Nadie se hace multimillonario de forma honrada pero yo aceptaría los 320 millones de Amancio (post-540)
La donación de 320 millones de euros que anunció el pasado marzo la Fundación Amancio Ortega para la renovación de los equipos de diagnóstico y tratamiento del cáncer en los hospitales públicos españoles ha traído cola y despierta pasiones encontradas. Es un tema tabú del que es imposible no salir escaldado de la controversia sin que te acusen de gilipollas o de cualquier otro improperio. Visto lo visto, he dudado de escribir de esto pero va en mi naturaleza meterme en charcos 😊
Algunos dicen que criticar a Amancio Ortega es “cosa de una izquierda que odia a los ganadores”. En el otro extremo, otros se sienten humillados por el gesto del empresario gallego, y reclaman “justicia social en lugar de caridad”. Son posturas equidistantes, muy ideológicas, y cargadas de emoción. Me siento más identificado en cierto sentido con la segunda opinión, pero creo que se equivocan los que convierten a Ortega en chivo expiatorio de un problema de fondo del que él no es el culpable. También los que defienden la opción de rechazar la donación.
El éxito de Amancio Ortega despierta, como en otros, aplausos eufóricos y críticas desgarradas. Es un personaje sobrio y que no se prodiga en lo público, así que es complicado calificarlo. De todos modos, con él se da un patrón que me conozco: siempre que hay una crítica a señores como Ortega, nos vienen con el rollo cansino de la sempiterna envidia española. Ya he hablado de eso en este post: “La envidia española: ¿verdad, mito o paranoia?” para intentar desmontar el mito al que tantos acuden para justificar la nobleza de nuestras grandes fortunas. Un amigo que aprecio califica de “chorrada” meterse con el empresario gallego, y lo despacha con este diagnóstico: criticar la donación de Ortega es de “un país de miserables al que nos estorba la persona que triunfa”. Después viene Carlos Herrera, desde la caverna hortero-mediática, tachando de gilipollas a cualquiera que se cuestione esas donaciones.
Este asunto lo vengo siguiendo desde hace tiempo. En un post anterior me tocó comentar una situación parecida cuando en 2015, Zuckerberg, el rey de Facebook, donó 25 millones generando un montón de críticas. En aquel momento ya reconocí la complejidad del tema, pero insistí que la generosidad es relativa y conviene juzgarla con criterio. La tesis que se manejó entonces para rechazar las críticas que se le hicieron a Zuckerberg fue que había que “separar el mérito de la utilidad” juzgando en su justa medida el valor útil de un donativo. Yo estoy de acuerdo en separar ambos criterios, pero siendo muy prudentes con la intensidad de los aplausos, y los mensajes implícitos que se transmiten al celebrar con euforia dichas donaciones.
En cuanto a la cualidad moral de la figura de Amancio Ortega, y de otros mega-ricos como él, siempre he sostenido, y estoy dispuesto a discutirlo con cualquiera, esta premisa: nadie se hace obscenamente multimillonario de forma honrada. Tengo clarísimo que para eso no basta con trabajo, esfuerzo, ingenio y sacrificio, como lo pintan. El camino hacia la obtención de esas cantidades de dinero siempre está plagado de trampas, oportunismos, egoísmos, trucos, evasiones fiscales y un largo etcétera. Algunos las han hecho más que otros, algunas han sido más hijas de puta que otras, y puede que incluso algunos hayan estado más cerca de ser casi buenos… pero nadie se ha convertido en multimillonario (y no estoy hablando de ganarse unos milloncitos) siendo una persona íntegra.
Inditex hizo cosas muy bien. Su éxito no se explica por una única razón. Sus innovaciones en logística y la reducción brutal que consiguió en los ciclos de rotación del género son innegables. Pero hay una parte más social y humana de la que se habla menos en las escuelas de negocio (no interesa) y que fue la que ayudó a completar la ecuación que llevó a Amancio a ser multimillonario.
Hay muchos relatos, de gente que estuvo adentro, que ponen en entredicho la ética de los modelos de trabajo que puso en práctica Ortega en su primera etapa de creación de su imperio. Ahí está este documental sobre las mujeres explotadas por Inditex en Galicia o este breve artículo de Ana Pampín en El País. Asimismo, como han dicho otros, si tan preocupado está Amancio Ortega por la salud, teniendo en cuenta que su ropa se elabora en gran parte deslocalizada en países como Bangladesh, que mejore las condiciones de trabajo de las personas que directa o indirectamente subcontrata en condiciones de explotación y grave riesgo para su vida. Eso tal vez dé menos publicidad, o no sirva para reducir impuestos, pero sería más coherente. Por eso, la coartada de la “envidia española” para dar cobertura ética a estos salvadores de la patria no se sostiene en la inmensa mayoría de los casos.
