Lo bueno de tener un jefe, o jefa

POST Nº229
Estamos en tiempos de oda al emprendimiento y a la autonomía personal.
Suena fatal querer ser funcionario o trabajar por cuenta ajena, y la receta que se nos prescribe como ideal es la de ser dueños plenos de nuestra vida: No tengas jefes, sé tu propio jefe o jefa.
¿Qué voy a decir yo de eso? Pues mira, que no está mal viendo los pobres indicadores que acreditamos como sociedad emprendedora, y que tiene muchas ventajas el hecho de buscarte la vida por tu cuenta, siempre y cuando eso vaya con tu personalidad, y estés preparado/a para soportar todas las cargas que de eso se deriva, y que debes conocer.
En fin, emprendamos, seamos nuestros propios jefes, nos recomiendan “de palique”, porque si me atengo a la realidad, predicando con el ejemplo veo todavía a muy poca gente.
Así que hoy me apetece poner algunas comillas al mantra de la autonomía y la independencia que escucho con fruición, para que entendamos bien los costes reales (y menos visibles) que tiene “liberarse” en los términos que se nos aconseja. O si quieres, dicho al revés, voy a hablar de algún problema que tiene ser tu propio jefe, y cómo esto suele ser a veces una fuente de frustraciones para determinadas personas.
Tener un jefe parece malo, pero puede ser muy ventajoso. Veamos. Un jefe te limita las opciones pero termina ayudándote a simplificar. Gracias a él siempre tienes la excusa de que has tenido que elegir entre las opciones que te puso otro. En cambio, si tienes libertad para elegir, siendo tu propio jefe, entonces la responsabilidad de elegir bien recae solo en ti, y en nadie más que en ti. Eso aumenta las expectativas y también la posibilidad de frustración. Si eliges mal, eres tú quien ha fallado. No hay chivo expiatorio para endosarle la culpa.
Por otra parte, hablemos de ese deporte tan latino que se llama “critica-al-jefe”. Es un vicio, un jueguito que engancha, un liberador de toxinas, una válvula de escape para quitarse de encima cualquier reproche, y eso relaja un montón. Tiras la puerta del despacho, y te vas maldiciendo al jefe de tus desgracias porque, total, no está en tus manos la solución. Y si la empresa anda mal y vas al paro, te estás ahorrando la sensación de fracaso, porque las razones de que eso haya pasado obedecen a las gilipolleses que hizo otro, aunque tú hayas estado acomodado o apático hacia todo lo que venía ocurriendo.
Habría que añadir una ventaja más: si hay un jefe al final de la cadena de producción controlando la calidad para poner el sello de salida, uno puede relajarse. Es lo que ocurre en la mayoría de los casos: no soy el último eslabón entre la empresa y el cliente, así que cualquier fallo que lo corrija el de arriba. Así se vive más tranquilos con toda seguridad.
Todo esto lo he descubierto por dos razones: 1) Pasé hace tiempo de tener jefes a ser “jefe”, 2) Hablo con muchos empresarios que son jefes, y que se quejan (los buenos) del poco interés que tienen sus trabajadores para asumir responsabilidades (por cierto, no es mi caso).
Esa especie de pavor que produce el momento de tomar una decisión difícil, tan frecuente en la vida del emprendedor y cuyo resultado llevará su etiqueta como responsable único, equivale a toneladas de estrés que no se las deseo a nadie. Lo he vivido, y francamente, es jodidísima. Por eso entiendo a la gente que opta por el “que mande otro, no quiero tirar de ningún carro”.
Esa realidad conecta directamente con la voluntad 2.0 que presuponemos a los trabajadores. Es de suponer que si “optan” por perder libertad (o potencial de ingresos) trabajando para otro, tampoco quieren que les endosen el sobrecoste de decidir sobre asuntos muy complejos que afectan a otros porque eso implica zamparse un pedazo de responsabilidad, y con ello, de culpa si las cosas no van bien. Así que la gente elije el camino más corto, y más simple: que el “dueño” que se come el jamón, también se coma el hueso.
En mi caso, que no me considero una persona demasiado acomodada, ni me conformo con cualquier cosa (con la madurez empiezo a ver esto casi como un defecto), he experimentado lo duro que es ser “jefe” y voy aprendiendo las ventajas de ceder responsabilidad y de compartir el premio, o la losa, de los éxitos/fracasos. Pero esto tiene una solución compleja porque no es nada fácil delegar con todas sus consecuencias si los otros no quieren cargarse de problemas.
