¿El artista como catalizador de innovación? (post-315)
Si hay un concepto que se me antoja difícil de definir es el de “artista”. El problema viene no sólo porque la noción del “Arte” es vaga y cambiante, sino también porque hay muchos modelos de artistas.
Así que voy a rehuir del puntillismo con que se suele sondear el significado de estas palabras, para centrarme en una pregunta que me interesa más: ¿Existe un arquetipo de artista que es especialmente bueno para facilitar procesos de innovación?, entendida la “innovación” desde su diferencia con la mera “creatividad” al tener un impacto transformador palpable en el entorno, que puede ser tanto económico-empresarial, como social, cultural o político.
Es un tema que aterrizó en mi agenda mucho antes que el proyecto Economía de la Hibridación 20+20, pero fue éste el que me permitió profundizar gracias a conversaciones que tuve con Roberto Gómez de la Iglesia y Arantxa Mendiharat de C2+i, y también con Irene Lapuente y Ramón Sangüesa de La Mandarina de Newton. Ellos, junto con las luces que da leer al bueno de Ricardo Antón (Amasté) y un artículo de mi compañera Nati, aportaron las claves para animarme a escribir este post.
El programa “Conexiones improbables”, que impulsan Roberto y Arantxa, es un buen punto de partida para la reflexión porque no busca artistas a los que les obsesionen los artefactos; sino que demuestren una capacidad de empatía y una inquietud social, lo que nos lleva a dos conceptos que para mí son esenciales a la hora de entender lo que el arte puede aportar a la innovación.
Uno es el de “artista expandido”, o sea, aquel que reinterpreta el rol social de la cultura y del arte como un ingrediente básico en cualquier proceso, incluido el de la generación de riqueza, los modelos de gestión, o la arquitectura social que condiciona lo político. Esa idea me recuerda la notable obra de Allan Kaprow: “La Educación del Des-Artista”, donde se habla del NO-Arte para referirse a los que han decidido operar fuera del dominio de las convenciones del arte. El blog Camila y el Arte reseña el libro así:
“Escrito en tres partes entre 1970 y 1974, podría considerarse una especie de manifiesto de la teoría del No-arte (…) o sea, la vida cotidiana pensada como posible arte. La vida, nos dice Kaprow, es más interesante que el Arte-arte, porque al fin y al cabo ¿qué es el Arte-arte? Aquello que las instituciones artísticas y el sistema nos enseñan a leer como tal”.
También conecta con el concepto de “artista relacional” que maneja el filósofo Reinaldo Laddaga al reivindicar el “régimen práctico de las artes” en contraposición al mero “régimen estético”, y sugerir que:
“No se producen tantas obras, como ecologías culturales, comunidades experimentales, procesos abiertos y mundos comunes. El espectador ya no es un desconocido silencioso, sino un colaborador activo. El artista puede ser parte de la vasta exploración de las formas de agregar individuos, espacios y ficciones. Estos proyectos asocian el arte con la gestión social, el experimento pedagógico y una multitud de otros campos de la acción humana”.
Si es cierto, como dice Laddaga, que “lo que la sociedad necesita no es lo que hacen los artistas, sino lo que son”, estaríamos en condiciones de describir ese “artista expandido” que puede aportar un valor significativo (y disruptivo) a los procesos de innovación. Ahí va mi lista de seis capacidades:
- Comprensión de la complejidad: Se hace preguntas diferentes a la media, y es un investigador, aunque no utilice para ello el pensamiento científico (esto en lugar de ser una carencia, aporta una visión complementaria).
- Pensamiento crítico, divergente: El cuestionamiento de lo establecido forma parte inherente de su práctica artística, lo que ayuda a poner en entredicho premisas inamovibles.
- Usuario extremo: El artista no responde habitualmente a las expectativas de la “muestra representativa”, y eso lo convierte en un buen detector de oportunidades de innovación, porque éstas provienen casi siempre de posturas de inconformidad hacia el comportamiento estándar.