Daré más argumentos, que quizás suenen más éticos o filosóficos, pero eso también importa. Lo que creo es que una persona buena e íntegra, un ser humano honesto y con sentido de solidaridad, tendría que decir basta, paro ya, cuando llega a obtener una cantidad de dinero que multiplica cientos y miles de veces el de una persona media. No sé, debería plantearse si tiene sentido ganar tanto o sentir vergüenza cuando ve a su lado gente que lo está pasando mal. Un escenario así tendría que activar un comportamiento cívico que ponga techo a las aspiraciones millonarias.
OK, está generando puestos de trabajo, y eso me parece estupendo, pero cuando los beneficios (después de inversiones) son tan brutales… algo falla ahí, algo no se está redistribuyendo bien, algo (o mucho) de solidaridad está faltando. Si ganas muchísimo más de lo que necesitas (desde aspiraciones éticas cimentadas en el respeto comunitario), lo primero que tendrían que hacer, si son personas buenas, es canalizar “lo que sobra” a mejorar las condiciones laborales y humanas de sus propios trabajadores, en lugar de seguir llenando su saca. Y, por supuesto, un rico de esta magnitud tendría que renunciar de facto a cualquier tentación de minimizar el pago de impuestos (incluso por tretas legalmente aceptadas) cuando sabe que esa es la vía más legítima que tiene para compensar la desigualdad que le rodea. Por eso dudo, por ejemplo, que personajes venerados como Cristiano Ronaldo o Leo Messi sean realmente personas buenas: ¿para qué quieren tanto dinero? ¿por qué evaden su deber cívico de pagar impuestos con la cantidad obscena de dinero que les quedaría aun tributando en proporción a la fortuna que obtienen? No los juzgo como futbolistas, sino como ciudadanos, que es un criterio por el que también hay que juzgarlos en tanto personas. La misma lógica aplico a Ortega y a los multimillonarios que hacen donaciones en lugar de pagar impuestos sin subterfugios, ni atajos legales. No son roles sociales que celebraría con euforia.
Por volver al caso de Amancio Ortega, ya he dicho que es un asunto complejo porque hay, en principio, dos dilemas éticos (también ideológicos) en juego, sea Ortega o quien sea el que haga la donación:
- ¿Debemos aceptar una donación que viene bien para salvar la vida de pacientes sin cuestionar el modo en que se han conseguido esos fondos?
- ¿Debemos aceptar un dinero en forma de caridad cuando, con mejores leyes tributarias, serían fondos que podía obtener y gestionar el sistema público según sus propios criterios porque formarían parte de sus presupuestos?
Las respuestas más acertadas a ambos dilemas se mueven en un continuo con muchos grises. No es blanco o negro. Lo que sí me queda claro es que las críticas a Amancio Ortega, y su fundación, tienen sentido desde el malestar general que existe en la sociedad española por el crecimiento de la desigualdad y lo mal que están financiados los servicios públicos. Hay que situarlas en ese contexto y por eso es de gilipollas tachar de gilipollas a quien sienta antipatía y decida no celebrar donaciones como esas. Al mismo tiempo, podemos cuestionarnos perfectamente más cosas de lo que subyace de fondo en la posibilidad de que un multimillonario disponga de 320 millones para hacer donaciones para financiar necesidades que debería poder asumir el presupuesto público.
En cualquier caso, aquí se mezclan cosas que me gustaría separar. Ya he dicho que la historia de Amancio Ortega es mucho más compleja, y oscura, que la del mito del “hombre que empezó de la nada y se hizo a sí mismo” que nos venden. Pero aun así, me parece absurdo rechazar los 320 millones que dona este hombre como se defiende desde algunos sectores. Baso mi opinión en dos argumentos:
- Ese dinero hace falta para salvar vidas,
- Aceptar ese dinero no es incompatible en absoluto con seguir peleando por corregir las carencias de fondo, que son la desigualdad, la sub-financiación del sector público, y un sistema tributario más justo y menos permisivo con las grandes fortunas.
Lo que quiero decir es que el principal problema no es Amancio Ortega, sino el sistema que alimenta y justifica la necesidad de que existan “salvadores” privados con ayudas de caridad. No habría que convertir al empresario gallego en chivo expiatorio, y motivo de escarnio, porque probablemente estemos penalizando así cualquier intento futuro de redistribución de ingresos que no sea el tributario. Que señores como Ortega se decidan a donar mucha pasta (porque lo es) a causas justas viene bien, y no condiciona en absoluto nuestro reclamo de revisar los factores que generan tanta desigualdad. Vamos a seguir luchando por corregir la brecha tributaria pero, mientras tanto, es irracional rechazar un dinero que hace falta.
