El violinista (post-209)

Esta historia es de 2007, así que con bastante probabilidad ya la conoces. Pero Internet tiene eso, es anárquico y recurrente.
Todo va tan rápido que nos perdemos mucho material interesante que después vuelve a uno por casualidad, porque tenía que volver o por algún amigo que quería que eso ocurriera. Es lo bueno de documentar en la nube.
Ayer me han pasado este PPT, que relata un curioso experimento realizado en el Metro de Washington DC, y me ha parecido muy oportuno para estos días en que tenemos más tiempo para pensar.
Nos plantea preguntas como éstas: ¿Somos capaces de percibir la belleza? ¿No andamos demasiado de prisa para apreciarla? y sobre todo, la interrogante que me parece más reveladora: ¿Reconocemos el talento en un contexto inusual?
Mírate la presentación primero, y después te comento algo más:
Ahí la tenemos, la dictadura del reloj haciendo otra vez de las suyas: Un niño de 3 años fue el único capaz de conectar genuinamente con lo que allí estaba pasando.
Qué surrealista: por Joshua Bell mucha gente estaba dispuesta a pagar 100 dólares para escucharlo en el Teatro de Boston, pero muy pocos 1 euro por un artista anónimo que hacía la misma música, exactamente la misma, pero en el Metro.
Cualquier coincidencia con lo que pasa en Internet NO es pura casualidad. El «marquismo» es uno de los males que padecemos por estos territorios. Lo de siempre: el glamour, la fama y el contexto nublan bastante la percepción.
Pero es hora de que aprendamos a juzgar el contenido al margen de los nombres, porque así haríamos mucho bien al talento y a la innovación. Para eso hay que observar con atención, sin prisas, y no dejarse empobrecer por los estereotipos. Es una habilidad, por cierto, que me propongo seguir cultivando en 2011.
Me gustaría que esta historia te haga pensar, que te haya servido para algo más que escuchar de nuevo al genial Bach, que no es poco. Ya me cuentas…
tpmkqeas
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Angel
Amalio, me he pasado por tu magnífico blog y he encontrado esta experiencia tan reveladora de la naturaleza humana de «El Violinista», que ya conocía.
Hablando de innovación, los talentos o la tecnología producida en España no se valora ni por los propios paisanos ni por la cuna de casi todo el desarrollo de la humanidad de este último siglo, los EEUU. Nadie espera que puedas tener una tecnología superior desde España.
Si la tienes, vale cientos de veces menos si la vendes desde España que si la vendes desde los EEUU.
Especialmente hablar con acento andaluz hace pre-enjuicia a los paisanos a pensar que no puedes ser tener talento.
Me acuerdo de la gran injusticia que cometieron muchos aficonados del club que amo con Manolo Jiménez. Batió records de goles en 105 años de historia sevillista, puntos en liga, mejor equipo del mundo en muchos meses, y el Sevilla hizo el mejor futbol que hizo nunca (dicho por entrenadores de prestigio), pero pasó desapercibido a casi todos por los prejuicios contra el que entrenaba al equipo y haber experimentado recientemente la excepcionalidad de 5 títulos seguidos el equipo después de medio siglo de secano.
Es naturaleza humana, el talento tiene que estar en el contexto adecuado y en el momento adecuado para que unánimemente sea reconocido.
Y Feliz Año 2011.
Joanka
Hola Amalio,
Aunque estoy de acuerdo en el hecho de que no se valora igual lo que no cuesta (de eso se trata precisamente cuando reivindicamos la cultura del esfuerzo, ¿no?) creo que el contexto situacional es relevante en este caso. Más allá de si estamos en el metro, en la calle o en cualquier otro lugar, cuenta el propósito que nos lleva a estar ahí.
Prestamos más atención a un músico en el teatro porque nuestro propósito era ir al teatro a escuchar a ese músico. En cambio, en el metro nuestro propósito rara vez es deleitarnos con los sonidos e imágenes que nos ofrece el entorno, sinó que enfocamos nuestra energía y nuestra atención en hacer aquello que hemos ido a hacer: llegar desde un punto A a un punto B en un tiempo determinado. Esto, que a priori nos puede parecer negativo por la belleza que nos podemos perder, no lo es tanto… no es más que estar centrados en nuestro objetivo.
