Química personal y diversidad en el trabajo (post-245)

Celebrar las virtudes del buen feeling o la “química” en el trabajo es casi una obviedad. Ya eso lo sabemos, y más desde el visceral espíritu latino.
Así que prefiero hablar de lo que nos perdemos por darle a la química demasiada importancia, que es de esas neuras silenciosas que más perjudican a la gestión del cambio y a los equipos de proyectos.
Sería de falsos negar que se trabaja más cómodo con gente afín, pero también es verdad que a más obsesión con la afinidad, más riesgo se corre de descuidar la complementariedad.
El juego de la diversidad no prospera instalados en la cómoda afinidad de talantes. A más rollito eufórico de químicas de tribu, más endogamia, y menos se entrena la compleja alquimia de la empatía.
Por supuesto que hay niveles de no-feeling que son intolerables. Cuando eso ocurre, a otra cosa mariposa. No hay meta que amortice el mal de hígado. Pero a ver dónde ponemos el umbral, dónde colocamos ese puntito de “química-mínima-tolerable”, porque eso dice mucho de lo integradores o excluyentes que somos (he dicho “somos”, no “decimos”).
Creo que se ha exagerado mucho con esto. La química del trabajo no es la química del amor, ni del sexo. No le pidamos tanto. Ni siquiera la química de la amistad es tan rotunda como la química del amor (a ésta sí que conviene hacer caso). Y mientras más autónomos (entiéndase: que nadie dependa de nosotros) más peligro de caer en esa especie de ñoñería excluyente.
Y lo que más importante: la química es algo dinámico. El aroma de la pócima puede cambiar, y mucho, si se dan oportunidades. Hay que dar tiempo a que “el otro” se muestre de forma natural, hay que abrir espacios de confianza para que aflore ese feeling-mínimo que hace posible las cosas. Porque es un mito que la “química personal” sea algo mágico que surge con la precisión cartesiana con que se libera una hormona. No, es también el resultado de nuestros prejuicios: La química que percibimos es en parte una fabricación nuestra, un subproducto de nuestras neuras. Ya sabes, el Efecto-Pigmalión de la profecía autocumplida dando por saco.
La experiencia es un grado así que lo tengo claro: los sibaritas de la química personal restan porque desconfían, nunca construirán nada de auténtico impacto social, porque sumar exige ser abiertos, flexibles y generosos con los diferentes.
Otra cosa que he descubierto con la madurez es que hay personas que llevan un interfaz (y unas hormonas…) que no se merecen. En exceso o en defecto, me da igual: ¿A cuánta gente buena no les damos tiempo para que manifieste su verdadera naturaleza? A la primera le colgamos el sambenito, la dichosa etiqueta, y sanseacabó. Lo hemos jodido, no hay nada más que hacer.
Sé que con los años nos volvemos mas majaderos, cascarrabias y selectivos, pero estoy empeñado en hacer el viaje en sentido contrario. Intento valorar lo que hay detrás de las apariencias porque es lo que verdaderamente me importa. La razón es sencilla: detrás de químicas complejas suelen haber talentos extraordinarios por revelar, y por eso en el salario de un buen jefe de proyectos está incluido sacar lo mejor de cada uno. Los mejores que conozco son maestros en descubrir y canalizar talentos detrás de interfaces complejos que otros han rechazado por pereza.
Tenemos el deber de separar el contenido de las formas, y confieso que a mí eso me está costando cada vez menos. Quiero a los mejores, salvo a los imbéciles, como un día le escuché decir a Odilas después de este consejo: “Mantén un sano equilibrio entre el feeling y la idoneidad”.
Eso sí, integrar pero no forzar. Una mente asertiva trabaja por aceptar, pero jamás presiona para que se le acepte. La falta de química, cuando se da, suele ser asimétrica, así que lo peor que podemos hacer es forzar conexiones que no desea el otro.
Matizaré también otra cosa: coincidir en los objetivos y el perfil vital sí que es importante, al menos para mí. Aunque con el talante soy mucho más laxo, no me interesa una diversidad que se base en valores incompatibles: Diversidad de talantes alrededor de objetivos vitales convergentes, ¿y por qué no?
Ah, si eres hipersensible a la química personal, estás en tu derecho (faltaba más). En definitiva, cada uno es dueño de lo que gana, pero también de lo que se pierde.
Terminaré el post con esta frase de Paul Arden que hace tiempo hice mía: “Los mejores pueden ser gente difícil. Son resueltos y obcecados, y por eso mismo son buenos. Es preferible trabajar con ellos que con Don Término Medio el Simpático”.