Por eso discrepo de la idea de rechazar la donación, como se defiende en los comunicados. Si yo estuviera gestionando la Salud Pública, la aceptaría sí o sí. Por mucho que tengamos un problema estructural de base, que es lo mal que están financiados los servicios públicos, no estamos para desaprovechar ese dinero. Lo haría por el bien de los pacientes porque sé que eso no es incompatible con seguir discutiendo por qué la salud está tan mal financiada, o por qué un señor multimillonario no tributa en proporción a la fortuna que gana. No me perdonaría que un paciente tenga que retrasar una prueba radiológica que necesita con urgencia, y sufra o fallezca debido a eso, por haber rechazado esa donación. Ni un solo paciente merecería eso. Estoy pensando en mi familia, en mis amigos o en gente que necesita hacerse diagnósticos. Son personas y esa debe ser la prioridad de cualquier decisión.
Pero lo que sí haría es poner condiciones a la donación, si es que la Fundación Amancio Ortega daba opciones a eso. Al ser una donación finalista, me pondría serio a la hora de discutir a qué partidas asignar esos dineros, por mucho que uno piense, de forma razonable, que quien dona algo está en plena libertad de decidir dónde quiere ponerlo. Hablamos de salud pública, y no de un negocio privado, así si alguien quiere (como dice) generar el mayor impacto, tendríamos que hablar de óptimo social. Tal vez parte de ese dinero se invierta mejor en pagar sueldos, reforzar plantillas, conceder becas y otras necesidades distintas a la compra de tecnología. Eso quien mejor puede decidirlo es el sector sanitario público. No Amancio Ortega. Lo que yo diría a esa Fundación es que si quiere donar 320 millones, que agradecemos, vamos a hablar de cómo repartirlos, para que produzcan el mejor efecto en la salud pública. A cambio de que Amancio Ortega impulse su imagen personal y corrija su fiscalidad, el Estado debe poner sus condiciones porque ese dinero va al sector público. Es caridad, vale, pero manejada con criterio.
Luisa Lores, radióloga de profesión y portavoz de la FADSP, además de cuestionarse con argumentos la donación (como todo, discutibles), aporta más detalles que sirven para entender por qué ese tipo de aportación de fondos deberían canalizarse, en última instancia, según criterios del sistema público: “La falta de equipos no es el problema del sistema público de salud, que está bastante bien dotado, el problema es que no tiene personal (…) Ya hubo problemas en la donación que Ortega hizo a la sanidad gallega en 2015” porque el dinero donado por el dueño de Inditex se destinó supuestamente a comprar los mismos equipos que ya había adquirido el gobierno gallego con una inversión paralela: “Se compraron los mismos mamógrafos, no otros, los mismos, y los mismos equipos de radioterapia”. También he leído por ahí, planteado por otros expertos, que “no es más tecnología lo que hace falta, sino mejor utilización y sobre todo, insistir en otras políticas de carácter social de las que depende en gran medida la salud” y que “la tecnología, sea diagnóstica o terapéutica, se utiliza mal, en exceso y prácticamente sin control de costes”. En fin, quizás los millones de Ortega se invertirían mejor dedicados a otras partidas que no sean esos equipos.
Después tenemos el asunto de la posible relación que existe entre lo que se paga de impuestos y lo que se dona por caridad. Dice Luisa Lores, la radióloga gallega, que: “Amancio Ortega gana 1.100 millones de euros al año, solo en dividendos, así que si pagara como un médico, destinaría los 320 millones cada año en impuestos”. Una noticia de 2014 nos contaba que Inditex, todo el grupo, paga menos en impuestos de lo que recibe Amancio Ortega en dividendos. El grupo tributó en 2013 una cantidad de 440 millones en Impuestos sobre Sociedades, mientras que Ortega cobró una retribución por dividendos de accionista de casi 900 millones de euros. Dicho esto, me faltan datos para saber a ciencia cierta lo que paga Ortega de impuestos como persona física, pero parece que lo hace ajustándose a la ley. Podemos quejarnos de que lo que tributa es insuficiente, como muchos sostenemos, pero hasta lo que se sabe, no es el típico gamberro que va por ahí cometiendo fraude fiscal. Tampoco es culpable directo de que la ley sea tan permisiva con fortunas como la suya. El problema está en el sistema, y es a esa dirección donde hay que apuntar.
Tampoco me quita el sueño que Amancio Ortega gane prestigio y publicidad con su donación. Es cuestión suya, y si quiere hacerlo, me parece hasta bien. Sería ingenuo pensar que lo hace por razones genuinamente humanitarias, porque en ese caso donaría los fondos de forma anónima. No quiero perder un segundo discutiendo sobre eso. La perversión de fondo es otra y apunta al sistema que tenemos que cambiar.
