10+1 recomendaciones para escribir mejor
POST Nº 638
Una de mis obsesiones es que mi escritura sea clara y natural. Conseguir textos que los entienda cualquiera, la que más. Algún día lo lograré. Mientras tanto, sigo aprendiendo de los maestros del oficio y usando este blog para probar trucos y recomendaciones que recojo de los libros y guías sobre escritura que leo a menudo.
Podría publicar mi propio manual con los apuntes que he ido tomando de esas lecturas y mi experiencia de aplicarlos en lo que escribo. El proyecto de libro (sobre inteligencia colectiva) en el que vengo trabajando desde hace años es también otro espacio de exploración que me ayuda a afinar el estilo y a depurar las palabras. Es un formato distinto al blog, mucho más exigente pero igual de instructivo. Destilar los escritos aplicando una mezcla armoniosa de técnica e imaginación es un trabajo duro pero que me encanta hacer. Entro casi en estados de trance cuando consigo encontrar la palabra precisa o transmitir una idea compleja del modo exacto en que quería. Me descubro a mí mismo pensando mejor de lo que me pienso y esa es una sensación muy agradable.
Hace tiempo que me apetece escribir un seriado de posts con recomendaciones sobre cómo escribir mejor. No soy ningún experto ni ejemplo de escritor brillante para nadie, pero sí que creo que sé cosas que pueden servir a lectores de este blog que quieran mejorar esa habilidad. Algo debo haber aprendido después de 12 años y más de 630 posts publicados en esta casa. Si a esto le sumo que tomé buenos apuntes de las guías y manuales sobre escritura que pasaron por mis manos, creo que tengo un material interesante que vale la pena compartir en varias entradas. Empiezo con este primer post de pistas iniciales, muy básicas pero quizás de las más relevantes porque son algunas de las que conforman los cimientos de una buena escritura. Por cierto, siempre me refiero a no-ficción, a ensayo, y no a relato literario o novelas que es un ámbito para el que tengo cero talento y me declaro un perfecto incompetente. Sin más, ahí van algunos consejos o recomendaciones:
1. Acorta los textos, eliminando todo lo que no añada valor
A menudo hay frases o expresiones que el autor o autora cree brillantes pero que no aportan nada y, lo peor, debilitan el texto. Si una palabra, frase o párrafo parece innecesario, seguro que lo es. Lo mejor que puedes hacer es tachar todo lo que sea prescindible. Gabriel García Márquez lo explicaba así: “calculo dónde se va a aburrir el lector y procuro parar antes de que se aburra”. A mí usar la tijera me cuesta muchísimo pero no dejo de intentarlo tal como se cuenta aquí: Elogio a la brevedad, que es -por cierto- un post del que me siento muy satisfecho. Mi mayor problema con esto suele ser la reiteración. A menudo le doy vueltas a las mismas ideas por explicar mejor lo que quiero decir creyendo que el lector no me va a entender lo suficiente. Esto, además de ser cansino y alargar en exceso los textos, niega una premisa que es clave en la buena escritura: ¡¡asume que el lector o lectora es, como mínimo, tan inteligente como tú!!
2. Mima la entradilla
Los textos hay que iniciarlos con una frase potente, original, breve y redonda. Expresada de tal manera que no sobre ni falte nada. Un golpe certero al mentón que suscite reacciones del tipo: “guau, esto es muy interesante…” seguida de un “venga, cuéntame más”. Ese inicio, que llaman entradilla, no es un resumen sino -como dijo Column McCann– “una frase que debería abrirte la caja torácica en canal, llegarte dentro y retorcerte el corazón”. Algunos autores recomiendan que tenga un tono enigmático, que sugiera preguntas o plantee un dilema de esos que sacuden el entendimiento.
No recuerdo, lamentablemente, de qué manual saqué estos ejemplos porque me olvidé apuntar la fuente, pero los comparto porque son muy sugerentes de cómo puede ser una entradilla que absorbe la atención del lector desde el comienzo: “México llora la muerte de su vicepresidente. Y el mundo se pregunta…”, “La violencia juvenil tiene cuatro tumbas en Madrid. En ellas…” o “Real Madrid y Barcelona curaron sus heridas con goles. El resultado…”. También sirve una pregunta que provoque: “¿Sabías que en Ciudad México hay más vehículos que en Finlandia?” o un arranque en clave de misterio: “Se alquila. Zona Moncloa. 550 metros cuadrados habitables. Amueblado… “ en un artículo que se refería al piso del expresidente Aznar. En mis apuntes veo que añadí un matiz: estas frases cortas funcionan bien si el titular ya ha enmarcado el tema que aborda el texto.