Y conste que gracias a mis hijos, me pierdo muy pocos músicos callejeros que valgan la pena. Y siempre son recompensados (incluso los que no valen tanto la pena) por compartir su música.
Un abrazo
Bartolome
Algún comentario lo deja clarísimo, no se valora lo que no cuesta…
Amalio
Bartolome:
Asi es, y da mucha pena. Tenemos que currarnos mas eso, no??
un abrazo, feliz 2011… y que nos sigamos viendo 🙂
Jesús Fernández
Conocía la historia, sí, pero está bien recordarla cada poco tiempo. La verdad es que, sustituida la música original por el Canon de Pachelbel incluso emociona seguirla.
Pero… nada nuevo bajo el cielo. Me ha traído a la mente la «cara B» de la consultoría.
La interna.
Porque en nuestras empresas también pasa. Cada día. Hay gente que impulsa ideas transformadoras dentro, que no son merecedoras de la autoridad que se otorga a cualquiera que las traiga desde fuera. Suena familiar, ¿verdad?
Menos mal que con el tiempo, a veces… nos paramos a escuchar y descubrimos sonidos que se nos estaban escurriendo entre las manos…
Definitivamente, conviene cuidar y reeducar los sentidos, para pararse a explorar con deleite lo que nos llega a su través.
Felices fiestas, Amalio.
Amalio
Jesus:
Una alegria verte de nuevo por aqui. Lo que comentas de la consultoria interna, pues sí, veo un perfecto paralelismo con lo que aqui contamos. Viene «la marca» de afuera repitiendo lo mismo que venimos contando hace tiempo desde adentro, y parece que tiene más razón.
«reeducar los sentidos»… ese es el camino, Jesus. «Explorar con deleite»… mmm.. suena bien eso.
felices fiestas para tí, tambien
Peter Hodgson
Estoy con Francesca pero sin enfado. Al contrario acepto que las cosas se entienden en su contexto y se pierden fuera de él. Tengo conocidos que no me conocerían fuera de mi contexto de trabajo (y mira que soy raro) y, la verdad, me pasa exactamente lo mismo con ellos.
El «marquismo» (¿el sólo valorar las cosas por la marca?) me parece en alguna medida independiente. La marca tiende a sustituir el objeto real y de forma invariable por ahorro de energía cognitiva (porque somos vagos para pensar) pero, como sabes mejor que yo, esto no siempre juega a favor de la marca.
Francesca
No me he enfadado… solo estaba «enrabietá» 😉
Amalio
Peter:
Bueno, es una forma de verlo, pero creo que es un mimetismo que podemos re-aprender. Precisamente creo que es ahí donde está la oportunidad de innovar: conectar hechos con contextos no obvios.
No me creo que a tí no te reconozcan fuera del contexto de trabajo. Queda bien la frase, pero lo dudo 🙂 Eres un tio singular, como seguramente lo era ese violinista… tanto por sus gestos como por su música.
Somos vagos para pensar, pero eso no significa que sea el mejor escenario posible. Algunos son mas vagos que otros, y en ese continuo tenemos desde «borregos» a «revolucionarios». Lo que yo pretendo, en la medida que puedo, es moverme en ese continuo hacia una percepción más genuina, que dependa menos de ese «ahorro de energía cognitiva» que se llama «marca», y que como sabes, es fácilmente manipulable.
un abrazo, compañero, como siempre…. besos a Gloria
Juana
Bueno pues …. ¡aprendamos a escuchar!
Veréis, soy un desastre para la música, pero mi marido con mucho empeño y paciencia me ha intentado enseñar a distinguir, aunque sea un poco, un músico de verdad de uno que toca por …. lo que sea.
En el metro hay gente buena, de repente vas por una escalera y suena algo con sentimiento, algo «de verdad» y, entonces te llenas de alegría …. «este» es «de verdad» ¡guauuuuuu! ¡que bien suena!
Os lo propongo como ejercicio, aunque solo sea por los escasos minutos o segundos que dura el recorrido por ese pasillo.