Yum
Hola ayúdame donar me dineros 3.000 dólares es para mantenga mi hijos y tengo mala situación . Por favor una vez donación dinero. Soy sorda muda discapacidad y super triste problemas dineros
PEPE
Yo me asombro al ver como pensadores y opinadores de izquierdas , y como tales liberados de un pensamiento vinculado a ningún tipo de condicionante religioso, a la hora de dar una opinion política, económica o incluso del éxito empresarial de una persona siempre pero siempre recorren a lo “bueno ” o ” lo supuestamente malo” que ha debido hacer, por que con las religiones el condicionante bueno o malo de algo se va fraguando con las necesidades de la sociedad durante siglos, sin embargo hoy en dia lo que es bueno o malo , o esta bien o mal lo deciden cuatro politicuchos de turno junto con un montón de palmeros que recorren las televisiones dando impulso a esta idea de lo que ahora esta bien o mal .
La cuestión principal es un negocio exitoso, que paga los impuestos de acuerdo a la ley, que paga a sus empleados de acuerdo a la ley, en definitiva que no tiene ningun tipo de duda legal vigente le debamos aplicar la ley de moralidad fabricada por cuatro aspirantes a comunistas comegambas que forman parte del gobierno en lugar de tener a gente preparada , sin prejuicios, sin resentimientos , sin carga moral politica, que fuesen verdaderos gestores y contratasen al mejor asesoramiento en materia de imposiciones tributarias a grandes empresas y fortunas para establecer una rebaja de la desigualdad real, PUES NO EN ESTE PAIS TENEMOS A TELEÑECOS VESTIDOS CON LA CAMISETA DEL CHE HACIENDO EL ESTUPIDO
amalio rey
Sr. Pepe, discrepo de su forma tan poco respetuosa de expresarse pero defiendo su derecho a compartir su opinion. Que tenga ud un buen dia
Raquel
De nuevo Inditex presenta unos resultados estupendos y el “mercado-accionistas” reaccionan vendiendo… parece que gestionar para los mercados tampoco sale a cuenta, como mínimo a corto plazo. A mí personalmente, el funcionamiento de la Bolsa se me escapa, parece bastante irracional: extracto de Expansión hoy:
“Castigo a Inditex. Como es frecuente, las acciones de Inditex fueron castigadas tras la presentación de las cuentas del primer trimestre: cayeron un 1,8%, hasta 35,21 euros
(ver pág. 3). Según Ignacio Zarza, de Auriga Global Investors, este comportamiento del mercado no está justificado ya que “la gestión y los resultados son estupendos”. Para Felipe López-Gálvez, de Self Bank, “ha cumplido expectativas pero cada vez le cuesta más justificar las elevadas ratios a que cotiza”. El retroceso de la primera compañía española por capitalización restó 23 puntos al Ibex.”
Raúl Hernández González
Hay dos cosas que me gustaría comentar.
Por un lado, una cuestión técnica: usar “lo que paga INDITEX de Sociedades” vs. “lo que ingresa Amancio por dividendos” es una comparación un tanto irrelevante. De hecho, es normal que sea así: De 100€ de beneficio, 30€ van a Sociedades y 70€ para la compañía, que si decide distribuirlo a sus dueños… pues eso. Ah, y esos dividendos luego pagan impuestos a su vez, así que probablemente ya esté pagando un buen montón de millones en impuestos (al margen de la donación). No cabe insinuar lo contrario sin datos.
A partir de ahí: tu planteamiento está lleno de “deberías”. Debería pagar más a sus empleados, debería pagar más impuestos de los que paga, debería no usar la ley en su beneficio, las leyes deberían ser menos permisivas con las fortunas, los servicios públicos deberían estar más financiados… La cuestión es que esos “deberías” son tuyos, muy respetables, pero tuyos. Al final, la sociedad traduce los “deberías” de todos sus integrantes (que no son iguales) en leyes comunes, que son las que rigen la convivencia. En el momento en que hay una mayoría de personas que piensan que las cosas “deberían” ser de otra manera, se cambian las leyes. El “imperativo moral” sobre lo que cada uno pensamos que “debería ser” no puede ser la regla de medir, porque cada uno tenemos la nuestra. Y eso no quiere decir que no podamos discutir sobre ello, e incluso intentar convencernos unos a otros; pero cabe la posibilidad de que sigamos creyendo cada uno en nuestros “deberías”.
Amalio Rey
Raúl, veo que te has quedado solo con dos aspectos puntuales cuestionables, sin ponerlos en el contexto del resto de lo que se dice, o del espíritu central del post, pero estas en tu derecho, y hasta te lo agradezco.
En cuanto a lo primero, es cierto que me faltan datos (y lo digo en el post) para saber lo que paga Ortega como persona física. Tu comentario es técnicamente correcto. Pero es que no quiero centrar el debate en su figura. De hecho, no estoy de acuerdo en que se convierta en chivo expiatorio. Tenemos en España un montón de empresarios y empresarias bastante peores que él.
