Encuentro de consultores artesanos (post- 75)
El lunes y martes de esta semana se reúne en Segovia una docena de inquietos practicantes reflexivos con la misión (que se antoja complicada) de repensar y recrear los objetivos y el contenido mismo de la función del «consultor».
Es una reunión informal, espontanea y abierta a la sana improvisación colectiva, que seguramente va a dar sabrosos dividendos para los que como yo, y muchos más, estamos hartos del tipo de consultoría que se vende en estos tiempos.
Me entusiasma lo que van a hacer salvo el título que han puesto a su reunión: «Primera Cumbre Mundial de Consultoría Pretendidamente Artesana«. Si alguien me dice que así se llamaba la reunión hubiera pensado que era una broma. No es un nombre muy 2.0 que digamos, ni pega con la sobriedad intelectual de algunos de los asistentes que sigo con admiración.
Las «cumbres» son todo lo contrario del bottom-up, y lo «mundial» significa reunir en formato abierto a mucha gente y de muchas partes, que no es el caso. Creo que la palabra «Encuentro» era suficiente. Por cierto, ¿cómo afirmar que no se ha hecho esto antes en algún otro sitio de este extenso planeta?
Pero bueno, una vez compartida mi sorpresa por el nombre, que es lo de menos (¿o no?), quiero destacar ahora la calidad humana y profesional del grupo de personas que ahí se reúne y de lo que puede significar esta iniciativa para los que nos dedicamos a la consultoría.
No conozco a todos los participantes, pero vengo siguiendo hace tiempo a algunos de ellos, y cuando he visto la lista de los asistentes, me ha dado mucha alegría comprobar que tal vez por pura telepatía de afinidades, ya había intercambiado reflexiones en varios de sus blogs.
Recuperar la profesión de consultor me parece loable. Yo mismo siento cierto pudor al presentarme como «consultor» en determinados lugares. No me identifico con el modelo de consultoría que se vende en esta sociedad.
No estoy cómodo con la etiqueta que han puesto a mi oficio, y por puro acomodamiento, había optado últimamente por re-definirme como «formador» y «promotor» de innovación.
Por eso es una reflexión más que oportuna la que van a hacer estos adelantados, y quiero agradecerles precisamente que no rehúyan (en principio) a autodenominarse «consultores» en un tiempo en el que nuestra profesión tiene una autoridad más que dudosa.
Agradezco eso porque así muchos de nosotros vamos a mirar con atención y sentiremos que nos incumbe: ¡¡oye, eso va con nosotros, que somos también «consultores«!! aunque al mismo tiempo sospeche que el «consultor artesano» terminará llamándose de otro modo, y por eso he dicho antes «en principio».
Como siempre ha ocurrido en la historia de los tiempos, las palabras tienen memoria y no son inocentes. Podría resultar imposible que intentemos cambiar el sentido que sugiere un vocablo («consultoría» o ser «consultor») que ya contiene una carga tan 1.0.
He pensado en ello, y creo que al «consultor 2.0» le pega más la palabra «facilitador» si somos consecuentes con el principio de «hazlo-tú-mismo».
¿Consultarme? ¿Me vienes a consultar? Bueno, puedo ayudarte, puedo darte pistas, si es que tengo más experiencia y también he leído más. El término es preciso en el sentido de que la decisión la tomas tú porque yo me limito a darte ideas. Pero es acomodaticio porque me implica poco, demasiado poco: «págame por mis ideas (una pasta!!) y con ellas búscate la vida«.
El oficio de «facilitador» se acerca más al modelo del «hazlo-tu-mismo» que encarna a la perfección el espíritu 2.0 = Te ayudo, me implico, comparto contigo mi experiencia, construimos las bases juntos, te propongo herramientas solo después de entender lo que (realmente) necesitas y creamos unas bases para «facilitar» que el potencial creativo de tu organización florezca.
Una vez leí que Ricardo Semler, el líder de SEMCO, se autodefinía como un «catalizador», o mejor, como un «jefe de enzimas«. Me encantó el término y lo hice mío. Si sustituimos la palabra «jefe», que no cabe aquí, por la de «movilizador» entonces nos damos de bruces con el tipo de «facilitador» que debe ser el consultor = un profesional que «facilita» la movilización de enzimas que catalizan la innovación.
Siguiendo la reflexión, creo también que hay muchos tipos de «consultoría», y a unas les pega más el término que a otras. Las personas que resuelven dudas fiscales o contables, por solo poner un ejemplo, ejercen una labor muy de «consultor». Lo mismo podría decir de otras áreas como el Derecho, donde la erudición y la experiencia a menudo pesan más que la creatividad.
Pero los que como yo, y la mayoría de los que se reúnen en Segovia, nos dedicamos a la «innovación», y nos hemos presentado hasta hoy como «consultores de innovación», nos va más «facilitar» que ser «sujetos de consulta».
Por otra parte y siendo honesto, no creo que este espíritu renovador encarnado en Segovia vaya a sanear con mayúsculas el negocio de la consultoría, porque el mal olor tiene raíces muy profundas y proviene de una lógica de mercado que exigiría negar la mayor.
