Christopher Hitchens, el escéptico héroe intelectual (post-464)
En junio terminé las 490 páginas del libro de memorias de Christopher Hitchens: “Hitch-22: Confesiones y contradicciones”. Escritor y periodista británico, murió en 2011 a los 62 años en Estados Unidos. Un ensayista serio y brillante, ácido polemista, brutalmente sincero, con gran sentido del humor y mala leche mezclados.
Valiente, erudito y pensador independiente; si hay algo que distinguía a Hitchens era su rechazo a la aceptación acrítica. Se declaró siempre a favor de la ciencia sin condiciones, defendiendo los argumentos sólidos y la investigación de calidad. Por eso, Borja Merino, en su reseña, lo considera uno de sus “héroes intelectuales”, y creo que el término es apropiado.
Se dice que Christopher Hitchens hizo del ateísmo una forma de vida con libros como “Dios no existe” y “Dios no es bueno”. Combatió con todas sus fuerzas “el nefasto poder que la superstición religiosa ejerce sobre la mente y sobre la libertad de las personas”. Para Hitchens, según un artículo de El País, “la gran batalla que se libra hoy en el mundo es la que enfrenta al laicismo contra los fanatismos religiosos”.
La guinda, su punto y final, fue su libro póstumo “Mortalidad”, en el que narra desde adentro todo el proceso que vivió desde que le descubrieron el cáncer de esófago en 2010 hasta que no pudo escribir más, y que lo llevó a la muerte. Hizo una crónica valiente y honesta de todo el proceso de su enfermedad. El que fue su último servicio al periodismo no es un libro triste, porque está lleno de bromas y reflexiones que hacen reír, al más fiel estilo de Hitchens. En una reseña de El País se dice esto: “Christopher Hitchens no vivió ninguna epifanía. Hasta el último día siguió siendo el ateo deslenguado y escéptico que el mundo había conocido”
En sus últimos 19 años trabajó para la revista Vanity Fair, que le reconoció como un crítico incomparable, un retórico magistral, un sabio exaltado y un bon vivant sin culpas. Algunos, como Richard Dawkins, lo consideraban uno de los más grandes oradores de nuestro tiempo, hasta el punto que de él llegó a decir: “Si te invitan a un debate con Christopher Hitchens, no vayas” 🙂
Hitchens fue un hombre de izquierdas, en donde militó desde joven. Estuvo siempre muy interesado en los procesos de cambio progresistas. Fue un duro fustigador de Henry Kissinger, al que en su libro “Juicio a Kissinger” exigió que fuera procesado por crímenes contra la humanidad. Pero su brutal sinceridad hizo que reconociera sin ambages sus contradicciones como hombre de izquierda. Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, su actitud sufrió un giro radical, adoptando posturas muy críticas, que lo llevaron incluso a respaldar la política exterior norteamericana, y apoyar activamente la guerra de Irak. Su argumento era que había que defender la libertad, y luchar contra los dictadores. Solía quejarse de la “imbecilidad moral” que mostraba la Izquierda contra cualquier tipo de guerra.
Pero su espíritu rebelde y libre, de no casarse con nadie, tiene una de sus piezas más valientes en las críticas que hizo a la Madre Teresa de Calcuta, que él tachaba de ser una vaca sagrada a la que rodeaban demasiadas sombras de fraude. Según Hitchens, la Madre Teresa se dedicó al proselitismo en favor del fundamentalismo religioso, de la interpretación más extrema de la doctrina católica, y que hay pruebas más que evidentes de haber sido amiga de grandes dictadores como la familia Duvalier en Haití o Enver Hoxha en Albania, y de aceptar donaciones de estafadores financieros como Charles Keating, además de hacer campaña activa contra la legalización del divorcio en Irlanda. Sus mayores críticas se centraron en la negativa de la Madre Teresa a las políticas anticonceptivas y la ignorancia con la que en teoría atendía a los enfermos y mantenía a los pobres respecto de la salud y otros temas.
En 1994 se publicó un documental a partir de la investigación de Hitchens sobre el supuesto “fraude de la Madre Teresa”. Aquí tienes el vídeo en Youtube. Descubrí después esta entrevista que me parece muy interesante y reveladora. Es la traducción al castellano que hizo Pablo D. Flores de la primera parte de una larga conversación que Hitchens tuvo con la revista Free Inquiry. Hay otro artículo, en Slate Magazine, que aporta más argumentos de por qué Hitchens consideraba un fraude la beatificación de la religiosa india: “Mommie Dearest: The Pope beatifies Mother Teresa, a fanatic, a fundamentalist, and a fraud”. En él dice esto:
“La Madre Teresa no era amiga de los pobres, sino de la pobreza. Ella dijo que el sufrimiento era un regalo de Dios. Pasó su vida oponiéndose a la única cura conocida para la pobreza que es el empoderamiento de las mujeres y su emancipación de la reproducción obligatoria (…) El hospicio que regentaba en Calcuta estaba tan descuidado, y era tan primitivo, que cuando ella enfermó prefirió tratarse en clínicas de California. Su orden siempre se negó a publicar cualquier auditoría de a dónde iban sus enormes ingresos por donaciones”.
