Yorokobu y Deusto Push: Hackers, diversidad y Emprendedores Sociales (post-330)
Andamos últimamente de entrevistas. Me gusta el género porque responder a preguntas de otros incita a pensar sobre asuntos que paso por alto. También a salirme de esos bucles recursivos en los que a menudo me meto. Hoy quiero reseñar dos entrevistas que me hicieron hace poco sobre temas distintos, pero que trato con cierta frecuencia en este blog.
La primera me la hizo Mar Abad de la revista Yorokobu, una publicación que sigo desde hace tiempo, y que descubrí de tanto viajar en Vueling por su versión Ling Magazine. Me mandó unas preguntas, que no fueron publicadas en forma de entrevista sino como un post de Mar en el que refleja mis opiniones sobre temas diversos como la ética-hacker en la empresa, el sentido de la colaboración, la gestión de la diversidad, la inteligencia grupal, y la relación que existe entre creatividad y presión por los plazos. No me detendré en detalles porque si te interesa, puedes leerla aquí: “Artículo de Yorokobu: La ética Hacker”.
La segunda entrevista, más reciente, es de Anais Iglesias, con motivo de que voy a participar (este martes) como mentor de la primera Escuela de Empresas Sociales Deusto Push, un programa lanzado recientemente por la Universidad de Deusto. Esta iniciativa, según sus promotores, busca “poner en valor la empresa social como motor de crecimiento económico y social” combinando tres aspectos: 1) El trabajo con la persona emprendedora y el equipo promotor como eje vertebral del proyecto, 2) La creación de un ecosistema para la aceleración de empresas sociales, 3) El desarrollo e investigación en nuevas herramientas que faciliten y agilicen la inversión social y responsable en estas empresas. Aquí tienes un folleto en PDF que lo explica en detalle.
Antes de la entrevista tuve un animoso diálogo por e-mail con la organizadora de Deusto Push, sobre lo que significa ser un “emprendedor social”, y las diferencias que veo entre emprender-en-lo-social y en las empresas-de-toda-la-vida. Ya di la vara con esto en el evento #Lohacemos2012 de Portugalete, y mi postura se resume en que soy bastante crítico con la tendencia a trasladar las lógicas de mercado que se enseñan en las Escuelas de Negocio al mundo del emprendimiento social. Los fines son tan distintos, que el lenguaje y los contenidos también deben cambiar sustancialmente. Pues nada, éstas son algunas de las pistas que comparto en la conversación con Anais:
- Ser «emprendedor social» es mucho más que crear una «empresa social». Basta con empujar proyectos sociales (no empresas) que se gestionen con actitud de emprendedor.
- Se hacen acrobacias con el término «ánimo de lucro» para intentar quedar bien con todo el mundo; cuando (perdón por la obviedad) el emprendedor social ha de preocuparse por la “sostenibilidad”, y no por la «rentabilidad».
- Hablar de “negocio” en vez de “gestión” desenfoca la figura del emprendedor social y genera desconcierto. Hay que ser prudentes (a propósito de la moda de los canvas) con jergas importadas como los “modelos de negocio”, que me parecen un contrasentido en este contexto donde deberíamos hablar de “modelos de gestión”.
- El “escalado” no tiene que ser un objetivo per se. En el emprendimiento social hay muchos matices, y la mayoría distintos a los empresariales. Para que el escalado sea posible hace falta un modelo replicable, que no siempre existe, ni tiene por qué existir. Aprendamos a valorar las microintervenciones con un fuerte sentido humano, y por eso es muy importante no forzar itinerarios que pretendan estandarizar comportamientos.
- En los proyectos de emprendimiento social hay que discernir entre qué es “gestión” y qué es “negocio”, para evitar el uso perverso de lógicas empresariales en un mundo que se mueve por otros resortes.
Si quieres ampliar sobre este tema, aquí tienes el texto completo de la entrevista con Deusto Push sobre emprendimiento social.
PD/ La imagen es de la galería de Damian en Flikr
Anais Rubió-Galván
¡Muchas gracias por tus reflexiones Amalio! Ha sido un gran descubrimiento este post y me ha ayudado muchísimo a «re-entender» mi propio proyecto y no dejarme llevar por presiones externas como las que comentas.
No sabes lo que te agradezco que dejes aquí todo tu saber.
Un abrazo,
Anais Rubió-Galván
Amalio
Hola, Anais:
Me alegro que el post te haya servido para «re-entender» tu propio proyecto. A mí ambas entrevistas me han sido útiles también para ordenar mejor mis ideas. Siempre que nos preguntan, nos ayudan a pensar. Mira que me suena eso que cuentas de las «presiones externas». Es pan de cada día, y cuesta mucho mantener el rumbo y la identidad según su cause natural.
Gracias a ti 🙂
Eusebio Reyero
Hola. Me ha gustado muchísimo tu post, y los enlaces.
Dices un montón de cosas que me parecen muy interesantes. Muchas gracias.
e.
Amalio
Gracias a ti, Eusebio. Me alegro que te haya gustado, y te sea de utilidad. Por aquí nos vemos…
Iván
Creo que lo de hackear va ir cada vez más en aumento, por la idosincrasia del sistema y de las nuevas posibilidades que ofrece el mundo cambiante en el que andamos. Un abrazo
Amalio
Lo de hackear responde a una filosofía y a una cultura de lo abierto. Si me das una «caja negra» para que no entienda nada y solo me quede consumir desde una lógica dependiente, entonces haré todo el esfuerzo posible por «abrir la caja» para ver si algún día aprendo a hacerlo yo mismo, y entonces dejo de depender de ti. Pero además, hay una vocación de libertad y autoestima en todo esto, incluso una curiosidad muy sana y muy sabia.
Un abrazo
Isabel
Ahora o nunca, ¿verdad? De siempre me ha ocurrido que en los entornos empresariales chocaba mi visión social y cuando enfocaba una cuestión social, siempre he tendido a poner en el punto de partida los conceptos de viabilidad y sostenibilidad (las “causas” perdidas sólo llevan a la frustración de la sociedad).
Matizaría sobre algunos conceptos, como el de rentabilidad, que necesita que le devuelvan todo su sentido que va más allá del encorsetado mercantilismo en el que fue quedando reducido. Pero eso daría para mucho más que un comentario y mejor no me lío porque me podría salir kilométrico y seguro que terminaría hablando de nuestra propia experiencia.
Si el “escalado” es en lo que se transmite y en el buen ejemplo de “como hacer” que genera, será incluso mejor que lo que se entendía desde las clásicas proyecciones de negocio.
Saludos!
Amalio
Perdona, Isabel, pero no había visto estos comentarios y se me pasaron de responder.
Esos territorios híbridos son muy complejos de gestionar. En algunos casos conviene mezclar, porque la combinación suma, pero en otros lo mejor es separar porque son como el agua y el aceite. Lo de la rentabilidad no creo que tenga muchas vueltas, es un indicador de eficiencia del capital, de la inversión que uno hace. Así que no veo otra forma de interpretarlo. El matiz puede estar en cómo medimos los retornos y que va en el numerador del cociente retorno/inversión. Si el numerador lo limitamos a dinero, a ingresos monetarios, entonces ya sabemos lo que eso significa. Eso tiene sentido en un proyecto empresarial con fines de lucro, pero no en el ámbito de la innovación social, incluso cuando ese dinero obtenido se piense reinvertir con fines sociales, porque en este caso, habría que poner más cosas en el «output» que va en el numerador, y es arriesgado apostarlo todo al retorno financiero porque puede conducir a «incentivos perversos» para la naturaleza más profunda del proyecto.
Un abrazo