Siempre he pensado que estaría bien que el metro contratara músicos para que no deleiten por los rincones.
Nunca doy dinero por la calle, ni compro música, ni discos, ni nada fuera de los circuitos normales o las ferias de Artesanía (que me gustan mucho).
Bueno, ya sabéis que soy rarita.
Amalio
Juana:
Gracias por contarnos tu experiencia. Veo que tu marido tiene paciencia, enhorabuena por él, y por tí…
No te creas que yo tengo mi percepción musical cultivada. ¡¡para nada!! Pero creo que la belleza «canta», que es dificil de no distinguirla. Cambiando de tercio. Yo nunca habia bebido vino, no tenía cultura de probar vinos. La primera vez que lo hice, me pusieron dos vinos, uno muy bueno y uno bueno o regulin, y rapido me dí cuenta cual era el mejor. Creo que lo genuinamente bueno te llama, agita la etiqueta para que lo identifiques.
Yo soy de los que va de prisa, pero cuando voy a una ciudad con Metro, sobre todo Madrid, me pasa mucho eso, y suelo detenerme en los rincones donde algo me atrae. Y si paro, seguramente dejo dinero.
un abrazo
cumClavis
Entre otras muchas cosas, la culpa la tiene también esa prisa que te anima a echar mano de chuletas [marcas, apariencias, precios como han dicho por aquí…] con las que pillar a la primera las cosas por las que vale la pena “casidetenerse”. Si no tuviéramos tanta prisa tendríamos dificultades por no detenernos ante la belleza de cualquier cosa…
Hummm, seguro que la acústica del metro no era la misma que la del Teatro de Boston o auditorio similar…parece que no pero esto hace…;-)
Amalio
Manel:
Pues si, la dictadura del reloj, ese asesino silencioso que agota al alma. Y ahí seguimos colgados del paradigma de la eficiencia = simplismo (que no «sencillez»).
Eso, eso… la acustica del teatro costaba, en este caso, 99 euros más… En ese plus de precio tendríamos que contar tambien el networking, el pavoneo, el cotillerío social, y también… la sensación de exclusividad que da conseguir una entrada para una función que ha colgado el cartel de «agotado». El Metro es democrático, entra cualquiera, y eso a mucha gente no le mola…
Francesca
Hola Amalio, voy a ir al grano, contestando a tu pregunta:
¿Reconoceríamos el talento en un contexto inusual?: NO. Es más, en uno usual si el que lo manifiesta tiene una apariencia poco común, pues TAMPOCO. Sólo unos cuantos desprejuiciados tienen la habilidad de distinguir el fondo de la forma, de separar el valor del contenido de la calidad del envoltorio… En todos los ámbitos además. La mayoría sigue con el “¿Dónde va Vicente? ¡dónde va la gente!”
¡Qué coraje que me da eso, Amalio!… no digo más, porque he empezado con eso de “voy a ir al grano”, pero me da mucho coraje que esta sociedad se mueva solo por lo que algo aparenta ser y menosprecie lo que realmente es…
(si los innovadores fuesen como todo el mundo, pensarían como todo el mundo y no innovarían un pimiento… son «raros»… y a veces hacen cosas bellas; por eso me da coraje… si sólo le pasase a los violinistas, me daría rabia, pero no me preocuparía tanto… pero es que nos la estamos jugando pasando de largo ante iniciativas que valen la pena).
Un abrazo y feliz año 2011, que va a ser de traca, ya verás 🙂
Amalio
Francesca:
Estoy de acuerdo. No solo influye el «contexto», sino tambien la «información previa» y los estereotipos que uno se puede hacer a partir de la apariencia de la persona talentosa. Nos movemos por estereotipos, estamos atrapados por ellos.
«Desprejuiciarse» es una habilidad que hay que entrenar, y eso requiere empeño. Yo llevo tiempo con eso, intentando escapar de esos mimetismos, que tambien los tengo… pero cada vez voy venciendolos más. Me ha ayudado mucho esto del «pensamiento creativo a partir de la hibridación», que aconseja «buscar lejos»… Me estoy entrenando en ello, intento explorar lo contrario, mezclar cosas inesperadas, cuestionarme lo aparente… y eso poco a poco va calando.
