Innovando en evaluación educativa con GAZE (Post-237)
El viernes-20 volví a Donosti invitado esta vez por María Larraza para participar en Ekinlab, un evento del proyecto GAZE que impulsa la diputación foral de Guipúzcoa para estimular el sentido de iniciativa en los jóvenes universitarios.
Iba con muchas dudas porque María y Julieta me metieron en un lío: aplicar el Design Thinking al diseño de modelos participativos de evaluación universitaria para medir competencias en iniciativa personal.
El programa GAZE, que acoge el taller Ekinlab, es precioso. De esos que a uno le gustaría impulsar por el Sur (si quieres, mírate este vídeo). Un ejemplo de proyecto público pegado a la realidad, y de colaboración entre entidades de educación superior. Su propósito es contribuir, como ellos dicen, a la “incardinación curricular del sentido de la iniciativa” en las carreras universitarias. Es un acierto que ponga el foco en el fomento del “sentido de la iniciativa”, porque me parece más humanista y versátil que limitarse al emprendizaje o la creación de empresas.
Si bien GAZE se orienta fundamentalmente a los estudiantes, está trabajando cada vez más con los docentes, y este Ekinlab consistía precisamente en reflexionar sobre nuevos modelos de evaluación con un colectivo de algo más de 30 profesores de distintas universidades.
Así que, como decía, teníamos por delante un desafío: combinar dos objetivos que parecen un oxímoron: Sentido de la iniciativa +Evaluación, y todo ello con la ayuda del Design Thinking.
Antes de mi charla de la mañana intervino Flor Cabrera, catedrática de la Universidad de Barcelona y una reconocida experta en modelos de evaluación. Me encantó la honestidad y frescura con que expuso desde su propia experiencia los desafíos que tiene el profesorado para innovar en los procesos evaluativos. Si te interesa el tema, recomiendo que visites su blog sobre “evaluación 2.0”.
Flor propuso tres buenas preguntas que me sirvieron como punto de partida: 1) ¿Qué clase de ciudadanos potenciamos desde los actuales procesos evaluativos?, 2) ¿En qué medida éstos aprovechan las nuevas capacidades que la era digital y la sociedad en red desarrollan en el alumnado?, 3) ¿Qué sistemas de evaluación permitirían recoger evidencias sobre los resultados de aprendizajes mucho más complejos y holísticos que los tradicionales, por ejemplo, el de las competencias?
Transcribo algunas preguntas e ideas-fuerza que propuse a los participantes en mi ponencia de la mañana:
- ¿Cómo conciliar “función formativa” con “función acreditativa” de la evaluación? = Los métodos de evaluación están concebidos desde una lógica industrial, con el fin de estandarizar. Para “validar” necesitamos definir especificaciones, pero en lugar de ponernos de acuerdo en un mínimo-común-denominador que sea flexible, tendemos a la sobre-especificación, a metodologizar todo, al perfeccionismo = ¿Cómo defender la evaluación personalizada (a cada alumno, su evaluación ideal) en un escenario que exige acreditación?
- ¿La evaluación tiene necesariamente que terminar con una calificación o puntuación numérica? = Los métodos de evaluación están concebidos desde una perspectiva competitiva. Están hechos para facilitar la comparación y el ranking. Son individualistas, se centran obsesivamente en medir la capacidad/eficacia individual.
- ¿Por qué no una evaluación paralela, transparente, permanente, con feedback inmediato, en lugar de secuencial, formalizada, con un desfase para conocer los resultados? = De nuevo se pone en evidencia la perspectiva de la cadena industrial: primero aprendes algo, te lo estudias, y después pasas por la fase de validación de lo aprendido. Un paso sigue al otro, y las fronteras entre estadios están obsesivamente delimitadas.
- Multidisciplinariedad: ¿Se necesita una evaluación colaborativa entre disciplinas? = La evaluación se hace ahora con un enfoque de compartimento-estanco al servicio de un currículo fragmentado en disciplinas. Es hiper-disciplinar porque se basa en una taxonomía vertical del conocimiento, y no en una concepción transversal de las competencias = ¿Una “Evaluación basada en problemas” sería la solución?
