Ciencia vs. Sentido Común: Todo es obvio si conoces la respuesta (post-483)
Apelar al “sentido común” es una consigna tan corriente que uno pensaría que hay poco que reflexionar sobre ella, pero el sociólogo de la Universidad de Columbia Duncan J. Watts no pensaba lo mismo y por eso publicó en 2011 “Everything is obvious: How common sense fails us”, un libro de más de 300 páginas dedicado de cabo a rabo sólo a este asunto. Terminé de leerlo hace unos meses, y aquí va mi reseña sobre un tema que da mucho más juego del que uno pueda suponer.
En la Wikipedia se refieren al ‘sentido común’ como: “la facultad para orientarse en la vida práctica” (Henri Bergson) que “se atiene a lo que puede funcionar y no es perfeccionista, sino que prefiere lo razonable” (Lin Yu Tang). Es conocimiento tácito colectivo o “inteligencia social” que se ha embebido en las normas y prácticas sociales. Suele tener una connotación positiva al ser ideas que se plantean con claridad, sencillez y cercanía. Quizás por eso Jack Trout dice que es “el pensamiento que comparten muchos”, y ahí precisamente podemos tener el primer problema, como ya veremos.
El sentido común es una cualidad que se asocia habitualmente con observaciones y conclusiones de apariencia obvia. Si nos dicen que algo es “de sentido común”, lo que nos están diciendo es que es una obviedad. Es abrumadoramente práctico, así que es suficiente con saber que algo es así, pero no hace falta saber por qué. También parece ser que sólo nos percatamos de él cuando percibimos que falta.
Duncan Watts afirma que existe una “paradoja del sentido común” porque es cierto que éste puede ayudarnos a encontrar lógica y orden en el mundo, pero al mismo tiempo también socava activamente nuestra habilidad para comprenderlo bien. Se basa en el pensamiento instintivo, del tipo que describe Daniel Kahneman como sistema-1 o “pensamiento rápido”. Al ser un razonamiento natural, que transcurre en principio con poco esfuerzo porque está basado en la intuición y la experiencia, tiende a ser automático, lo que puede desmotivar a que se haga un esfuerzo deliberado por profundizar en las cosas. Simplifica el análisis para ahorrar energía mental y entiende poco de estadística, y por eso es propenso a cometer sesgos o errores sistémicos.
La tesis principal de Watts es que el sentido común está sobrevalorado, y que un uso equivocado de él va en detrimento del pensamiento crítico. El libro aporta muchos ejemplos de cómo el sentido común puede ser una manifestación de pereza mental y de desprecio al enfoque científico.
Watts opina que exageramos la fiabilidad del sentido común para interpretar y predecir el comportamiento de personas y grupos: “Cuando el sentido común es utilizado más allá de los hechos cotidianos (donde es increíblemente efectivo), puede fallar estrepitosamente”. Un ejemplo habitual de este error es echar mano de él para resolver temas complejos como las políticas públicas o los problemas sociales, lo que lleva a preguntarse por qué es tan fácil aceptar que disciplinas como la física, la química o la biología son “científicas”, y necesitan ingentes esfuerzos de investigación; mientras que el estudio de problemas asociados a los comportamientos humanos (que es con diferencia lo más complicado que existe), para algunos parece una mera cuestión de sentido común. Cuesta que la gente entienda que hay que hacer ciencia para encontrar respuestas adecuadas a los desafíos sociales.
La ironía de todo esto es que cuando juzgamos errores cometidos por políticos y decisores públicos, nuestra reacción no es criticar su sentido común, sino demandar que lo usen más (“Necesitamos recuperar el sentido común” es el latiguillo); pero la realidad es que fallan muchas veces no porque ignoren el sentido común, sino porque confían demasiado en el suyo para razonar o predecir el comportamiento de personas que son diferentes a ellos. Las motivaciones y circunstancias que moldean su sentido común, y desde el que pretenden interpretar la realidad, pueden diferir mucho del comportamiento de la mayoría.