3. Usa frases cortas, abrevia las oraciones
La extensión media máxima aconsejable de una frase u oración, según algunos manuales, es de 20 palabras. Otros hablan de un máximo de tres líneas. Lo que está claro es que hay que evitar las frases largas con múltiples oraciones subordinadas. Introduce puntos siempre que puedas en vez de abusar de las conjunciones y los conectores “y”, “por eso”, “consecuentemente”, que estiran en exceso las oraciones. Como dice Alex Grijelmo: “las frases cortas y contundentes reflejan dinamismo y pasión”. P.ej. “Ferrán Adrià no es un cocinero. Es un agitador. El Che Guevara de la gastronomía”. Sustituir los conectores por puntos suele ser una buena estrategia en muchos casos.
4. Mejor verbos que sustantivos
Esta es una regla de escritura que debíamos grabarnos a fuego. Antes que usar sustantivos altisonantes, emplea verbos llanos y directos. P.ej. en vez de “para la representación y defensa de los intereses del sector” es mucho mejor “para representar y defender los intereses del sector”. Abusamos de los sustantivos porque esa es una herencia del estilo burocrático -y académico- con que hemos tenido que escribir cientos de documentos tanto en el ámbito educativo como laboral.
5. Evita la perífrasis
La perífrasis es una forma de rodeo verbal, de decir con más palabras algo que se podía decir con menos o con una. Son giros que estiran en exceso el relato y que hemos copiado -otra vez- de la jerga administrativa en vez de usar el lenguaje común. Puede quedar bien como figura retórica (p.ej. “El techo del mundo” para referirse al Everest) pero el problema lo tenemos cuando se convierte en un vicio del lenguaje. P.ej. “soy de la opinión de que” en vez de “opino”, “dio comienzo” en lugar de “comenzó” o “hizo su entrada” en vez de “entró”. Yo mismo me veo a veces escribiendo así y solo me doy cuenta cuando pongo mucha atención al editar. Una vez que limpio el texto de esa morralla, siento que vuela como el viento.
6. Suprime los adverbios
Minimiza el uso de adverbios siempre que puedas (casi siempre se puede, ¡¡basta con esforzarse en hacerlo!!), porque son cansinos y recargan la prosa al ser palabras largas. Más todavía al inicio de un párrafo porque retrasa el enganche con la persona lectora. P.ej. “Tradicionalmente, la comarca de…”. Puedes decir “hoy” o “ahora” en vez de “actualmente”, “sin dudas” en lugar de “indudablemente” o “quizás” para sustituir “posiblemente”.
7. Evita los adjetivos manidos
Huye de los adjetivos manoseados que son lugares comunes o topicazos. P.ej. “hermosa mañana” o “pertinaz sequía”. Hay que poner mucho cuidado al escoger el adjetivo adecuado. Si no lo encuentras, ahórratelo. Alex Grijelmo dice que: “Los adjetivos son la ropa de los sustantivos, a los que no podemos vestir con más abrigos de los que necesitan”.
8. Usa palabras cortas
No es una regla infalible que sirva en todos los casos pero si tienes dos palabras que transmiten bien una idea, es preferible usar la corta que la larga. Por ejemplo, es mucho mejor decir “grande” que “considerable” y “uso” que “utilización”.
9. Ponle música, mejora el ritmo
Los textos tienen música, una cadencia, un ritmo. Puedo escucharlos. Esto es algo que cuido mucho y que me gusta hacer. Los leo varias veces para comprobar si cada párrafo y su salto al siguiente transmiten esa sensación. Para mejorar esa habilidad, Alex Grijelmo nos da un estupendo consejo: “Alguien que desee dominar el ritmo de la escritura deberá leer poesía, tanto la tradicional sujeta a una métrica estricta como la moderna de verso libre. Ambas siguen las normas no escritas de la música. Y una vez que se educa el oído, molestan las disonancias”. Hago esto cada vez más y, créeme, es muy recomendable. No tengo ningún talento para la poesía pero acercarme a ella con curiosidad, y practicarla, me está abriendo a un mundo de posibilidades que liberan a mi estilo del corsé demasiado formal o académico que a veces lo maniatan. Además, aporta divertimento al escribir y goce al leer el resultado.
10. Huye de la redacción en negativo
Esta es otra regla esencial de la escritura clara. Estuve hablando hace poco de esto, largo y tendido, con una persona a quien admiro por lo bien que escribe pero que al leer uno de sus artículos me sorprendió la densidad tan alta de no’s, tampoco’s, nunca’s, que contenía. La redacción en negativo es más difícil de entender, abruma y confunde el relato porque aumenta la entropía lectora. Es bastante común encontrarse párrafos enmarañados en los que hay que interpretar que es “sí” a partir de un “no-de-no”. P.ej. “nada es tan difícil como no engañarse” o “no es cierto que no pueda decir que te quiero”.
