Lo viejo, lo nuevo, y la soberbia del innovador (post-198)
Es posible que me esté poniendo viejo, y no lo digo de comparar mis fotos sino porque empiezan a calar en mí los achaques del reformismo.
Ya no soy el revolucionario impetuoso que fui antes, y la verdad es que no sé si eso se debe a que: 1) me voy acomodando, 2) me está contaminando ese jodido posibilismo que acompaña el descreimiento, o… 3) es un resultado positivo de la madurez, de haber visto y aprendido mucho.
Voy al grano. Cada vez me creo menos esos diagnósticos rotundos que dicen “todo cambiará”, “no te sirve nada de lo que has aprendido”, “echa a la basura todo lo que has leído del Management”.
Siento decirlo, pero ese borrón-y-cuenta-nueva tiene un fuerte tufillo de marketing. Mentira, es puro embuste para vender producto nuevo. Y los que proponen estas tesis de buena fe, que me consta que los hay, lo hacen por falta de conexión con la realidad. Yo mismo he caído en eso como resultado de meterme mucho en una historia, de enamorarme de una idea y entonces, perder objetividad.
“Tira al cesto TODOS tus libros de Management”, “El mundo digital lo ha cambiado TODO”, “NUNCA el mundo ha sufrido una transformación tan radical”, y un largo etcétera de palabros rotundos que configuran esa actitud que me gusta llamar la “soberbia del innovador”.
Esa euforia por el cambio contagia a to’quisqui. Ahí vemos a las empresas buscando desesperadas el santo grial de la innovación disruptiva. Para añadir emoción al argumento conviene practicar el Storytelling, y entonces tiramos del ejemplo que vale-para-todo, APPLE, la quintaesencia de lo disruptivo-que-factura-mogollón (y la quinta esencia de las plataformas cerradas y propietarias, todo hay que decirlo, porque ahí está también infiltrado «lo viejo»).
Esos mega-titulares, y la obsesión que tenemos por fijarnos en unos pocos a los que les sale bien la jugada, hace que la innovación incremental esté devaluada, totalmente menospreciada en el discurso cool de la blogosfera. No tiene glamour, y ya sabemos que en estos tiempos líquidos de la economía de la atención, la falta de glamour se paga cara.
Me gano la vida con esto que llaman “innovación”, pero la entiendo como un medio, y no un fin. Creo que la innovación que funciona es aquella capaz de combinar lo nuevo con lo viejo, y eso requiere modestia y respeto por lo que se ha hecho antes.
“Respeto” no significa someterse a la autoridad, ni tener miedo a cambiar el statu-quo, sino una actitud abierta a aprovechar todo lo anterior (hábitos, prácticas, culturas, historias, etc.) que nos siga sirviendo.
A veces vamos henchidos de soberbia. Pecamos de ombliguismo digital, y nos pasamos tres pueblos con los adjetivos a la hora de juzgar el impacto de los cambios que se avecinan. Yo desconfío por sistema de los maximalismos, porque ya he vivido experiencias sociales que con muy buena fe los impulsaban, y han desembocado en un triste fracaso. El ser humano no cambia tan rápido, y las instituciones menos todavía.
Permíteme utilizar un símil beisbolero: creo mucho más en “jugar al hit” (en cada jugada intentar avanzar una base de las cuatro que hay en un campo de Beisbol) que “jugar al home-run” (largo batazo que permite superar las cuatro bases, y anotar de golpe una o varias carreras). El “hit” es algo común, se dan muchos en un mismo partido, pero el home-run es lo raro, lo más difícil. Algunos que conozco juegan siempre al segundo, al gran batazo, y al final se quedan con el marcador a cero. Mientras que otros apuestan por la estrategia, van avanzando de una base a otra, poco a poco, y consiguen así estupendos resultados.
Todo esto puede parecer que contradice el tono vital que mantengo en este blog, en el que defiendo habitualmente tesis que critican el statu-quo. Es posible que haya incoherencias, y mi deber es resolverlas, pero para mí está claro que conectar el futuro con el presente y el pasado es una fuente de oportunidades para hacer posible lo deseable.
Esto de hurgar en el pasado no es una idea nueva. Hace tiempo comenté mi afición por descubrir conexiones y extraer patrones entre fenómenos distanciados en el tiempo. Es una práctica que nos hace más humildes en la lectura de lo que significa la innovación de hoy, y para eso me gusta echar mano de buenos filósofos, sociólogos e historiadores como Richard Sennett que esto lo hace maravillosamente bien. En otra ocasión cité a pensadores holísticos como Hiroshi Tasaka y Peter Watson, que también saben poner la revolución tecnológica actual en su correcto contexto histórico.
La propuesta de Tasaka, por ejemplo, se centra en la “Ley del Proceso Espiral Ascendente” que reivindica la dialéctica (es decir, la paradoja) con esta idea: “el futuro está en el pasado pero revivido con un nuevo valor”.
