POST Nº 670

Al grano. ¡¡Ya tenemos editorial!! Ha sido un camino largo y tortuoso, de mucho desgaste, pero también en el que aprendí lo que no está escrito. Digamos que yo era muy ingenuo, demasiado optimista, en esto de convertir mi manuscrito en una obra puesta en librerías, así que me caí de un guindo.

Me da un poco de vergüenza reconocerlo, pero aunque decía públicamente que era consciente de que sería una búsqueda difícil, en el fondo creía que las editoriales se pelearían por mi texto, que iba a tener que decidirme entre varias ofertas, y que mi ensayo estaría publicado, sí o sí, este mismo año. Pensar así, como se ha demostrado, fue una gran estupidez ☹

Mi experiencia con las editoriales ha sido bien diferente. Una cura de humildad y, al mismo tiempo, un descubrimiento de todo un mundo opaco y asimétrico, que se mueve por unas reglas y filtros muy difíciles de entender. El primer manuscrito “publicable” (eso pensé yo) lo terminé en mayo (lo cuento en este post: ¿Comprarías un libro así?) , y en ese mismo mes empecé a ponerme en contacto con distintos sellos. Elegí unos pocos, los que me parecieron más adecuados para la temática de mi ensayo y que tuvieran cierto prestigio en el ámbito de las ciencias sociales. Conseguí las primeras reacciones relativamente rápido y recibí medio centenar de comentarios positivos en el post, lo que sobreexcitó aún más mi optimismo. ¡Pobre de mí!

En septiembre publiqué mi primera catarsis en otro post (¿Y tu libro para cuándo?),   compartiendo mi frustración y los síntomas de agotamiento que venía arrastrando de tanto pegarme contra la pared. Hasta ese momento ya había recibido cuatro Noes de editoriales, algunas con portazo incluido, y tenía tres pendientes de respuesta pero con señales que invitaban a ser poco optimistas: demasiado silencio, cero feedback. Para colmo, las respuestas que recibí para rechazar mi manuscrito eran contradictorias entre sí, lo que hizo que me sintiera más perdido que un pulpo en un garaje. No sabía qué hacer para salir del atasco pero puse en marcha una nueva ronda de contactos con otras editoriales que fui descubriendo mientras esperaba respuesta de las primeras.

La segunda batida tampoco arrojó resultados demasiado alentadores. Siguieron algunos Noes más, tuve algún feedback preocupante, y ya para octubre comencé a sospechar que ciertas editoriales habían puesto mi manuscrito en el triste apartado de “se rechaza por silencio administrativo”. Es verdad, también, que tuve algunas ofertas menores que no me convencieron, bien porque inscribían a mi libro en una categoría que no le pegaba, o bien porque —según lo que investigué— no parecían compañeros de viaje confiables. Intenté agarrarme a algunas señales positivas, pero la cosa se ponía tan negra que empecé a hacerme a la idea de que la única salida que me quedaba era la autopublicación. De hecho, estuve explorando nombres de sellos concretos que se dedican a este negocio, haciendo cuentas, preguntando a gente que ha optado por esta vía y preparándome para cambiar de ruta, muy a mi pesar porque desde el principio deseaba hacerlo con una editorial dado que estaba convencido de que la calidad del manuscrito lo merecía.

Así que cuando estuve a punto de tirar la toalla, en la segunda semana de octubre, mientras paseaba por una librería de Málaga, me encontré por casualidad con un libro, estupendamente editado, que me llamó la atención. Esta era una práctica que seguía desde hace meses: manosear los ejemplares, fijarme en los detalles, para comprobar la calidad de publicación de los distintos sellos. Si algo tenía claro es que quería mi libro bien publicado, lo que para mí significa: una encuadernación cómoda de manejar, una portada bonita, un papel cálido, una maquetación visualmente atractiva, y más atributos que un lector exigente espera de una obra impresa que, por su calidad, justifica no comprar la edición digital. Y todo eso lo encontré en un libro de 352 páginas, con el título “Mujeres ante todo”, de Melvin Konner, publicado por un sello que hasta ese momento no tenía en mi lista de caza.

Tomé nota de su nombre, y empecé a investigar. Descubrí que era una editorial importante, que coloca muchos ejemplares cada año en las librerías, y que tiene una red de distribución bastante potente. Además, que tenía una colección de “Ensayos” en la que mi manuscrito podía encajar de maravilla. Ese mismo día, al regresar a casa, les envié mi propuesta a un buzón de correo genérico —evitaba ese tipo de buzones— sin ninguna esperanza. Recuerdo que era viernes, y el domingo, para mi sorpresa, ya tenía una respuesta que además venía firmada por una editora con nombres y apellidos. Decía esto: “Su propuesta, a priori, se nos antoja interesante. Necesitaríamos leer el libro con el fin de evaluar su posible publicación. Si está de acuerdo, puede remitirlo a este mismo mail. Gracias por pensar en nuestro sello”. Le remití de inmediato el manuscrito (era un 17 de octubre), y a inicios de noviembre ya tenía una propuesta en positivo sobre la mesa para publicarlo.