Sandra García
Los buenos equipos se forman desde la selección de los candidatos, es responsabilidad de las personas de RRHH de escoger correctamente las personas que van a ingresar a una compañía. Este proceso es totalmente estratégico porque al evaluar correctamente los talentos que necesitan con pruebas psicotécnicas como las de Psigma Corp. es posible generar cambios que transformen a las organizaciones. http://www.psigmacorp.com/grandes-empresas
Juanra Doral
Es verdad que se sobrevalora el que haya química. Siempre se ha dicho que si dos personas en un trabajo piensan igual, sobra una. Pues es cierto que si tendemos a lo cómodo, a rodearnos de personas afines a nosotros con las que nos sentimos a gusto, al final no tendré más que un “yo” multiplicado de poco valor en vez de un buen equipo.
Amalio
Juanra:
Tendemos a lo cómodo, y tiene sentido… pero hasta un punto. En la vida puede haber de todo, y para eso están los amigos, la familia, la gente más cercana. Ahí buscamos afinidad. Pero tengo claro que en el trabajo eso no basta si queremos hacer cosas realmente interesantes.
Un abrazo
Isabel
“los sibaritas de la química personal restan porque desconfían” Interesante idea aunque más que desconfiar, se diría que no ven.
De todas formas lo de la química personal es comprensible, aunque yo diría que lo que atrae es lo diferente. Lo malo es la confusión de la química personal con el beneficio personal (en su sentido estrictamente económico). Eso sí que es débil y cambiante.
Amalio
Isabel:
De acuerdo, quizás no es tanto desconfianza, como que no se enteran.
Lo de la quimica personal claro que es comprensible, yo soy el primero en reconocerlo. Es la tendencia natural, seguir la corriente aguas abajo… pero creo que para potenciar el talento en un entorno de diversidad se necesita disposición para remar también aguas arriba.
Como siempre digo: “los caminos difíciles conducen a la vida fácil”
Gracias 🙂
José Miguel Bolívar
Me ha encantado el post, Amalio. Supongo que porque lo comparto… 🙂 Como decía un alto directivo con el que trabajé hace un par de años, “high talent is normally high maintenance”, que tiene mucho que ver con la frase de Paul Arden.
La reflexión que planteas deberían tomársela muy en serio las grandes corporaciones. Los entornos de trabajo actuales en la inmensa mayoría de las grandes, y no tan grandes, empresas son asfixiantes para estas personas que aspiran a algo más que a cumplir instrucciones y mantener el “buen rollito”.
Tú, como experto en innovación, sabes que la riqueza que ofrece la diversidad es enorme y valiosísima. Esto lo dicen casi todos. Pero no vale sólo con decirlo. Además hay que crear los espacios para que a) pueda darse y b) pueda expresarse su potencial. Y ahí casi todos hacen aguas…
Un abrazo
Amalio
JM: Gracias, colega. Un placer, como siempre.
Buena frase la que citas. El “mantenimiento” requiere esfuerzo y no es apto para perezosos. El “buen rollito” se intenta imponer ahora con futbolines y discursos inspiradores, pero esto (como sabes) no va de eso.
La diversidad aporta riqueza,pero hay que currársela, no es tan cómoda como la afinidad, o estar con tu peña de siempre.
Totalmente de acuerdo: una cosa es decirlo, y otra hacerlo. Y lo digo por mí también, porque a todos nos cuesta.
Al final creo que todo esto tiene que ver con una cualidad que está en extinción: la paciencia…
Un abrazo
Marta
Muy interesantes tus reflexiones. Estoy de acuerdo en que la heterogeneidad de los equipos proporciona mejores resultados, sin controversia ni discusión no se puede pensar en 360º a cerca de las cosas que hacemos. Si todas las personas que estamos en el ajo pensamos igual no veremos el resto de posibilidades.
Un saludo!!
Amalio
Hola, Marta:
Como dices, el pensamiento de 360º aflora con la diversidad: lo que no ve uno, lo ven otros. Tenemos que aprender a ver el conflicto (constructivo) como una oportunidad para crecer juntos.
Gracias 🙂
alvaro prado
Hola Amalio, al final del post das dos claves que mi experiencia me ha marcado a fuego.
1-Los objetivo vitales e intereses comunes.
2-Don término medio el simpático suma pero no multiplica en el equipo.
Gracias por espolearnos en el MEET en vez de ser “simpático” para que nuestros proyectos fueran mejores que cuando llegamos.
Alvaro el del NumeroMarketing para Restaurantes
Amalio
Alvaro:
Hombre, eminente restaurador…. bienvenido a bordo.
De acuerdo, tener objetivos y valores comunes es importante. Y juntarse con gente guay está bien, pero no basta.
En el Máster hemos intentado, como sabes, ser exigentes para que los errores no se cometan después, en el mercado, que salen más caros. Espero que el esfuerzo haya valido la pena.
un abrazo