- Sensibilidad social: Su curiosidad ayuda a captar la realidad que intenta representar desde una sensibilidad que traspasa lo estético, y que se mueve intensamente en territorios de lo social. Esto se evidencia en su aspiración de incidir también en otros ámbitos que no son puramente artísticos, lo que lo habilita en principio como un eficaz “catalizador de capacidades”.
- Creatividad: Es un componente importante que no tienen todos los “pensadores”, y que hace a los artistas tan especiales. Su tendencia a representar la realidad desde múltiples perspectivas (visuales, orales, escénicas, literarias, etc.) ayuda a pensar-fuera-de-la-caja.
- Catalizador creativo: El artista sirve a menudo de detonante para la emergencia de capacidades creativas no descubiertas en personas y organizaciones. Favorece la “innovación oculta” e incluso la “innovación espontánea”.
Pero la Wikipedia define al artista como una “persona que hace o produce obras de arte”, función que se termina equiparando en la práctica al de un creador/a de artefactos deslumbrantes. Visto así, no debe sorprendernos que a las empresas y entidades públicas les cueste tanto entender al artista como un consultor diferente, que le puede plantear nuevas preguntas y respuestas distintas. Conexiones Improbables aborda este prejuicio de un modo atrevido diciéndoles: “olvidaos de lo creéis que un artista puede hacer por vosotros. Decid cuál es el reto que tenéis y vamos a trabajar en ello”. De hecho, en el momento en el que la organización-cliente tiene que decidir con qué artista trabajará, el asesoramiento de C2+i parece inclinarse por sugerir a los más radicales, a los que menos entienda la empresa porque son los que tienen más potencial transformador.
Irene Lapuente y Ramón Sangüesa, por su parte, me aportaron otra perspectiva. Los estudios de fotografía que, durante dos años, hizo Ramón le ayudaron a comprender el impacto y significado de la imagen como soporte narrativo y de creatividad. Hasta ese momento él era “muy de texto, de diálogo verbal”, pero ahora tiene una forma de razonar que es muy visual, y está cada vez más abierto a la integración de otros lenguajes en los procesos co-creativos. Opina que los símbolos, lo metafórico, puede tener un impacto liberador en los procesos de reflexión porque “generan un momento mágico de resonancia emocional” que es difícil de conseguir con las palabras.
Con Irene estaba interesado en conocer qué puntos de convergencia pueden darse entre una práctica artística como la Danza (ella es bailarina) y su trabajo actual de facilitadora de procesos innovadores, y me explicó esto:
“En mi caso la danza es la base de todo. Mi paso del ballet clásico a la danza contemporánea rompió mis esquemas, me ayudó a descubrir que importa menos la forma, la perfección; y a comprender el valor de lo grupal, de la escucha y de la búsqueda personal. La danza contemporánea fomenta la improvisación, y experimentar esa libertad potenció en buena medida mi interés actual por las emergencias, y los procesos de co-creación. Por ejemplo, los coreógrafos ya no marcan unos pasos a los bailarines, si no que crean procesos de creación y son los bailarines quienes componen. Este modelo de trabajo sirve de inspiración para sistematizar dinámicas participativas en otros ámbitos. Los bailarines construyen a medida que avanzan, prototipan con su cuerpo, y eso define un paradigma más abierto (y menos perfeccionista) a la hora de sistematizar dinámicas de innovación”.
Por terminar, me queda claro que hay un tipo de artista que puede hacer contribuciones muy valiosas a la innovación. Son aquellos que buscan sentido a lo que hacen, se preguntan para qué y para quién, practican el pensamiento crítico desde la empatía, y examinan el mundo desde los sentimientos y como tal saben representarlo. Necesitamos muchos artistas de éstos mezclados en los equipos de innovadores.
Mónica
Existe algo más específico a lo que se dice en este post: La arteterapia. La práctica artística nos ayuda a conectar con lo que llevamos dentro y con lo que podemos transformar internamente y en el entorno. Gracias al Arteterapia, podemos ver dónde nos bloqueamos, cuándo repetimos patrones y qué es lo que necesitamos cambiar. El proceso creativo es lo que nos posibilita dar forma a este nuevo estado al que aspiramos, y nos empuja a traspasar las barreras que nos hemos auto-impuesto, para tener una vida más plena.