A veces recuerdo con nostalgia aquellos tiempos que trabajaba para otros. Tenía menos estrés porque no tenía que decidir, y apelaba al legítimo derecho de rajar del jefe cada vez que algo no salía bien. Siempre tenía la excusa de pensar: “bueno, solo he intentado elegir la mejor opción entre las que me puso el jefe”, y me quedaba tan pancho.
Este asunto no es baladí. Está en el meollo del coraje de emprender. No critico a los que tiran balones fuera porque creo que es humano. Es una excusa para simplificar, y evaporar estrés. Si eres de los que la has usado, y te funciona, piénsate bien esto de la autonomía y la libertad que se supone como derecho en el paraíso del emprendimiento.
No es así. Nunca serás de verdad tu propio jefe porque ahora lo serán tus clientes. Pasarás de tener un solo jefe (bueno o capullo) a muchos clientes-jefes (estupendos, buenos, mediocres, capullos, patéticos, etc.) que te exigirán más que a nadie, y con los que tendrás que ser más paciente y tolerante de lo que eras antes porque afecta directamente a tu imagen y tu bolsillo.
Ya lo he dicho muchas veces, ser emprendedor no es un chollo y merece un respeto. Así que antes de lanzarte a la piscina, silencia los cantos de sirena que difunden los evangelizadores profesionales. Conócete primero, calibra tus expectativas, descubre qué tipo de vida te apetece hacer y dónde concentrar tus fuentes de endorfinas… porque créeme, tener jefe (y no serlo tú) puede ser para algunos la opción más saludable.
JT
¿Por qué siempre «jefe», en singular? Para mí la opción más atractiva de las que he probado o visto de cerca es la de «ser vuestros propios jefes», en plural.
Cada vez tengo más claro que prefiero trabajar en equipo y al mismo nivel: te puedes apoyar en otros en cuanto a la responsabilidad y la toma de decisiones, pero a la vez esas decisiones siguen siendo en parte tuyas. Puedes tener todas las iniciativas propias que quieras y complementarlas con la opinión de un igual, del de al lado, en lugar de lanzarlas «arriba», que siempre cuesta más y es más fácil que vuelvan a «caer».
Por eso, aun sin haberlas probado, me interesan mucho formas empresariales como las cooperativas de trabajo. Es una oportunidad de emprender y tomar tus propias decisiones, pero no en solitario.
Claro que requiere cierta disposición a entender lo colectivo: igual que la responsabilidad se reparte, también hay que saber dejar ir «mi idea» para dar lugar a «nuestra idea» de las cosas.
Amalio
Pues si, Jorge, estamos en sintonía. Creo que lo que propones es tambien mi ideal. Ser co-emprendedor dentro de un equipo es una oportunidad para compartir la carga, y que la responsabilidad no se nos haga una losa. Pienso que, en efecto, el camino va por ahí. Lo que pasa es que, como bien sabes, no es tan fácil encontrar esos buenos compañeros de viaje con los que sientas confianza y sobre todo, que la relación pueda ser todo lo simétrica o P2P que permitiría gestionar la organización de un modo realmente distribuido.
Creo que el primer paso es encontrar a esas personas con las que se comparte una identidad colectiva. Después es gestionar las interacciones de un modo en que el trabajo (y las recompensas) sean equitativas y justas. Como eso casi nunca es fácil, más bien es muy difícil, terminamos tirando por el camino más expedito, y el más conocido, pero el reto está sobre la mesa, y tenemos que trabajar en ello.
un abrazo
Pedro
Yo estoy de acuerdo en todo el post y sobre todo en que tienes tantos jefes como clientes, a veces de forma intuitiva decido si quiero trabajar con un una empresa o no en función de lo que me trasmite esas persona. Ya que va a ser un “nuevo jefe” quiero que al menos tenga un mínimo de humanidad y sentido común.
Detesto los prepotentes y los “tocacojones” por naturaleza… y no los quiero, a nivel interno les llamamos Clientes/proyectos CANCER. Hemos tenido varios en estos años y a todos nos los hemos quitado de encima.