Steven Pinker, en su libro “El sentido del estilo” que acabo de leer y que me animó a escribir este post, insiste mucho en cuidar este detalle estilístico. Lo explica así: «una aseveración negativa como ‘El rey no ha muerto’ resulta más difícil de asimilar que una afirmativa como ‘El rey está vivo’. Toda negación requiere un trabajo mental y cuando una frase contiene muchas negaciones, el lector puede sentirse abrumado…«. Por cierto, la redacción en negativo, como también explica Pinker, no es solo usar “no’s”, sino que también hay negación implícita cuando utilizamos palabras del tipo «poco«, «pequeño«, «menos«, «apenas«, «en vez de» y «evitar«, entre otras. Cuando combinamos palabras de esas en un mismo párrafo podemos volver locos a los lectores. La solución, por suerte, es sencilla: descubrir esos excesos y llevar los textos a positivo.
10+1. Evita el lenguaje pretencioso
Esta es una manía mía pero creo que compartida con más gente. No soporto el estilo que se regodea en sí mismo y pretende reinventar el lenguaje con una prosa dopada de adornos pretenciosos. Seguro que me meto en un charco diciendo esto pero un libro que ha recibido buena crítica como “Los asquerosos” de Santiago Lorenzo, a mí se me hizo insufrible por esa ansiedad que muestra el autor de retorcer el estilo para hacerlo original de forma artificiosa. Me encanta el lenguaje natural, ese que suena parecido al que usa una persona cuando conversa. Dos buenos ejemplos de esto, que disfruto por lo fluido que me resulta leerlos (incluso cuando tratan temas complejos), son Antonio Ortiz en su boletín dominical Causas y Azares, y Julen Iturbe en su blog Consultoría Artesana en Red. Practican una narrativa sin artificios que transpira honestidad. Eso, para mí, es un reto. Procuro ser siempre honesto en lo que escribo porque no me reconozco en la impostura, pero siento que a veces a mi estilo le falta ese frescura o desparpajo.
La honestidad es majadera cuando de estilo narrativo se trata. Puede aflorar a la primera y uno después intenta domarla para que no duela, ni ofenda, pero a veces empezamos en modo pavo real y solo después aparece a tiempo (no siempre) el filtro de la autenticidad. Tratamos de mirarnos al espejo de esa idea para saber si podemos suscribirla ante cualquiera. Si siento que no estoy siendo suficientemente honesto -como me ha pasado en algún texto-, eso me genera un estrés que pudre el pozo. Por eso, como le decía a un amigo, hay que ser muy celosos con lo que nos deja emocionalmente lo que escribimos.
Una última idea: Revisa, edita, madura los textos. Escribir no es siempre una fiesta. Se debe intentar que haya mucho de goce, de divertimento, pero nadie te salva de tener que hincar los codos si quieres producir algo que valga la pena. Hemingway, con su inmenso talento, decía que “la primera versión de cualquier cosa es una mierda”. Me está pasando con mi libro pero espero que valga la pena el esfuerzo.
Por cierto, sé que dar recomendaciones sobre cómo escribir mejor es siempre un ejercicio atrevido. Me expongo a cometer en este post algunos de los mismos fallos que sugiero evitar. Pon atención, te invito a encontrarlos. Bien sean esos errores u otros. Encantado, como siempre, que me los comentes.
NOTA: La imagen es de Stempow en Pixabay. Si te ha gustado el post, puedes suscribirte para recibir en tu buzón las siguientes entradas de este blog. Para eso solo tienes que introducir tu dirección de correo electrónico en el recuadro de suscríbete a este blog” que aparece en la columna derecha de esta página. También puedes seguirme por Twitter o visitar mi otro blog: Blog de Inteligencia Colectiva
Ariel bangher
Excelente… me motivó a explorar un mejor estilo y seguir tus consejos.
Laura Castro
¡Te felicito por el post Amalio! Me han parecido muy interesantes las recomendaciones que has aportado. Me encantaría, si tú lo crees conveniente, por supuesto, dejar por aquí nuestro blog de escritura, creo que también puede ser información interesante para los lectores. A ver qué te parece. Un saludo.
https://www.sinjania.com/blog/
Esther Mifsut
¿Por qué 10+1 recomendaciones en vez de 11? 11 es más directo, más sencillo…¿Quizás un toque de innovación?, ¿Quizás superstición?, ¿Tal vez perfeccionismo buscando el número redondo?…Lo que sé es que he sentido curiosidad. El contenido me ha parecido de mucha calidad, concentrado (sin desperdicio, como el cerdo 😉 ) y es un gusto leerte!. Un saludo
Amalio Rey
Esther, pues sí, tienes razón. Podía haber puesto 11 y ya está. Fue una licencia creativa, por provocar un poco. Además, pensando en la última recomendación como un bonus track. Gracias por tus palabras…
Alba Holgado
Gracias Amalio por este post.