Nos permite encontrar recursos internos, nos devuelve el placer de explorar y de jugar, y nos hace más autónomos y responsables del potencial que albergamos en nuestro interior.
Y todo esto lo puede hacer cualquier persona, no alguien que sea necesariamente artista.
Amalio
Gracias, Mónica. La arteterapia es una práctica que, efectivamente, aprovecha el arte para generar una transformación interna. Se trata de una intervención “directa” y tangible. Entiendo, desde mi ignorancia, que se puede hacer de forma autodidacta y libre, pero que puede funcionar mejor si alguien te ayuda o te orienta. Pensándolo bien te diría que a veces me da por escribir reflexiones más personales, que en cierto modo pueden acercarse a una práctica artística, y eso me funciona como una “terapia” estupenda en momentos en que no me encuentro o estoy bajo de ánimo. Un saludo
Ricardo_AMASTE
De acuerdo con Eneko.
Busquemos las especificidades ¿las hay? ¿las hubo? ¿las sigue habiendo?
Quizá algunas características antes específicas se han trasladado a otros ámbitos. Evolución o simple remedo. Hay contaminación.
Pero en el día a día a la hora de operar en casos concretos creo que hay una diferencia sustancial que cita Eneko y que quizá es fruto de cómo nos educan, de una educación que es disciplinar y que no sólo formatea nuestras habilidades, sino nuestro cerebro, nuestro sistema de pensar.
Analizando proyectos en Conoxiones Improbables, más de una vez he llegado a una conclusión (nada científica). Pienso que a l*s artistas nos han educado para problematizar, confrontar, hacer preguntas y a por ejemplo, diseñador*s o arquitect*s, para buscar soluciones, además de una manera práctica, eficaz. Un*s tratamos de salirnos del camino para ir a no sabemos donde y otr*s tratan de encontrar el mejor de los caminos posibles. Eso se nota en la manera de enfrentarnos a los retos, en las propuestas que realizamos.
Es cierto que esto no es una norma universal (y probablemente un*s y otr*s vamos aprendiendo a saltarnos la convención de cómo supuestamente tenemos que comportarnos), pero se da en muchas ocasiones.
Ricardo_AMASTE
Bueno, por fin he terminado el txt que decía en mi primer comentario.
Llevaba varias semanas rondándome y ya el post de Amalio me terminó de animar.
Espero que sirva para seguir tirando del hilo, tanto para quienes nos relacionamos con el arte y sus prácticas, como para quienes quieran hacer una aproximación más lateral, así como para quienes tienen una actitud inquieta ante el mundo y la forma de acercarnos y relacionarnos en-con él.
http://www.colaborabora.org/2012/08/01/desde-el-arte/
Amalio
Richi: El post genial. He aprendido mucho con la lectura, y ya te lo he comentado. Enhorabuena 🙂
Amalio
Totalmente de acuerdo, Richi. Creo que has dado en el clavo con esta idea: “A l*s artistas nos han educado para problematizar, confrontar, hacer preguntas y a por ejemplo, diseñador*s o arquitect*s, para buscar soluciones, además de una manera práctica, eficaz” => Efectivamente, eso hace al artista una figura que me parece tan valiosa para “agitar” procesos de innovación de naturaleza disruptiva. Esa vocación de “salirse del camino” conecta con la idea de buscar “lo deseable” y no sólo “lo posible”, algo que ayuda mucho para innovar.
Pero OJO, esa habilidad que resulta tan beneficiosa en la fase “divergente” de un proyecto de innovación, cuando se buscan soluciones creativas a los problemas (incluso desde su propia formulación), después puede resultar un problema en la fase “convergente”, cuando hay que convertir la solución deseable en posible. Según mi experiencia, es ahí cuando el artista-estándar (perdona la expresión) sufre más, y no hay innovación si no se es capaz de priorizar, generar foco y considerar los costes de oportunidad de cualquier decisión. Por eso me encantan los artistas eclécticos que son capaces de funcionar bien en las dos fases, tanto en la divergencia como en la convergencia… usando tanto el lado derecho como el izquierdo del cerebro.
