Metodólogos de salón (post-217)
Hace poco participé en un proyecto en el que me tocó adaptar una metodología de gestión de una red de técnicos-asesores de innovación y dar formación para que esa metodología se implantara.
Puff… las metodologías y los metodologistas, en menudos líos me meto yo… fue lo primero que dije cuando recibí el manual donde se explicaba el dichoso sistema de gestión y el modelo de indicadores que se pensaba usar.
Fíjate bien, esto no falla: Contrata a un experto en metodologías, sin una muy acreditada visión de usuario, para que te desarrolle un sistema de gestión de lo que sea, y prepárate para sufrir.
La metodología resultante suele ser como los gases, que se expande infinitamente hasta ocupar todo el volumen/tiempo disponible de las personas que se supone debe ayudar a gestionar, o sea, los currantes.
Éste es un ejemplo más de los efectos perversos de la división del trabajo: encomendar a un “experto en metodologías” que diseñe una herramienta que él/ella no va a tener que usar, que no va a sufrir/disfrutar en el día a día.
Sé que esto puede molestar, pero si no lo digo, contaría la historia incompleta. Estos “metodólogos de salón”, como me gusta llamarlos, los tenemos sobre todo en dos ámbitos:
- Las universidades: Son investigadores re-convertidos en consultores, que siendo estupendos teóricos, solo conocen las empresas de leer artículos en revistas como Harvard Business Review o refritando libros de management.
- Las grandes consultoras: Encargan a becarios sin experiencia el bodrio metodológico de turno advirtiéndoles que para poder pasar al cliente una factura jugosa, y cubrir sus hipertrofiados costes de estructura, necesitan un documento de muchas páginas, que destile complejidad, y ayude a pedir más pasta para su posterior implantación.
Ambos se equivocan: una metodología que funciona ha de ser lo más simple/sencilla que se pueda, pero “saber simplificar es una gran sofisticación”, y solo se consigue a partir de una comprensión muy profunda del problema (no basta con podar, hay que sintetizar). Eso solo se da en los consultores con empatía y una determinada experiencia práctica trabajando del otro lado de la barrera.
Ya me pasaba esto cuando estudiaba en el Máster, con un profesor de Estadística que era un hiper-experto en esa ciencia, pero que no tenía la más mínima visión-de-usuario, entiéndase, la empatía de ponerse en el pellejo de la persona que iba a aplicar todo eso a la realidad. En cambio, tenía un amigo que usaba a menudo la buena Estadística para resolver problemas concretos en sus investigaciones, y la explicaba como Dios, haciendo valer eso que dicen de que “no hay nada más práctico que una buena teoría” transmitida con los pies en la tierra.
Esto me recuerda lo importante que es trabajar con consultores que lo son de verdad, es decir, que puedan acreditar experiencia de haber trabajado en el ámbito que pretenden “dar consultas”.
No es lo mismo ser un teórico de algo, por muy bueno que se sea, a haber tenido que tropezar con las dificultades y los problemas que condicionan en la práctica la viabilidad de una metodología de gestión. Si eres de los últimos, diseñas metodologías con una sobriedad y un espíritu contenido que suelen agradecer los que después tienen que aplicarla.
Con los metodólogos-de-salón corres otro riesgo: Su obsesión por controlar y que quede todo tan bonito en su modelo, genera tanto sobre-trabajo, que los indicadores se convierten en la atracción de feria. Esto es un clásico en proyectos donde participo últimamente. Me encuentro con engorrosos “sistemas de indicadores” que aspiran a controlarlo todo, pero que al final son tan complejos que no sabes bien qué es lo que miden.
La complejidad de la innovación no se puede meter en un sistema de indicadores concebido con espíritu perfeccionista. Esto funciona como un grafo en forma de U invertida: hay un cierto nivel de datos que ayuda a mejorar la eficacia y eficiencia, pero a partir de un punto, si sigues reclamando información, el efecto es contrario, distraes a la gente de su objetivo principal que es trabajar a pie de calle con las empresas para que innoven.
Ser quisquilloso con la metodología la convierte en un fin en sí misma, y eso ya sabemos a dónde nos lleva, y se llama “burocracia”.
¿Qué opinas de esto? ¿Te suena la melodía?