En mi trabajo, incluso entre amigos/as que preparan oposiciones, me paso el dia usando estos tips y argumentando el porqué. Coincido 100% con tu visión de la comunicación escrita y la traspaso a la oral. Simplificar sin perder fuerza es clarificar. Y la comunicación efectiva necesita eso, ser clara, diáfana.
Voy a seguirte más de cerca, saludos!
Alba
Amalio Rey
Gracias, Alba. Me alegro que coincidamos en los tips. un saludo
Cristina Juesas
Muy de acuerdo con los 11 puntos.
Añadiría… si se trata de un blog, piensa en tu público. ¿Qué es lo que no saben o pueden no saber? No des por hecho que saben lo mismo que tú. Hipervincula, que para eso están los hipervínculos.
Un abrazote!
Amalio Rey
Gracias, Cristi. Es cierto lo que dices de la audiencia, pero, en general, yo tiendo a imaginarme a la audiencia como personas desinformadas de la cuestión que voy a tratar. Intento ser siempre pedagógico, como si fuera un tema nuevo para el lector o lectora, pero siempre introduciendo frases del tipo: «Quizás sepas de (esto), pero, por si acaso…». Ser inclusivo es algo a lo que le doy una gran importancia por eso de mi obsesión de ser claro y didáctico para cualquier persona. Los hipervínculos, como bien dices, ayudan mucho a complementar y ahorrar palabras. Tenemos pendiente una conversación. Estoy muy interesado en eso… pero quiero hacerlo concentrado.
Un abrazo!!!!
Juanjo Brizuela
«Escribir no es siempre una fiesta» me parece la frase más significativa del post. Escribir lleva su tiempo y el tiempo y esferuzo que necesita cada uno es el que es. Es cierto que es un ejercicio magnífico pero tiene que ver con cómo leemos también y sobre todo con cómo somos. Me gusta la idea de la escritura honesta pero también la idea de la escritura «musical», que tenga entonación y tenga sonido. Me parece estimulante.
Son estas 11 ideas un buen apunte para seguir mejorando, amalio.
Gracias
Amalio Rey
Hola, Juanjo:
La musicalidad en la escritura es algo que fui descubriendo con el tiempo, pero tiene su riesgo. Que tenga ritmo es importante, pero no hay que pasarse. En esto también hay límites. Me ha pasado, sobre todo, al cerrar el post cuando quiero dejar la música puesta. Puede quedarme un exceso de lirismo. Que haya música está bien, pero tiene que percibirse (¡¡otra vez!!) como algo natural. Un abrazo, compi!!!
Julen
Jeje, te veo muy sensible con este tema. Gracias por la recomendación 🙂
Amalio Rey
Lo estoy, claro… un saludo
Jaír Amores Laporta
Buenas! Aquí Jaír, de EfectiVida.
Excelente entrada. Me parecen muy buenas ideas. Otra sencilla y bastante básica consiste en usar distintos sinónimos en vez de repetir la misma palabra constantemente.
Con permiso, compartiré tu articulo en mi grupo de Telegram. Creo que será muy útil.
Un saludo desde Las Canarias!
Amalio Rey
Hola, Jair:
Lo de no repetir palabras es un básico-básico. Hay que jugar con la riqueza del vocabulario siempre. Comparte el artículo con quien quieras. Gracias!!!
Amalio Rey
Perfecto, Azento, muchas gracias por los detalles que has corregido. Efectivamente, es una redacción que contradice mi décima recomendación sobre evitar el lenguaje en negativo. En mi opinión, sería más legible introducir estos cambios:
1) «No soy ningún experto ni ejemplo de escritor brillante para nadie…» => «Ya me gustaría ser un experto o escritor brillante, pero…» (esta es solo una de las opciones, pero como mínimo, sobra el «para nadie»)
2) «No tengo ningún talento para la poesía pero acercarme a ella con curiosidad» => «No tengo talento para la poesía pero… » (sé que sigue siendo redacción en negativo pero creo que en este caso sí se justifica porque es así, por desgracia)
Voy a dejar el post tal cual porque así que es más instructivo. Que se vean los errores y los comentarios.
Sip, también leí «La seducción de las palabras». Gracias por recordarlo. Grijelmo es un crack.
Azento
Hola Amalio, gracias por compartir esto,. Algunas buenas prácticas ya las conocía, aunque no siempre las practico, otras me las apunto.
No me atrevo a corregirte pero aquí te dejo alguna:
– No soy ningún experto ni ejemplo de escritor brillante para nadie…
– No tengo ningún talento para la poesía pero acercarme a ella con curiosidad…
No se si lo habrás leído y lo enlazo con la parte poética:
La seducción de las palabras, también de Álex Grijelmo.
Saludos,