Peter Watson lo dice a su manera, advirtiendo que no somos tan innovadores hoy como creemos, y pone como ejemplo para argumentar su tesis una simple comparación entre el impacto enorme que significó el salto del carro tirado por caballos al tren, y lo que ha ocurrido en nuestra época, supuestamente más innovadora, donde todo lo que se ha hecho después sigue siendo un tren.
En definitiva, lo que quiero decir es que en lugar de entrar como elefante en chatarrería, el gran reto de la innovación está en saber conectar la esencia revolucionaria del impulso tecnológico con la esencia evolucionista del ser humano.
Para eso viene muy bien que jóvenes y no tan jóvenes trabajen juntos. Que el ímpetu y la euforia del que trae “lo nuevo” sepa mezclarse y enriquecerse con la sabiduría del que ya ha visto mucho de “lo viejo”. Encontrar conexiones entre generaciones se me antoja un puente alucinante hacia la innovación auténtica y sostenible.
alvaro
¡Pedazo de artículo!
Giselle Della Mea
Gracias Amalio!
Vivo lidiando con el equilibrio, revolución, gestión, emoción, frialdad, etc.
Al igual q vos considero que ese estado «borderline» es lo que nos hace sostenibles 😉 sino estaríamos o de un lado o del otro 😉
Será un placer conocerte, allí nos vemos!!!
Giselle Della Mea
Perdón quise decir «Soberbia» ja.. me traicionó el sueño.
Me ha encantado la imagen que has usado, le viene fantástico al post, sobre todo lo de «argentinidad» je..
Un abrazo.
Amalio
Giselle:
No importa, mujer, esto de los teclados es un enigma, a veces parece que viven, que mandan sobre las palabras. Lo de la imagen de la viñeta no es casualidad. Tú y yo tenemos ambos algo de «argentinidad», y ya lo descubriras en La Rioja.
un abrazo
Giselle Della Mea
Amalio, Excelente Post.. por momentos me siento en esa misma etapa de trancisión… me estaré poniendo vieja tambien? je..
Creo que deben haber más puentes de interconexión entre la euforia revolucionaria, y el ímpetu. Y seguramente vos con tu experiencia serás un excelente HUB entre ambos.
Muy buena definicion «sobervia del Innovador»!!
En fin, Como dicen los Italianos: «il futuro ha un cuore antico»
Nos vemos en La Rioja..
Amalio
Giselle:
«Etapa de transición», pues sí, es un termino adecuado para definir lo que sentimos. Tú estas espléndida, Giselle, así que «de vieja» nada 🙂
Bueno, te diré una cosa. He pasado por muchas «euforias revolucionarias» pero curiosamente, ¡¡no me he empacha’o!! Tengo mucha suerte de no caer en la «tentación pendular». Intento jugar al equilibrio, al equilibrio inestable, porque creo que es ahí donde está el valor.
Nos vemos en el Foro de Innovación de La Rioja, ya he hablado con Angel de tí. Será un placer compartir…
un abrazo
Facilitymanager
Hola Amalio:
Ya no se que es mejor, si tu post o la discusión que la precede, no?
Muy interesante todo lo expuesto. Solo agregaría a la discusión, que los más importantes sistemas de gestión de proyectos (innovadores?), hablan de las lecciones aprendidas y las mejores prácticas.
Al tirar todo a un cesto, tiramos tambien lo que sabemos hacer bien, que siempre es un punto de partida. Si no, naciéramos viejos y nos iríamos haciendo jóvenes y sin experiencia, pero la vida no es así. Se trata de acumular experiencia, es algo como lo que plantean los artesanos
Salutti,
Alberto
Amalio
Alberto:
Desde luego que lo mejor, con diferencia, es la conversación que le sigue. Pero no tenga usted la menor duda, compañero. ¡¡20 comentarios son un lujazo de conversación!!
Acumular experiencia tiene mucho valor. Eso vale, incluso en los cambios de paradigmas. Cuando ésto se produce, hay un giro brusco en el conocimiento que sigue valiendo, eso es cierto, pero sigue habiendo un porcentaje significativo de conocimiento que es válido, que no se vuelve obsoleto, aunque los «comerciales de innovación» se empeñen en contarlo así en su argumentario de venta.
un abrazo
Julio Pérez-Tomé
Vamos a ver, Amalio, cuando por fin escribes un post más breve de lo habitual sin recortar calidad, yo me retraso un par de días en decir algo y resulta que los comentarios sumados a tus réplicas lo convierten en un superpostquetemueres. Con esto intento justificar que se me ha acabado la gasolina para leer detenidamente lo que dicen y dices tras el artículo en cuestión. Pero el artículo lo he leído completo… Me arriesgo a opinar intentando no repetirme.
