Reglas simples permiten comportamientos complejos (post-451)
Tenía pendiente reseñar este libro del divulgador y científico Len Fisher = “The Perfect Swarm: The science of complexity in everyday life”, publicado en 2009 por Basic Books. Unos 180 folios que fueron como una montaña rusa, porque hubo momentos en que se me hizo demasiado denso por su gran complejidad técnica, pero en otros la lectura se me pasó volando, sobre todo cuando conectó con el mejor estilo de Steven Johnson en “Sistemas Emergentes” y los distintos modelos de solución para gestionar la complejidad de forma inteligente.
“The Perfect Swarm” propone un viaje en 9 capítulos. Es super generoso en ejemplos, y muchos son bastante originales. Los tres primeros están dedicados a la evolución de la llamada “Inteligencia de Enjambre” en la naturaleza. Los cuatro siguientes ponen el foco en la inteligencia grupal dentro de colectivos humanos, y cómo se usa en la solución de problemas complejos; y los dos últimos se centran en estudiar a saco la complejidad. Si quieres saber más del libro, aquí tienes una presentación que hace el propio autor.
Un tema que siempre me ha atraído por mis estudios de Inteligencia Colectiva, y que está bien tratado por Fisher, es cómo se crean las dinámicas de auto-organización basadas en un principio muy potente => Reglas simples permiten comportamientos complejos. O sea, si un colectivo acuerda unas pocas reglas, sencillas pero polivalentes y robustas, esto libera la creatividad porque una vez que se explicitan los límites, el espacio para la iniciativa se vuelve transparente, y nadie se reprime o auto-censura por desconocimiento, ni tiene que pedir permiso para hacer nada. El extremo contrario ya lo conocemos y se llama burocracia; que es un escenario en el que muchas reglas complejas terminan generando comportamientos demasiado simples porque coartan tanto la libertad que no dejan espacio para la iniciativa. Todo está atado y bien atado en favor de la eficiencia y la disciplina jerárquica, así que podemos predecir perfectamente lo que hará cada cual.
Las reglas simples contribuyen a generar orden dinámico dentro del caos. Pongamos un ejemplo que cita Fisher. Desde fuera, cuando uno observa el funcionamiento de una colonia de hormigas o de un enjambre de abejas, da la impresión que se forja “una conciencia de grupo que requiere que cada animal sacrifique su individualidad y se convierta en una marioneta de esa conciencia colectiva” (lo que algunos autores suelen llamar “mente colmena”). Esa metáfora se extrapola, sobre todo para mal, a los colectivos humanos. Pero, en la práctica, ese comportamiento de enjambre no significa eso, sino que emerge de forma natural a partir de unas reglas simples de interacción local entre individuos vecinos de un grupo.
No hace falta un director central que supervise el proceso. Todo lo que se necesita es un conjunto apropiado de reglas simples a nivel local. En el caso de las bandadas de pájaros, basta con las tres reglas de Craig Reynolds para que el grupo adopte movimientos altamente complejos: 1) “evitación/separación” (evita chocar), 2) “alineación” (muévete en la dirección promedio de tus vecinos más cercanos) y 3) “atracción/cohesión” (muévete hacia la posición promedio de los que están más cerca).
Estos ejemplos de la naturaleza no pueden extrapolarse de forma mecánica a los seres humanos porque no somos individuos cognitivamente simples como las hormigas, los pájaros o las abejas, pero son muy inspiradores. Me pregunto: ¿Cómo encontrar, en colectivos humanos, esas pocas “reglas simples” de interacción local que permitan una agregación compleja?
Esto en política es clave para el escalado de proyectos que pretendan potenciar lógicas más democráticas, de-abajo-a-arriba. Pongamos el caso de #Podemos, un partido que está teniendo evidentes dificultades para conciliar crecimiento con la prometida autonomía de las bases. En lugar de imponer normas y reglamentaciones muy exhaustivas desde arriba, que desnaturalicen el espíritu auto-organizativo que proclaman sus fundadores, la solución parece estar en fijar unas pocas reglas o principios, muy simples, que definan la identidad diferencial de la organización, y a partir de ellas se ponga en valor (con unos márgenes razonables de coherencia) la iniciativa y diversidad de los “círculos” que trabajan a escala local. Lo que aquí se comenta de #Podemos, es perfectamente extrapolable a otras instituciones y organizaciones empresariales donde el escalado ha producido mucha burocracia.