Aunque el fondo no es lo que toca aquí quiero recomendaros una web que hicimos hace un par de años, se llama La Vida del Empresario es Puta http://www.lavidaesputa.com
Amalio
Pedro: Lo de los clientes-jefes es una realidad de la que poca gente habla. Eso hay que explicarlo a la gente que se plantea ser emprendedora (aunque reconozco que no se entiende bien hasta que no pasas por eso). La idea de trabajar con clientes está idealizada, parece que uno controla, que uno fija las condiciones (a diferencia de con un jefe), pero no es cierto. La interacción es mucho mas ambigua, y tienes que comerte unos sapos de mucho cuidado, y encima dar la impresión de que te gusta el sabor.
Con los clientes, en principio, tienes que ser más hipócrita que con los jefes, y eso tiene un coste en términos de salud mental, digo yo.
OJO, no quiero ser pretencioso, pero soy de los que pueden en cierta medida elegir a una buena parte de sus clientes (por el momento, y cruzo los dedos), pero aún así me sigo tragando sapos, porque es difícil saber lo que te espera y cómo deriva un proyecto que al principio pintaba apetitoso.
Un saludo
Juana
Como bien dices hay que conocerse bien, por eso cuando a los 25 años un amigo de mi padre me ofreció, prácticamente, heredar su empresa, le dije que no, creo que tengo «madera» de funcionaría, y no porque no me guste trabajar, sino porque tengo un «exceso» de autoexigencia y responsabilidad, no creo que aguantase el tirón de una empresa propia.
A decir verdad os admiro, os admiro profundamente.
Amalio
Juana: Pues eso, al final seguro que elegiste bien, elegiste lo que mejor se adaptaba a su personalidad. Lo que pasa es que mucha gente no se conoce bien porque no dedica tiempo a eso. Mucha gente no «es escucha» a sí misma, a veces porque se deja llevar por el mega-ruido externo que abruma los oídos y atonta el alma. Hay que huir de todo eso, «emigrar creativamente», para encontrarse.
También habría que decir que a veces descubrimos actitudes y aptitudes cuando nos ponemos manos a la obra, cuando «hacemos». No basta con pensar o reflexionar. Esto también hay que tenerlo en cuenta. Yo soy un emprendedor accidental, nunca me propuse serlo, y una vez que me he tenido que poner en la tarea, comprobé que no se me da tan mal (ni tan bien, todo hay que decirlo).
Un abrazo, y gracias por el animo 🙂
laura
Emprender es un duro viaje personal y profesional en el que los únicos apoyos, y no pocos, que te encuentras son los personales. Lo malo, como bien dices amalio, es que a los líderes políticos les encanta hablar de los jóvenes, ayudas, necesidad de emprender, autónomos.. les encanta incluirnos en sus discursos, pero mucho hablar y poco practicar. Al final, de tanto usar esas palabras, pierden su valor. El principal valor del emprendizaje para mí es poder apostar por mí misma, invertir en uno mismo es muy gratificante, aunque requiere altas dosis de sacrificio… Emprender debe ser resultado de una fuerte reflexión casi diaria..
Saludos Amalios!! 🙂
Amalio
Seguimos, Laura 🙂
Los líderes políticos que conocemos hoy en España son un buen ejemplo de anti-emprendedor. No arriesgan nada, van a lo seguro: toman decisiones a partir de estudios de marketing y de liderazgo comprometido, nada de nada. Tiran de poltrona y, ya sabes, de esas super-rentas parlamentarias que nosotros, los gilipollas de turno, les permitimos.
No me tires de la lengua, laurita, por favor….
laura
Para mí, la mayor ventajas de ser emprendedora es poder hacer los proyectos como yo y mi equipo (tambíen emprendedores) estimamos conveniente. ES una forma de apostar por tí mismo… con sus ventajas e inconvenientes… Nunca he trabajado directamente en empresas de mi sector, por lo que tampoco sé si podría haber desarrollado mi forma de abordar los proyectos en una empresa ajena. EStoy totalmente de acuerdo con los cantos de sirena, esto de emprender parece una moda, algo que suena bien y nos ayuda a elaborar bonitas charlas.. pero tras el concepto de «emprendizaje» hay todo un duro viaje personal y profesional, donde, los únicos y no pocos apoyos que encuentras son los personales…
saludos amalio!! 🙂
Amalio
Querida Laura: Un placer verte por aquí, como siempre. ¿Qué tal por los Alicantes…?
