La chica del camión de la basura de Atocha

POST Nº 728
El martes pasado, casi a las 12 de la noche, mientras salía de una cena tardía, me topé en plena lluvia con una escena que atrajo mi atención. Andaba por la calle Atocha, y se detuvo cerca mío un camión de la basura para recoger contenedores.
Lo que podía haber sido una situación totalmente normal, que pasaría inadvertida, se convirtió en un momento wow, de esos que te dejan pillado. Se bajó del camión una operaria de recogida de residuos, una mujer que yo diría que no tiene más de 35 años, y empezó a manipular los contenedores de una manera que yo no había visto en mi vida.
Además de la contundencia y velocidad con que lo hacía, le ponía una gracia increíble. Deslizaba los contenedores como si fuera una danza cuidada al detalle para que fuera óptima y al mismo tiempo hermosa, hasta que los vaciaba en el camión. Me llamó la atención también que llevaba puesto ¡un casco de ciclismo! Era la primera vez que veía a una operaria de limpieza urbana con una protección así, aunque después me enteré que es algo bastante habitual.
La escena era hipnótica, me hubiera encantado poder rebobinar aquello varias veces para detenerme en los detalles. Los movimientos eran IMPRESIONANTES. No sabría cómo explicarlo. Era todo a la vez: ágil, armoniosa, elegante y eficiente. Fluía con gracilidad, lo hacía todo bonito. Me quedé tan pillado que me acerqué a felicitarla. Su compañero de trabajo me comentó sobre la marcha que ella, además de ser la más competente, era la alegría del equipo, cosa que visto lo visto no me sorprende en absoluto.
Me dio muchísima pena no poder grabarle un vídeo porque así lo hubieras entendido mucho mejor. Fliparías como yo. Ni siquiera le tomé una foto, por respeto, porque ella seguramente no se lo plantea como un espectáculo, sino como su forma de trabajar y de disfrutar —en la medida de lo posible— con lo que hace, que es tan útil como servicio público. La imagen que he añadido es solo por ilustrar el post.
En fin. He querido compartir la anécdota porque para mí es un buen ejemplo de que hay personas que son capaces de hacer especial cualquier cosa. También porque ayer era #8demarzo, un buen día para desmontar ese rollo absurdo del «sexo débil». Y termino con esto: la operaria no paró de sonreír mientras yo permanecía allí embelesado mirando su coreografía. Parecía saber, porque seguro que yo no sería ni el primero ni el último, que había convertido su trabajo en #arte.
¿Recuerdas haber vivido situaciones parecidas, aunque sean en otros ámbitos? ¿Quieres contarlo en los comentarios?
NOTA: La imagen es del álbum de Hans en Pixabay. Si te ha gustado el post, puedes suscribirte para recibir en tu buzón las siguientes entradas de este blog. Para eso solo tienes que introducir tu dirección de correo electrónico en el recuadro de «suscríbete a este blog” que aparece en la homepage. También puedes seguirme en la red social Bluesky o visitar mi otro blog: Blog de Inteligencia Colectiva. Asimismo, aquí tienes más información sobre mi último libro.