Ricardo_AMASTE
Estoy de acuerdo, por eso, bajo mi punto de vista, donde nos la jugamos es en esa segunda fase, cuando tenemos que elegir de entre todas las soluciones, de los caminos abiertos. Creo que no se trata de pasar del deseo a lo posible, sino de hacer posibles los deseos, de forzar lo posible también en esa segunda fase, practicar una especie de ‘convergencia divergente’, forzar los prototipos más que los brainstormings. Si hablamos de innovación, de transformación, si hay que poner los pies en el suelo, pongámoslos lo más tarde posible(por eso me gusta el dibujito de la muleta de mi post ‘Nunca apoya la muleta’ parece, pero no). Esto no significa que no tengamos que tener método, que no haya que preocuparse de hasta donde puede llegar el grupo de trabajo como grupo, que no hayaque tener en cuenta nuestras posibilidades de producción, el mercado, etc. Pero quizá no sean cosas que deban preocupar al artista. Yo por ejemplo me doy cuenta que soy un artista capaz de atravesar esas dos fases, pero quizá por eso mismo, cada día me noto menos disrruptivo, menos divergente. Cada día soy-pienso más como un consultor o un diseñador (que no es que sea peor ni mejor, pero es diferente).
Ricardo_AMASTE
Supongo que hay un problema de sofisticación de la demanda respecto a qué esperar del arte; de los artistas respecto a cómo relacionarse con otros agentes; de falta de diálogo y/o entendimiento de códigos entre todas las partes implicadas. Además, en general, hay como un clima de sometimiento, de obediencia, de no cuestionamiento de quien contrata y los objetivos del contrato. Se ofrece un servicio y ya se sabe, ‘el cliente siempre tiene la razón’. Hay poca disposición a hacerse ‘preguntas que es mejor no hacerse’.
eneko
Un placer leer a Amalio y a los que habéis comentado.
Leo la lista de las seis capacidades y me pregunto: ¿no serían las mismas igual de aplicables a un diseñador?
Hasta hace poco, en mi mapa mental, el diseño trataba proponer soluciones a problemas, y el arte expresaba o confrontaba a la sociedad con estos problemas. Mientras el diseñador se metía en la piel de las personas, el artista veía todo sólo desde su visión personal.
Hoy en día no marco líneas infranqueables en el suelo. Afortunadamente mi experiencia como diseñador me ha mostrado que el arte muchas veces llega donde los demás no llegamos. Mi proceso reflexivo y creativo se ha beneficia de este diálogo. Al final, creo que se trata de personas que ponen sus capacidades al servicio de la sociedad o de una organización para juntos crear valor. Y éstas pueden ser artistas, ¿por qué no?
¡Viva la mezcla! Pero eso sí, que no nos quede gris 😉
Un saludo,
eneko
Amalio
Hola, Eneko: Gracias por la visita. Lo que preguntas es interesante y merece otra reflexión. No sé si sabes que dedico tiempo al “Design Thinking” así que estoy muy sensibilizado con la figura de los diseñadores (aunque un “design thinker” no tiene que ser un “designer”). Creo que esas capacidades que describía en el post también pueden ser aplicables a “un cierto tipo de diseñador”.
Igual que decíamos que hay muchos tipos de artistas, lo mismo cabe decir de los diseñadores. Por ejemplo, el mundo del “diseño gráfico” es muy diferente al “industrial”. También hay perfiles que se acercan más al artístico, otros al artesano, y algunos a la ergonomía y los tests de usabilidad. Las expectativas y posturas dentro del mundo de los diseñadores es muy dispar, pero coincido contigo que esas 6 capacidades también le son aplicables.
De todos modos, el post creo que “pega” más a los artistas-artistas, porque es allí donde se practica más la introversión (la búsqueda de esa “visión personal” que comentas) y se aboga con más vehemencia por un cierto tipo de purismo. En el diseño se da por sentado (aunque no siempre se cumpla, me consta) que hay que ser abiertos, escuchar, ver e interactuar, así que este debate está un poco más superado.