Jose Orbe
Hola Amalio, encantado. No puedo de dejar de comentar tu post que no hace sino reafirmar una idea que me ronda desde hace unos días. Cualquier método que se quiera implementar en una empresa tendrá más posibilidades cuanto más participación hayan tenido en el diseño del mismo sus usuarios. Dicho así es puro sentido común. Pero se nos olvida muchas veces, al “experto” porque le puede parecer que no es tal si pide la colaboración y participación de su cliente en la búsqueda de la solución y a la empresa porque puede pensar que con la contratación del experto el problema ha desaparecido. Y luego pasa que se va el experto, el problema sigue y en ocasiones es más grande y complejo porque no hay dios que entienda la metodogía impuesta. Moraleja: humildad en el experto y responsabilidad en el cliente. Saludos
Amalio
Hola, Jose:
Lo de la participación es vital. Los “sufridores” tienen que expresarse, coger el micrófono y poner los límites porque son los que van a adoptar la metodología. Así es como se pone en valor un sistema de gestión. No hay otro camino. La solución está en que el “experto” se cambie el sombrero por el de “facilitador”.
Saludos
Iván
Grande Amalio. Chapeau por el post, tela con lo que dices de las Universidades y vivir en un mundo feliz. Y tela con lo de las consultoras que siguen vendiendo los pedazo tochos, lo peor de todo es que las empresas siguen comprando esos mega tochos en papel y a precio de oro 🙂
un abrazo
Iván
Amalio
Iván: Gracias, colega. Pues sí, seguirán vendiendo “mega peazos de tochos” mientras haya insensatos que los paguen. Esto me recuerda una consultora donde trabajé hace muchos años que me hizo engordar al doble un informe final que preparé en un proyecto porque decía que “el cliente no iba a pagar tanto por un informe tan corto”. xxdd… así nos va, no??
un abrazo
Angel
Amalio:
Un artículo excelente y necesario. Perderse en el medio o facilitador para olvidarse del fin que se buscaba no nos resulta una historia nueva, y sin embargo no aprendemos.
Las metodologías deben ser una referencia que hay que adaptar a la cultura organizativa y, sobre todo, a las necesidades de negocio.
Hay que evitar también huir de las falsas verdades universales, como que no se puede gestionar lo que no se puede medir, e ideas similares que nos hacen dedicar esfuerzo ímprobos cuyo beneficio está por demostrar.
Por último, una recomendación, empezar a leer sobre Agile, Scrum, Lean, Kanban… aunque seguro que ya estáis en ello.
Ángel
Amalio
Angel:
Gracias por tu interés. Oye, me ha gustado esto de que “hay que huir de las falsas verdades universales como que no se puede gestionar lo que no se puede medir”…. 🙂 esos tópicos y mantras que hemos repetido infinitamente del Management, y que ni siquiera nos hemos detenido a pensar si son ciertas. Obviamente que se pueden gestionar cosas sin contar con tales indicadores, no es una condición tan rotunda para hacer las cosas bien.
Estamos con SCRUM y Agile, por supuesto… Ahora estoy leyendo “Re-work”, de la gente de 37signals, que explica con sencillez la lógica que está detrás de la simplificación…
un saludo
Angel
Re-work es un gran libro. Cuando lo comparas con Peopleware se hace un poco más pequeño, pero las comparaciones son odiosas y en este caso incluso no buenas puesto que el momento en que se han escrito y el contexto de quienes los han escrito es muy distinto.
En cualquier caso, ambos libros son para releer infinitas veces.
Abrazos,
Angel
Amalio
Gracias, Angel. Tomo nota de “peopleware”, que no lo conocía. ¡¡A por él!! ¿te refieres a este libro? un abrazo
Angel
Efectivamente.
Peopleware es el libro que cualquiera de los que estamos en las TIC quisiera regalar a su jefe, pero pocos se atreven. Es libro de culto y algún día algunos nos animaremos a traducirlo al español.
Estoy totalmente seguro que te va a encantar.
Angel
Angel
Por cierto, te va a salir más barato en UK, sobre todo si tienes algún amigo allí.
http://www.amazon.co.uk/Peopleware-Productive-Projects-Teams-2nd/dp/0932633439/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1297342455&sr=8-1
Saludos
Angel
Paco Muñoz
JEJEJEJEJE. Me estoy acordando de los tiempos en los que todas las empresas se estaban certificando en calidad. Por aquel entonces yo andaba trabajando en una multinacional que incrementó sus costes indirectos en un 10%. Enfrente, la competencia, ajustó su modelo a las necesidades del bolsillo y, sobre todo, del mercado. Su sello no era tan lustroso como el nuestro pero el cliente no notaba la diferencia.
