El poder del tacto: ¿la mano piensa? (post-383)
“Cada par de manos cuenta con huellas dactilares únicas que no cambian un ápice a partir del cuarto mes de gestación del individuo: estos grabados en la piel humana son jeroglíficos secretos prenatales de su individualidad”.
La cita anterior es del arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa, autor de “La mano que piensa”, un libro que descubrí estando de paseo por Barcelona. El título ya me atrajo porque insiste en el universo que abrió en su momento Richard Sennett con “El Artesano”. El subtítulo: “Sabiduría existencial y corporal en la arquitectura” sugería además una mirada complementaria, en la intersección de disciplinas, así que salí con mi ejemplar de la librería más contento que un perro con dos colas.
El libro prometía más de lo que fue. Al final me pareció demasiado disperso, además de que se me hizo algo lineal en varios capítulos, pero en él encontré reflexiones y citas muy bien elegidas, que me sirvieron para enriquecer las tesis de Sennett, cuya influencia sobre el autor es notable. La verdad que empecé a disfrutarlo a partir del capítulo-4 con el capítulo de “La mano que dibuja”, que es cuando se pone interesante.
Este es un tema que me interesa muchísimo porque tiene conexión directa con el mundo fascinante de los “makers” (por fin estoy leyendo ahora el libro de Chris Anderson) y el fenómeno de los Fab Labs, que tanto interesa al amigo Pere Losantos. Ya hablé hace tiempo de esto al reseñar mi visita al Critical Making Lab de la Universidad de Toronto que, por cierto, ha sido de los posts que más he disfrutado escribiendo porque salí alucinado de aquel encuentro con Matt Rato.
En esa entrada decía que “hacer artefactos tangibles” es una herramienta cognitiva que aporta un valor en el aprendizaje que no se consigue a través de la lectura o el texto. Son formatos distintos y complementarios. Añadía que el Lenguaje del “Making” es muy potente para: 1) Cultivar una vocación de acción, “de hacedor”, 2) Familiarizarse con los interfaces entre teoría y práctica, entre reflexión e implementación, 3) Potenciar la conexión entre manos y mente, como metáfora cognitiva que ayuda a comprender la complejidad desde la humildad del que entiende las restricciones, 4) Favorecer dinámicas de consenso (ya hablábamos de eso en este post), 5) Superar la tendencia de la gente a obsesionarse con el producto, el “outcome”, y en su lugar disfrutar del proceso, de lo que significa “hacer cosas juntos”.
Pues todo esto se ve confirmado en el análisis que hace en su libro Juhani Pallasmaa sobre la conexión entre la mano y la mente. Dice él que “la mano no es solo un ejecutor fiel y pasivo de las intenciones del cerebro, sino que tiene intencionalidad y habilidades propias”, mientras se queja con razón de que “la modernidad ha estado obsesionada por la visión y ha suprimido el tacto”.
La idea de explorar nuevas formas de educación sensorial que ayuden a recuperar el poder del tacto me parece un hilo del que se puede tirar hasta el infinito, porque “usar las manos puede cambiar la percepción de lo observado o escrito”, como indican estos dos ejemplos que aporta el arquitecto finlandés en su libro: Constantin Brancusi, con su “Escultura para ciegos” expuesta en Nueva York en 1917, que se exponía oculta en una bolsa de tela de modo que solo podía experimentarse mediante el sentido del tacto. O Sandra Iliescu, de la Universidad de Virginia, que enseña dibujo a los estudiantes de arquitectura a través del sentido del tacto (los objetos que dibujan no son visibles y sólo acceden a ellos tocándolos con la mano). Lo curioso en este caso es que al hacer los dibujos, los alumnos se fijan en características y cualidades de los objetos completamente diferentes según si los perciben con las manos o con los ojos. Otros como Cy Twombly o Aulis Blombstet experimentaban dibujando con los ojos cerrados o a oscuras para “emancipar la mano del control visual”.
Es una pena, como dice Pallasmaa, que la idea de una formación sensorial esté ahora ligada únicamente a la educación artística propiamente dicha, porque “el refinamiento de una cultura y un pensamiento sensoriales tiene un valor insustituible en todas las áreas de la actividad humana”.