- Evaluación auténtica: ¿En qué medida los estudiantes usan el conocimiento (y las competencias) para analizar y solucionar problemas reales? = “La enseñanza debe tener lugar en el contexto de problemas del mundo real. Se deben presentar situaciones lo más cercanas posibles al contexto en que el estudiante se desarrollará en el futuro. La contextualización de la enseñanza motiva a los estudiantes”.
- Evaluación participativa: No se desarrolla la iniciativa si no se entrena, si no se practica, y eso exige empoderamiento. Pero la sensación de “pérdida de control” que esas dinámicas generan en el profesor podrían interpretarse también como pérdida de autoridad = ¿Están los profesores preparados para eso? ¿Qué pasa si el profesor utiliza o necesita su condición de validador/evaluador como fuente de autoridad?
- Cultura del esfuerzo vs. Enfoque de usuario: El estudiante es quien aprende, es el sujeto de aprendizaje, así que es el centro del proceso educativo. La principal aportación del Design Thinking es conseguir más empatía hacia el usuario o beneficiario para rediseñar el producto/servicio/proceso de tal modo que satisfaga sus expectativas. Pero… ¿Es el estudiante un usuario con la madurez suficiente para saber lo que le viene bien a medio y largo plazo? ¿Hasta qué punto necesita de un profesor que cuestione sus expectativas, en lugar de que las comprenda? En definitiva: ¿Cómo educar en la “cultura del esfuerzo” dentro de un paradigma (el del Design Thinking) que propone adaptarse a las expectativas/demandas del alumno?
Estas preguntas, la verdad, dieron mucho juego para las dinámicas participativas que vinieron después. En cuanto al taller de Design Thinking que hicimos por la tarde, éstas son algunas observaciones que extraje del ejercicio, por si te sirven:
- El desafío de diseño que planteamos a los profesores fue éste: ¿Cómo rediseñar un sistema de evaluación de los estudiantes universitarios que fomente el sentido de la iniciativa?
- Mientras más involucrados están los participantes con el objeto del proyecto, mientras más experiencia tienen en el tema, más difícil resulta que rompan con los prejuicios a la hora de buscar “lo deseable” por encima de “lo posible”. En el taller ha costado que exploren soluciones creativas al margen de las ataduras institucionales que padecen en su actividad.
- Prototipar algo tan intangible, abstracto y complejo como la evaluación educativa es, sin duda, de los desafíos de diseño más complicados que he tenido. La gente empezó timorata y pidiendo ayuda, pero mi rol de facilitador exigía mantener distancia, así que me limité a dar solo unas mínimas pistas. Lo que hice fue invitar a los docentes a que “jueguen”, a que se conecten con su yo-niño, y eso funcionó bastante bien porque se quitaron presión. Por suerte, en los equipos de prototipado siempre hay al menos una persona a la que se le da bien la visualización, que maneja con soltura la narrativa no-verbal, y es la que empieza pronto a poner piezas de Lego, a garabatear sobre las láminas, y a proponer escenarios que provocan a los demás. Son los que rompen el hielo, y ayudan a que el equipo consiga la inmersión, se libere, y el ejercicio empiece a ir rodado.
- Hemos pedido a los profesores en la fase inicial de “comprensión” que trabajen la técnica del Mapa de Empatía, que consiste en ponerse en la piel de los alumnos para descubrir: 1) qué dirían, 2) qué harían, 3) qué pensarían, 4) qué sentirían, ante la eventualidad de invitarlos a gestionar un proceso de autoevaluación de su aprendizaje. Pude comprobar que les cuesta ser empáticos, porque tienen una idea demasiado fija de los alumnos, “saben demasiado” de ellos, y eso es difícil de descabalgar. La visión que tenían algunos era bastante negativa, producto quizás de que se sentían algo quemados de lidiar con una apatía del alumnado que probablemente es más efecto que causa.
- GAZE nos permitió integrar a estudiantes en los equipos del taller para buscar un enfoque de co-diseño. Se movían entre los grupos no para dar una opinión rotunda sobre lo que los profesores pensaban de ellos (algo que hubiera devaluado el esfuerzo que éstos hacían por ponerse en su lugar), sino para introducir preguntas provocadoras o generar dinámicas de cuestionamiento de ideas fijas. Su contribución fue muy positiva, y ellos mismos salieron del taller sorprendidos con la experiencia.