Voy al tema. ¿Sabes lo que me pasa a mí? Un poco lo contrario de lo que dices. Me he acostumbrado tanto a pensar innovadoramente (no es virtud, es rutina) que me parece que es lo normal y tiene que venir alguien a decirme, «eh!, no te equivoques, que la mayoría de la humanidad no lo ve tan claro». Puede parecer que peco de sabelotodo pero me temo que me pasa al revés: escucho a otros y me digo, «coño, esto a mí no se me había ocurrido».
Conclusión: estoy por escribir un post inspirado en el tuyo que se titule «Lo malo, lo bueno y la ingenuidad del innovador». Porque somos a veces ingenuos al pensar que antes de nosotros nadie pensó igual, nos lo creemos y nos llevamos cada sorpresa! Como ves he llegado a la misma tesis que tú por caminos ¿innovadores?
Amalio
Estimado Julio:
🙂 pues eso, no esta mal pillar a los amigos de sorpresa con posts de esos que invitan a conversar. Esto de que la conversación convierta una entrada en un «superpostquetemueres» es culpa vuestra, y yo encata’o. Vamos recogiendo los frutos de mucha siembra, y no sabes lo que eso me reconforta. Y lo mejor: que no ha costado nada, solo momentos de disfrute.
Tu observación es interesante. Venga, Julio, escríbete el post complementario a éste, a ver qué tal. Prometo visitarte. Es una tesis como minimo interesante.
un abrazo
Sandopen
Hola Amalio. Me ha encantado el post. Me alegro de que vaya saliendo pensamiento más reposado en estos temas pues este hype sobre innovación disruptiva nos estaba matando de frustración. Precisamente el otro día en una charla del economista Xavier Sala i Martin citó un libro de un compañero suyo en Columbia, Amar Bidhe, que había estudiado el origen de muchas innovaciones prácticas y solo un 8% venían de grandes centros de I+D. La mayor parte, un 71% venía de trabajadores que mejoraban o cambiaban modo de hacer algo y un 21% de serendipia, de casualidades vistas en su trascendencia por alguien. Espero que en mayo o junio podamos traer a este autor a nuestras charlas y te vemos por allí. P
epe
Amalio
José: Un placer verte de nuevo por aquí.
Pues si, conviene recuperar el “pensamiento reposado” sobre innovación. Creo francamente en la innovación incremental, en esa hormiguilla silenciosa y perseverante que es capaz de hacer grandes cosas con paciencia, y sin que nadie tenga que verbalizar las intenciones a través de mega-objetivos.
Hace tiempo escribí un post sobre el libro “The Venturesome Economy” de Amar Bhidé, en el que avanzaba algunas de esas ideas. En enlace está aquí, por si a alguien le interesa.
un saludo 🙂
Rosana
Hola Amalio, como siempre, refrescante y lúcida tu reflexión. Gracias por compartirla con nosotros. Yo añadiría algo más a las prácticas dañinas de la soberbia del innovador: el exagerado empeño de algunos en hablar para que no se les entienda . A ésos si que hay que tenerles miedo. Los vende-humo de la innovación hacen mucho daño y la alejan del común de los mortales. Yo no soy una experta en este tema, pero cuando leo tu Blog te entiendo y cada vez me gusta más.
Amalio
Hola, Rosana: Muy agradecido por tus palabras, de verdad.
De acuerdo, añades otro tema interesante: «el empeño de algunos por usar un lenguaje enrevesado, demasiado técnico, de especialistas, para que no se les entienda».
En el mundillo de los medios sociales, se va construyendo una jerga (a veces muy endogámica) que suele utilizarse para decir: «oye, soy un experto». Pero obviamente, si no te entienden, tu capacidad de transformar tiende a cero, a menos que pretendas hacerlo imponiéndolo a base de aprovecharte de la ignorancia de otros, o de que se dejen impresionar por tanta consultolabia.
un saludo
Karkos
Por añadir algo a la «pelea» quiero resaltar el sector de la moda.
El concepto que ellos tiene de lo «viejo» o «antiguo», que es «retro».
Es decir, retroceden sobre una idea, le dan una vuelta, le dan su «toque nuevo» y hacia delante.
No tienen ningún miedo a no ser plenamente «nuevos» o innovadores simplemente actualizan los antiguo que ha demostrado su valía.
un saludo. un seguidor
Amalio
Karkos, bueno… aqui hay poco de «pelea». En otros posts ha habido mas meneo. La verdad es que me ha llamado la atención que estemos todos tan de acuerdo. Esperaba más reticencias.
