asier Gallastegi
Gracias por acordarte. Me hace especial sentido que lo hagas en este post. Me llevas a muchos sitios y algunos no los puedo explicar con palabras. ¿Has leido Mr Gwyn de Baricco? Me maravilla como prepara su taller para su nueva practica profesional; retratará personas con relatos. Me recomendaba mi amiga Maite leer a José Ángel Valente, por ejemplo «Lo que el cientifico trata de fijar en la experiencia es lo que hay en ella de repetible, lo que puede capacitarle para reproducir una cadena determinada de experiencias a fin de obtener un determinado tipo de efectos previsibles (…) Al poeta no le interesa lo que la experiencia puede revelar de constante sujeta a unas leyes, sino su caracter unico, no legislable, es decir, lo que hay en ella de irrepetible y fugaz» ¿Vamos hacia una red de «Consultoria artistica»? 😀
Amalio Rey
Asier:
Es ver dibujos, y me acuerdo de ti. Casualmente disfruté estos dias del video tan bueno que habéis grabado por el 5to aniversario de Korapilatzen. No he leido todavia a Baricco, y ya se repiten las recomendaciones, así que voy a estrenarme con alguno de sus libros. Esa comparación entre el artista/poeta y el científico es muy acertada. Me gusta mucho. Explicada así, creo que necesitamos de los dos: de los patrones que se repiten, y de lo singular,diferente. Que sepas que también echo en falta mucha «actitud científica». Ya he escrito un post sobre eso, que podría ser el complementario de este («¿Qué podemos aprender de los científicos?»). Por otra parte, creo que detectar patrones y desarrollar el espíritu crítico se les exige por igual a los dos. Lo «artístico» hay que meterlo en vena de la consultoría y creo que en parte, la peña lo viene haciendo 🙂
Juanjo Brizuela
Genial Amalio.
Para mí conecta mucho con ese que has y hemos comentado muchas veces de incorporar lo «humanista» a nuestras experiencias profesionales y personales.
Parece que ese humanismo, esa parte del «arte» (que para mí están íntimamente relacionados) es algo que ha perdido consciencia y se ha apartado también conscientemente, y que debemos de recuperar. Parece que los artistas son seres raros, que frecuentemente se juzgan por sus apariencias (y qué más da) pero en cambio tienen un sentido de profundidad y de racionalidad enormes. Es una de las acciones más injustas de finales del S.XX para mí y que se ve en esto del XXI. ¿Cómo vas a ser artista? seguramente se hayan preguntado muchos padres_madres porque sus hij=s querían hacerlo.
Y leído esto te das cuenta de que hay más profundidad, más método y disciplina (como bien indica Ramón en un comentario anterior) que en muchas otras profesiones o disciplinas profesionales.
Me va a mi estado mental como tarea pero sobre todo como filosofía…
Gracias de nuevo
Amalio Rey
Es cierto, Juanjo, arte y humanismo van de la mano. También que los artistas se les juzga por estereotipos, y pocas veces se aprecia en ellos la cuestión de la disciplina, el método y su capacidad de llevarnos a los límites, que son atributos muy valiosos en cualquier actividad. Un saludo 🙂
Amalio Rey
Siempre es un gusto, Richi, tener estas charletas sobre arte contigo. Por cierto, comento tanto en los blogs, que ya ni me acordaba que había leído ese post tuyo y que habíamos tenido esa larga y animada conversación. Ando fatal de memoria 🙂
Las formas, efectivamente, son un registro singular del arte. Más allá de la parte estética, o incluso de la política, hay en ello un tipo de expresión muy complementaria a todas las demás. Algunos artistas son geniales en la “problematización”, porque nos llevan a los límites, y piensan de forma poliédrica sobre las soluciones. Por cierto, hay artistas “persistentes” y “profundos”, y los hay también que son todo lo contrario. He conocido mucho artista-divo y superficial.
De acuerdo con que el arte es de los espacios de reflexión/creación más libres y abiertos que nos quedan, a pesar de la creciente mercantilización/precarización a la que está sometido. Gracias a ello, el arte es lo que es. Y respecto de “con qué fines usamos esa herramienta”, creo que caben muchos y variados. Como alguien te comentaba en tu post, pienso que es muy válida “la experimentación por la experimentación”, el arte por el arte, como cito aquí. Quizás lo importante está en definir al servicio de qué NO debería estar el arte.
