El valor de la independencia (post-168)

El marketing propulsado por instituciones, y los proyectos que dependen exclusivamente de financiación de entidades públicas o privadas, pueden ayudarte a crecer rápido, pero suele ser falso y efímero. Pan para hoy, y hambre para mañana.
Mi argumento de hoy es que los primeros pasos, y la masa crítica de trabajo inicial, han de ser autónomos, sin dependencias.
Repito la etiqueta que me he inventado: “masa crítica de trabajo inicial“, y que quiere decir: Trabajo que se necesita para llevar el proyecto/idea a un punto de no-retorno, a un punto en que se va a hacer vengan los recursos de donde vengan.
¿A qué viene esto? Pues mira, antes iba a hablar con instituciones para contarle mis ideas y que las hicieran suyas. Pero es que “hacerlas suyas”, cuando ocurría (soy un pésimo evangelista en entornos burocratizados y formales, la cago siempre), implicaba un peaje enorme, una pérdida inaceptable de identidad del proyecto.
Contaba mi historia/proyecto al funcionario de turno, y siempre acabábamos en lo mismo: “Yo financio pero pongo las condiciones”, que suelen ser minucias como éstas:
- Logos nuestros por todas partes, y manual de identidad corporativa por un tubo (olvídate de las personas, la mega-identidad institucional suprime las personitas, chupa cámara)
- Lanzamiento de la iniciativa a bombo y platillo con el “plan de venta” que yo te diga
- Discurso del aburridísimo político de turno para inaugurar el evento y sacarse la foto que no puede faltar (aunque se pire al ratillo a otros menesteres)
- Censura de contenidos para vigilar y uniformar la imagen institucional
- Imposición de ponentes superfluos en tu agenda, es decir, “expertos”, gurúes y cargos públicos de la órbita oficial que van a contar sus batallitas cargados de estadísticas vacías, y un entusiasmo que duerme a las ovejas
- Lógica unopuntocerista en la organización de todo, incluido generoso ejercito de azafatas, flashes, corbatas, etc.
Ahora digo “Pues no, no me interesa”. He aprendido que si quieres hacer algo bueno debes avanzar todo lo que puedas por tu cuenta, siguiendo dinámicas bottom-up, basadas en personas, para que si tienes que ir a buscar ayuda financiera a alguien, que sepa que lo tuyo es algo “ya hecho”, y que se va a hacer te ayuden o no, y que gracias a eso, este equipo de personas (los que hemos curra’o) mantiene el control.
¿Te apuntas? OK, pero que sepas que este proyecto NO es tuyo, es de “nosotros”. Si te portas bien (es decir, respetas), si ayudas de verdad, lo mismo hasta puedes ponerte unas medallitas.
El enfoque contrario cada vez me gusta menos, y yo mismo lo adopté durante bastante tiempo, pero desde entonces he aprendido mucho. Me iba primero a una entidad pública a contar el proyecto para ver si financiaban por adelantado nuestro trabajo. Pero era solo una idea, así que estaba entregado. Ahora solo voy con “cosas hechas”, cosas avanzadas, que me otorguen un mínimo poder de negociación para preservar mi independencia.
Esto no quiere decir que diga “no” cuando me invitan a participar en proyectos públicos. Ni que me niegue a presentar ofertas a una entidad que me lo pida expresamente. Somos una empresa (pequeña), y tenemos que facturar (aunque poco). Si me gusta la idea, OK, estoy encantado. Pero esos proyectos los lideran otros, ellos ponen las reglas de juego, y yo las asumo o no si me gustan. Me pagaran por ello (o no), y yo intentaré hacer mi trabajo lo mejor que pueda.
El centro son las personas, y por eso, el otro mensaje que quiero subrayar hoy es que necesitamos cada vez menos las instituciones para hacer cosas valiosas.
Podemos liderar el cambio, empujar el carro entre Manolo, María, Pedro, Inés, Alberto, Nati, Julián, José Miguel, Pablo, Idoia, Luisa y todos los que se identifiquen con la idea. Tenemos las herramientas para organizarnos y para montar un pollo de mucho cuidado. ¿quién lo puede impedir? ¿necesitamos realmente que nos financien las ideas desde el inicio? Podemos avanzar mucho por nuestra cuenta, y ganarnos así que se nos respete.