Gracias
JoseLopezPonce
Amalio,
Me acerco por aquí y entre el excelente contenido del post y la conversasión que ha generado, la verdad es que muy poco puedo añadir, en todo caso reforzar, desde mi punto de vista, algunas ideas. La primera es que la idea de innovación-transformación es algo inherente a la historia de la humanidad en su constante lucha para dominar la naturaleza y dominarse así mismo. Solo con pensar en aquellos antepasados que de las piedras crearon, a base de innovaciones y transformaciones un ingente arsenal de herramientas y que despues de miles años siguen vigentes –uso y valor que aportan- aunque hayan cambiando los materiales, el diseño o los procesos de producción.
Considero que quien reniega de lo considerado viejo –“antiguo”- lo único que está manifestando es su ignorancia supina sobre los procesos tecnológicos y sociales de la humanidad, porque en la mayoría de estos procesos, sea por una innovación incremental o una transformación radical, lo viejo siempre está en lo nuevo, es como un código genético que se heredera, por este motivo es vital conocer el pasado.
El 100% de los conceptos que se manejan en el 2.0 son viejos conceptos que la humanidad ha ido elaborando y aplicando con éxitos y fracasos a lo largo de su historia, nada nuevo en el horizonte, ahora estamos viviendo una etapa de intentar recuperarlos y adaptarlos a un siglo XXI para transformar, más que innovar, un modelo de organización-producción y una estructura económica resultante que está en crisis y a las puertas de un colapso social, medioambiental, económico y social. Grandes retos que requieren aprender y hurgar en el pasado para no repetir los errores.
Un saludo
Amalio
Hola, Jose:
Curiosamente hemos tratado temas parecidos en tu blog y en el mío, casi en perfecta sincronía.
Sí, es bueno mirar hacia atrás para descubrir que algunas de esas herramientas creadas por el hombre de las cavernas siguen vigentes, son esencialmente las mismas.
De acuerdo: «lo viejo siempre está en lo nuevo».
En cuanto a lo que comentas del 2.0, no diría que el 100%. Pienso que hay desarrollos nuevos que han nacido de ver lo que eran capaces de hacer las herramientas. Eso suele ocurrir. Los conceptos de base son tan antiguos como la filosofía, pues de colaboración y de compartir se ha hablado siempre, pero la aparición de herramientas que hacen posible la coordinación, la escucha activa y que las dinámicas de inteligencia colectiva se produzcan con una eficiencia/eficacia que por primera vez las hace viables, ha cambiado mucho nuestra percepción, y lo que entendemos como «posible». Por ejemplo, el ser humano siempre necesitó poder comunicarse sin cables, pero hasta que no tuvimos el movil, con un tamaño y un precio asequibles, no descubrimos todo lo que se podía hacer con ese artilugio. Y de empezar a usarlo (y aprender con él) afloró una nueva percepción de ciertas cosas, nuevas formas de abordar problemas e incluso una filosofía alrededor de él.
No suscribo la idea de que en lo 2.0 no hay «nada nuevo en el horizonte». Personalmente creo que puede entrañar un cambio significativo en el modo de concebir/gestionar las organizaciones. Gestionar sus premisas y herramientas con armonía puede llevarnos (eso sí, de forma gradual y paciente) a cambios relevantes. Pero para eso hay que jugar inteligentemente con las condiciones de contorno, no entrar como elefante en chatarrería, «negociar» entre lo viejo y lo nuevo, sabiendo separar lo que todavía sirve, de lo que no.
un saludo
Peter Hodgson
Este comentario lo escribo con cierta expectación. Mañana recibo en la oficina a dos “Agentes de Cambio”. Lo cierto es que estuve en una presentación suya sobre SCRUM la semana pasada y son muy buenos. (SCRUM es una metodología de gestión proyectos.) Quiero explorar la posibilidad de que repitan la presentación para nuestro departamento de Desarrollo precisamente porque su visión de esa metodología encaja bastante bien con lo que llevamos más de una década haciendo en la empresa. Me pregunto cuál será reacción cuando se enteren que no estoy pensando en tirar todo lo viejo. 🙂
Amalio
Amigo:
Me alegra verte por aquí, como siempre.
Ja.. ¿recibes a unos señores que se presentan como «agentes del cambio»? Vaya, Peter, pero ¿»agentes del cambio» que vienen de fuera»? No, por definición, no. El «agente del cambio» siempre opera dentro. Lo mismo es una cuestión de semántica, pero el cambio se potencia desde dentro, no?? Conozco un poco el tema: SCRUM es una metodología potente, como sabes. Esto de la filosofía «agile» me mola, simplifica mucho, ayuda a centrarse en lo verdaderamente importante. Y si tú dices que son tios buenos, es que lo son. Si son realmente «agile», no van a pedirte que tires todo lo «viejo». Si te lo piden, entonces mira… en fin, no comment.
un abrazo
Prudencio
Hola Amalio.Es un gesto valiente y que indica madurez personal cuando uno es capaz de ver la propia soberbia, escondida detrás de sus buenas intenciones. Tu artículo me ayuda a quitarle la innecesaria presión a mis palabras cuando explico a los directivos de las empresas promotoras de vivienda que nada va a ser igual. Me parece ahora que es más justo acudir con el mismo entusiasmo a indicar que es importante que al correcto uso de la experiencia, le unamos ahora un amplio abanico de nuevos canales para comunicar lo bueno que tengamos para los demás.