Ricardo_ColaBoraBora
Aupa Amalio.
Leyendo tu post me he acordado de este que escribimos hace tiempo desde ColaBoraBora para explicar nuestra relación y práctica de(sde)con el arte. Repasándolo he visto que en aquel momento ya tuvimos una buena conversación parte de las personas que han comentado ahora también. Lo copio para rememorar: http://www.colaborabora.org/2012/08/01/desde-el-arte/
Centrándome más en este post actual, entiendo que los 15+1 pueden ser una buena hoja de ruta para muchas cosas.
Por aportar algo, últimamente cuando pienso en la práctica artística y su fundamento, llego en muchos casos a la cuestión de trabajar con la(s) forma(s), no como una cuestión esteticista o formalista, sino como una cuestión profundamente política (más o menos como vienes a puntar en el punto 7.). El arte lo que siempre nos ha aportado han sido formas (relaciones, combinaciones, composiciones, sistemas) de elementos-materiales, ayudando-problematizando-transformando la representación, interpretación, intermediación, proposición del mundo… Y estamos en un momento en el que necesitamos muchas nuevas, imprevistas y revisadas formas… y muchas ‘conexiones improbables’.
Por otra parte, sobre la conversación: Relacionaría rutina con repetición, método, técnica, disciplina y todos los debates sobre lo in-inter-trans-disciplinar que se dan en el arte. A mi me gusta más pensar en persistencia y profundización. Pero tanto unas cosas como otras, no dejan de ser cosas que tienen que ver con un tipo de prácticas o maneras de prácticas y no con otras. Y esto me lleva a que, una de las cosas mejores del arte es que (aunque a algunos les pese y aunque también tiene sus cárceles-claustros) es uno de los espacios de proposición, experimentación, reflexión más abiertos y libres que quedan.
Y para terminar una pregunta ¿Al servicio de quién ponemos y con qué fines utilizamos una herramienta tan potente como es el arte?
Ramon Sangüesa
Muy interesante Amalio.
En mi experiencia de haber convivido trece años con una artista y tener muchísimos artistas como amigos y colaboradores, añadiría:
1) Disciplina (autodisciplina)
2) Método
3) Crear tu propio proceso de exploración y producción
4) Rutina
Quizá lo detallo con más tiempo pero creo que encaja en la creación del «estado mental» que apuntas en el punto 15+1
Amalio Rey
Gracias, Ramon. Me alegra verte por aquí.
Me consta que tienes experiencia en estas remezclas e hibridaciones. Aprendí mucho con vosotros en aquel estudio de caso que hicimos 🙂
Curioso que menciones la «rutina», porque no es un atributo que la gente asocie mucho al arte. Yo pienso que tal vez otras disciplinas nos enseñen más sobre eso, pero sí que es cierto que la «rutina» en ese contexto es, como dice Sennett, «ritmo». Tiene tal vez otro sentido. Lo mismo casi se podría decir de la «auto-disciplina», que es algo de lo que se ha hablado poco, o de forma insuficiente, en la narrativa sobre las artes.
Alfonso Vázquez
Muy interesante, Amalio, y con muchas sugerencias. Yo, antes de ser consultor, hice teatro (como escritor, director y actor) aficionado y cine (como guionista y director) también amateur. Mi pasión era el cine, pero en aquella época no teníamos dinero casi ni para rodar una película de treinta minutos, en blanco y negro, y en super 8. Teníamos que «ensayar» antes de filmar las escenas para no gastar película… Y, desde luego, mi práctica del «modesto» arte que intentaba hacer me marcó muchísimo y, lo confieso, mi gran frustración vital ha sido no poder seguir haciendo cine…
Amalio Rey
Hola, Alfonso:
Vaya, es que te dio por elegir un «arte caro», colega.
Sip, creo que todos tenemos algún tipo de «frustración artística». Mi experiencia más cercana al mundo del arte ha sido la fotografía, y es algo que sigo disfrutando, a nivel muy amateur. Hago mis pinitos en la escritura, pero como ves, la de ensayos, porque en la de ficción mi talento tiende a cero. Se me da fatal.
No me extraña que esas prácticas te hayan marcado. Y yo te diría que se te nota en los temas que tratas y en cómo los tratas 🙂