Sé que no es riguroso, porque me harían falta más datos, pero que en este país las grandes fortunas pagan mucho menos impuestos de lo que tienen que pagar es una evidencia. Y que la creación de fundaciones es una práctica habitual para reducir la carga impositiva, también. Ya sabes que yo no soy un liberal en lo económico, así que defiendo a rajatablas el principio de que la redistribución de ingresos se haga exclusivamente vía fiscal, para disponer de más y mejores presupuestos para servicios públicos.
Respecto de lo segundo, se mezclan ahí varias cosas. Por un lado, mis “deberías” no tienen nada que ver con lo “legal” que fija una sociedad, sino con principios éticos de honradez e integridad que tendríamos que discutir más desde el ámbito de lo “legítimo”. Al menos para aplaudir con más o menos entusiasmo donaciones como las de Amancio Ortega. La caridad o filantropía es un concepto que habría que matizar, y del que solo se puede hablar con lupa, caso a caso.
La otra cuestión de si es la sociedad, con todos sus integrantes, la que decide las reglas de convivencia, pues oye, es muy discutible. No te tengo como un tipo ingenuo (a pesar de que los liberales tendéis a serlo, o al menos a aparentarlo, y esto lo digo con cariño). Las leyes se cambian con un retraso aberrante respecto de lo que piensa la gente. Ni siquiera sabemos bien lo que piensa realmente la mayoría. Tenemos unos lobbies de poder con una fuerza brutal, y un sistema representativo que lava y descafeina la opinión de la mayoría. Por ejemplo, que las grandes fortunas deberían pagar mas es una opinión que defiende una mayoría abrumadora de españole/as. Si quieres, has una consulta popular y verás. ¿Y se han cambiado las leyes fiscales, o se invierte más pasta en inspectores, para que eso sea posible? Nop, ahí tenemos a los “intermediarios” para que “lo que piensa la mayoría” no se transforme en leyes. Algunos empresarios mandan al paro a sus trabajadores, o deslocalizan sus negocios a Asia o Africa, solo porque se han reducido sus beneficios (y no porque hayan entrado en pérdidas sistemáticas). ¿Eso es legal? SIP, está permitido. ¿Es legítimo, honrado, de una persona íntegra? NOP. ¿Podrían haber leyes que lo impidieran, que penalizaran esas prácticas? Yo pienso que sí. ¿La gente estaría de acuerdo? Por supuesto. ¿esa opinión se traslada a las leyes que fijan nuestra convivencia? NOP. Así que hay algún interfaz-con-vida-propia en esa transición que lo desvirtúa todo.
Finalmente, repito lo que dije en el post. Amancio Ortega no es el problema, sino el sistema que tenemos que cambiar, para que en lugar de grandes benefactores vía caridad, tengamos presupuestos públicos que sean dignos (y por supuesto, tenemos mucho que hacer todavía para que se gestionen bien, pero esa es otra historia en la que creo que estamos tú y yo de acuerdo)
Gracias, Raúl, por hacer siempre comentarios inteligentes y sosegados.
Raúl Hernández González
No he entrado en otras cosas porque en bastantes estoy de acuerdo 😀
Pero aunque tu intención no sea personalizar en Amancio… un poco sí se hace. Y cuando la doctora a la que te refieres dice “Si Ortega pagase como un médico”… está insinuando que no lo hace. Que no digo yo que lo haga o lo deje de hacer (porque seguro que no los pone en la misma casilla que yo :D) pero ya se está haciendo un “framing” en el discurso.
Obviamente no digo que la correlación entre “lo que piensa la sociedad” y “lo que dicen las leyes” sea perfecta. Pero sí creo que es positiva. Si la mayoría de las personas creyesen que las ideas de IU (por irme a la etiqueta fácil) son las que molan, IU sería el partido más votado.
También creo que las cuestiones son más complejas que una mera consulta popular. “¿Las grandes fortunas deberían pagar más?”. Pues hombre, sí, mejor para mí. Ahora bien… ¿qué “segunda derivada” tiene esa decisión? A lo mejor “las grandes fortunas” dejan de querer estar aquí y se van a otro sitio, y entonces no se recauda ni mucho ni poco. Etc. O si abrimos el abanico, y pensamos en términos mundiales… ¿estaría usted dispuesto a pagar más impuestos para transferir rentas al 90% (me invento el dato) de la población mundial que está peor que usted, en aras de la justicia social, la ética y la reducción de desigualdades? A lo mejor entonces ya no… la “voluntad popular” a veces es un poco egoísta.
Hay un argumento que haces y es el que a mí me chirría: “es legal pero no es legítimo, honrado ni de persona íntegra”. Eso es lo que yo cuestiono. Que lo que a ti te parece legítimo, honrado o íntegro, al vecino puede parecerle otra cosa. Y al final habrá que generar un consenso (imperfecto, vale; de mínimos, si quieres) que para mí es el marco legal.