Gracias por ayudarme a reflexionar sobre este importante asunto.
Saludos de Prudencio
Amalio
Prudencio: Me alegro contribuir a matizar puntos de vista. Leyendo lo que me cuentas, puedo ponerme en el lugar de los promotores de vivienda y sentir esa sensación de «vacío» al escuchar a alguien que les dice: «oye, nada de lo que habeis hecho sirve para nada». No digo que lo plantees asi, pero hay mucha tentación de hacerlo, y oye… ¡¡mira que se han hecho cosas mal en la promoción de viviendas!! No es, desde luego, mi colectivo favorito.
Pero aún en ese sector hay cosas que sí se han hecho correctamente, y agentes que supieron respetar los límites.
Un saludo!!
Teresa Nagore
Hola Amalio:
De nuevo un reflexión excelente. Lo cierto es que cuanto más jóvenes más radicales: todo lo vemos o blanco o negro, o sí o no, no hay término medio.
La madurez? nos hace ver las cosas de una manera más «pausada» las verdades absolutas dejan de serlo para pasar a «apreciar» las bondades y defectos de una idea u otra.
Hablas entonces de mezclar lo «nuevo» y lo «viejo»: por supuesto que sí. Ha habido ya iniciativas en ese sentido como la de la organización SECOT que pone a disposición de los emprendedores los conocimientos en dirección y gestión de empresas de ejecutivos y directivos ya jubilados, lo que puede permitir dar una visión a una idea diferente.
Y otra iniciativa que pretende alcanzar ese objetivo es la de las redes de Business Angels: la idea de un emprendedor puede ser mejorada y dotarle de mayor innovación si mezclamos las dos «sabidurías» la del «nuevo» y de del «viejo» (sin que suene peyorativo). En Cámara Navarra tras una experiencia no demasiado buena en este campo, se ha iniciado un nuevo proyecto, el Forum Moderna de Inversores, que pretende felxibilizar la figura de las redes de Busines Angels, queremos que la nueva red sea un lugar de encuentro y de creación, de intercambio entre co-empresarios que permita que la innovación surja de manera compartida y participada por todos, respondiendo por lo tanto a esa idea de mezclar, pero sobre todo de compartir. Ojalá de aquí a un año podamos contaros muchas de las experiencias surjidas de ahí.
En cualquier caso para que la mezcla se produzca hay que «querer» mezclarse, y para ello habrá que intentar racionalizar las conductas tanto las de unos (los jóvenes, con su radicalidad), como la de los otros (lo viejo, por también, a veces, su radicalidad).
Enhorabuena por el post¡
Amalio
Teresa, gracias por pasarte por aquí 🙂
La edad media del dospuntocerismo es bastante baja. No hay estudios hechos, que yo sepa, pero me atrevo a fijarla en los 30 años. Yo debo ser un «dato anómalo». Es cierto: «mientras más jóvenes, más radicales», asi que quizas por lo que decía que me estoy poniendo viejo, consigo escapar de esa tendencia, o lo mismo no.
SECOT, o su versión andaluza SENIORS, me gustan mucho (bueno, hablo como idea, no sé realmente cómo cuajan en la realidad). Me entusiasma la «hibridación generacional», es genial, muy nutritiva.
Las iniciativas de «Business Angels» han pecado, de acuerdo a mi experiencia, por confundirse en exceso con el concepto de «Venture Capital». No han sabido explotar bien las indudables diferencias que existen entre los dos modelos. El toque personal y la implicación humana del BA, con su experiencia, es un punto a favor de la mezcla generacional que vengo defendiendo.
La gente «no quiere mezclarse» hasta que no prueba la mezcla. No conozco ninguna experiencia que, estando bien organizada, no haya dejado buen sabor de boca. Yo creo firmemente en eso, y no lo digo por ser politicamente correcto porque no me pega.
un saludo
Santiago Bonet
Estimado Amalio:
Genial reflexión, adjunto el ultimo post donde hablo justo de eso mismo desde otras perspectivas:
«Sí hay peor sordo, que el quiere sí quiere oir: Todo irá cambiando si aporta valor el cambio»
http://www.santiagobonet.org/2010/11/36-si-hay-peor-sordo-que-el-quiere-si.html
Saludos,
Santi
Amalio
Gracias, Santiago, por tu visita, y por citarme en tu blog. Estamos de acuerdo en lo esencial, y valoro mucho el trabajo que estais haciendo en el sector del metal.