La editorial en cuestión se llama ALMUZARA, y la editora que apostó (y defendió) mi ensayo es Ángeles López. La comunicación con ella fue rápida y cercana, sin esperas innecesarias. Apenas tuvo claro que quería publicar el libro, me llamó de inmediato por teléfono y vimos los detalles directamente. Lo hizo con convicción, y eso me puso las pilas. Quedamos en vernos en Madrid, y así lo hicimos. Ahí se terminó de cocer todo.  Seguimos conversando, me mandaron el contrato, estuvimos corrigiendo detalles, y el 22 de noviembre lo firmé. Desde entonces he estado revisando, de nuevo, el manuscrito, para hacerlo más fluido, aplicando (no sin dolor) las tijeras. Necesitaba recortarlo para que el proyecto editorial fuera mas viable, pero también por el bien del propio libro. Lo bueno si es breve, dos veces bueno.

Ayer remití el texto “definitivo” a Ángeles con una contentura que todavía no quepo en ella. Conseguí rebajar su extensión por debajo de las 110 mil palabras, como se me había pedido. La versión actual es muchísimo más agradable de leer que la que tenía antes. No puedo ser preciso con esto, pero creo que el libro va a quedar en unas 320 páginas y a un precio más asequible, como queríamos. Ya veremos si lo conseguimos.

Si todo va bien, mi ensayo estará en las librerías para abril de 2022. Un mes bonito, en plena primavera, para que un libro asome al mundo. Estoy emocionado. Creo muchísimo en este proyecto. Han sido, hasta ahora, ¡¡once años!! de parto creativo. Cuando digo que creo en él, no me refiero a que esté seguro de que va a ser un gran éxito de ventas, porque ya sabemos que el mundillo editorial es muy caprichoso.

No tengo ni idea de cómo se va a vender. Lo que sí sé es que —y no siento ningún pudor en decirlo así—es un ensayo necesario, super oportuno, que está bien escrito, con muchísimo rigor, y que va a ser útil para la gente que lo está esperando, que no es poca. Ojalá que sea un éxito de ventas, tanto por mí (que siento que lo merezco, así de claro, después de tantos años de trabajo e investigación), como por la temática —situar a la inteligencia colectiva en el centro de la conversación pública me parece urgente— y por la propia editorial, Almuzara, que invierte unos recursos en este proyecto y necesita que sea rentable.  

Este post está centrado en la buena noticia, porque quería darla ya (mucha gente me pregunta así que merecía un feedback), pero tengo en barbecho una segunda entrada con detalles de la experiencia que he vivido con las editoriales, mis errores en la gestión del manuscrito (que los tuve) y más pistas que pueden ser útiles para cualquiera que esté pensando en publicar el suyo. Tengo apuntes muy jugosos de todo lo que me pasó, y que habitualmente no se cuentan. Seré prudente en los detalles, porque no quiero apuntar a nadie. Me quiero centrar en los aprendizajes, para ayudar a futuros autores a no cometer mis mismas torpezas y que si se caen de un guindo, como yo, lo hagan con paracaídas.  

Sabiendo ya que la fecha estimada de publicación del libro es en abril (igual tenemos suerte de que sea antes), me gustaría tener algo de retroalimentación por aquí, en el hilo de comentarios —y también por las redes sociales— sobre qué expectativas tenéis, si os apetece comprarlo, etc. Pronto me pondré en modo-vendedor, y seguro que bastante insoportable, porque después de todo lo que me ha costado, dedicaré tiempo a la promoción del ensayo. Lógicamente, quiero (y debo) ayudar a Almuzara a que se venda. Lo tendremos en versión impresa, pero también en digital, en e-book, para lo/as seguidore/as de este blog que están lejos (por ejemplo, en Latinoamérica) y no puedan adquirir el ejemplar físico.

2022 promete. Ah, por cierto, escribo este post un 11 de diciembre, día de mi cumpleaños. También amenazo con volver fuerte con el blog. Tuve que dejarlo apartado porque el libro era la gran prioridad. Una vez que está encausado, vuelvo a casa con muchas ganas ¡¡Buen fin de semana, amigo/as!!!

NOTA: La imagen de la entrada es de Congerdesign en Pixabay.com. Si te ha gustado el post, puedes suscribirte para recibir en tu buzón las siguientes entradas de este blog. Para eso solo tienes que introducir tu dirección de correo electrónico en el recuadro de “suscríbete a este blog” que aparece a continuación. También puedes seguirme en Twitter o visitar mi otro blog: Blog de Inteligencia Colectiva