Demasiado grande para saber (post-442)
Acabo de leer “Too big to know” (“Demasiado grande para saber”), de David Weinberger. Este buen hombre es un viejo conocido de Internet. Co-autor del Manifiesto Cluetrain (y su “New Clues”), y de títulos destacados como “Small pieces loosely joined” o “Everything is miscellaneous”.
La tesis central del libro es que el conocimiento ahora es propiedad de la red, vive en la red, y es imposible separarlo de ella. Es más de la Red que de individuos-que-saben-cosas, o de los objetos que lo contienen (por ejemplo, los libros), o de las instituciones tradicionales que lo facilitan. Por eso, la clave hoy es construir y conectarnos a redes que nos hagan más inteligentes.
Según Weinberger, la gestión del conocimiento consistía (antes de Internet) en crear y controlar la escasez: “Hemos manejado la manguera contra incendios reduciendo el chorro. Hemos hecho esto mediante un elaborado sistema de filtros editoriales que impedía que la mayor parte de lo que se escribía se publicara… El conocimiento ha consistido en reducir lo que necesitamos saber”. Pero ahora, por supuesto, la información es abundante y crece (se multiplica) a medida que inventamos nuevas maneras de crear, descubrir, capturar y analizar; y “eso es lo que les aterroriza a los (perdonad la expresión) viejos esfínteres de la información, que la controlan y poseen. Este conflicto surgió cuando Gutenberg inventó el libro impreso y los académicos temían que acabaríamos teniendo demasiados. Y vuelve a pasar ahora con Internet”.
Ante este nuevo escenario, insiste el académico de Harvard, no se debe intentar reducir la abundancia inherente a las redes introduciendo una escasez artificial, como imponer a las bibliotecas digitales las mismas limitaciones de acceso que eran propias de la librerías tradicionales.
Aquí tienes dos reseñas del libro que me han gustado, y que son bastante diferentes. Una de Jeff Jarvis, y otra de Emilio Quintana. Destaca éste último cómo el conocimiento ya no puede verse como “una serie finita de contenido preciso y fiable ordenado en repositorios” sino como “un flujo, una red de discusiones y razonamientos”. En resumen, se está produciendo un cambio de paradigma “del libro a la habitación” (de ahí la frase más recordada del libro: “la persona más sabia en una habitación, es la habitación”), entendida la habitación como la red en que se basa la ecología del conocimiento en la que cada persona se desenvuelve.
Una buena parte del libro se dedica a revisar creencias tecno-deterministas sobre Internet. Weinberger piensa que Internet puede contribuir a que estemos mejor informados, y seamos más capaces de explorar distintos puntos de vista sobre un problema, así como para contextualizar cualquier dato o conocimiento que encontremos. Pero, y aquí está la clave: “La red nos va a hacer más inteligentes, sólo si queremos ser más inteligentes”, o como dice Michael Nielsen: “No hay contradicción en la creencia de que Internet puede mejorar y reducir la inteligencia. Usted puede usar un martillo para construir una casa o para romperse un dedo”.
Otro tema interesante es el impacto del conocimiento-en-red en los modelos de gobernanza. Afirma Weinberger que si el conocimiento y la información se distribuyen con una geometría de red (en lugar de la clásica pirámide), entonces debería pasar lo mismo con el liderazgo, porque éste depende en gran medida del acceso a la información: “A medida que el conocimiento pasa a ser más propiedad de las redes (que de determinados individuos), el liderazgo práctico y efectivo también se reparte más”. Lo cierto es que el entorno cambia hoy mucho más rápido de lo que el modelo jerárquico puede gestionar, y los modelos de decisión basados en las redes son más flexibles y adaptativos, además de escalar mucho mejor que los basados en jerarquías. Eso dice Weinberger, y en principio estoy de acuerdo, pero la decisión en red introduce otros inconvenientes y complejidades que no es momento de tratar aquí 🙂
Para terminar, comparto otras ideas que me parecieron interesantes del libro (por cierto, no las pongo entrecomilladas como citas, porque son versiones libres, con algún toque personal):
- Lo que un bloguero enlaza, le define.
- La solución a la sobrecarga informacional es, paradójicamente, crear más información: metadatos
- En los libros, hay una secuencia establecida para contar una idea. El hipertexto, en cambio, subvierte el control del autor sobre el orden de la narrativa. Los enlaces se convierten en una “ecología de tentaciones” para desviarse del rumbo fijado por el autor.
- Internet es un espacio de “desacuerdo perpetuo”: para cualquier idea que uno pueda tener, siempre habrá otra que la contradiga.
- El mismo Internet que nos puede encerrar en “cámaras de eco”, nos puede salvar de ellas gracias a su libertad y diversidad.
- El conocimiento-en-red encaja mejor con la actual complejidad del mundo, que esas noticias o informes que dicen ser tan “objetivos”.
- Dado que la objetividad es imposible, y ha perdido credibilidad; su sustituta más realista es la transparencia.