Esta idea me encanta por su poder gráfico: “El ojo y la mano colaboran constantemente; el ojo lleva a la mano a grandes distancias, y la mano informa al ojo en la escala íntima”. Es cierto, creo que no es difícil sentir eso tal como lo describe Pallasmaa: “Normalmente no nos damos cuenta de que existe una experiencia táctil inconsciente en la visión. Cuando miramos, el ojo toca y, antes de ver un objeto, ya lo hemos tocado y hemos juzgado su peso, su temperatura y su textura superficial”.
Me pareció interesante ver cómo el autor subraya las limitaciones corporales de la fotografía como acto de registro de experiencias si se compara con el dibujo:
“Puedo recordar vívidamente cada una de las centenares de escenas que he dibujado en mis cincuenta años de viajes alrededor del mundo, mientras que a duras penas puedo recordar ninguno de los lugares que he fotografiado, resultado de un registro corporal más débil (…) Todos los grandes observadores son diestros dibujantes”.
El arquitecto finlandés quizás va demasiado lejos en su argumento cuando afirma que “el ordenador convierte el proceso en una manipulación visual pasiva” provocando una distancia entre el creador y el objeto: “Al dibujar con el ratón y el ordenador, la mano normalmente selecciona las líneas entre un conjunto dado de símbolos que no tienen una relación analógica con el objeto del dibujo”, generando lo que llama con sus palabras: “una construcción mediada”.
Sea cierta o exagerada la interpretación de Pallasmaa sobre el rol “mediador” del ordenador, me parece inteligente su propuesta de que se utilicen el dibujo a mano y el trabajo con maquetas físicas en las primeras fases de diseño y arquitectura. Dice que los estudiantes deberían aprender a trabajar con sus imágenes mentales interiorizadas y con sus manos antes de que se les permita utilizar el ordenador.
Siempre me he preguntado si hay alguna diferencia significativa en la capacidad creativa entre escribir un texto a mano, a si se hace con un ordenador o una máquina de escribir. Juhani Pallasmaa considera que el propio proceso táctil es una fuente de inspiración, y reivindica el papel de la vaguedad natural, la riqueza expresiva y la vacilación innata de lo hecho a mano, frente a la fría precisión del ordenador.
Pudiera ser que todo eso que se dice en relación con el dibujo afecte también el acto de escribir: ¿Será que al escribir con ordenador también se produce una “construcción mediada” que puede coartar la imaginería? ¿Qué opinas tú? La opinión del poeta Billy Collins da pistas que me suenan familiares: “Siempre redacto con pluma o lápiz en lugar de con el teclado, solo porque para mí el teclado hace que todo parezca estar hecho, congelado, y escribir sobre una página me da una sensación de fluidez, de que lo que estoy escribiendo de momento es provisional”.
Quiero terminar el post con esta cita del autor que va más allá de la conexión entre mano y mente (aunque la refuerza) al describir de un modo genial la importancia de que en los ejercicios creativos sepamos liberarnos de un sentido preconcebido del propósito:
“Cuando uno es joven y de mente estrecha quiere que el texto y el dibujo concreten una idea preconcebida, quiere dar a la idea una forma instantánea y precisa. Pero gracias a una capacidad creciente de tolerar la incertidumbre, la vaguedad y la falta de definición y precisión, uno aprende gradualmente la habilidad de cooperar con el trabajo propio y permitir que este haga sus sugerencias y tome sus giros y movimientos inesperados. En lugar de imponer una idea, el proceso de pensamiento se torna en un acto de espera, de escucha, de colaboración y de diálogo. El trabajo se convierte en un viaje que puede llevarte a lugares y continentes que nunca has visitado antes, o de cuya existencia no sabías antes de haberte dejado guiar por el trabajo de tu mano, de tu imaginación y de tu propia actitud combinada de vacilación y curiosidad”.