La idea de que “el arte llega donde los demás no llegamos” es cierta, y creo que es una enorme fuente de inspiración para los diseñadores…
Un saludo 🙂
Iván
Potente post Amalio, aunque debo ser sincero y decir que me pierdo un poco en algunas cosas y en la profundidad de los comentarios 🙂 . Creo que la capacidad crítica , visionario y transgresora de algunos “artistas ” debe ir ligado a temas como los que siempre comentas de hibridar o el design thinking. Pero, después hay que sentarse ante la realidad y el 99% de las organizaciones y lo que yo llamo la DICTADURA DEL CURRICULUM Y/O LA ESPECIALIDAD, es decir la forma de salirse de los establecido y de dar cintura a ciertos “artistas ” que hay en las organizaciones es casi nula.
Por otro lado, si analizas organizaciones , esa dictadura del curriculum hace que no se vea más allá de la especialidad, de lo que se necesita o de lo que manda el mercado por narices.
Un lujo leerte como siempre, tomo notas y apuntes de los comentarios.
Abrazo desde tierras búlgaras 🙂
Amalio
Me alegra verte por aquí, Iván, sabiendo además que te has molestado de leerme estando de viaje. Ya me contarás qué tal van esas tierras búlgaras… ¡¡a menudos sitios vas, colega!!
De acuerdo con que, como regla general, la capacidad de las organizaciones para aprovechar el potencial disruptivo de los artistas tiende a cero. El problema es de base: se teme a la innovación de verdad, a esa con vocación de cambio real. Muchos tópicos históricos hacen de losa.
Un abrazo, y disfruta del viaje… aunque sé que eso no tengo que decírtelo a ti… ¡¡siempre disfrutas!!
Ricardo_AMASTE
Vamos Amalio. Comparto lo que dices. Ten en cuenta que yo soy algo así como un artista que traicionó lo que el arte debería ser. Uno de los piropos que con más orgullo guardo en mi curriculum es engendro. Pero mirando con distancia creo que he dedicado y dedico demasiado espacio a la defensa y eso a veces te hace dejar de ver en el otro lado lo que puede seguir siendo interesante-importante. Por eso cada vez más trato de bucear, de rascar, de aprender y recuperar del otro, cuando viene a meter el cuchillo, a explorar, a conversar. Trato de aprender del arte purista, de los nuevos agentes creativos y del mismísimo satanas si puedo.
… Se me había olvidado lo de la razón y la emoción 🙂
Amalio
Ja… estimado “engendro”. Bonito palabro, colega!!!
Yo también he “traicionado” cosas/orígenes que se me suponían, así que comprendo lo que dices. ¿demasiado espacio “a la defensa”? bueno, es momento de “jugar” y “abrir espacios” más que defender. Yo creo que uno “defiende” mucho cuando se siente vulnerable, y hablo por mí. Está bien explorar y conversar con el que “mete el cuchillo” = Aprender, aprender y aprender… ¡¡sí señor!!
Un abrazo
Ricardo_AMASTE
Aupa Amalio.
Una trampa en la que he caido durante años es la de contraponer el ‘régimen práctico’ al ‘régimen estético’ (que solemos acompañar con adjetivos como ‘mero’). En realidad, práctica, ética y estética son partes de un mismo rompecabezas. No podemos olvidarnos de ninguna de ellas, sino cuidarlas en su justa medida. Estética sin estetización, forma sin formalismo, ética sin moralismo, práctica sin anti-intelectualismo.
Otra trampa en la que suelo quedarme enredado en en esa especie de laberinto de espejos en el que puede parecer que el arte es todo, que todo es arte (cuando algo es todo, suele suceder que termina siendo nada). El arte es un medio principalmente para el desarrollo de lo simbólico, que en otros ámbitos necesita de otras mediaciones-relaciones complementarias para poder mantener su (actuar desde) su especificidad.