Un punto adicional, en línea con otro argumento que planteabas: que la donación no puede ser finalista, sino dejar que sean el propio sistema quien decida cómo lo administra. Y me parece muy razonable. De hecho, a lo mejor el sistema puede decidir que en vez de a salud puede que sea prioritario dedicarlo a otra cosa…
Amalio Rey
jjjj… esto de: “que la donación no puede ser finalista, sino dejar que sean el propio sistema quien decida cómo lo administra” se consigue únicamente dando los 320 millones, querido amigo, en forma de impuestos. Una vez que esa pasta se aporta como “caridad” o “filantropía”, se refuerza la idea de que es un dinero que se da voluntariamente y que por tanto, es la persona que lo da la que decide dónde invertirlo. Y cuando esa persona puede decidir donde invertirlo, eso se convierte en una fuente de poder (“a ver chavales, peleaos entre vosotros a ver a quien le doy mi pista” o “dadme las gracias, y de paso me debéis un favor, por elegiros a vosotros”). Y es precisamente ese poder que da repartir tanto dinero lo que más le gusta a esta gente. Si eso va vía impuestos, ese poder se difumina, porque es una “obligación”. Lo que es un deber ético y legal (impuestos) se convierte en un acto heroico y plausible de una persona (filantropía).
En cuanto a lo de “es legal pero no es legítimo, honrado ni de persona íntegra”, entramos en la discusión de si existen al menos algunos patrones universales que nos permiten definir términos como honradez, integridad o ética solidaria entre los seres humanos. Podemos ser relativistas todo lo que quieras, pero al final, vamos a estar de acuerdo con que muchas de las cosas que hacen los multimillonarios para conseguirlo no responden a un comportamiento que se pueda tachar de ejemplar, como para después pelarse las manos aplaudiéndolos con euforia cuando donan una parte minuscula de la pasta que les sobra.
Finalmente, pienso que en muchos aspectos (y sobre todo en determinados asuntos, y no tanto en la globalidad), no existe una correlación positiva entre “lo que piensa la sociedad” y “lo que dicen las leyes”. No lo lleves a la lectura partidista, como haces, porque esto de votar por un partido u otro es una decisión demasiado agregada y compleja (incluso emocional) para que atrape los detalles de cómo afinar los contenidos de leyes en determinados campos. Ese es un fallo de la democracia. No deberíamos dejar en manos de partidos la decisión sobre determinadas leyes, sino que deberíamos buscar mecanismos para pronunciarnos como ciudadanos (o al menos una porción del crowd que esté informado) sobre cada ley o asunto relevante por separado. Lo que me parece absurdo es que una vez que uno vote por un partido, sea éste el que decida cómo votar en mi nombre sobre cualquier cosa. Esa es una aberración simplificadora de base. Y al ocurrir eso, entonces se producen muchísimos casos en los que la ley va por un lado y la opinión de la mayoría por otro. Y eso sin ponernos en plan desconfiados, que en política hay que hacerlo, de introducir en el análisis los intereses (a veces espurios, o como mínimos, sesgados) de esos “intermediarios” llamados a interpretar lo que piensa su electorado. Para colmo, en España no existe ningún vínculo geográfico directo y de peso entre lo que decide cada diputado con la opinión del territorio que le votó, como sí existe en cierto modo en USA o UK. Si al menos existiera eso, la gente de una provincia o municipio podría castigar con su voto a ese diputado que no responde a la opinión local. En fin, tenemos muchas cosas que cambiar en este sistema…
Raúl Hernández González
Una puntilla para acabar (porque esto, sin cervezas, no es lo mismo :D).
Me hace gracia cuando te refieres a los impuestos como una “obligación” con comillas. No, quítale las comillas, que los impuestos se pagan por coerción.
Sí, hay mucho que cambiar en el sistema. La cuestión es que, como buen sistema, no se cambia “apagando y volviendo a encender”. Cualquier cambio nace de lo existente, de las dinámicas, de las relaciones, de las inercias… genera acción-reacción… y en última instancia, las soluciones a problemas complejos rara vez son simples.
Y yo ya. Como digo, si quieres más, cerveza de por medio 😀
Amalio Rey
En un debate de Facebook en torno a este post, me acusan de generalizar y exagerar cuando afirmo que “nadie se hace multimillonario de forma honrada”.
Después los ha habido que manipulan lo que dije, y me cambian la frase poniendo “ricos” en lugar de “multimillonarios”, que son dos cosas distintas. Pienso que la probabilidad de que una persona se haga rica (pongamos el listón en un millón de euros) es baja, pero posible, sin trampear. Mucha gente lo ha conseguido con una mezcla de esfuerzo, sacrificio y también, suerte.
Después ha habido otros que me acusan de devaluar la figura de los empresarios, como si yo hablara en negativo de todos ellos o dijera que todos los empresarios hacen dinero de una forma poco honrada. Así que debo dejar claro que yo NUNCA, pero NUNCA he hablado mal en genérico de los empresarios o empresarios. Eso sería injusto. Los hay sinvergüenzas, y los hay extraordinarios, gestores muy responsables, como en todos los ámbitos de la vida.