En resumen, el sentido común es maravilloso para encontrarle sentido al mundo, pero no necesariamente para comprenderlo. Creemos que entendemos por qué ocurren las cosas, y esa falsa ilusión de entendimiento desmotiva a tratar los problemas sociales con el mismo rigor de investigación que lo hacemos para la medicina o la ingeniería, donde sí reconocemos nuestra ignorancia. Ahí van algunos ejemplos:
- El mito de la predicción: Nuestra habilidad para encontrar sentido a un comportamiento que hemos observado (hecho pasado) no implica que tengamos la misma habilidad para predecirlo (hecho futuro). No distinguir esa diferencia suele ser un error muy frecuente en el razonamiento basado en el sentido común.
- Correlación y causalidad: El sentido común resbala bastante al determinar causalidad. Watts usa como ejemplo los análisis de rentabilidad publicitaria, cuando las empresas quieren saber si la inversión realizada en publicidad es la causa real del aumento de ventas. El sentido común suele obviar que “correlación” no implica “causalidad”. Para separar ambos factores, habría que realizar experimentos en los que el “tratamiento” (por ejemplo, una campaña publicitaria) se aplique en unos casos y no en otros. Si el efecto buscado se da significativamente más en la muestra donde se aplicó el “tratamiento” que en el que no (grupo de control), entonces se puede concluir que hay causalidad. Sin experimentos de este tipo, es casi imposible determinar causa y efecto, y por lo tanto medir el verdadero retorno de la inversión de una campaña publicitaria.
- Ponderación entre factores causales: Aunque los humanos somos generalmente buenos para percibir los factores que pueden ser potencialmente relevantes para un problema dado, somos generalmente malos a la hora de estimar cuán importante es cada factor en relación con el otro. Fallamos bastante en la ponderación, que es algo que necesita por lo general de análisis estadístico.
- Exagerar el papel de determinados individuos: Otro sesgo bastante habitual es asumir que ciertos eventos o resultados colectivos fueron determinados por un número limitado de personas importantes e influenciadoras. Watts pone el recurrente caso de Apple como ejemplo de nuestra tendencia a atribuir a un solo individuo el éxito de una compañía que emplea a decenas de miles de personas de gran talento. La prensa refuerza también ese sesgo del sentido común porque prefiere usar narrativas simples centradas en personajes carismáticos en vez de buscar explicaciones más complejas basadas en factores sociales, económicos y políticos.
- Problema Micro-Macro y el “individualismo metodológico”: Los análisis de los comportamientos colectivos suelen padecer del llamado “Individualismo metodológico”, que consiste en explicar fenómenos sociales colectivos desde la perspectiva de las creencias, acciones e intenciones de personas individuales. Los sociólogos llaman “micro-macro problem” a las dificultades de comprender los fenómenos de emergencia, donde el comportamiento del todo no se explica por el de las partes. En estos casos se tiende a ignorar el efecto de la interacción entre cientos o miles de individuos porque no es nada fácil, y a veces imposible, seguir el rastro de la secuencia de interacciones que puede desencadenar la emergencia de un evento o resultado colectivo. Uno puede saber todo sobre los individuos de una población dada, y aun así no ser capaz de predecir mucho acerca de cómo va a ser el comportamiento colectivo resultado de la agregación. Pasar de lo micro (individuos) a lo macro (colectivo) es un enigma bastante complejo de desentrañar, pero en vez de reconocer esa complejidad, terminamos usando atajos argumentales bajo la coartada del sentido común.
Aprender a pensar como sociólogo, recuerda Watts, consiste precisamente en aprender a cuestionarse nuestros propios instintos acerca de cómo funcionan las cosas. Es por eso que tenemos que sustituir sentido común por más ciencia. Hace falta testar nuestras teorías con observaciones y experimentos serios, y creer más en lo que dicen los (buenos) datos con independencia de lo que nos susurre la intuición: “Deberíamos confiar menos en nuestro sentido común, y más en lo que podemos medir”, concluye el autor. Por cierto, me gusta su propuesta de pensar más sobre cómo pensamos, tema al que dedicaré varios posts en lo adelante.
Cinia
Excelente comentario y reflexión.
walter sanchez
Excelente comentario y reflexión; trabajo investigación conceptual y gracias a ello he develado una cantidad de conceptos que superan las definiciones funcionalistas y descriptivas e incluso el cómodo sentido común. Considero que las definiciones funcionalistas o descriptivas son placebos cognitivos y una deshonra para la educación y los docentes que se limitan a ello. Lo referenciaré con gusto y confianza
Nahiaraa
algunos ejemplos de situaciones que se resuelvan a través del sentido común sin recurrir al conocimiento científico?
