15 tuits sobre cómo cuidar tu salud mental (y la de los demás) en Twitter
POST Nº 677
¿Sientes que Twitter a veces te estresa? ¿Crees que esta red social podría ser un espacio más amable del que es? ¿Te gustaría mantener en ella conversaciones más cordiales? ¿Se puede hacer algo para que el respeto y las buenas maneras se abran camino frente al odio? Voy a responder a estas cuestiones desde mi experiencia.
Antes me metía en charcos cuando publicaba mensajes en la red del pajarito. Si eres de los que se lleva bien con eso, sigue haciéndolo, pero yo no. A mí entrar en bucles de dialéctica bélica me afecta y por eso tuve que aprender a tomar distancia y a curar mejor lo que publicaba. He extraído de ese aprendizaje algunas recomendaciones que voy a resumirte en formato tuit por si te sirven para mejorar tu forma-de-estar en este canal.
Pero, primero, quiero que sepas que contener la espontaneidad tiene un coste. Usar los filtros que aquí propongo pueden hacerte ―en apariencia― más «aburrido», y menos viral, porque la salsa del mundo-espectáculo en el que vivimos hoy suele estar en los extremos. Estas en tu derecho de jugar sin reglas si es eso lo que te va pero, ya sabes, asume las consecuencias.
Ya anticipo que algunos lectores tildarán estos consejos de «buenistas», y es probable que tengan razón, pero yo me atengo a mi experiencia y punto. Si mejoramos, aunque sea un poco, a Twitter entre todos, eso significará algún progreso. A modo de disclaimer, si quieres hacer arqueología en mi timeline, seguro que vas a encontrar algún mensaje que no cumple las «normas» que comparto aquí pero de eso se trata, de haber aprendido de mis errores. Y si en lo adelante ves que me salto alguna, agradezco que me refresques la memoria 😊
Sin más dilación, ahí van mis 15 recomendaciones. Van enumeradas por si quieres referirte a alguna en el hilo de comentarios, en el que te invito a participar:
1. Solo publica opiniones que seas capaz de decir a la cara.
2. Si vas a tratar un tema delicado, pon el tuit en cuarentena antes de publicarlo. A más sensible sea lo que quieras decir, más déjalo reposar. Pillar el altavoz en plena calentura tiene mucho peligro.
3. Evita meterte en debates con una fuerte carga emocional, donde la opinión está polarizada y va por barrios. Las «cámaras de eco» son basura mental y tiempo malgastado.
4. No publiques nada que te produzca «estrés anticipatorio». Y eso se siente en el estómago cuando escribes algo que te deja inquieto/a porque dudas de haber hecho lo correcto. Y si dudas, es que no era (tan) lo correcto.
5. Ten empatía con las distintas partes afectadas por lo que vas a decir. Disentir está bien pero desde el respeto y de un esfuerzo previo por informarte. La ofensa y la falta de sensibilidad se te devuelven.
6. No participes en nada que se parezca a un «linchamiento colectivo», que son tan habituales en Twitter. Hacer leña del árbol caído es de oportunistas.
7. Aunque sea una persona concreta la que te motive a escribir un tuit fustigador, evita personalizar porque lo que importa es el mensaje y no apuntar a alguien. Salvo que sea una figura pública o un contexto que necesite de un nombre propio.
8. Antes de publicar algo espinoso, pregúntate siempre por qué quieres hacerlo. Si la razón de fondo es buscar viralidad y captar la atención provocando, ¡¡piénsatelo bien!! Para mí esa dejó de ser una opción. No soporto a los «provocadores profesionales».
9. Si se dirigen a ti en tono grosero, puedes reaccionar de dos maneras: (a) ni caso, total indiferencia, (b) responder con humor/ironía conciliadora. No entres en el juego de haters y troleros. Déjalos que se consuman en su propia amargura.
10. Hay temas demasiado complejos para pretender resumirlos en una idea rotunda de 280 caracteres. Europa no cabe en Madrid, ni Barcelona en el barrio de Gracia, así que mira bien cómo usas las tijeras. Siempre te quedarán los hilos para hacer justicia a los matices.
11. No RT, ni difundas mensajes que puedan dañar la reputación de otras personas sin confirmar previamente que la fuente y las evidencias son confiables. Recuerda tratar el crédito de los demás como te gustaría que trataran el tuyo.
12. Identificar bien lo que te cabrea (p.ej. mensajes trumpistas, gurús que dicen bobadas, o razonamientos absurdos que se visten como lecciones de sabiduría) va a ayudarte a activar los «filtros de contención» con más rapidez para no responder por impulso.
13. Si entras en un debate, haz el esfuerzo de atender bien. Muéstrate dispuesto/a a revisar tus premisas a la luz de los nuevos argumentos. No se trata de ganar o perder, sino de descubrir desde la diversidad. Con lo bonito que es decir: «tienes razón».
14. Si ves que te disgustas con frecuencia al leer los tuits de una determinada cuenta que sigues, ¿por qué no eliminarla? Eso de tener «seguidos» para poder criticarlos es un absurdo masoquista.
15. El humor inteligente relaja tensiones y es un recurso muy elegante para decir lo que quieras. Un meme brillante nos salva el día. Contribuye a que Twitter sea un sitio para reírse, y no para odiar.
Bonus Track: Si publicas un tuit equivocado, por obviar alguna de las recomendaciones anteriores, todavía tienes la oportunidad de reconocerlo. Es liberador, además de que te hará especial en un medio donde nadie se disculpa por nada.
NOTA: La imagen es del álbum de Geralt en Pixabay.com. Si te ha gustado el post, puedes suscribirte para recibir en tu buzón las siguientes entradas de este blog. Para eso solo tienes que introducir tu dirección de correo electrónico en el recuadro de «suscríbete a este blog” que aparece a continuación. También puedes seguirme en Twitter o visitar mi otro blog: Blog de Inteligencia Colectiva