La ventaja que señalas tiene mucho valor, y es quizás la que más tengo en cuenta en mi situación actual. Poder contar con un equipo, sabiendo que se puede hablar de todo sin ataduras jerárquicas, es muy liberador. Pero también, insisto, implica una responsabilidad (en la medida de que las cargas no estén bien distribuidas) que a menudo no es tan fácil de llevar.
saludos 🙂
Jose Luis
Pues como en casi todo en la vida queremos lo que no tenemos. Como alguien que casi no ha trabajado por cuenta ajena… sueño con irme a casa y pensar sólo en mis cosas, en no tener que hacer números para asegurar la tesorería o las nóminas a final de mes y sobretodo, por tener 30 días de vacaciones anuales, bajas cuando caiga enfermo o días de «asuntos propios» (se me caen las lagrimas al escribirlo ;).
Lo cierto es que incluso ahora con lo que cae, no lo considero una opción, pero si me gustaría exponer el matiz de que en España, y en Andalucía en particular, «emprender» está casi exclusivamente ligado a «autoempleo» y creo que ahí deriva una de nuestras grandes debilidades. Será nuestra historia o nuestras idiosincrasia, pero aquí se envidia más que se admira y resulta muy difícil aunar esfuerzos de distintos emprendedores porque todo el mundo cree que su «trozo del queso» debería ser mayor. Al final y muy a menudo somos muchos los que nos quedamos en «quesitos», porque crear y crecer es siempre más difícil de lo que creemos. @joseluismoyac
Amalio
Jose Luis: «Queremos lo que no tenemos». Sip, es bastante posible. Al final todos intentamos tender al equilibrio. Otra cosa es que lo consigamos.
Pero como ya se ha dicho en varios comentarios anteriores, la clave puede estar en pasar por los dos estadios: empresario/emprendedor y trabajador por cuenta ajena, y entonces comprobar cuál se adapta mejor a nuestra naturaleza. Haber sido los dos ayuda a ganar en perspectiva, y no dejarse llevar solo por «lo que no tenemos» en cada momento, que por cierto, es algo muy humano.
Lo de emprender como autoempleo no lo veo mal. Los «quesitos» me parecen muy dignos y resultones. Creo que es una opción más que valida para mucha gente. Solo que la complementaría con el trabajo en red, a través de «redes de emprendedores-autoempleados», para poder acceder a proyectos más desafiantes. Por lo demás, no me obsesionaría con los quesos grandes. Cada vez creo menos en ellos.
Juanra Doral
Está claro que todo tienes sus pros y sus contras. Creo que lo bueno es que cada cual decida con qué opción se encuentra más cómodo. Ambas son respetables y necesarias.
Como siempre, Amalio, bien por aportar otra visión a la manida del «emprendedor»
Amalio
Juanra: Por supuesto, pros y contras. Que cada uno intente conocerse bien y elegir la opción que mejor le acomode, pero sin dejarse «evangelizar» por motivadores profesionales. La clave está en la motivación intrínseca.. Un abrazo
luis
En ocasiones el estrés se da justo al contrario. Querrías hacer las cosas del mejor modo posible, pero no puedes, porque tu jefe no te deja ni mandar un mail sin consultarle. Y encima, aunque le consultes, a lo mejor hoy te dice una cosa y mañana la contraria. Con lo cual lo que tú querrías es justamente que te dejasen margen para hacer tu trabajo, que al fin y al cabo no eres un becario y ya sabes lo que te haces, y la actitud (y la falta de aptitud) de tu jefe te lo impide. Y luego fijo que se queja de que con puede confiar en su equipo………..
Amalio
Luis: Totalmente de acuerdo. Tu observación puede ser materia de otro post, porque complementa al mío. Daba por hecho esa lectura, pero como es de lo que más se habla (los «jefes» tienen mucha mala prensa), entonces he querido poner el foco en las ventajas que nadie cuenta.
Pero desde luego que existe, y mucho, ese otro tipo de estrés: el de la impotencia de tener un jefe mediocre y autoritario que gestiona a base de grilletes.