Sobre lo que dices de la ‘estética relacional’ lo cierto es que como un concepto neutro sin genealogía puede ser interesante, pero es cierto que como categoría-etiqueta en el arte, ha tenido efectos bastante perversos, ligados a la banalización e institucionalización de la participación. De ahí lecturas críticas como la de Laddaga o Ardenne.
Otra referencia que puede serte de interés para seguir tirando del hilo es ‘La escultura en el campo expandido’ de Rosalind Krauss, sobre cuando la escultura empieza a ser otras muchas cosas más allá de lo que se había entendido como escultura (sin dejar de serlo).
Amalio
Ricardo:
Estando de acuerdo con que hay una estética que puede ser muy práctica, y una práctica que se agradece si cuida también la estética; lo cierto es que son atributos en tensión, y a menudo se contraponen. Puede que sea una trampa que hay que desmontar, pero yo lo que veo ahora es un exceso de celo por la estética lúdico espectacular y un cierto menosprecio hacia el arte que aflora de lo cotidiano. Todavía veo a mucho guardián de la pureza con la pretensión de extender licencias para validar o acreditar qué es arte, y qué no es, o quién puede considerarse un “artista” y quién no.
El otro extremo (y de ahí al infinito…) es el que comentas de que “el arte es todo”. Por supuesto que no es así. Hay un registro y una intención diferencial. Además de “lo simbólico”, el arte sabe producir una sensación de sobrecogimiento, un “cosquilleo”, que activa múltiples interfaces… además de mezclar razón y emoción de un modo muy singular. Me cuesta describirlo, pero sé distinguirlo si lo veo.
Ains, ains… la “banalización e institucionalización de la participación”… menudo embuste más actual. Basta con que una etiqueta se ponga de moda, para que eso ocurra.
Interesante la referencia de Rosalind Krauss. Ahí va el enlace para quien quiera leer el artículo íntegro: http://elsiguientespacio.blogspot.com.es/2011/06/la-escultura-en-el-campo-expandido.html
Gracias 🙂
Ricardo_AMASTE
Unos apuntes y citas de manera precipitada.
El concepto ‘estética relacional’ es de Nicolas Burriaud
http://anticlimacus.files.wordpress.com/2011/09/bourriaud-nicolas-estetica-relacional.pdf
Yo soy bastante crítico con esa tendencia del arte porque por lo general hace un uso muy instrumental de las personas y relaciones, muy de dispositivo asumido-asimilado por la institución arte (el capitalismo o en realidad cualquier sistema hegemónico se apropia de todo, no es condición única de las empresas neoliberales). Pero vamos, el libro puede ser interesante. Tiene su continuación en otro que se titula Postproducción.
Laddaga hace una lectura crítica y actualizada de la estética relacional, se apoya en otro concepto crítico de Paul Ardenne, como es el ‘arte contextual’ y lo vincula con lo emergente y el laboratorio.
Las citas son de artistas o movimientos artísticos de los 60-70 y tienen que ver con desde dónde, sobre qué actuar desde-con el arte. Está claro que tenemos que repensar mucho todo esto, porque han pasado 40 años y estamos en un momento manirista que tiene que derivar para algún lado. Pero pueden servir como punto de partida (a mi me sirven). Creo que los artistas tenemos mucho que pensar sobre nuestro papel, nuestra función, nuestro trabajo. Para mi hay varios peligros con los que lidiar, por ejemplo: el trinomio pragmatismo/eficiencia/eficacia y la obediencia, y una clara potencialidad: trabajamos con lo simbólico. Pero no profundizo ahora en esto.
La primera cita son varias frases del libro que citas de Kaprow y la segunda de teoría situacionista.
‘Un des-artista es alguien involucrado en la tarea de cambiar de trabajo’, ‘Abandonar el arte es el arte’, ‘La tarea pues, es hacer, teniendo el pensamiento arte presente, pero manteniendo la actividad tan alejada de la etiqueta arte como sea posible’
Allan Kaprow, ‘La educación del des-artista’ 1970, Ed. Ardora
‘Contra el arte unilateral, la cultura situacionista será un arte del diálogo, un arte de la interacción. Contra el arte conservado, es una organización del momento vivido, directamente. Contra el espectáculo, la cultura situacionista realizada, introduce la participación total’
‘La creación abierta y sus enemigos’, Textos situacionistas sobre arte y urbanismo 1977, Las ediciones de La Piqueta
Intentaré aportar algo más articulado a esta conversación.