- Hemos tenido discusiones muy ricas alrededor de los prototipos que presentaron los 4 equipos como fase final del ejercicio. Se debatió mucho sobre si los alumnos estaban capacitados para ponerse la nota, y qué margen de empoderamiento se les podía dar para la autogestión de la evaluación. Una participante comentó que a partir del ejercicio le resultaba ahora aún más difícil evaluar, y no lo planteaba como un aspecto negativo. Solo reconocía que ese esfuerzo por comprender al estudiante, con todos sus matices, ponía en evidencia una complejidad que ella antes intentaba obviar.
- Una observación bastante repetida ha sido que los alumnos parecen ver a menudo la participación como una carga, más que como una ventaja. Es como si dijeran: “oye, acaba de decirme cómo va a ser el examen, no me preguntes, ni me hagas pensar tanto”. Es verdad que una parte significativa de los alumnos funciona así (esto ocurre en la educación, en la política, y en todo), así que cuando hablamos de co-evaluación o evaluación participativa, no deberíamos hacernos expectativas exageradas. Hace falta un enfoque gradual, a medio y largo plazo, porque los alumnos tienen primero que aprender a participar. Si solo un 15% estuviera realmente interesado en participar en un sistema autogestionado de evaluación, entonces que sean ellos los que lo hagan, los que “negocien” con el profesor el contrato de aprendizaje. Según esta premisa, los que permanezcan pasivos tendrán que aceptar lo que acuerden los otros, y esto con el tiempo podría ayudar a que entiendan que participar es conveniente. Algún equipo propuso que los estudiantes se autogestionen el 30% de su nota a través de una evaluación individual de 360 grados. Este porcentaje no tiene por qué ser fijo, sino que puede aumentar con una especie de “prima de empoderamiento” si la gestión de su evaluación la hacen de manera responsable. Si eso ocurre, la parte de autogestión de su nota puede llegar al 50%.
- Un tema en el que tuve que insistir a lo largo del ejercicio es que los participantes disfruten el proceso de comprender, idear y prototipar. Me resultó llamativo ver la presión que se metían a sí mismos los profesores como si en el taller se estuvieran evaluando, así que la experiencia sirvió también para enfatizar la idea de que no conviene plantearse el proceso con la obsesión de un resultado. De hecho, aunque el prototipo no sea un acierto, aunque quede la sensación que no se ha concretado nada de verdad (puede ocurrir), la riqueza de la conversación que se genera alrededor de ellos ya garantiza su éxito. Lo que se aprende y comparte en estas dinámicas no tiene precio.
- Una conclusión que saqué al final del taller es que si hemos sido capaces de prototipar modelos de evaluación, podemos hacerlo con cualquier cosa. La metodología es francamente mejorable, pero vamos por buen camino 🙂
Si quieres consultar más material sobre este evento, el diario Noticias del Guipúzcoa me hizo una entrevista para documentar la experiencia de la jornada. Asimismo, las imágenes de la sesión de la mañana del seminario están aquí, mientras que las del taller de design thinking que se desarrolló por la tarde puedes verlas en esta otra página de Flickr. Por último, tienes un vídeo que me grabó el equipo de GAZE con una pequeña entrevista.
maria
Te dije que habría vídeo-resumen del evento, y lo prometido es deuda: aquí va la primera versión recién salida del horno http://www.youtube.com/watch?v=l8UHuM-17Xc
Nerea
Buenas Amalio,
Me alegro mucho que te haya gustado la iniciativa de GAZE. No tuve la oportunidad de estar en esa iniciativa, pero leyendo tu post para que ha sido muy interesante y enriquecedor. Sigue así.
Saludos,
Amalio
Querida Nerea:
¡¡bienvenida!! tanto tiempo sin verte…. Siempre es un placer tener a una ex-Innovandis (creo que tambien GAZE) por aqui. Me alegro que estes trabajando a tope y que todo te vaya bien.
A ver si puedo verte de nuevo en uno de mis viajes por allá….
saludos 🙂
Javi
Amalio!!!
Javi (El coletas del grupo de trabajo) al teclado.