Para colmo, los vendedores bajaron su productividad debido a los corsés impuestos.
Yo también creo que la culpa no fue del consultor. El hizo lo que le pidieron.
Amalio
Paco:
Bueno, esos tiempos son todavía los de hoy. Seguimos inmersos en la lujuria de las certificaciones, y de los sellos lustrosos. Ya sabemos que ese es un negocio más.
La “culpa” es compartida. Yo no hago nada que me pidan que haga si no creo en ello. Es que se me notaría. Pero incluso en el caso de que hiciera lo que me piden, siempre hay formas de hacer ver dónde está realmente el valor añadido….
Prudencio
Realmente me sorprendes, Amalio. Es de estas veces en las que reconozco que no he pensado en algo que leído ahora en tus líneas resulta de gran evidencia.l
Muchas Gracias, porque me acabas de ayudar a poner una pieza de mi puzzle que me faltaba (y que yo no sabía que me faltaba).
Un abrazo de Prudencio
Amalio
Prudencio: Me alegra haber aportado una pieza a tu puzzle, compañero. Nos pasa a todos… que andamos con rompecabezas incompletos y no lo sabemos hasta que un día alguien nos enseña esa pieza que ni siquiera sabíamos que teníamos que incluir…
Un abrazo
Javier González
Excelente Amalio,
imagina toda esa energía y tiempo en procesos empresa – céntricos, frases y siglas inentendibles, sistemas de control y números, manuales de calidad” (desde el punto de vista de la empresa)….se enfocara en entender realmente las necesidades y deseos del cliente…
Amalio
Javier: Pues sí, da mucha pena ver que esa energía se usa para tantas tonterías. Y lo dices bien, en lugar de canalizarla para atender las expectativas del cliente, y de los actores que protagonizan la experiencia, que es lo verdaderamente importante. Un saludo
Sergio Rosillo
Hola Amalio,
Respecto al contenido de este post coincido contigo en el fondo pero, quizás, no en la forma.
Es cierto que toda metodología de acción, gestión o desarrollo de procesos de una compañía debe pasar, inexorablemente, por una orientación centrada en las personas que participan de dichos procesos.
Ahora bien, pienso que la culpa, por llamarlo de alguna manera, de que la implementación de metodologías no funcione como debería, no recae tanto en la figura de los ‘expertos en metodologías’ como los denominas tú, tanto como en la filosofía de la compañía misma y en su interés por implicarse de verás en los entornos en los que dicha metodología debe actuar.
Sin una implicación clara de la organización en dichos procesos, esto es, delegando arbitrariamente sobre un externo dicha responsabilidad, lo más normal es que la herramienta se convierta en un peso, un lastre, y deje de ser funcional.
Posiblemente, en ese sentido, es responsabilidad del consultor aconsejar, así como proveer de artefactos para, la implicación de la organización en los procesos de desarrollo de metodologías, llevando a cabo una estrategia bottom up, por ejemplo, en la que quede recogida la información necesaria para que todos los aspectos importantes que hacen que las cosas ‘funcionen bien’ [aka métodos] sean también reflejo de la organización y no, como a veces ocurre y tú refieres, meras imposturas que más que facilitar, complejizan in extremis los flujos de innovación.
Por otro lado, y ya para finalizar, echo en falta una visión más clarificadora del término metodología. Para mi, podemos hablar de diferentes acepciones, una afín a los procesos de gestión, lo cual bien puede acercar el concepto al ámbito de lo burocrático y otra acepción, bien distinta, que sitúa lo metodológico en el ámbito del conocimiento, de la ciencia, la tecnología o el diseño, campos en los que la ‘posesión de saberes’ metodológicos son fundamentales a la hora de guiar acciones en dichos campos.
Un saludo y gracias por fomentar este espacio de reflexión.
Amalio
Hola, Sergio:
Añades un punto de vista interesante, pero que quizás es tema de otro post. Estoy totalmente de acuerdo contigo cuando te quejas de que las organizaciones no tienen muchas veces la disciplina que se necesita para adoptar una buena metodología con todas sus consecuencias.
