#Pildorines 2: El fastidio emocional de hacer el equipaje

POST Nº 687
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No sé a ti, pero a mí me resulta fastidioso el momento de preparar el equipaje antes de un viaje. Si tengo que hacerlo por trabajo, y no estoy muy por la labor ―algo que me ocurre cada vez más―, me pasa lo que cuenta Indermit S. Gill: «no hago la maleta hasta el último momento porque los viajes comienzan cuando empiezas a empaquetar». Siendo una tarea corriente, tiene una parte emocional según el tipo de viaje que haga. Estoy todavía en casa, sin la atención que focaliza el propio viaje, así que mi cabeza está disponible para pensar demasiado. Es lo que pasa cuando friego, solo que con el equipaje hay que tomar más decisiones. Si ese viaje significa separarme un tiempo de personas que quiero, trabajar con un cliente incómodo o cualquier cosa que me produzca ansiedad, todo eso lo vivo en el proceso de hacer la maleta. Nunca olvido lo mal que lo pasé mientras preparaba el equipaje para el vuelo que después significó mi emigración. No pensaba irme de Cuba, era un viaje (creía entonces) con retorno, pero preparar la maleta se me hizo un calvario. Tenía sentimientos encontrados y eso me producía ansiedad anticipatoria. Peor aún, soy un caso perdido para optimizar el espacio y peso del equipaje. Marie Kondo se enfermaría conmigo. Siempre cargo con más de la cuenta «por si acaso», no solo porque dudo entre qué llevar y qué dejar, sino también porque pospongo tanto la tarea que al final la hago corriendo y pasa lo que pasa: «vísteme despacio, que tengo prisa». Eso lo agradece mi hijo mayor que es minimalista, no por previsor sino por desordenado. Nunca lleva abrigos y le faltan camisetas, así que ahí estoy yo con mi fondo de reserva involuntario porque usamos tallas parecidas. Un ejemplo absurdo fue empezar mi Camino de Santiago con trece kg en mi mochila, una salvajada que gracias a Correos corregí en la 3ra etapa devolviendo a casa los seis que me sobraban. Historias de excesos como estas podría contar a porrones. Ahora, por fin, me estoy entrenando en el difícil arte de meter todo en mi mochila de ordenador cuando hago viajes de trabajo en los que pernocto solo una noche. Me sigue fallando si quiero llevar zapatillas y ropa para correr. Y volviendo al asunto del fastidio emocional que me genera preparar el equipaje, intuyo que lo que hay que hacer es cortocircuitar el pensamiento quejica con rutinas automatizadas. ¿Cómo vives esto tú?
Bonus Track
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«Me muero de miedo y de ganas». Cuando sientas eso, ¡no te lo puedes perder!
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Hay gente que reclama diversidad solo para que quepa su opción en ella y, una vez que la consigue, trata de embutir su modelo a los demás. Diversidad para ser aceptada y después imponer, desde dentro, su pensamiento único.
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Tomé este apunte hace tiempo, pero no sé bien si es un pensamiento mío o lo leí en algún sitio. Si es de alguien, que me disculpe por no citar la fuente: «A veces pienso que parte del plus salarial que hay que pagar en sectores como la banca, los bufetes de abogados o los grupos de inversión ―y hay muchos más, añado yo― es una especie de indemnización por la carencia de afectos». Es verdad, son trabajos tan antipáticos que la única manera de retener el talento es pagando mucho.
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Peter Hodgson
Respecto al 005 me sucede más bien lo opuesto. Aunque también lo deje para el último momento, hacer la maleta me resulta placentero. Es una oportunidad para imponer un orden efímero en un espacio delimitado, siempre mínimo, frente al desorden que me rodea de forma habitual. Es la misma satisfacción que me produce ordenar el cajón de mi mesilla de noche de año en año.
En cuanto al 007 me parece que debería grabarse como aviso a navegantes en todos los foros sociales.
Amalio Rey
¡¡Qué suerte tienes, amigo!! supongo que es por tu cultura ingenieril 🙂
Es que yo no consigo “imponer un orden” ni en la maleta, por muy efímero que sea. Yo creo que para eso hay que estar motivado. A mí ordenar ese tipo de cosas no me mola. Lo del 007 es verdad, hace mucho daño…
Manel Muntada
Me identifico total y absolutamente con cada una de las sensaciones y formas de abordar el tema. Lo de las zapatillas para salir a correr sigue siendo un tropezón para plantearme viajes cortos sólo con una mochilita, si encuentras una solución, ya sabes 😉
Amalio Rey
Gracias, Manel, por pasarte y dejarme tu opinión. Creo que la única solución que tenemos con el lío de las zapatillas es comprarnos una mochila algo más grande, de esas que además del ordenador, tienen un compartimento más generoso para meter cosas. Hay mochilas de esas que son muy elegantes. Estoy a punto de comprarme una porque mi solución no va a venir de ser más ordenado, sino de tener más espacio 🙂