Este principio cumple también la paradoja de “Menos es Más”, o sea, disponer de menos información y unas heurísticas simples puede llevarnos a menudo a decisiones más acertadas que intentar capturar en un algoritmo complejo (o un cúmulo de normas) toda la complejidad presente en algunos problemas.
Aquí tienes un ejemplo de una investigación muy conocida que confirma esta hipótesis de que bajo ciertas circunstancias “las heurísticas simples pueden ser más efectivas que los enfoques complejos”. En un estudio publicado en 2002 por Gerd Gigerenzer y Daniel Goldstein [“Models of Ecological Rationality: The recognition Heuristic”] en la revista Psychological Review, los autores preguntaron a estudiantes de la Universidad de Chicago (o sea, residentes en Estados Unidos) cuál de estas dos ciudades norteamericanas tenían más habitantes: San Diego o San Antonio. Solo el 62% respondió correctamente que era San Diego. Cuando preguntaron lo mismo a estudiantes de la Universidad de Múnich, todos los estudiantes dieron con la respuesta adecuada. La heurística seguida por los alemanes fue muy sencilla: asumieron que si habían escuchado hablar mucho más de San Diego que de San Antonio, es porque debería ser más grande; mientras que los de Chicago entraron a valorar muchas más variables (que conocían al vivir más cerca) y eso probablemente los despistó.
Kathleen Eisenhardt y Donald Sull realizaron un estudio especialmente pertinente sobre este asunto que puede considerarse un seminal piece en temas de estrategia/management. “Strategy as simple rules”, publicado por Harvard Business Review en 2001, demostró que las compañías que seguían un número pequeño de reglas simples respondían con más flexibilidad y mucho mejor a las oportunidades del entorno. Los autores identificaron cinco tipos de reglas que, si se definen bien, pueden generar ese efecto tan positivo:
- “How-to” rules = Pautar por adelantado unas condiciones de cómo se va a actuar si se dan situaciones o eventos específicos.
- “Boundary rules” = Establecer fronteras, límites, de hasta donde se puede llegar. O lo que es lo mismo, qué no se va a hacer bajo ninguna circunstancia porque cuestiona la identidad.
- “Priority rules” = Definir principios para priorizar, o sea, cómo asignar recursos ante el dilema de elegir entre alternativas.
- “Timing Rules” = Definir “tempos” aceptables para ejecutar acciones relevantes.
- “Exit rules” = Fijar límites que expliciten cuándo hay que cancelar proyectos, cerrar iniciativas o cortar perdidas (“hasta aquí hemos llegado”).
Negociar reglas como estas, unas pocas pero robustas, puede ayudar a liberar la creatividad y la autonomía de los participantes. Ahora que está tan de moda hablar de “confluencia”, centrarse en lo esencial es el único camino para hacerla viable. No digo que sea fácil, ni mucho menos. Soy consciente (por propia experiencia) de que fijar “unas pocas reglas efectivas y suficientes” es un reto tremendo; pero es sano adoptar esta lógica “simplificadora” (que no “simplista”) como principio si se quieren potenciar dinámicas auto-organizativas en un entorno cada vez más complejo y diverso.
Aquí tenemos, por lo tanto, una paradoja más: a más complejo e insondeable es un desafío, menos conviene perderse en los detalles. Define un marco mínimo, unas pautas centradas en lo más relevante, y deja que el sistema fluya 🙂
Juanjo Brizuela
Una cosa Amalio. Te sigo en tu investigación sobre inteligencias colectivas y la palabra que me viene a la cabeza (ya sabes que los de branding & marketing tendemos a simplificar, quizá demasiado) es APRENDIZAJE.
Con el tema de las normas, creo que a menos normas mayor capacidad de aprendizaje colectivo hay porque se tiende a resolver de forma grupal los problemas que surjan. Mira, en el deporte y en el basket (mi otro campo), pasa que cuando a l=s jugadores les dicen cómo han de jugar, o bajo pocos conceptos y decidir desde ahí, o bien bajo jugadas (sistemas), la evolución de los grupos es completamente diferente.