Pero insisto siempre en lo mismo. Las redes bottom-up se basan en la calidad y no en la cantidad. Es una cuestión de confianza, y ese es un activo que crece lento. Sin prisa, pero sin pausa. Si buscas atajos que te lleven rápido a números mediáticos, ten por seguro que lo vas a desvirtuar todo.
No propongo recetas absolutas. Sé que el cambio es una mezcla de utopía y realismo. Si necesitas (¡¡de verdad!!) el apoyo financiero de una institución, puede convenir buscarlo, y ceder a cambio en algunos puntos. Pero ya verás, si lo haces al principio, estás perdido/a.
Insisto y vuelvo a insistir, soy un pesa’o, vale… avanza todo lo que puedas sin losas de dependencia, siguiendo lógicas P2P que activen dinámicas de autofinanciación, construyendo algo que cuando lo presentes dé la impresión que se va a hacer “de todas, todas”, quieran ellos apoyarlo o no.
En esas condiciones, la arrogancia se achica, la sensatez aflora y queda todavía espacio para la conversación. Las instituciones saben bien cuándo y a quién apretar, incluso aunque todo se reduzca a meros intereses, como sabemos.
Giovanni R. Hernández
Hola Amalio. Leí tu artículo. Me pareció muy interesante. Soy consultor independiente en Gestión Social y quería comentar tu artículo.
Diría yo que la carga de trabajo inicial (los primeros pasos) para traer los recursos económicos debe ser sustentable, es decir, que pueda generar los cimientos necesarios para establecer una plataforma de trabajo que permita un crecimiento paulatino fundamentado en recursos estables y sólidos (gente, dinero y equipo). Y en este punto, concuerdo contigo, en que lo mas importantes son las personas: los seres humanos como “destino” (fin humano), y no como “medio” (recurso humano).
Ciertamente la mejor manera de presentar una propuesta de apoyo económico es extendiendo una invitación para sumarse a un esfuerzo ya emprendido, y no un “esfuerzo apenas por emprenderse”. Este nuevo enfoque, por experiencia, he visto que ha resultado en númerosas ocasiones, sobre todo con Organizaciones de la Sociedad Civil, quienes al ser sin fines de lucro, normalmente experimentan dificultades en la obtención de fondos acudiendo a solicitar apoyos a empresarios o funcionarios públicos para emprender sus iniciativas sin considerar el potencial que posee para hacerlo “por su cuenta propia”.
Saludos
Amalio
Gracias, Giovanni, por pasarte por aqui. De acuerdo con lo que dices. La carga de “trabajo inicial” es crítica para poder atraer recursos desde una postura de autonomía. Lo de hacerlo “por cuenta propia” es un valor que tenemos que impulsar.
un saludo
Alberto
Hola, Amalio:
Fue mi primer proyecto… cuando todavía era joven ;-)… desde los 18 hasta los 25… Conseguimos mantener la independencia de las instituciones, pero como no les permitimos ponernos condiciones nos asfixiaron hasta que algunos tuvimos que abandonar el proyecto.
Los que todavía siguen (¡20 años después!) lo han hecho a costa de renunciar a todo menos al proyecto, y siempre me pregunto hasta qué punto de coste personal merece la pena mantener la independencia sin aceptar algunas condiciones que nunca sabes si van a llegar a aceptar a la esencia de tu proyecto.
De todos modos, me encanta lo que dices: “necesitamos cada vez menos las instituciones para hacer cosas valiosas”. Quiero creer en ello.
Amalio
Alberto: Entiendo que es difícil, eso hay que reconocerlo. No es un camino de rosas, está clarisimo. Aunque creo que ahora, tal como estan las cosas, no sé que es más difícil, si trabajar/conseguir dinero de otros o concebir proyectos basados en la autofinanciación P2P. Lo que antes era “más fácil” ahora no lo es, así que al margen de los principios, deberíamos replantearnos el escenario incluso desde la perspectiva más pragmatica.