José Fernandez
Si es cierto que la ciencia ayuda, porque está el planeta tan a la deriva, porque está dañado nuestra asmofera y medio ambiente, porque la vida cada ves se acorta más, y las enfermedades se agrandan cada dias
No sabe la ciencia que un producto enlatado con antioxidante es dañino para la salud, pero lo aprueban, porque las pastillas no curan,sino que esconden la enfermedad, la ciencia será buena para algunas cosas, pero también muy dañinas para otras, si vas por una averiada y sabes que te puedes hundir vas a llamar al científico que te diga si puede cruzar o no.creo que el sentido común te diría no cruse.el problemas quizás no sea ni la ciencia,ni el sentido común, el problema es que se toma el mismo tiempo, hacer algo bien, o hacerlo mal. Y casi siempre optamos por hacerlo mal. Por la ciencia u las pruebas hemos creado un planeta de autodestrucción .porque cosas que estaban dormidas en la tierra. Las hemos despertado para nuestra propia destrucción, hemos cambiado lo Natural por lo Antinatural, y las futuras generaciones pagarán las consecuncia. Con ciencia o sin ciencia.nunca está demás aún en la ciencia aplicar un poco en sentido común, que estuvo antes que la ciencia.
Pekka
Bravo, excelente publicación y estilo.
Edgardo Maldonado
José Fernández:
Te respondo punto por punto la retahila de falsedades e mprecisiones que acabás de postear.
1) El planeta no está “a la deriva”, sigue su órbita como cualquier otro cuerpo celeste; ahora, tomando tu metáfora desgraciada, podríamos afirmar que hay ciertamente una cantidad de decisiones políticas que han puesto en serio riesgo la estabilidad ecológica del planeta. Negar la extinción, provocar incendios intencionales en Australia, el Amazonas o en cualquier otra región con fines inmobiliarios, de negocios y especulaciones, también son decisiones políticas que afectan a toda la humanidad.
2) La vida no se “acorta cada vez más”. más bién ocurre todo lo contrario. La medicina moderna ha logrado una sobrevida insólita en personas de la tercera y cuarta edad. A tal punto se han alarmado los políticos -siempre deseosos de desembolsar cada vez menos dinero para el prójimo en temas de atención médica, pensiones y jubilaciones- que la delincuente Christine Lagard, ex-funcionaria del FMI salió a confesar que “los ancianos viven demasiado y es un riesgo para la economía mundial”… Casualmente, hoy tenemos una pandemia que ataca a los ancianos, y han sido declarados universalmente como población de alto riesgo… Es otro temita interesante saber cómo, dónde y porqué apareció el covid-19 justamente en este tiempo, y en China, enemigo económico declarado del Imperio (USA)!
3) Esta afirmación es ambigua: “vas a llamar al científico que te diga si puede cruzar o no.creo que el sentido común te diría no cruse.el problemas quizás no sea ni la ciencia,ni el sentido común, el problema es que se toma el mismo tiempo, hacer algo bien, o hacerlo mal. Y casi siempre optamos por hacerlo mal.”.. ¿A quiénes te refieres con “optamos por hacerlo mal”? Nada de generalizaciones, ni meter a todo el mundo dentro de la misma saca, mi amiguito! Hay responsables por lo “malo” que ocurre en el mundo, tienen nombre y apellido. En Brasil hay un monigote infradotado que niega la pandemia y celebra la muerte; en USA, el otro imbécil mercachifle, Trump, prefiere el libre comercio antes que salvar la vida de millones de sus compatriotas… y creo que ya van acercándose a los 60.000 muertos. Esos exponentes modernos del neo-liberalismo son, sin más vueltas, los responsables de las catástrofes, genocidios, desgracias y ruina de todos los pueblos del mundo en donde se han metido para “ayudarlos”, especialmente los yanquis.
4) “.porque cosas que estaban dormidas en la tierra. Las hemos despertado para nuestra propia destrucción, hemos cambiado lo Natural por lo Antinatural, ” este párrafo es casi ilegible, redactas muy mal, disculpame que te lo diga sin vueltas. Pero lo que entiendo que has querido decir, ciertamente con mucha razón, es que te refieres al consumo extremo, a la acumulación, a la generación de deshechos, etc. Sería bueno que nos ilustres sobre qué cosas son las que consideras tú naturales y antinaturales.