Ja, cuánto me recuerda eso que dices: «a lo mejor hoy te dice una cosa y mañana la contraria»… puff, qué bien descrito, ¡¡y cuanto estrés genera eso, colega!! porque no sabes a qué atenerte, lo que termina paralizándote a la espera de instrucciones.
Buen apunte, Luis. Gracias 🙂
Yuri
Me ha encantado este post 🙂
Pero desde luego yo me sitúo en el lado de «tener un jefe» (el cliente como jefe no lo cuento ¿eh?). Eso sí, a medida de mis posibilidades trataré de ‘elegir mi jefe’.
Y me pregunto… Cual será mejor ¿tener un jefe y ser jefe a la vez, ser jefe-jefazo o simplemente tener un jefe?
Por supuesto, depende del estilo (y la competencia) del jefe así como de sus colaboradores, ser jefe (o tener jefe) puede ser un infierno o una gloria.
Un abrazo.
Amalio
Yuri, gracias. De acuerdo, lo mejor siempre es pode elegir entre opciones manejables. Si puedes elegir tu jefe, y te dejan, pues es una situación ideal. Que yo sepa, tú tienes un jefe cojonudo, un lujo… así que sospecho que has tenido esa oportunidad, ¿o fue solo cuestión de suerte?
Siguiendo con tu pregunta, creo que viene bien haber pasado por muchos roles en la vida, porque eso te hace más empático/a. Si eres jefe, y a su vez tienes un jefe encima (lo que ocurre casi siempre en las empresas grandes), eso te enseña a entender las dos posturas y buscar un equilibrio sensato.
Un abrazo
Alberto
Cien por cien de acuerdo. Muy duro ser jefe, muy duro ser emprendedor y más duro aún ser empresario. Tres cosas muy diferentes y con muchas más sombras que luces. Cuando uno pasa por todas o algunas de estas etapas y tiene después oportunidad de volver a tener un jefe, te aseguro que se experimenta una satisfacción difícilmente explicable.
Saludos,
Amalio
Pos’si, Alberto, pongámoslo en orden decreciente de «dureza»: 1º) empresario, 2º) emprendedor, 3º) jefe.
Lo del «empresario» tiene su miga, habría que ponerle unas comillas porque depende de cómo se lo tome cada uno. Yo matizaría: «empresarios-emprendedores», es decir, gente que construye empresa (y genera empleo) practicando el espíritu emprendedor más genuino. No hablamos, por lo tanto, de rentistas… que también los tenemos muchos, y están en los mismísimos cimientos de esta crisis de hoy. Éstos tambien se autotitulan «empresarios», pero desde luego que «emprendedores» NO son.
Eso que dices al final me gustaría recalcarlo, y conecta con el comentario anterior de Gerson: haber pasado por el estadio de emprendedor o (buen) empresario te hace ver a los jefes de otra manera, desde una perspectiva más equilibrada, menos visceral. Por eso insisto tanto en ver el emprendimiento como una fuente de aprendizaje, aunque lo haga uno solo por un tiempo y no para crear «la empresa de toda la vida».
Saludos
gersonbeltran
Muy buen post. Completamente de acuerdo. Uno tiene que elegir sabiendo qué quiere y sus capacidades y asumir por tanto las consecuencias de la decisión. Ser autónomo es ser un autoexplotado. Hay que poner las cosas en una balanza y elegir. Otra cosa es ser emprendedor por necesidad, si nadie te contrata te buscas la vida y te haces emprendedor,pero no vives de decirlo sino de serlo, no buscas subvenciones sino que buscas proyectos,es otra forma de ser emprendedor. Cierto que hay demasiados cantos de sirena, incluso de gente que vende emprendedurismo sin haber emprendido nada en su vida. Sentido común, eso falta. Eso sí, recomendable estar en ambas orillas para sentir lo que es cada cosa y después elegir. Muchas gracias por la reflexión. Un saludo.
Amalio
Gerson: Gracias por pasarte. Tu aportación es interesante. El emprendedor como autoempleo es una de las opciones, y como bien indicas tiene otra naturaleza. No es lo mismo responder por uno mismo, a que haya gente que «dependa» de nuestras decisiones. Me quedo con eso último que has dicho: haber estado en las dos orillas nos prepara mejor a la hora de elegir, así que lo recomiendo. Un saludo