¿Nos asfixian las instituciones? Puede ocurrir, depende mucho también de a qué uno se dedique. Creo que tenemos que pensar en cosas que la gente realmente valore, y que por lo tanto, esté dispuesta a pagar. Para reducir costes hay que promover la colaboración, modelos que permitan “pagar entre todos” esos servicios, para que el coste unitario se reduzca, y hacer el servicio más asequible.
Oye, se pueden aceptar “algunas” condiciones. No planteo un modelo purista. Hay que negociar, ya lo digo en el post. En algunas cosas puede que necesitemos a las instituciones, pero lo que digo es que si quieres pedir ayuda, hazlo con algo avanzado, algo “hecho”, y no vayas a pedir dinero para diseñar cosas que solo están en tu imaginación.
Gracias, Alberto, por compartir conmigo tu experiencia. Seguimos pensando…
Nacho Muñoz
De acuerdo Amalio, dices que puedes tener una idea desarrollada con la que puedas decirle a quien pone la pasta que se va a hacer, “te ayuden o no”. ¿Pero qué pasa cuando es necesaria la participación y financiación de ese ente público para que tenga un sentido completo el proyecto que tienes en mente? Finalmente, cuando hay dependencia económica con la Administración, sea cual sea, la bajada de pantalones (perdona la expresión), de alguna forma, tiene lugar. ¿Qué crees?
Amalio
Amigo Nacho: Hablamos el otro día de esto en Girona, donde tuvimos oportunidad de retomar el tema. Respecto de la primera pregunta, permíteme pensar fuera-de-la-caja: son muy pocas las iniciativas que podemos hacer que necesiten rigurosamente la financiación de un ente público. Creo que nos hemos acostumbrado a buscar esa financiación en tiempos que eso era fácil, y por eso daba la impresión que nada se podía hacer sin ese dinero. También es verdad que no teníamos las herramientas de gestión de redes que tenemos ahora, y que abaratan un montón los “costes de coordinación” desde-abajo.
El escenario ha cambiado. Podemos hacer mucho más sin ese dinero que genera dependencia. Es cuestión de cambiar-el-chip, y darnos cuenta de eso.
Si fuera estrictamente imprescindible ese dinero para conseguir “un sentido completo” del proyecto, como planteas, entonces tenemos dos opciones: 1) Renunciamos al “sentido completo”, y nos conformamos con satisfacer solo aquellos objetivos que se puedan lograr con autonomía, 2) Nos curramos el proyecto por nuestra cuenta todo lo que podamos, desde lógicas de autofinanciación que permitan asumir sin condicionamientos esa “masa crítica de trabajo inicial”, y solo cuando tengamos algo robusto que mejore nuestra capacidad de negociación, salimos a buscar ese dinero.
Mi tesis, como sabes, es que la dependencia se debe en parte a la pereza. No queremos asumir riesgos, ni echar horas de trabajo que no sabes si las vas a recuperar. Pretendemos empezar de verdad cuando alguien ponga el dinero, y ahí está la trampa.
Creo que podemos bajarnos los pantalones mucho menos de lo que nos venden. Es parte del discurso del poder para que les tengamos miedo. Es parte del cantamañanismo institucional que alimenta el divismo de los cargos públicos y privados de grandes empresas.
Nacho, tenemos mucho más poder del que nos hacen creer. Podemos organizarnos, y no los necesitamos tanto. Ahora bien, si por pereza elegimos el camino más corto de bajarnos los pantalones, pues adelante, cada uno que se haga responsable de su ratio coste/beneficios.
Un abrazo, compi, me alegra que participes…
Nadir Chacín
Hola Amalio
Estoy totalmente de acuerdo contigo, 100%. Parece que este artículo me lo hubieras escrito especialmente a mí y a otro pocotón de personas creativas en México. ;D
El asunto es que las corporaciones privadas y el gobierno (entidades públicas) aún no entienden lo que es el trabajo en equipo, la ética y el respeto. Esta actitud es parte del sistema económico y político actual que legitima cualquier cosa en nombre de los propios intereses y del crecimiento en $$$. Es la manipulación del poder: su ejercicio desfigurado.
Sí: “necesitamos cada vez menos las instituciones para hacer cosas valiosas”.