Estoy convencido que seguirá habiendo «consultoría industrial» por un tubo, y grandes clientes que las compren con sospechoso entusiasmo. Clientes y proveedores se necesitan porque ambos participan en el triste juego de la legitimación.
Así que tenemos que ser inconformistas, pero evitando apuntar a cotas presuntuosas. Me parece genial que esta reunión de Segovia sirva de pistoletazo de salida para una reflexión abierta, innovadora y absolutamente bottom-up entre todos aquellos que queremos recuperar el oficio de consultor.
Para terminar, me gustaría decir que tiene que haber mucho de telepatía en esta casualidad porque al mismo día que esta buena gente comienza su reunión en Segovia, este servidor inicia su primera «semana de retiro» de 2009 en el Hotel Cortijo de Salia, muy cerca del pueblo de Alcaucín, en el corazón de la Axarquía.
Como ya he contado en un post anterior, intento realizar dos «semanas de retiro» al año, una por semestre, para aislarme del perturbador día a día, y dedicar tiempo a la reflexión, tanto personal como profesional (el «aislamiento» es un poco engañoso, porque sigo conectado a mi cordón de Internet).
Mi próximo «retiro de reflexión» comienza mañana mismo, 18 de Mayo, y espero que me sirva para imaginar, estudiar, pensar, escribir y terminar de «cocer» algunos de los proyectos que tengo entre manos.
Mi reflexión será en solitario, y no está nada mal. Me encanta re-encontrarme a mí mismo, sin interferencias, y por eso busco lugares retirados que traigan a mí la necesaria calma de espíritu. Esto no es óbice para reconocer que mis amigos de Segovia se lo pasaran mucho mejor, porque el parloteo en grupo, con gente inteligente y diversa, dibuja un escenario bastante más divertido.
Así que mañana, mientras esté leyendo y escribiendo en plan asceta junto a la Sierra de Tejeda, sentiré una curiosa complicidad con esta estupenda tribu de inconformistas, e invocaré a los espíritus para que de esa reunión salgan ideas que ayuden a desbrozar el camino hacia un modelo renovado de consultoría.
Por ayudar en algo, en el siguiente post intentaré esbozar rápidamente algunas preguntas sobre la «consultoría artesana» que me vienen a la mente este domingo, y que plantearía a mis compañeros si estuviera en Segovia.
Alberto
Como dicen ustedes allá, «un pedazo de post», excelente reflexión. Yo quizá, menos mordaz, he escrito algo sobre el tema, ya que al igual que tu, creo que la consultoría debe ser redefinida y mucho mas con la caida económica mundial.
¿Dónde estaban los consultores, que no previeron el desastre?
Tiempos de cambios profundos.
Te seguiré visitando, con tu permiso voy a pegar tu comentarios en mi post para que quede como repositorio.
Alberto
edu william
amalio, en la medida que el conocimiento está fuera y es abierto, creo que la figura de «conectores» va a ser crucial. Al cliente no solo se le da un entregable «escaso», sino que junto al mismo (que es lo que valorara, obviamente), se le ponen las condiciones para que ese entregable sea el impulso para tejer sus conexiones. Si el aprendizaje y los educadores caminan hacia el «conectivismo», entiendo que la consultoría tambien. al menos una parte.
saludos!
Julen Iturbe-Ormaetxe
Quizá la consultoría no sea sino muy diferentes tipos de consultoría para un amplio universo de empresas. Y entonces resulta que hay de todo. La artesanía busca el orgullo por el trabajo bien hecho y la confianza en la relación, sin más. Luego, eso sí, como somos consultores pues lo decimos más lindo 😉
mkl
Buf! Amalio, vaya post y no ves el que viene luego… Magnífico. Te lo agradezco mucho. No voy a extenderme demasiado entre otras cosas por que son las 3 de la mañana pasadas después de la inevitable tertulia sobre loq ue nos depararaán estos días de reflexión compartida donde ya tienes un papel, desde este blog.
Sólo comentarte que el nombre se puso en, obviamente, coña cuando esto era una intención antes que un programa de trabajo. Cayó simpático y así quedo. Fíjate en la palabra «pretendidamente» porque es la que connota que no sabemos muy bien de que va a ir, en el fondo, el tema. Lo de cumbre y mundial, de verdad, fue una ocurrencia que se ha sostenido por la gracia que tuvo. Ya ves.
Este encuentro de Segovia va a ser un inicio, si todo sale bien. Un inicio breve que sentará las bases de un trabajo a largo plazo donde, en mi opinión, estaría fantástico poder cuajar una supraorganización como la que describía en el post donde debatimos «¿Y si la empresa 2.o…? Para el trabajo posterior, el de verdad, espero quepodamos contar con opiniones como las que hoy has escrito. Y las preguntas de tu próximo post, son, casi punto por punto, las que yo me hago y me hice antes de este encuentro. Así que espero poder contestarlas o comentarlas de aquí a poco.
Y nada más, que no son horas y tengo que descansar para el debate de mañana. No quería dejar pasar el día sin pasarme por aquí y hecerte constar mi agradecimiento por comaprtir tus ideas sobre este apasionante tema.
Nos leemos… Mañana más.