Yo comparto contigo el enfado, Francesca. Es bueno enfadarse de vez en cuando, sobre todo, cuando se trata de situaciones injustas… y que ademas, nos empobrecen..
besos
QQ
En alguna ocasión he pensado «que valor tiene este tio por estar aqui en medio de la calle organizando un espectáculo que además está super currado». Otras veces he visto violinistas que me han hecho caminar lento en las calles de Sevilla y me he preguntado… ¿como le doy las gracias con algo mas que 1€? ¿que es lo que realmente se puede hacer por el? ¿por qué tiene que estar ahi sentado?
En demasiadas ocasiones uno pasa de largo mirando «al tendío» o simulando estar distraído, probablemente es porque estamos mandando callar a nuestra sensibilidad o nuestra armadura lo impone. Quizás nuestro estado de alerta se activa cada vez que cerramos la puerta de casa para ir con prisa a la calle a hacer algo que debemos o incluso, en dias de suerte, queremos.
LA sensibilidad es como el mar limpio y el chapapote es la ingente cantidad de información absurda que recibimos todos los días, menuda pelea hay que tener con uno mismo para tratar de no perder la conexión con la belleza.
Ha sido genial ver ese experimento para afianzar la idea de que hay que hacer por darle de comer al alma, quedas tageado! (ay, delicious)
abrazos y feliz fin de año.
Amalio
Hola, Enrique:
Oye, hay mucha gente en la calle que me da lastima, pero hay algunos que no. Algunos van tan bien puestos, tan dignamente metidos en su papel, que te dá la impresión de que es una decisión que han tomado. Que les gusta hacer música para la gente, con libertad, y eso lo puedo entender perfectamente.
Yo suelo detenerme bastante ante estos musicos callejeros si me llaman la atención. Y está claro, si me detengo, siempre dejo dinero. No entiendo la actitud de quedarse a escucharlos, y despues pirarse como si nada, sin dejar nada. Y me consta que hay algunos muy pero muy buenos.
Viendo el video de este tio, escuchando la melodía, me cuesta creer que haya habido tan poca gente que percibiera que se trataba de un genio. Eso tiene que notarse, no solo por la calidad de lo que toca, sino tambien por la actitud y los gestos. Pero el problema que tenemos es que NO observarmos. Un monton de gente dándole a los botones del movil o encerrado en sus auriculares del iPod, y así es imposible palpar lo que ocurre en el entorno.
Pues si, tragamos «chapapote» en cantidades industriales. La «conexión con la belleza» hay que entrenarla y mimarla.
un abrazo
Andres Schuschny
Algo parecido sucede con los cursos y talleres, si los haces gratis no va nadie, cuanto más caros los cobras, más interés concitan, independiente de cuáles sean los contenidos sobre los que se trabajará… no se ha sucedido eso?
Amalio
Andres:
Pues si, ocurre bastante. Esa relación Calidad=Precio, tan engañosa, funciona como trampa de marketing. Y tambien la de Marca=Precio. Si el ponente tiene nombre, «reputación» (dígase que ha escrito un libro que en su momento tuvo exito, aunque todavia viva de la renta), entonces esto tiene que costar pasta. La gente la paga por decir que estuvo ahi, aunque lo que escuche lo pueda leer en cualquier post de la blogosfera, totalmente gratuito. Yo, en todo caso, me resisto a cobrar por nombre, ni a trampear con esa variable. Creo que las cosas tienen un valor, y no es tan dificil estimarlo..
un saludo
enrique
Amalio, acertado como siempre, y muy actual, hace un par de semanas en Madrid con una violinista de la orquesta de RTVE y un amigo, los tres comentábamos esta historia, que efectivamente nos muestra como nos dejamos llevar por lo superfluo pero de moda, en lugar de por lo verdadero.
Como la mayoría de nosotros en estas fechas.
Gracias
Un abrazo
Amalio
Gracias, Enrique.
Las modas barren con todo. Tenemos muy mala memoria, y una obsesiva necesidad de recambios. «Vida liquida» a tope…
un abrazo