Cambios Virtuales
wau wau que interesante post de donde sacaste el contenido si es un libro me lo puedes pasar a mi correo por favor te lo agradeceria mil gracias y por cierto muy bueno tu blog un abrazo
Amalio Rey
Tienes un enlace al libro en el propio post. No lo tengo en formato digital. Por cierto, me gustaría creer que este comentario no es un spam, así que te concedo el beneficio de la duda 🙂
Jorge
En otro orden de ideas, aunque no me parece exagerada la idea de la “construcción mediada” del ordenador y la veo muy acertada en cuanto al dibujo, la verdad es que a mí me ha pasado un poco al revés con la escritura:
Paradójicamente, el trabajo que antes hacía mentalmente, de reordenar las ideas y formar las frases para escribirlas linealmente, ahora lo hago más “con las manos”, vertiendo sin filtrar las ideas y manipulando el material digital resultante, moviendo trozos de texto, quitando, añadiento, relacionando, etc. Aquí no veo tan importante la cualidad táctil del trazo como la “manipulabilidad” del objeto de trabajo, y en eso, lo digital ayuda cantidad.
Aunque tendría que probar a hacer collage con un texto mientras lo escribo, a ver si noto algo diferente 🙂 Posiblemente me saliera la cosa más “transmedia” de lo que ya es actualmente (te dejo un post que igual te hace gracia, sobre esto: http://goo.gl/q1Tmf1).
Amalio Rey
Jorge:
Coincido con tu apreciación en cuanto a la escritura. También Domenico piensa lo mismo, según me contó en su mail. En mi caso, la capacidad que te da el ordenador para cortar, mover y editar fragmentos es imposible de replicar en un papel con la rapidez y versatilidad del primero. La “manipulabilidad”, como dices, es clave en el proceso de escritura, y ahí no hay nada que supere al ordenata.
También es cierto lo de probar un “collage” mientras escribimos, en plan rudimentario. Igual la experiencia es diferente. No sé, pienso que puede llevarnos a un texto más sincero, porque el “coste de manipular/cambiar” es más elevado, lo que repercute en que editemos menos, y aceptemos que se trata de algo imperfecto. Sip, también sería más “transmedia”, y eso puede molar bastante 🙂
Por cierto, me ha encantado tu post…
Un abrazo
Jorge
Gracias por pensar en mí al hilo de este post, Amalio. Me ha gustado mucho, es una de las reflexiones que muchos de los que hemos crecido en una era pre-digital llevaremos con nosotros toda la vida.
Yo de pequeño siempre “pensaba con las manos”, intentando poner una madera así o asá para hacer esto o aquello, doblando y rompiendo cosas, descubriendo las leyes de la física con mi propio cuerpo… Y de alguna manera, luego el cuerpo “entiende” conceptos como las tensiones estructurales cuando, ya como arquitecto, te enfrentas a ellos de forma abstracta. Como decía un profesor de estructuras “para entender la torsión hay que sentirse viga y retorcerse”. Y eso creo que sólo es posible con esa especie de empatía sensorial adquirida con las manos en la masa.
Lo que comenta Pere de “a cada edad le corresponde una etapa de desarrollo psicomotriz y que no nos podemos saltar pasos” también lo dicen pedagogías alternativas como la Waldorf. Otras, como la metodología de Reggio Children, no proponen una gradación temporal tan clara pero hablan de “los 100 lenguajes del niño”, defendiendo que para el desarrollo integral de una persona, ha de usar no sólo la vista o el tacto, sino todos sus sentidos, combinados de todas las formas posibles y explorados a fondo. Aquí puedes ver algunas fotos que sacamos, para que veas lo ricas que son sus aulas en cuanto a exposición sensorial.
La idea es que distintas formas de interactuar con el mundo desarrollan distintas formas de pensar y de ser, y en eso la mano es sólo una más.
Una más, aunque la mano además moviliza otra fuerza (la voluntad) que complementa al pensamiento y al sentimiento como fuerzas creadoras.