Tu referencia a a Nicolás Maquiavelo (ese tío, la verdad, no me gusta mucho…) tiene muchas lecturas: «No hay nada más delicado ni más peligroso para llevar a cabo, y con un éxito más dudoso, que aparecer como líder en la introducción de cambios». La palabra «éxito» en boca de Maquiavelo, o en cualquier boca, no me entusiasma mucho. Tampoco la figura del «líder» en los términos en Maquiavelo lo entiende.
El problema no está en ser pionero/a, y asumir riesgos, porque eso es consustancial con la voluntad innovadora. Me gusta más la idea que citas más adelante en tu post cuando recuerdas que «En el centro de la transformación están las personas». Pues eso, las personas son evolucionistas, incluso las que se presentan como más revolucionarias.
un saludo!!
Juanra Doral
Hola Amalio. Interesante, como siempre. En realidad es que no podemos romper continuamente con lo viejo, porque eso es lo que somos, la suma de lo que hemos vivido (sufrido, aprendido, pasado, equivocado,..) desde que nacimos hasta hoy o, mejor dicho, desde que existe la humanidad hasta hoy. Y es verdad que hay un poco de marketing en romper todo el rato con lo viejo (por eso se venden coches, moda, electrodomésticos, etc.). Ahora bien, hay que tener cuidado con no quedarse anclado en el pasado y caer en el acomodo y el inmovilismo. Lo difícil, como siempre, encontrar el equilibrio
Amalio
Hola, Juanra:
Así es, «somos la suma de lo que hemos vivido». El error es que lo entendemos solo para nosotros, pero no para los demás. El marketing, como bien dices, se dedica a generar nuevas necesidades, y para eso, le conviene acelerar la tasa de obsolescencia de lo que ya se ha «comprado».
Está claro, no podemos anclarnos en el pasado, y sabes que no defiendo eso. Este blog va de otra cosa muy distinta al inmovilismo y el acomodo. Pero tampoco se alinea con discurso del todo-o-nada.
un abrazo, vecino-de-asiento-en-eventos-que-molan
Juan López
Amalio, estoy completamente de acuerdo con tus tesis. Creo que las innovaciones que mezclan lo viejo con lo nuevo tienen más posibilidades porque se armonizan adecuadamente con la evolución de la propia sociedad. Por ejemplo, aunque los que andamos metidos en el mundo 2.0 nos cuesta verlo, la inmensa mayoría de las personas y empresas hacen un uso mínimo de las posibilidades que contiene. Factores como la edad o la formación limitan la forma en que se aproximan a esta nueva realidad y ninguno de los dos se puede modificar de forma disruptiva son, por definición, evolutivos.
Amalio
Estimado Juan:
Hola, que tal? Es correcto reivindicar el espíritu evolucionista del ser humano, y tenerlo en consideración cuando gestionamos procesos de innovación. El tema de la edad es fundamental. Tenemos que valorizar la experiencia, no discriminarla con consignas del tipo: «oye, es que todo ha cambiado, lo que tú sabias ya no vale para nada». Eso me parece tan soberbio…
David R. Jordan
¿Y no será que muchas veces nos es más cómodo romper con «lo viejo», tirarlo todo a la basusa, y centrarnos en una falsa innovación? Aprender de «lo viejo» exige reflexión, exige valorar su utilidad y posiblemente medir.
Esto no funciona, hay que cambiarlo, seamos creativos, innovemos!! Pero, ¿y por qué no funciona? ¿qué en concreto es lo que no funciona? ¿qué parte es la que hay que cambiar? …. buuff!! muchas preguntas!! nada, nada: innovemos!! borrón y cuenta nueva!
Vayamos a por el «home-run»!! Claro que cuando no se consigue anotar, cuando la innovación se pretender haciendo borrón y cuenta nueva y no se tiene éxito, la derrota es inevitable. Y con ella la desilusión. A ver quién se cree la próxima vez eso de que hay que innovar!
Muy buena reflexión Amalio. Con demasiada frecuencia olvidamos el pasado, desaprovechamos «lo viejo», y nos vamos en busca del Santo Grial para arreglar, mejorar, o revolucionar lo que hacemos. Pero, ¿realmente todo lo que hemos hecho hasta ahora estaba tan mal?
Amalio
David: Gracias por pasarte. Un placer.
Así es, tal como lo dices. Ya escribi en la misma linea de tu tesis en mis comentarios anteriores. «Tirar todo a la basura», sin el engorroso ejercicio de discernimiento, es con diferencia lo más cómodo y expedito. A esto se añade que un discurso muy «revolucionario» inflama a las masas, induce pasión, y algunos abusan de este recurso. El problema se agrava en escenarios donde la cosa anda tan mal que la situación parece conceder al lider-del-cambio una suerte de patente de corso para cambiarlo todo. En esos casos, la soberbia del innovador encuentra el mejor caldo de cultivo para manifestarse.