Primero la crítica a tu charla y a la jornada… muy buena!! (Por que la gente piensa siempre que las críticas son malas 😕 )
Bueno, al grano… tras la charla y el taller le di unas cuantas vueltas a la cabeza y el año que viene pondré en práctica la “utopía” que salió en nuestro grupo de trabajo. Una evaluación de los alumnos-por los alumnos y donde el profesor (osea yo) es una figura totalmente prescindible! Ahí queda el tema 🙂
Lo dicho… gracias por todo y a seguir así.
Desde San Sebastian… Javi
Amalio
Amigo coletas 🙂
Oye, qué bien verte por aquí, compartiendo.
Gracias por la crítica…
Oye, a ver si es verdad y pones en práctica lo que desarrollamos en el taller. Ese concepto que propusiste de que “el profesor se vuelve una figura prescindible” me parece potente como inspiración. Pero que no sea literal, porque te quedas sin curro….
un saludo
Iván
Amalio
Hace unas semanas pude leer ¨ Aprendizaje invisible´
http://www.invisiblelearning.com/es/ de Cristobal Cobo y John Moravec.
Entre otras cosas hablaba de como hasta la fecha el aprendizaje informal no ha sido aprovechado ( ni valorado) en la mayor parte de los casos por la educación formal.
Un abrazo
Iván
Amalio
Sip, Ivan, sigo de cerca ese libro. Lo tengo localizado, y quiero leerlo. Ya me lo habías recomendado. Está en mi lista de pendientes.
Esttá claro que el Aprendizaje invisible o informal es puro “learning by doing”, la forma más eficaz de aprender.
un abrazo
maria
¡Amalio! Llevo una semana trabajando en dar seguimiento a la jornada y tu post (¡escrito en un viaje de tren!) es sin duda el mejor reflejo de lo que vivimos el viernes 20 de mayo en el seno de GAZE EKINlab. Esta misma semana te haremos llegar un vídeo resumen para que puedas usarlo también para ilustrar este post.
Respecto al contenido, ¿qué te voy a decir que no te haya dicho ya? Julieta y yo éramos muy conscientes de que nos lanzábamos a la piscina al pretender aplicar Design Thinking a la evaluación y con la participación del profesorado universitario pero hoy aún estamos sorprendidas (en positivo). Primero, por tu capacidad de inmersión en el tema y contextualización de la metodología en la problemática y en el público objetivo. Y segundo, por la implicación y entusiasmo que finalmente demostraron los participantes.
Como bien dices la introducción en manos de Flor fue inmejorable para situarnos en un escenario abierto, natural y cercano… ¡y mira que hablar de evaluación 2.0 de primeras parecía viajar al 2050!
De todas formas, lo importante no es nuestra impresión, sino la del profesorado participante que nos ha hecho legar sus mejores impresiones y, lo que más nos gusta, sus ganas de dar seguimiento a lo iniciado. Además, no debemos olvidar que esta jornada sirvió para unir a docentes de 5 instituciones de educación superior de Gipuzkoa (UPV/EHU, Deusto, Mondragon Unibertsitatea, Tecnun y Tknika, ahí es nada). Este tipo de eventos nos sirven en GAZE para cumplir uno de nuestros objetivos, formentar una comunidad interinstitucional e interdisciplinar de profesorado en Gipuzkoa.
Me callo que ya me he alargo demasiado y dejo sitio al resto. ¡Un placer Amalio!
Amalio
Gracias, María. Este es uno de esos casos en los que “el hambre se junta con las ganas de comer”. He sido profesor universitario muchos años, y como tal sufrí mucho la rigidez de los sistemas de evaluación. Por eso cuando me planteaste el reto del taller sentí un poco de temor, pero también mucha curiosidad. Tenía ganas de ver cómo podíamos aplicar el DT a un desafío de diseño tan intangible como éste. Podía haber salido mal, pero afortunadamente salió bien, y eso en buena medida se debe a la calidad de los participantes y al estupendo trabajo organizativo que habéis hecho tú, Julieta y el equipo de GAZE. Tenemos que seguir preocupándonos (y ocupándonos) por el futuro de la educación porque es ahí donde nos jugamos los cuartos…
No pierdas la costumbre de invitarme 🙂
un abrazo!!!