¿Por qué HACER cosas tangibles importa tanto?

POST Nº 727
Soy un intelectual incorregible, para bien y para mal. Reconozco que disfruto más leyendo libros sobre gente que fabrica objetos, que haciéndolos yo mismo. A lo más que he llegado yo como maker, que no está mal, es a aprender a manosear tangibles para reimaginar intangibles, algo que hago con frecuencia en los talleres de prototipado 🙂
No se me dan bien las labores manuales, pero me siento atraído misteriosamente por las historias de artesanos. Sobre todo cuando saben contar la filosofía y los rituales que adoptan en su práctica cotidiana. Siempre aprendo algo de esa literatura, como me ha ocurrido recientemente con el libro de Peter Korn: «Why we make things and why it matters: the Education of a Craftman», publicado por David R. Godine Publisher en 2015.
Ya me pasó antes con el ensayo «La mano que piensa», del arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa, que reseñé con gran entusiasmo en un post anterior, y que tuvo muchísimas lecturas. Algo parecido a lo que sentí también con El Artesano de Richard Sennett, escrito —a diferencia de los anteriores— por un narrador externo, pero con el mismo respeto contagioso por los valores de la cultura maker. El ensayo de Sennett caló mucho en mí y en la manera en que trabajo.
Hoy voy a reseñar el libro de Peter Korn, que nos explica de una manera brillante lo que significa «hacer cosas», refiriéndose a bienes tangibles, a fabricar, crear objetos físicos, usando materiales y herramientas que se pueden tocar. Esto sugiere diferencias importantes respecto del trabajo intelectual, ese que hago yo manoseando datos y palabras. Al autor le preocupa esa «extraña separación (que hoy se da) entre lo que el hombre ES y lo que el hombre HACE», y se plantea preguntas parecidas a las mías: ¿Cómo moldea la fabricación de objetos nuestras identidades? ¿Qué nos revela el proceso de fabricación de cosas sobre nosotros mismos?
Korn cita, al inicio de su libro, no solo a Sennett, sino también Robert M. Pirsig, y su famoso bestseller de 1970: Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta, que es una pieza imprescindible para entender lo que transmiten este tipo de obras. Este libro relata un viaje en moto que realiza Fedro con su hijo Chris, de once años, por carreteras de Estados Unidos. El arte del mantenimiento de la motocicleta pasa a ser una bella metáfora de cómo conjugar lo técnicamente racional de arreglar un vehículo con el mundo imaginativo del arte. Tal como se explica en el texto, se trata (igual que en el Zen) de concentrarse, observar y apreciar los detalles, hasta llegar a fundirse con la propia actividad, ya sea ésta una caminata por el bosque, escribir un ensayo o tensar la cadena de una motocicleta. Esta obra suele citarse como ejemplo del compromiso con la calidad, algo que es habitual también en los artesanos. Korn transmite también esa idea zen de «ver la calidad como un intento de estar lo más presente posible cuando se hace algo» porque «cuando estás arreglando tu bicicleta y te encuentras con un tornillo que no sobresale, ese tornillo se convierte en tu único foco. Cuando estés cocinando, esa cocina debería ser tu única opción».
Por cierto, me gustaría recomendarte también «El Boletín del Artesano», una estupenda newsletter que descubrí por casualidad hace poco (está en inglés, pero se lee perfectamente usando el traductor de Google), con entradas muy bien escritas y generosas en fotos, que celebran la artesanía de todo el mundo —con especial atención a la japonesa— y cuentan el lado más inspirador del oficio.
Veamos ahora cómo nos cuenta todo esto el libro de Peter Korn, extrayendo las citas que me parecieron más interesantes. Estas 16 ideas transcienden el hecho puntual de fabricar muebles, y nos revelan pistas valiosas sobre nuestra identidad, la cultura creativa y el diseño:
1. Cuando escribes, piensas con palabras. Cuando creas muebles, piensas con cosas.
2. El sistema educativo y el mercado laboral están deformados por un prejuicio hacia el trabajo manual.
3. Al producir algo con nuestras manos, cuidando detalles y aspirando a la calidad; estamos desplegando un universo de potencialidades: determinación, compromiso, habilidad manual y concentración mental.
4. Para lograr una calidad consistente en términos de ajuste y acabado, tuve que reunir cualidades de carácter como concentración, paciencia y perseverancia.
5. Practicar la artesanía contemporánea sirve como un proceso de autotransformación (…) Nos involucramos en el proceso creativo para convertirnos en más de lo que nos gustaría ser y, lo que es igual de importante, para descubrir más sobre lo que podríamos llegar a ser. Tal vez hagamos cosas porque disfrutamos del proceso, pero nuestra intención subyacente, inevitablemente, es la autotransformación.
6. Siempre me mueve la esperanza de encontrar un significado más profundo al aprender a hacer bien las cosas con mis propias manos (…) Es un proceso de múltiples capas de “pensar con las cosas”.
7. Con el tiempo aprendí a leer el material a través de su respuesta a la mano y a la herramienta.
8. Como manifestación de la artesanía, un mueble que hago está en desacuerdo con el consumismo desenfrenado de nuestra sociedad. Habla de durabilidad en una época en la que la mayoría de los bienes son desechables. Habla de integridad del proceso en una cultura en la que las impresiones superficiales son a menudo lo único que importa.
9. El significado que los observadores proyectan sobre un objeto a menudo no tiene nada que ver con las intenciones del creador.
10. Las cosas que he hecho son emisarios enviados al mundo para conectar con los demás en mi nombre.
11. Día a día, no solo iba a trabajar; en gran medida yo era mi trabajo y éste anclaba mi vida.
12. Comunicarme sobre procesos, diseño y estética me obligó a traducir el conocimiento tácito de la mano y el ojo al ámbito consciente del lenguaje. Cuando comencé a explicar el proceso de fabricación de muebles a mis estudiantes, descubrí que muchos de mis métodos y suposiciones eran como ese guiso: cosas que hacía porque funcionan, sin comprender por qué. Empezar a dar formación, como maestro, me obligó a ver mi oficio no solo como un arte, sino también como una ciencia.
13. Después de la revolución industrial, fabricar cosas a mano se convirtió en un acto potencialmente subversivo, algo que se hacía en oposición a las normas sociales imperantes.
14. A menudo siento que dos impulsos contrapuestos están en guerra. Por un lado, las buenas decisiones de diseño se basan en la realidad; para tomarlas necesito el tipo de información precisa que solo se puede obtener a través de maquetas y modelos que me dicen cómo se verá realmente algo y cómo funcionará ergonómicamente. Por otro lado, como estoy impaciente por llegar a la meta, miro mi boceto inicial y me digo a mí mismo lo que quiero oír: va a ser perfecto tal como está.
15. El trabajo creativo es un experimento a través del cual el creador busca nuevas formas de visualizar el potencial humano, utilizándose a sí mismo como laboratorio. Por muy minuciosamente que estemos absortos en nuestras propias «cosas», a través de la práctica creativa estamos investigando cuestiones existenciales como «¿En quién puedo convertirme?» y «¿Cómo debo vivir?». Por humilde que sea, estamos participando en el proyecto continuo y comunitario de la humanidad de narrar lo que significa ser humano.
16. Descubrí dentro de mí la capacidad de transformar una brizna de pensamiento en un objeto perdurable y hermoso.
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