Pero, en cualquier caso, creo que vale la pena que explique mejor por qué me reafirmo en la idea de que es IMPOSIBLE que aquellos que se han hecho “obscenamente multimillonarios”, que es el término que utilicé en el post (aunque basta con que diga “multimillonarios”, es decir, personas que pueden haber acumulado una fortuna de miles de millones de euros/dólares), lo hayan conseguido de forma realmente honrada, o sea, sin incurrir en algunas de estas prácticas que no lo son:
1) Hacer trampas legales o fiscales aprovechando resquicios oportunistas
2) Aprovecharse de tratos de favor en algún momento para no competir de igual a igual
3) Abusar de privilegios concedidos por los lobbies de poder
4) Beneficiarse de privatizaciones para acceder a activos públicos devaluados
5) Pisar de malas maneras a un competidor o rival (que probablemente tenía una mejor oferta) para quedarse con su cuota de mercado a costa de los consumidores (esto, recuerdo, es también ser poco honrado, aunque el capitalismo lo acuñe bajo el término engañoso de “ser astuto”)
6) Pagar salarios muy inferiores a los que debía (y podía) a sus empleados
7) Minimizar y evadir impuestos a base de subterfugios legales (y alegales) para evitar que la sociedad redistribuya adecuadamente parte de sus ingresos
8) Manipular el mercado para subir precios
9) Aplastar a otras empresas con prácticas desleales
10) No pagar la seguridad social y apostar por trabajos precarios
y un largo etcétera…
Lo que yo digo es que para ganar tanta pasta, y durante tanto tiempo, sin que el mercado reajuste los beneficios a la baja (que para eso está la santa competencia), siempre tienen que haber mecanismos extraordinarios que desvirtúen y abusen en favor de alguien.
Pero no hace falta irse tan lejos, ni poner la lupa para descubrir ilegalidades. Quien acumula una fortuna así está claro que:
1) Ha pagado mucho menos a sus trabajadores de lo que podía, y debía, pagar (parte de lo que se llevó a la saca podía distribuirse en salarios para retribuir a la gente que trabaja)
2) Ha pagado menos impuestos de los que debía pagar para favorecer la redistribución de ingresos y la reducción de la desigualdad.
Ser honrado y cívico no es eso. Por eso, insisto, que no hay otra forma de amasar fortunas obscenas que no sea saltándose alguna(s) regla(s) que forman parte de los principios éticos que definen la integridad y la honradez. No sé si esta es una explicación suficiente, o sigo sin que se me entienda.
Julen Iturbe-Ormaetxe
Pues sí que te gusta meterte en charcos, jajaja.
Si tienes un rato echa un vistazo a esto https://givingpledge.org/
Ya está todo inventado. Es filantrocapitalismo, pensado para lo que está pensado. Hay que hacer marketing para que parezca que no roban.
Juanjo Brizuela
JO! VA! elmarketing parece que es un problema del todo, no?
Me parece brutal el charco en el que se mete Amalio pero creo que no le falta razón… va al fondo de muchas cuestiones.
Me gustaría saber cuánto dinero “donamos” a la semana a gente que también vemos jodida por la calle, independeintemente de lo que cobremos a final de mes, ¿no?
Amalio Rey
Hola, Juanjo:
Perdon por los charcos y si te he mojado. Espero que no… Esta claro que casi todo viene desde nuestra propia actitud. Yo mismo critico a otros, pero seguramente no hago todo lo que pudiera para ser todo lo íntegro que debería. Un abrazo
Juanjo Brizuela
No me mojas, faltaría más. Además de sacar el debate que te honra de nuevo, es lógico que pueda haber puntos de vista. No pasa nada ni me siento ofendido. Eso sí, tengo la sensación de que a veces nos (y me incluyo) escudamos en que el “marketing tiene la culpa” o que “todo es marketing” cuando en realidad hay otras razones poderosas en el fondo que son las que mueven ello; y en este caso, como bien dices, para mí las hay.
Dale siempre Amalio. Dale siempre. Hay que remover neuronas.
Gracias y abrazo
Amalio Rey
Bueno, Julen, tal como está planteado en esa web, suena hasta bien: “devolver a la sociedad la mayoría de la fortuna obtenida”, y no dice por ningún sitio que se hace “para que parezca que no roban”. Pero es que eso no lo va a decir, ni reconocer, nadie. Por otra parte, el verbo “robar” admite muchas lecturas. Por ejemplo, Trump o cualquier otro multimillonario nunca se vería identificado con la idea de ser considerado un ladrón porque no paga los impuestos que debería. Siempre pensarían que ese dinero es suyo, y no lo “roban” a nadie. En fin, ambos nos entendemos 🙂
Vigués
Excelente post.