Creo que se pueden crear muchas más uniendo varios equipos independientes, mediante alianzas estratégicas, con la reglas muy claras y equitativas. No se trata de grandes y de pequeños equipos independientes, es colaboración, búsqueda y realización de objetivos comunes.
Que cada equipo haga aquello para lo que es bueno. Unir talentos humanos en una acción interdisciplinaria. Terrenos especializados que se unen en un todo armónico. Cuando se trabaja así las ideas fluyen, la empatía de la gente que se une fluye, todo es mejor.
Muchas gracias, necesitaba leer algo así. Es mejor crecer fuerte, poco a poco, haciendo las cosas bien, respetando a los demás. Cada quien estableciendo límites muy visibles y claros.
Como bien dijo una chica en el muro de mi facebook: “El mundo es nuestro, el miedo a que lo sea de los otros”.
Saludos,
Nadir
Amalio
Hola, Nadir: “Unir talentos humanos” es el camino. Se puede avanzar mucho en esa linea sin dinero externo que nos condicione. El problema existe cuando el dinero se convierte en el objetivo.
“Es mejor crecer fuerte, poco a poco, haciendo las cosas bien”: por ahí van los tiros, precisamente.
Gracias por tu opinión…
Jesús
Básicamente de acuerdo, Amalio.
Aunque yo no me he visto implicado directamente en esos menesteres de buscar proyectos para la administración, sí que me ha tocado recientemente lidiar con la gestión de subvenciones a proyectos de innovación o de transformación en que nos embarcamos.
Creo que las exigencias de la administración que citas son comprensibles en cuanto a imagen, pero no en cuanto a la imposición de ponentes o de censura de contenidos, por ejemplo, que me parecen sorprendentes a estas alturas… viéndolas desde fuera. No pensé que fueran práctica habitual… y creo que no hay que tolerarlas mientras se pueda.
Desde mi pequeño rincón de gestión de subvenciones, sin embargo, hay algo que me preocupa mucho y que va en una línea distinta a la que mencionas, pero creo que coherente. La búsqueda de ayuda pública es, las primeras veces, una acción añadida, al margen del proyecto.
Sin embargo, según pasa el tiempo y con él varios proyectos y con ello la formación de hábitos, el peligro de que acabe siendo un objetivo tan importante como el del proyecto en sí mismo crece… y muchas veces interfiere de tal manera en las prioridades que se asignan o en la orientación de los objetivos que no sé… no sé si la búsqueda sistemática de ayudas no nos hace en realidad un flaco favor.
Y me da que éste es un mecanismo reproducible aún a mayor escala si eres una empresa que se marca como objetivo desarrollar proyectos para la administración.
Un saludo.
Amalio
Querido Jesus: ¡¡qué bueno verte por aquí!! El caso que cuentas de las subvenciones es algo diferente. Si la Administración aprueba un proyecto como “subvencionable”, dentro de un programa establecido que tiene normas claras, y ese “premio” se consigue en el marco de un ejercicio competitivo, uno todavía puede resguardar cierta autonomía. Eres uno más dentro de muchos candidatos que pugnan por repartirse unos recursos, y la Administración interviene pero te trata como un número.
El caso que cuento es cuando vas a buscar financiación ad-hoc, cuando intentas implicar a un proveedor de fondos (OJO, sea de la Administración o de una entidad privada, esto va con los dos) para que te pague el trabajo inicial de diseño y despliegue de una iniciativa.
Ahí se produce una interacción bis-a-bis, sin pautas claras, sin un marco regulatorio que te proteja, y donde campea por sus fueros la discrecionalidad. Si no llevas algo solido, avanzado, lo tienes chungo.
También en el post voy en la linea de tu segundo argumento: convertir esos fondos en un fin en sí mismos. Y el problema está en que no queremos asumir riesgos: no empiezo a “meter” tiempo en esto hasta que me den dinero. Es un error, y por eso estamos “vendidos”.
Las ayudas genuinas son lo que son, un complemento. Y lo dejarán de ser cuando se conviertan en un objetivo en sí mismas.
Me reitero en la misma idea: “necesitamos cada vez menos las instituciones para hacer cosas valiosas”.
Un abrazo, amigo!!