Es uan cuestión sobre la que suelo pensar… Quizá demasiado.
Amalio
Gracias, Richi, por estos apuntes y citas tan interesantes. Vamos añadiendo piezas al puzzle.
De acuerdo con esto, que me parece importante: “cualquier sistema hegemónico se apropia de todo, no sólo las empresas neoliberales”.
Lo que comentas de Burriaud y Laddaga me confunde un poco. Cuando leo al segundo, entiendo que más que “estética” relacional, habla de “artista relacional”… y eso me parece que tiene una dimensión menos instrumental. Desconocía la conexión de Laddaga con Burriaud, pero en cualquier caso, me atrevería a suscribir (desde mi desconocimiento) todas las tesis que Laddaga sostiene. Su crítica me parece muy convincente. La idea del “arte contextual” encaja con el “No-Arte” de Kaprow.
Obviamente, yo no me considero artista. Me identifico más con el artesano, que es otra cosa. Pero sospecho, como tú, que los artistas tienen el gran reto de repensar su relación con el entorno que le sirve de inspiración.
Eso que llamas “el trinomio pragmatismo/eficiencia/eficacia” es “un problema” que afecta a todo, y a todos, pero sí que es cierto que llevado al terreno del arte puede ser muy nocivo. Lo estamos viendo pero, sin embargo, me preocuparía tanto o más de la otra tendencia que propone la introversión y el purismo de la estética-por-la-estética como modelo único de practicar el arte. Esa especie de “meta-simbolismo” que a mí me parece demasiado asocial.
Gracias por lo que añades de Kaprow. Me parece un pensador muy interesante. Juega estupendamente con las paradojas.
Creo que el “arte del diálogo” tiene, como comentaba a Julen, sus riesgos, pero es el camino.
Pues nada, colega, un placer leerte… y seguir aprendiendo 🙂
Julen Iturbe-Ormaetxe
A mí toda esta tendencia de incorporar el arte a la empresa -digámoslo claro- me genera un sentimiento ambivalente. De hecho ya tuve mi cariñoso rifi-rafe con Arantxa a cuenta de este post. Pero vayamos por otro lado.
Creo que te refieres a “cierto tipo de artista”. ¿Por qué lo digo? Porque la transgresión y lo “asocial” hasta cierto punto también forma parte de lo que el arte nos aporta. Jugar a reutilizar sus propuestas en las dinámicas mercantilistas del management tiene sus riesgos: sobre todo perder el sentido crítico con el fin último al que se dedica la innovación cuando llega al mercado.
Desde luego que habrá artistas que se sientan a gusto en lo social y que acepten el juego de incorporarse a solucionar retos empresariales pensando desde fuera de la caja. Pero hay que tomar conciencia del grado de participación que se otorga al artista: ¿es solo un medio para un fin sobre el que no tiene acceso? Ojo con este asunto.
Por completar perspectiva, por si no lo has leído, te recomendaría un libro de Bauman: El arte de la vida. Puede introducir matices. Y, por cierto, el enfoque de “arte es todo” me lleva también a las reflexiones de Lipovetsky en “La cultura-mundo”: una forma de democratizar que a veces no es tan sencilla de comprender.
En cualquier caso, Amalio, muy potente la línea de conversación que planteas con este post. Gracias, compañero. Inspira.
Amalio
Gracias, Julen, por pasarte.
Me he leído ahora el mini-post que escribiste sobre Conexiones Improbables, y especialmente los comentarios. Aprovecho para invitar a los que se pasen por aquí para que visiten tu post, porque añade variables sobre las que vale la pena pensar.