Pero hay de las dos cosas, y en este post me centro en las consecuencias negativas de un exceso de división del trabajo: 1) Uno diseña, 2) Otro implanta y usa. En el post creo que la palabra que más repito es “empatía”, lo que no es casualidad. El problema de fondo es ese, además de falta de experiencia. Los metodólogos de salón NO son empáticos, no consiguen ponerse en el lugar del empresario/trabajador que tiene que adoptar en el día a día su sistema. Esa carencia se agrava cuando les falta experiencia, y entonces prevalece la elegancia teórica del modelo sobre la usabilidad.
Ya escribiré algo sobre el otro lado de la historia que tú comentas, y que veo complementario a éste: cuando la empresa/organización no se toma en serio una metodología o sistema de gestión bien diseñado.
Un saludo
cumClavis
Bien Amalio, supongo que te has encontrado con alguna experiencia reciente y sienta mal [reconozco la sensación] y la verdad es que hay tanta diversidad de metodologías como de consultores, un fenómeno [el de esta diversidad] que te sienta mejor o peor dependiendo de como tengas el cuerpo. En el caso que explicas se trata de uno de los fenómenos que más afectan a la profesión.
Amalio
Manel: He tenido, como comentaba en el post, una experiencia reciente, pero podría enumerar muchas más. La “metodologitis” que comenta Andres más arriba es pan nuestro de cada día. A mí en general me afecta bastante cuando toca aplicar un engendro de esos, ¿cómo le dices al cliente lo que piensas sobre algo por lo que ya ha pagado una pasta? ¿cómo das una opinión honesta sin desdeñar el trabajo de otros?
Rafael Uceda Vañó
Totalmente de acuerdo, Amalio. He participado en proyectos donde el 70 por ciento del tiempo y esfuerzo se iba en reportes de gestión por el sistema metodológico que habían implantado.
Por otro lado, la referencia que haces a las grandes consultoras es fielmente veraz y una práctica deleznable. Profesionalmente, tengo la máxima de simplificar las acciones y métodos de trabajo al punto de optimización de, sobre todo, los recursos ajenos. Para quien trabajas, has de ahorrarle el máximo de tiempo posible y no marearlo y “engordarle el caldo” para justificar honorarios. Pero este fenómeno está cambiando. Con el tiempo, las prácticas de ventas de humo quedan al descubierto. Conozco a varias organizaciones de importancia que ya han cambiado de macroconsultora a asesor artesano (como con acierto semántico sueles denominar).
Amalio
Rafael:
Yo he vivido eso también. La sensación de estar perdiendo miserablemente el tiempo en tareas improductivas e inútiles.
Es cierto que vamos cambiando cosas, y que la transparencia… y sobre todo, la facilidad con que ahora podemos comparar, hace que “el humo” se note más.
un saludo
Andres Schuschny
Muy bien. Siga combatiendo la metodologitis. un abrazo
A.
Amalio
La “metodologitis”, Andres, un mal que se come la moral de cualquiera, ¿a que sí? un abrazo
David Sánchez Bote
Y tanto que me suena, y en la Universidad tenemos prueba de ello. Desde que ha entrado Bolonia tengo la sensación de que dar clases es algo muy complicado. Programaciones y más programaciones, fichas, plantillas, etc. para identificar que vas a hacer a cada minuto…y yo me pregunto, y si a medio semestre quiero cambiar de dirección qué hago? Y entonces me dicen, por dios no seas tan poco profesional y cumple lo que has planificado hace 2 meses aunque ya no sirva…y así nos va.
Amalio
David: La verdad es que estoy poco informado de cómo va lo de Bolonia, pero sí que he escuchado muchas críticas sobre su aplicación en España por gente que no es precisamente provinciana, sino que está a favor de que la universidad se abra, y “vea mundo”.
Ains… “no seas tan poco profesional”… las cosas que dice la gente, xxdd
Josean Rodriguez
Joder Amalio, que razón tienes!!
Lo comparto absolutamente. No hay gestor de empresa q no haya sufrido en sus carnes y castigadas neuronas, en alguna medida algo de lo que nos cuentas…
Sembrao es lo que has estao!!
Solo queda procalmar bien alto: Viva la sencillez y lo artesanal a la medida!!:-)
Amalio
Gracias, Josean. Vamos a tener que liberarnos de mucha complejidad, pero también aprender a usar metodología de la buena, de la que ayuda a la gestión, no??
un saludo