Hitchens se pregunta por qué una mujer reconocida como oscura, difícil y dogmática por los católicos de la India, tuvo un seguimiento tan ciego en Occidente, y aporta este argumento que (al margen del caso concreto de la religiosa india) puede ser extrapolable a otros mitos sobrevalorados que uno conoce por ahí:
“El hecho de que aquellos que normalmente se considerarían racionalistas o escépticos hayan caído en el mito de la Madre Teresa refleja el problema más general de la credulidad, de cómo las personas están dispuestas, una vez que se ha establecido una reputación, a juzgar las acciones de la gente por esa reputación y no a juzgar la reputación por las acciones” (…) Hay una cierta pereza en mi profesión, que tiende a cometer el error que acabo de identificar, el de juzgar a la gente por su reputación. En otras palabras, si uno llama a Arabia Saudita ‘un estado árabe moderado’, eso es lo que se vuelve para propósitos reporteriles. No importa lo que haga, es ‘un estado moderado’ [N. del T.: Arabia Saudita es una teocracia, regido por una versión extrema de la ley islámica, y donde se violan derechos humanos fundamentales. Hitchens se refiere a la forma en que el gobierno estadounidense presenta a este país]. De manera similar para la Madre Teresa: se transformó en un símbolo de virtud, así que incluso en caricaturas, bromas, películas y programas de televisión, si uno quiere un sinónimo de desprendimiento y santidad siempre se la menciona. En fin, ya sabemos que es inconveniente cuando alguien te quita una metáfora útil”.
Discrepo personalmente de algunas opiniones defendidas por Hitchens como su postura hacia la guerra de Iraq y otras, pero eso no quita que le siga admirando como intelectual y militante del pensamiento independiente. Aplaudo su coraje y espíritu libre porque necesitamos personas así. Tiene mucho mérito tomar el camino de la disidencia cuando es la opción más cara y más dura. Esa toma de distancia siempre nos regala destellos de lucidez si uno es capaz de desprenderse de dogmas.
Antes de terminar, dejo por aquí algunas ideas sueltas de Christopher Hitchens que extraje del libro de memorias que he reseñado. Creo que reflejan bien el carácter de este peculiar personaje:
- “La verdadera esencia de una dictadura no es su regularidad, sino su imprevisibilidad y su capricho; los que viven sometidas a ella nunca pueden relajarse”
- “La labor habitual del ‘intelectual’ es defender la complejidad e insistir en que los fenómenos del mundo de las ideas no deberían convertirse en eslóganes, ni reducirse a fórmulas fáciles de repetir. Pero existe otra responsabilidad: decir que hay cosas sencillas y que no habría que oscurecerlas”
- “Es una tarea ímproba combatir a los absolutistas y a los relativistas al mismo tiempo: sostener que no existe una solución totalitaria”
- “Pertenecer a la tendencia o facción escéptica no es, en absoluto, una opción blanda. La defensa de la ciencia y la razón es el gran imperativo de nuestro tiempo”.
- “Para mí, el alcohol ha sido un aspecto de mi optimismo”
- “Los totalitarismos se autodestruyen a base de bostezos”
- “Mi profundo vicio de la impaciencia tuvo su peor resultado en la crianza de mis hijos”
- “Una vez que te han dicho que no puedes abandonar un lugar, se vacía de encanto enseguida, por muchos atractivos que tenga” [Haciendo referencia a la experiencia que tuvo en Cuba, cuando empezaron a limitarle el movimiento]
- “Una sencilla observación sobre Fidel Castro: Si la figura más prominente en la sociedad y el Estado era inmune a la crítica, todo lo demás era un detalle”
- Sobre los ‘más papistas que el Papa’ = “He observado a menudo que el nacionalismo es más fuerte en la periferia. Hitler era austríaco; Napoleón corso. En la Grecia y la Turquía de posguerra los dos nacionalistas más destacados de la ultraderecha habían nacido en Chipre. Los republicanos irlandeses más extremistas están en Belfast y Derry (y Boston y Nueva York). Sun Yat-sen, padre del nacionalismo chino, era de Hong Kong. Los extremistas serbios Milosevic y Karadzic eran de Montenegro y sus colegas croatas más incendiarios de la Ustasha solían provenir de las tierras fronterizas de Herzegovina occidental”
- “Uno no puede asignarse la palabra ‘disidente’ porque es un título honorífico que hay que ganar, mientras que términos como ‘mosca cojonera’ o ‘inconformista’ son algo triviales y condescendientes, y están demasiado cargados de autoestima”
- “Sospecho que no importa mucho lo que uno lea en sus primeros años, una vez que ha adquirido la habilidad esencial de leer solo por placer”
Paco
Me ha encantado y me siento identificado mucho con la segunda de las ideas que has mencionado (sin querer decir que soy un intelectual, que conste). Después de ondear una bandera en los primeros instantes, luego hay que entrar en los matices de la complejidad sin renunciar a la sencillez.
Está bien que haya personas con ese rigor intelectual pero me gustaría saber algo: ¿con ese rigor es capaz de reconocer los límites de la ciencia y la razón? Además, se entrelee por tus comentarios que no era capaz de compatibilizar el rigor intelectual con el corazón, la empatía, ¿no? Debería haber visto en el teatro “Wit”, que precisamente trata esa cuestión de forma rigurosa y emocionante.
Amalio Rey
Hola, Paco:
Perdona que no haya respondido antes pero estaba missing por vacaciones 🙂
Lo del dilema entre simplicidad y complejidad, que se avanza en la 2da idea, es de las cosas más difíciles de gestionar. Es el intrincado reino de los matices, que puede ayudar o echar a perder cualquier acto reflexivo que procure servir para la acción.
Lo otro que planteas es aún más complicado. Me confieso fan del rigor, de la ciencia y de la razon, asi que no puedo ser neutral. Dicho esto, pienso que reconocer los límites de la ciencia es una actitud que uno espera de las personas rigurosas. La empatía es otra cosa, y no sé si un científico que busca la verdad debe ensombrecerla por intentar ser empático. No tengo, de momento, respuesta para ese dilema, aunque me inclino a pensar (con dudas) de que el científico debe hacer ciencia, y su rol no es caer simpático, ni dejarse llevar por el corazón 🙂