Amalio Rey
Querido Juanjo:
No me preocuparía tanto. Se supone que si hay realmente transparencia, la objetividad es cuestión nuestra. El juicio es nuestro. Así estarán los datos, desnudos y sin manipulación, y cada uno los va a evaluar según su perspectiva. Claro, esa es la teoría. Ya sabemos que hay grados de transparencia, y ahí también puede haber manipulación, como tu alertas. Pero en cualquier caso, creo que prefiero transparencia antes que una “objetividad” que no puede darme lo que promete.
Un abrazo….
Juanjo Brizuela
Me ha gustado mucho pero me da qué pensar. Conocimiento, liderazgo, libertad, transparencia… son todo grandes ideas pero me parece que también tiene su parte que me preocupa.
Creo que estamos en un espacio de “objetividad” cuando menos cuestionable. Incluso a sabiendas de que eso es así, que alguien por ejemplo, pueda expresarse en lo negativo y que quede como tal si no quieres por ejemplo, entrar en esas conversaciones que pretenden construir.
Me da “cosa” la última frase, como dice también Ramón en el primer comentario: “Dado que la objetividad es imposible, y ha perdido credibilidad; su sustituta más realista es la transparencia”. Me parece importante pero sobre todo me da qué pensar. ¿Cómo es esa transparencia? ¿Como de objetiva puede llegar a ser?
En fin. Creo que da para que sigamos debatiendo sobre ello.
Julen
Eso sí, tanto flujo y reflujo, va a parecer esto una fiesta continua. Conviene leer también sobre el lado oscuro. Ya, vale, es ir de cenizo, pero cada vez me dan más miedo ciertos consumos acríticos de tecnología. Sí, me vuelvo carca.
Es curioso como al final seguimos moviéndonos ante un dilema irresoluble. Pero es curioso que la respuesta ante el exceso sea más exceso. Dato, metadato… ¿qué viene después?
Amalio Rey
Julen: No hay “consumo acrítico de la tecnología” en este libro. A Weinberger no se le puede señalar por eso. En cualquier sistema dinámico hay dilemas, y no creo que la respuesta sea binaria. Es un continuo, en el que cada uno se coloca donde quiere, y donde puede (visto así, no es tan dramático).
Es evidente que los metadatos son parte de la solución = si tageas bien un contenido, si lo organizas con buenas categorías, será mucho más fácil encontrarlo, filtrarlo y conectarlo. El tiempo que pierdes al asignarle metadatos, lo recuperas con creces en la recuperación de la información. Qué te voy a contar yo a ti de esto 🙂
Pero los metadatos no son la única solución, ni mucho menos. La otra, que es la más importante, es la responsabilidad de las personas a la hora de consumir en Internet. Esta idea queda reflejada en el post: “Internet nos hará más inteligentes si queremos serlo”.
Este tema (o dilema) es mucho más sencillo de lo que parece. Lo que vemos en Internet es una nueva versión de la vieja tensión que existe entre Libertad y Responsabilidad => Internet concede más libertad, así que ahora los filtros los pones tú. Esta me parece una buena transacción: dame más libertad, que yo me hago responsable de ella.
Lo que no podemos esperar es que la tecnología se encargue también de asegurarnos ese equilibrio.
Ramon Sangüesa
Hola
Estoy de acuerdo en la visión del lado oscuro que apunta Julen. Suena a que nos proponen “más de lo mismo” y toca más de “lo otro” y menos de “lo mismo”. Seamos ya abiertamente postdigitales y post-co 😉
Me hace gracia la coincidencia: el curso que dí sobre estrategia digital en la U. Pompeu Fabra se llamaba “Del co- al lado oscuro”.
Abrazos a todos!
Amalio Rey
Bueno, Ramon, “lados oscuros” hay en todos los sitios. Pero prefiero hacer un balance justo entre luces y sombras. ¡¡hablar de las luces no nos hace aburridos!!
Creo que hay un tipo de relativismo (en las criticas a Internet) que es incoherente y sesgado. De todos modos, si poner el foco crítico, y aportar luz, ayuda a ahorrarnos frustraciones tecno-utopistas, y a que nos tomen el pelo, me parece perfecto. Ya sabes, las “moscas cojoneras” hacen una encomiable labor social 🙂
Ramon Sangüesa
Interesante la última frase que asimila “verdad” y transparencia (Byung-Chul Han acabaría de darle la puntila 😉
Por otra parte, veo que esa caracterización de “flujo” se va imponiendo. Ya la describió más literariamente Alessandro Baricco en “Los Bárbaros: ensayo sobre la mutación”, un esfuerzo por entender la “new generation” y sus formas de pensar.
Un abrazo
Amalio Rey
Así es, Ramon. Por cierto, la frase original de David Weinberger es esta: “As we have lost faith in objectivity, transparency has begun to do much fo the work formerly accomplished by it”. Como ves, me he permitido la licencia de modificarla un poco 🙂
Weinberger habla de la transparencia en dos sentidos: 1) Transparencia del reportero (información acerca de las intenciones y condicionamientos del autor), 2) Transparencia de las fuentes. Un abrazo