Si algo he aprendido de la gran cantidad de formatos que usamos en arquitectura es que si te bloqueas o estás siempre llegando a lo mismo, tienes que cambiar de formato, de material, de sitio, de sentido. Deja el texto y haz una maqueta, deja la maqueta y vete a hacer fotos, deja las fotos y ponte a grabar sonidos… No falla, y seguro que tiene que ver con la diferente manera de “pensar” de la mano, el ojo o el oído.
Amalio Rey
Hola, Jorge:
Qué bueno verte por aquí. Sip, te comentaba el otro día que mientras leía el libro y escribía este post, me acordaba de tí y de Domenico.
Curioso lo que comentas de la “empatía sensorial”, y su impacto en profesiones como la vuestra. El comentario de la viga, que te hizo tu profesor, es muy ilustrativo.
Tu sugerencia de “cambiar de formato (de material, de sitio, etc.) cuando te bloqueas” me parece oportuna.
Gracias!!!
Paz Domínguez Ara
Me ha encantado el post Amalio.
Veo perfectamente el proceso que describes cuando, en mis clases con pequeños empresarios y empresarias, les hago “dibujar” en 3D, con materiales cotidianos, sus empresas. Hay un clik mental muy interesante, que yo veo, pero que nunca habia tenido tiempo para describir.
Mil gracias!!!!
un abrazo
Paz
Amalio Rey
Hola, Maripau:
Esas dinámicas son muy enriquecedoras. Ese “clik” que comentas es poderoso. El 3D aporta “tangibilidad”, y una dimensión añadida al proceso creativo que puede sorprender a quien la prueba, porque el lenguaje de las manos juega en otra liga.
Un abrazo!!!
Isabel
Me ocurrió lo mismo con el libro, yo también esperaba más. Entre otras, había anotado esta cita: “Las líneas borradas del boceto forman parte del dibujo final, ponen de manifiesto la secuencia de ensayo y error y proponen una dimensión del tiempo y de la profundidad espacial”.
Creo que esa construcción mediada existe siempre que se interpone una máquina, lo cual no es necesariamente malo. Pensamos y escribimos ante el ordenador, pero hay ideas que necesitan ir al papel. Puede que las reflexiones posteriores vayan a través del teclado, pero no ese apunte o idea inicial.
Conversando con Santy Gutiérrez, dibujante, me decía que siempre dibuja la mente pero “en el recorrido de la mente al ojo y del ojo al brazo, del brazo al papel y del papel otra vez al ojo, a veces se desvirtúa. Y en eso consiste el trabajo del dibujante, en dominar ese camino.”
Excelente la cita final. Un saludo.
Amalio Rey
Hola, Isabel:
Gracias por pasarte. Sip, hay reflexiones que necesitan ir directas al papel, aunque después se les dé forma con el teclado, para ser compartidas.
Interesante lo que comentas de Santy Gutierrez. Esa cadena de “mediadores” que van desvirtuando (para bien y para mal, añado yo) lo que concibe inicialmente la mente.
Un saludo
hugo
Excelente!!!
Hay que sumar a Frank R. Wilson, con su libro LA MANO Tusquets editores, William Morris
Abrazo
Amalio Rey
Muchas gracias, Hugo, por la referencia. No la conocía. Aquí va un enlace al libro que recomiendas: http://www.tusquetseditores.com/titulos/metatemas-la-mano
Tiene muy buena pinta y es cierto lo que dice del “papel decisivo que juega la mano en nuestro aprendizaje”.
Un abrazo
Pere Losantos
Hola Amalio,
gracias por tu comentario. La verdad es que fablab es una de las diferentes propuestas que pretenden acercar la fabricación (e interacción) digital al gran público. En Barcelona, tras la instalación del primer fablab, el Ajuntament decidió poner en marcha 10 centros cívicos o “Ateneos Locales de Fabricación (ALF)”, uno por distrito, para que nadie se quedase fuera de este cambio en el modelo productivo. Por casualidades de la vida estoy metido en este proceso, básicamente en la parte de educación, y aquí es donde encaja tu post y el que estoy preparando en este sentido para ordenar mis ideas. Adelanto algunas…
Me parece interesante tu reflexión, y sobre la misma hemos tenido -y seguimos en ello- alguna discusión en la orientación pedagógica de los ALF. Po ejemplo, a la hora de diseñar productos los más jóvenes creen que los chavales deben directamente hacerlo sobre herramientas com Sketch o 123D Design, mientras que los mayores (pedagogas y maestros) creen que a cada edad le corresponde una etapa de desarrollo psicomotriz y que no nos podemos saltar pasos.