5) El sentido común no justifica nada, no explica nada, nunca tiene antecedentes en preceptos científicos ni en una metodología racional. El sentido común aparenta ser fáctico, apropiado y benigno solo para la vida cotidiana. No nos sirve acudir al sentido común para resolver los problemas más graves de la humanidad de hoy, a saber: supervivencia del planeta y de nuestra (y de todas!) las especies, qué futuro nos espera, qué haremos para acabar con el hambre en el mundo, qué cosas son urgentes para salvar de la miseria y de las enfermedad a los más vulnerables…
Para concluir sobre el sentido común: si quieres comerte un huevo frito bién jugoso es necesario que el aceite esté bién caliente, es un consejo del sentido común que sirve para la cotidianidad, no requiere de ninguna confirmación y es cuestión de puro gusto individual; en cambio si tengo un proyecto arquitectónico, estoy seguro de que en todo triángulo rectángulo se cumple siempre que el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos, porque así está confirmado matemáticamente a través de los siglos que lo dicho por un sujeto llamado Pitágoras es completamente cierto e irrefutable.
A la ciencia le importa un bledo el sentido común. La ciencia necesita comprobaciones, hechos, repetición, enumeración, controles, pasar y traducir las experiencias a números, leyes y que todo este conglomerado de hechos e hipótesis conformen un corpus que sea capaz de repetirse en cualquier parte del mundo y sirva para resolver un problema concreto.
Edgardo Maldonado
Hay traducción del libro al idioma español? Gracias, muy buena la reseña.
Amalio Rey
Que yo sepa no, Edgardo…
Eli
excelente reseña, muy útil para conocer la diferencia entre sentido común y ciencia
Amalio Rey
Gracias, Eli
Maria Deloie
Hola!
Alguien me podría hacer un resumen de este texto? Porfavor.
Julen
Me ha recordado un artículo que me pasaron vía Twitter para mi doctorado: The science of cycology: Failures to understand how everyday objects work. Está escrito por Rebecca Lawson. ¿Qué viene a decir? Que tomando el ejemplo de una bicicleta cuando se le pide a la gente que indique a través de dibujos qué mecanismos están detrás de ese objeto, de repente sucede que muchas personas se equivocan de forma casi inimaginable al tratar de mostrarlos. Es decir, se supone que lo saben pero cuando tienen que representarlo “en detalle” resulta que… ¡parecería que no lo saben! Puede tener que ver con una visión global pero que falla en el detalle. Es decir, bastante en la línea de lo que cuentas en el artículo.
No sé, supongo que como dice Manel, es “todo un campo que se abre” donde las cosas de la mente y de la psicología social muestran lo enrevesadas que a veces son.
Amalio Rey
Sip, Julen, y debe ser un mecanismo del cerebro para ahorrar energía. Supongo que los detalles agotan mucho más que captar una visión global
Amalia
Hola tocayo,
Como siempre, tu artículo es excelente y destaca un aspecto indispensable de las Ciencias Sociales: intentar abordar la vida cotidiana desde una mirada crítica, “desnaturalizadora”. Me recordaste al libro “No es natural” de Josep Vicent Marques. Lo recomiendo!
Quedamos por aquí a la espera de esos futuros artículos acerca de pensar sobre cómo pensamos.
Un abrazo!
Amalio Rey
Gracias, tocaya. Le echaré un vistazo al libro que recomiendas.
un abrazo!
Manel
Gracias por la reseña, Amalio. Muy interesante y también muy útil. En línea con los trabajos de Kahneman [lo citas], Ramachandran, Damasio, Gazzaniga, Dennett y Blakemore sobre teorías de la mente, percepción y razonamiento. Hay todo un campo con su debate que se está abriendo ahí, habra que seguirlo detenidamente para evitar caer en alguno de los extremos a los que nos suelen llevar nuestras propias filias.
Un abrazo y feliz año!
Amalio Rey
Gracias a ti, Manel. No tengo ni idea de los otros autores que citas, asi que viene bien enterarse. Un abrazo 🙂