Pero a lo que iba. Como viene siendo habitual, coincido con la visión de Richi. También entiendo que mires con desconfianza la mezcla de arte y empresa, pero yo no veo problema con esa mezcla si vemos al arte desde su capacidad de transformación. Es verdad que la empresa tiene una voraz capacidad de contaminación, pero también es contaminable. Si queremos empresas más humanas y sensibles, habrá que hacer algo. No podemos apostar todo a que desaparezcan. Hasta que eso no ocurra, yo prefiero verlas con un queso gruyere al que podemos perforar con dosis de humanidad.
Además, el Arte no es un ente abstracto que deba aislarse en un laboratorio. Si la riqueza material se genera sobre todo por/en las empresas (gústenos o no), y estamos de acuerdo con que “lo material” es parte indisoluble de nuestra vida, “lo artístico” entendido desde una visión holística debe ganar fuerza en esos espacios tan fríos y acartonados. Ah, espera, ¿resulta que eso va a “contaminar” la pureza del arte?… pues yo diría que no quiero un arte puro, inmaculado, auto-protegido o encerrado en sí mismo, porque ese no tiene ninguna capacidad de influencia.
De acuerdo con que aquí no hay nada “neutro”, y que conviene estar atentos, pero temo que tanta desconfianza disperse energías que hay que reservar para lo realmente importante, y ya sabemos lo difícil que es subir el río contra corriente.
#Yoconfieso que lo de “flagelarnos” (incluso en su sentido metafórico, como lo usas) no me gusta un pimiento, porque eso implica un exceso de auto/crítica que puede ser tan dañina o más que el espíritu acomodaticio. Esto me parece importante, porque los procesos de construcción colectiva generan mucha tensión y el éxito/fracaso se mueve en un espacio ambiguo donde hay que calibrar muy bien los grados de entropía que produce la desconfianza.
Por otra parte, en el post hablábamos del #ArteExpandido en su sentido más amplio, y no sólo en su vertiente empresarial. Conexiones Improbables no sólo trabaja con empresas, y La Mandarina de Newton colabora mucho más con entidades no lucrativas. Ya sabes que no me canso de repetir que la “innovación” puede ser política, social, cultural y cívica. No hablamos solo de mercado. Pero quizás lo más importante es comprender que aunque toda mezcla implica riesgos porque la influencia es bidireccional, esos riesgos hay que asumirlos. La clave está en mejorar la capacidad de la cultura para la transformación (con todo lo que se mezcle), y no en protegerla o aislarla de los “agentes nocivos”. Yo quiero más mezcla, Julen, y para eso tenemos que generar más y mejores anticuerpos. Creo que Conexiones Improbables sabe esto, y juega al desafío con bastante dignidad.
Síp, leí “El arte de la vida”, de Bauman (lo citaba aquí: http://tinyurl.com/3rwsrak), y creo que es otra buena referencia para incluir en esta reflexión.
Gracias, de nuevo, por tu aportación. Seguimos pensando, compañero 🙂
Paz Domínguez Ara
Para variar, excelente post Amalio,
Leyéndolo he recordado que cuando empecé a trabajar con Ramon Sangüesa me costaba muchísimo entender lo que me decía: su pensamiento atraviesa mapas tremendamente complejos con gran facilidad y sus recorridos son tan singulares que mi única salida era poner cara de tortuga, “fotografiar” sus palabras y ya en soledad, intentar seguir a través de las imágenes que estaban en mi cerebro esos mismos recorridos.
Hasta que un día empezó a dibujar sus mapeos mientras hablábamos. Y ahí todo fue fácil. Aún conservo algunos de esos mapas, amarilleando por el paso del tiempo y alguna que otra reparación en forma de cinta adhesiva.
Es una de las pocas cosas que extraño de mi vida en Barcelona.
Un abrazo
Amalio
Gracias, Pau. No te imagino “con cara de tortuga” 🙂
Los dibujos ayudan mucho, desde luego que sí. A menudo me pasa que si no tengo a mano un folio y un boli para garabatear grafos y esquemas mientras explico algo, las ideas no fluyen. La mano parece vigorizarse con el juego de lo visual, y eso oxigena bastante las entendederas. También hay más complicidad en el dialogo cuando el dibujo se convierte en lengua franca.
Un abrazo