El ejemplo que nos venía a la cabeza era el de la calculadora (sea mecánica o ahora en app). Podemos saltarnos la fase de utilizar los bloques de madera o la mecánica de sumar y restar llevando porque la calculadora ya nos hace el trabajo, pero las conexiones en la mente que nos permitirán recordar la mecánica toda la vida se consiguen mediante repetición, si no entiendo mal, y no por visión de un número moviéndose en una pantalla. Este proceso de digitalización elimina por completo el anterior analógico.
También reflexionamos por ejemplo con la construcción de una casa de muñecas. En nuestra mente pensamos en paredes y cubierta por partes, y luego ensamblamos. En el diseño CAD dibujamos un rectángulo, lo “estiramos” o extruimos y queda el cuerpo de la casa. Dibujamos un triángulo perpendicular al cuerpo, lo estiramos y conseguimos la cubierta. Un proceso totalmente diferente al anterior. Si utilizamos directamente el ordenador, tal vez perdamos alguna competencia espacial…
Una sierra mecánica nos ayuda a cortar más rápido la leña pero todavía controlamos el proceso y nos cansamos. Con una motosierra el corte es diferente y ya no dominamos la tecnología sino que esta nos domina, no sentimos placer sino precaución y poder de destrucción. Todo pasa demasiado rápido.
No sé hasta qué punto si con el ordenador y la mente nos puede pasar lo mismo. Con una regla seguimos dominando el dibujo de la casa y nos sale mejor. Con un programa de diseño y un ordenador cambiamos el proceso y el placer que sentimos al dibujar. Tal vez el problema sea que nuestro cerebro no puede asimilar tanta energía (motosierra u ordenador) de golpe, perdemos el control de la tecnología. Un prototipo como el que sugieres no deja de ser un modelo en transición de baja a alta energía, como para dar tiempo a nuestro cerebro a que se adapte.
Una recomendación
https://tltl.stanford.edu/sites/default/files/files/documents/publications/2013.Book-B.Digital.pdf
Amalio Rey
Hola, Pere:
Perdona el retraso en contestar, pero he estado en otros lios, y con muchos viajes.
Sabía que BCN estaba liderando el movimiento FabLab en España, pero desconocía que hubiera un proyecto de esas dimensiones, con la creación de 10 centros. El nombre de “Ateneos Locales de Fabricación” (ALFs) me gusta mucho, es bastante atractivo.
Muy pero muy interesante la reflexión que compartes sobre el “debate generacional” que estais teniendo en torno al “enfoque pedagógico” de los ALFs. Es super curioso, porque creo que esas divergencias se repiten en muchos otros ámbitos. Será que yo soy de los carcamales, pero coincido contigo en que si nos saltamos la experiencia analógica, se pierden competencias. Por ejemplo, las espaciales. Al final pienso que lo que funciona es la combinación, hacer las dos cosas y después relacionarlas.
Creo que el problema de fondo es el dilema clásico entre “proceso” y “resultados”. Hay gente que solo ve los segundos, y se plantea el problema únicamente en términos de eficiencia: ¿cuál es el camino más corto?, pero no se da cuenta que el proceso tiene un valor en sí mismo, que ayuda a enriquecer la experiencia y a generar resultados que no son tan visibles ahora, de inmediato, pero que tienen tanto valor como los que se buscan por atajos.
Lo que comentas también refleja esa tentación tan moderna de obviar el componente humanista de las cosas. Y yo siempre digo que a más “tecnológico” es algo, más de “humanismo” necesitamos, más hace falta la mirada holística.
A todo eso se añade un problema más complejo aún, y es el de los paradigmas generacionales con sus competencias asociadas, pero ese es un tema demasiado complicado para despacharlo en unos comentarios.
Gracias, maestro!!