No es posible, David, que todo lo que se haya hecho antes esté mal. Por definición es imposible, no me lo creo, ni tú tampoco 🙂
Siddharta Gautam
Estoy totalmente de acuerdo con tu post. Creo firmemente que muchas veces los que apostamos por «lo nuevo» llegamos a despreciar lo antiguo, pero también es verdad que los que apuestan por «lo antiguo» también se niegan muchas veces a «jugar al hit» atrincherandose en su modelo antiguo sin querer ceder ni un paso hacia lo nuevo.
Incluso en mi sector (sector del turismo) los que apuestan por modelos antiguo llegan a crear «reglas» y toman decisiones para intentar frenar o repeler lo que las nuevas tecnologias pueden aportar a este sector
Tengo clarisimo que tenemos que respetar los modelos clasicos e incluso evolucionar desde estos patrones y no desde cero, pero si que es verdad que muchas veces lo antiguo y lo nuevo son dos mundos desconectados por las dos partes
Amalio
Siddharta: Bienvenido al blog. Espero que hayas disfrutado con el post.
De acuerdo también con tu matización. Está clarisimo que la «terapia de sustitución» es necesaria en muchos casos, cuando se agotan las opciones más amables. La innovación requiere coraje, porque si tienes que cambiar algo y ese «algo» tiene dueño, vas a tener problemas, se te van a resistir.
Pero tenemos que saber distinguir. El órden lógico debería ser éste: 1) ¿Qué busco, qué es lo que quiero conseguir?, 2) ¿Qué se necesita hacer para eso?, 3) ¿Qué de lo que hay sigue siendo válido, y puede aprovecharse tal cual?, 4) ¿Qué de lo que hay se puede dotar de un nuevo valor, modificarse un poco para que alinee con el cambio que me propongo?, y finalmente: 5) ¿Qué de lo que hay no queda más remedio que suprimirlo porque es incompatible con el cambio que busco?.
El punto-5 está presente en la mayoría de los procesos de innovación, pero el problema es que a menudo vamos con ansia al final, ignorando los pasos previos como el 3 y 4, cuya gestión requiere paciencia y humildad.
Siddharta, «lo antiguo» y «lo nuevo» nunca están totalmente desconectados. Eso es lo que quiero decir. Lo de la incompatibilidad-100% es una exageración, siempre hay conexiones recuperables o renovables, por muy pequeñas que sean en algunos casos. Pero descubrirlas requiere más trabajo, más paciencia, y una actitud más inclusiva.
Joanka
Excelente reflexión Amalio sobre lo etéreo del lenguaje del doscerismo disruptivo.
De hecho los señores de las palabras lo dejan claro en su definición de Innovar: (del latín innovāre) «Mudar o alterar algo, introduciendo novedades» …y si la RAE no es de per se innovadora, si que son una guía para afinar de qué hablamos.
Así, si nos apoyamos en las palabras (otras veces en humo, lamentablemente), no podemos obviar lo que estas comportan y, consecuentemente, no podemos olvidarlo todo, empezar de cero, romper con la historia si lo que se pretende es innovar. Sólo quien comprende su pasado puede construir su futuro… el resto no es más que palabrería!
Gracias por compartir una y otra vez tus reflexiones haciendo que este blog se esté convirtiendo en una fantástica brújula para los que todavía vamos un poco perdidos en este nuevo mundo.
Un abrazo.
Amalio
Gracias, Joan. Retomo la definición que aportas de Innovar= «Mudar o alterar algo, introducir novedades». Pues eso, ese «algo» tiene dimensiones variables. A veces hay que meter bisturí más profundo, eso está claro, pero en otras no es sano aplicar terapias tan invasivas porque hay mucho todavía de aprovechable.
Ya ni hablemos de aplicar esto en el ámbito de la política, donde como ilustra la viñeta del post, todo el que llega nuevo a un puesto declara «inservible» lo anterior, quiere montar «lo suyo», y si es posible, carga todos los errores a su antecesor. Las negligencias y chapuzas se van traspasando de unos a otros para terminar confundiendo a los ciudadanos.
Cada mandamás llega al poder con ansias de innovación, para introducir cambios que lleven su nombre. Y son muy pocos los que lo hacen con la humildad de reconocer que (buena) parte de lo anterior se hizo bien.
Cada vez siento más respeto por eso que llamas «la historia» de una organización o de una experiencia colectiva. Hay que comprenderla bien primero antes de tirar frívolamente por el camino del bisturí…
Alberto Blanco
A mí la soberbia del innovador me recuerda a Reformas Usillos, el personaje de aquella película maravillosa El milagro de P. Tinto, con su famosa frase: «…aquí hay que sanear…».
Es más fácil «innovar» quitándose de en medio cualquier cosa que ponga en duda nuestra «propuesta de futuro». Desde mi punto de vista es difícil anticiparse al futuro sin entender el presente.
