Al innovar, empeoras para mejorar (post-18)

Intentaré convenceros de un principio básico de los procesos de innovación que dice así: “las cosas empeoran antes de mejorar”
Existe un corolario de esta ley: “mientras más drástica es la innovación, más asusta el empeoramiento” o visto desde un punto de vista más positivo, “si al innovar las cosas empeoran mucho, es un buen indicio de que vas por buen camino”.
¿Pero por qué ocurre esto? La razón es sencilla: toda innovación implica una modificación de las rutinas, y también, un cambio en el peso relativo y el poder de las personas. Esto genera incertidumbre, pérdidas de eficiencia y sobre todo, resistencias lógicas al cambio.
Me voy a detener ahora en la parte más técnica del asunto, el de las pérdidas de eficiencia, para tratar después el efecto “político” que se deriva de los cambios en las cuotas de poder.
Unos hábitos consolidados tienen la ventaja, en principio, de generar automatismos que ayudan a obtener resultados eficientes. Cada cual sabe lo que ha de hacer y lo tiene bien asimilado, de modo que la “cadena” funciona rápido.
En un entorno de completa certidumbre como ése, una innovación descoloca a la gente y reclama un cierto margen de tiempo para cambiar hábitos y acomodarse a la nueva dinámica. Durante ese período de ajuste, se producen naturales pérdidas de eficiencia.
En cuanto al “factor político”, que no es menos importante, la mayoría de las innovaciones vienen acompañadas de cambios de funciones, e incluso, de personas, que producen distorsiones en el status quo. Por poner un ejemplo, si el nuevo sistema o proceso aprobado aumenta el peso relativo de una función sobre otra, o potencia la autoridad de un departamento sobre otro, surgirán tensiones que se traducirán en resistencias al cambio, y por lo tanto, en un empeoramiento de la situación de complacencia que existía antes.
Me quedaría en la mera teoría si no explicara el valor operativo que tiene esta “ley”. Las dos lecciones más importantes que se pueden extraer para los que gestionamos la innovación son estas:
1.“Al innovar, prepárate para el empeoramiento porque se producirá”
2 “Adviértelo por anticipado para que te concedan tiempo antes de exigirte resultados”.
La primera lección tiene que ver con la paciencia y la entereza que todo líder de un proyecto innovador debe asegurarse antes de comenzar su peculiar cruzada por el desierto.
No subestimes las dificultades, y lo que es más importante, no dejes que los resultados inmediatos pongan en duda tus convicciones originales.
La segunda lección apunta a cómo “vender” tu proyecto a los demás. Ni se te ocurra prometer un camino de rosas, porque te van a pasar la factura el primer mes, y no tendrás con qué pagar.
Advierte desde el principio que no se te pueden exigir resultados de inmediato, y que toda innovación requiere un tiempo de transición, de reajuste, antes de dar los resultados esperados. ¡¡Sé honesto!!
Todo el tiempo que consigas ganar al principio, servirá de colchón para consolidar los efectos positivos del proyecto innovador y acallar las resistencias.
Me gustaría poner un ejemplo más coloquial, de la vida personal, que seguramente ayudará a comprender el impacto de esta ley y de las dos recomendaciones anteriores.
Suelo decir en mis charlas, para sorpresa de los asistentes, que:
el divorcio o la separación matrimonial es un ejemplo más de “innovación”, pero en la vida familiar. Lo es porque implica un cambio, habitualmente drástico, y a menudo para mejor.
Pues bien, nuestra ley se aplica perfectamente al divorcio. Aquel que se ha divorciado, o que ha vivido muy de cerca situaciones como éstas, sabe que en la mayoría de los casos (aunque es cierto que existen no pocas excepciones) la primera etapa de la separación es muy difícil y viene acompañada de un cierto empeoramiento en varios ordenes, sobre todo para padres con hijos o que han vivido muchos años en pareja.
No quiero entrar en detalles, pero estoy seguro que muchas personas que han pasado por ese trance se sienten identificadas con esa sensación de vacío, fracaso, incertidumbre e incluso culpabilidad que se apodera de nosotros en los primeros meses después de la separación, sobre todo si ha sido traumática.
Como se ve, la innovación que se está produciendo en la vida de estas personas es dolorosa, provoca desequilibrios, genera dudas e incluso, asusta. ¿Pero esas sensaciones negativas son un aviso de que nos hemos equivocado? ¿Deberíamos guiarnos por esos datos parciales para extraer conclusiones?
Según mi experiencia, en la inmensa mayoría de los casos convendría esperar.¡¡Otra cosa es que estemos preparados para aguantar el duro proceso de renovación que implica ese cambio!!
Apliquemos ahora al ejemplo del divorcio, como caso peculiar de innovación, las dos recomendaciones que se derivan de la Ley:
1.“Prepárate de antemano para lo que te espera, ten paciencia y no te apresures a sacar conclusiones”: Como ya estabas avisado que NO sería un camino de rosas, te das tiempo, esperas a encontrarte contigo mismo y evaluar si has hecho bien. ¡¡ni se te ocurra arrepentirte cuando todavía no has transitado el camino completo y experimentado plenamente tu nuevo estadio!!
2.“Advierte previamente a tu gente que será difícil y que necesitaras tiempo”: Prepara a tus hijos, habla con tus padres, busca apoyo en tus amigos, y avísales que todo es cuestión de tiempo, y que nadie espere que detrás de la separación estarás saltando de alegría.
¿Consecuencias posibles de no seguir estas recomendaciones?:
- Retornar a la pareja equivocada, o sea, creer que la “innovación” no valía la pena antes de darte un margen suficiente para poder hacer un juicio más objetivo
- Soportar las opiniones y presiones de familiares y amigos (o de tu propio cónyuge) con frases del tipo “viste, te dije que no te convenía, que te estabas equivocando” por el simple hecho de que aseguraste que todo iría bien a la primera.
Volviendo al mundo de la empresa, ocurre exactamente lo mismo:
- Se abandonan proyectos de innovación antes de tiempo porque nos “asustamos” con los resultados parciales negativos
- Las personas que se resistían al cambio encuentran en los resultados parciales negativos la coartada perfecta para exigir un retorno al status quo anterior, sencillamente porque no hemos sido honestos y/o valientes de avisar que empeorar es parte natural del proceso hacia una innovación exitosa.
RiverDD
Muy acertado el post, Amalio.
Cuando hacemos algo durante mucho tiempo, poco a poco y furto de la experiencia vamos mejorándolo. Al cabo del tiempo pensamos que no se puede mejorar más. Eso es un error.
Además existe un «miedo al cambio» que provoca que un rechazo y también una falta de compromiso con el cambio que se avecina. Esta falta de compromiso hace que la persona no se involucre y participe del cambio por lo que el cambio no funcionará ya que las personas que tienen que ser las encargadas de realizarlo no creen en él.
Existe otro punto, y es el «Coste de aprendizaje». Siempre que hay un cambio hay que realizar un esfuerzo extra para modificar nuestra forma de trabajo y adaptarnos al nuevo proceso.
Si conseguimos mitigar estos dos aspectos el cambio será mejor aceptado por los trabajadores.
¿Qué opinais?
Saludos