Solo quiero aportar un par de comentarios:
Sobre el límite de la riqueza: por informaciones previas, y por sentido común, creo que no es el objetivo de amasar una cantidad inmensa de dinero lo que mueve a Amancio Ortega. Parece mas bien que es el deseo de que Inditex sea la primera empresa textil del mundo. Si lo piensas, con el dinero que gana si su objetivo es simplemente hacer dinero puede invertir en múltiples negocios, pasar a ser un “inversor” en lugar de pelear por su grupo textil.
Creo que limitar la riqueza en una sola mano puede ser una opción a estudiar, de la misma forma que se limitan los monopolios
Sobre el objeto de la donación: si en lugar de máquinas de tratamiento radiológico fuesen dedicados eses millones a restaurar la catedral de Santiago la reacción no sería la misma.
La salud tiene un componente afectivo/social muy potente.
Creo que debemos promover el mecenazgo, siempre desde el control público, no aceptando imposiciones. Si yo pago mis impuestos y ademas quiero donar que problema hay.
Amalio Rey
Hola, Vigués:
Creo que lo que mueve a Ortega a amasar grandes cantidades de dinero es una mezcla de muchas motivaciones. No hay una sola. Y entre ellas está precisamente ser inmensamente rico. Tener mucha pasta porque eso da mucho poder. Por otra parte, Amancio Ortega ya está invirtiendo en multiples negocios, por ejemplo, en el sector inmobiliario. Está comprando un montón de inmuebles con la pasta que saca de su negocio, en vez de crear nuevos negocios realmente productivos que generen empleo. Además de ser un empresario textil, ya se ha convertido en un “inversor” a gran escala en otros ámbitos. Ese es el proceso natural de los multimillonarios para diversificar su fortuna, y tomar posiciones en un amplio abanico de fuentes de poder.
Por supuesto que me parece bien que, una vez se paguen impuestos en proporción a la fortuna obtenida, se hagan donaciones. Ya eso lo digo en el post. Nunca me verás criticando eso. El problema viene de que parte de esos impuestos se convierten en caridad, y eso implica distintas reglas de juego a la hora de soltar el dinero. Un saludo
Juanjo Manzano
Imagina por un instante, que hubiera empresas que con las mejores prácticas laborales, ambientales y sociales se convirtieran en empresas multimillonarias económicamente hablando. No imagines más por que eso está pasando: Ya existen 2178 empresas entre multinacionales, pymes y micro pymes certificadas B Corporation en el mundo que piensan que otro tipo de economía es posible, más humana e inclusiva donde redefinir el sentido éxito en los negocios es la nueva clave.
Imagina que haciéndolo bien se pudiera ganar dinero, incluso mucho dinero, muchas de esas grandes empresas con dudosas prácticas y turbios procedimientos no tendrían más remedio que cambiar de carril si quieren continuar en el mercado. Esto también está pasando.
Si las ONGs y lo público existe para sacar de la precariedad a las personas, generar justicia social, etc. ¿Cómo puede ser que millones de personas en el mundo sigan pasando hambre? ¿Habría otra manera de hacerlo? ¿O es que sólo hay una única verdad?
Creo en la corresponsabilidad, pero sobretodo, en que si cada uno barriésemos una parte de la acera las calles estarían más limpias.
Amalio Rey
Hola, Juanjo:
Claro que pueden haber (y sé que las hay) EMPRESAS “multimillonarias” por el valor de sus activos, pero no estoy hablando de empresas, sino de PERSONAS multimillonarias. Si la empresa tiene un gran valor, y se gestiona de forma ética y honrada, entonces ese valor se reparte de forma solidaria entre todos sus stakeholders. La empresa puede valer un montón, pero eso se redistribuye de forma justa. Entendería perfectamente que los fundadores o líderes de la organización cobren muchísimo más que el resto, porque eso tiene su mérito, pero no hasta el punto que lleguen a amasar miles de millones de euros/dolares. Si eso ocurre, entonces no se está siendo honrado, porque existen redistribuciones de los beneficios más justos y éticos. Separemos las empresas de las personas. Es por eso que las empresas socialmente responsables tienden al modelo de cooperativas, para que la conversión de beneficios empresariales en activos sociales esté garantizada por principios fundacionales.
Un abrazo
Javier garcia Leon
De lo mejor que he visto escrito sobre el tema (quizás lo de salvar vidas sea un poco esagerado, implicaría aumir que hoy se mueren pacientes de cancer porque no hay equipos radiológicos, lo cual es manifiestamente cuestionable).
Javier
Amalio Rey
Gracias, Javier. El asunto tiene muchas aristas, y seguramente a mí se me han escapado algunas. Pero para eso escribo el post, para recoger opiniones (incluso discrepantes) que me enriquezcan…