POST Nº 706 Que este miércoles me toque dar la conferencia inaugural del VII Congreso Internacional EDO23 es un lujo, una oportunidad que debo a mi libro. Me avisa Jesús Martínez que el escenario donde daré la charla, en el Ilustre Colegio de Abogados...
Estamos asistiendo al nacimiento de una nueva disciplina y ya tiene nombre: «DISEÑO DE LA PARTICIPACIÓN». Esta semana lo vi, lo acabé de ver en Zaragoza. Tanto que me animé a contarlo en Twitter con cierto alborozo y resulta que bastante gente se apuntó a la fiesta.
La ineptitud colectiva no es un fallo estructural insalvable, sino algo que se puede mitigar con buenos principios de diseño organizativo. Y adoptar buenas lógicas de inteligencia colectiva en la actividad del diseño nos lleva al llamado «Diseño participativo», que tiene innumerables ventajas en la creación de productos, servicios y políticas públicas.
El filósofo Amador Fernández-Savater, en un artículo publicado en elDiario.es, echa mano de Foucault y su interpretación del poder como un «campo social de fuerzas» que, en lugar de emanar concentrado desde una especie de «sala de mandos», se alimenta de las múltiples relaciones que atraviesan nuestra experiencia de la cotidianeidad, desde la educación, a la ciudad, la sexualidad o el trabajo.
La inteligencia colectiva es una de las palancas que más pueden hacer por la innovación pública. La Administración tiene unos retos tan grandes que pretender resolverlos por unos pocos expertos encerrados en los despachos es una temeridad. La inteligencia colectiva aporta empatía, diversidad, compromiso y legitimidad a la gestión pública.
Vídeo grabado de charla de Amalio Rey en Barcelona sobre aplicaciones prácticas de la inteligencia colectiva en las organizaciones: pistas, recomendaciones y retos de diseño
Éste es un experimento sencillo que podrían replicar otros blogueros. Vale la pena ensayar formas más atrevidas de aproximación a las personas que nos leen y romper así el silencio que a veces sentimos del otro lado
Un experimento para poner cara, o voz, a más gente de la que lee este blog. Me intriga saber cuántos de mis suscriptores, o de los que me siguen en RRSS, leen realmente mis entradas.
Poner el énfasis de los Laboratorios Ciudadanos sólo en aprendizaje nos puede llevar a una propuesta de diseño que descuide su papel principal de impulsar innovaciones con impacto en el entorno para el que se han concebido. El aprendizaje en innovación sería incompleto, si no se experimentan las ideas en contextos reales.
El filósofo Daniel Innerarity utiliza un razonamiento muy habitual que tiende a comparar la democracia directa, con sus fallos e imperfecciones, con una democracia representativa “de laboratorio”, que está a años luz de la que tenemos. Que no es, ni lo será. Estas comparaciones son sesgadas y no contribuyen a un análisis justo de pros/cons de ambos modelos.