¿Crees efectivamente que es así?
Amalio Rey
Sip, Juanjo, totalmente. A menos normas, más tienes que construirlas en grupo, y eso nos lleva al mejor aprendizaje que existe, el learning-by-doing.
El ejemplo que pones del deporte es perfecto. Conozco más de futbol, y me consta que los entrenadores que no encorsetan, que definen unas reglas básicas pero robustas, unas pocas pero críticas, consiguen liberar la creatividad de los jugadores. Y los hay al revés, que pretenden planificarlo todo, y eso termina “matando” a los jugadores más creativos… Un abrazo
Julen Iturbe-Ormaetxe
Un riesgo evidente en muchas organizaciones es la sobreorganización. Interesante la reflexión que planteas y a la que añado una variable que a veces anima a decidir en una empresa: generar muchas reglas es más costoso que no hacerlo. Es decir, que hay una variable puramente económica a considerar que no conviene olvidar. Digo por aquello de que puede ser una razón “simple” de entender en una emprsa 😉
Amalio Rey
Hola, Julen:
“Generar muchas reglas es más costoso que no hacerlo” => Sin embargo, se generan, hay muchísima burocracia, lo que a uno le hace suponer que no cuesta tanto.
Jugando con la frase, lo que yo pienso es que “generar muchas reglas” se percibe como algo más fácil (menos costoso en términos de desgaste directivo) que lidiar en un entorno de autonomía, que parece más ambiguo, y la dirección tiene que respetar ciertas premisas participativas.
Por otra parte, y retorciendo tu frase, creo que “generar pocas reglas” es mucho más costoso que “muchas”. Tenemos un grave deficit de capacidad de sintesis, porque la burocracia es magnífica perdiéndose en los detalles, que suele ser lo más fácil. Ya sabes, eso de “escribi 100 folios porque no tenía tiempo para escribir 10” 🙂
Alfonso Vázquez
Muy interesante, Amalio. Hay un tema que tú planteas -con el caso de Podemos- y sobre el que doy muchas vueltas: la tensión dinámica entre lo instituyente y lo instituido, o, para decirlo con Deluze, entre el plano de inmanencia y el plano de consistencia. Pues el caos no es sino la frontera fluctuante entre el equilibrio estable y el equilibrio explosivo… Por eso es tan difícil de “gestionar”, valga la expresión.
Te dejo el enlace al resumen de una conferencia que di en el extinto Ministerio de Ciencia e Innovación dos días antes de la aplastante victoria del PP -tengo el triste mérito de haber sido el último conferenciante de aquel breve Ministerio…
http://www.hobest.es/blog/2011/11/19/teoria-del-caos-y-dinamicas-organizacionales
Un abrazo
Amalio Rey
Alfonso: Esa tensión es muy complicada de “gestionar”, y creo que es donde más recorrido hay para aprender, desaprender, e innovar.
Vaya, ya puedes poner ese hito de ser “el ultimo mohicano” en tu curriculo 🙂
Gracias por el enlace, lo leo con interés…
un abrazo
Peter Hodgson
En la sección segunda del curso de Model Thinking (en Coursera), Scott Page muestra como una regla sencilla (y par de parametros) explican la segregación social en nuestras ciudades. Lo traigo a colación porque el “define un marco mínimo, unas pautas centradas en lo más relevante, y deja que el sistema fluya” que propones en muchos casos se puede simular. Lo que permite experimentar y evitar daños imprevistos. 🙂
Amalio Rey
Vaya, Peter… ¡¡nos hemos apuntado al mismo curso de “Model Thinking” sin saberlo!! Soy un fan total de Scott Page…. Esa es la buena noticia, que coincidimos. La mala, que he sido un mal alumno-MOOC, y no he podido seguir el ritmo del curso por los viajes y mi falta de enfoque 🙁 Creo que llegué al 4to modulo, y tuve que abandonar porque no estaba dedicandole el tiempo que exigía. Aunque me dio para aprender algunas cosas muy interesantes….
Tienes razón, lo de las pautas mínimas se puede simular. O dicho de otra manera, cualquier simulación se basa en un modelo, y éste es más elegante en la medida de que juega con menos variables. Un abrazo 🙂