Amalio, como siempre un placer pasar por tu blog para cargar pilas.
Amalio
Alberto: Qué bueno verte por aquí. Siempre es un gusto.
Es bueno el simil. Lo más fácil es quitarse del medio todo. Pillar la maquina corta-hierbas y pasarla a toda velocidad. Eso es más productivo, y recuerda que estamos en épocas de eficiencia. Lo realmente difícil es mirar el prado con la debida atención, para separar las malas hierbas (las que realmente no son aprovechables) de las que tienen todavía nutrientes de valor para el suelo. Eso necesita un tratamiento artesanal, intensivo en tiempo y que se haga con cariño. Pero el innovador impetuoso no tiene paciencia para eso, y tira del camino más fácil: ¡¡todo cambiará, no sirve nada de lo que había!!
Por dios, es increible el coste que tiene eso, y el daño que hace. Es la razón de este post, que nace de mi experiencia personal con varios proyectos. La reflexión que quiero hacer me gustaría que sirviera para que no seamos tan irresponsables a la hora de proponer la terapia drástica de sustitución, y pensemos primero si no existe todavía algún margen para aprovechar lo que hay, y dotarlo de un nuevo valor. Por supuesto, es el camino más difícil pero… ¿quién dijo que «innovar» era fácil?
un abrazo
Francesca
Mira Amalio, yo no es que crea que hay que respetar lo que hay… es que estoy convencida de que en esta vida empezar de cero es imposible, ¿cómo olvidar lo que sabemos? ¿cómo imaginar algo nuevo sin apoyarnos en los conocimientos viejos que acumulamos… aunque sólo sea para no repetir los errores?… Me asusta este mundo 2.0 que estamos creando a base de palabras muchas veces hueras, sin contenido y a mí, que quiero seguir en esto mucho tiempo, me preocupa que tanto como hablamos de la brecha digital, no seamos nosotros los que la acabemos fomentando al no esforzarnos en explicar bien de qué va esto y negarnos a darles la mano a los indecisos y convencerlos para que colaboren con su “anticuado” conocimiento en crear entornos útiles para todos… a ver si tanto creernos que somos lo más-mejor, vamos a ser los situados al otro lado los que acabemos cayendo al precipicio… (vale, me he puesto un poco derrotista… ¡pero es que no me hace caso ni dios… ¡y hay que espabilar c***, que con tanto ir de guays nos vamos a pegar una castaña regular ná más!).
Jolín, Amalio, todo el día trabajando y ahora vienes tú, escribes un post buenísimo y me obligas a pensar… con lo cansadas que tengo las neuronas a estas horas 🙂
Amalio
Querida Francesca:
Tienes toda la razón: es imposible empezar nada de cero, además de que es completamente absurdo y costoso. Pero hay muchos consejitos de estos pululando por la red. Las frases que he puesto entrecomilladas en la entrada son extraidas de títulos de libros y de posts que he leído.
La construcción del «mundo 2.0» padece de las mismas patologías que cualquier otro movimiento de pensamiento emergente. Hay que asumirlo con naturalidad. A mí no me asusta, ni mi alarma. Lo gestiono como un proceso lento, espaciado, con su cadencia. Es un ciclo clásico: 1) Sorpresa, estupor, 2) Euforia, desmesura, 3) Excepticismo, hiper-crítica, 4) Equilibrio, consolidación… Ahora estamos pasando del paso 2 al 3. Los que abrazan con pasión la lógica 2.0 van por la fase-2, mientras que los que tienen prisa de vender «producto nuevo» o se aburren demasiado rápido de las ideas, empiezan a instalarse en la fase-3 (seguro que ofreciendo un sucedaneo en el catálogo).
De acuerdo con alertar de esto: «cuidado con no esforzarnos en explicar bien de qué va esto y negarnos a darles la mano a los indecisos y convencerlos para que colaboren con su “anticuado” conocimiento en crear entornos útiles para todos…» = Tenemos que ser mucho mas inclusivos, más tolerantes y abiertos.
Ja, perdona que hay puesto a currar a tus neuronas en momentos de recuperación, ¿quién te manda a pasarte por aquí?
un beso
David Soler
Muy bien Amalio, como siempre. Como me gusta la gente que es crítica consigo misma, con su especialidad y no es nada corporativista. Esos tres ingredientes es la mejor forma de innovar. Creo yo, vamos que no soy especialista en la materia.
Amalio
Gracias, David.
Bueno, nuestra «especialidad» también esta llena de pecadores, como todas las demás. Si nos enamoramos de lo que hacemos, a más pasión, más riesgo de perder la conexión con la realidad. Ese onanismo profesional hace que creas que lo tuyo es la bomba, y tiendas a pensar que la solución está en cambiar todo lo anterior. Craso error!!!
José Miguel Bolívar
Comparto casi todo lo que comentas, Amalio. Creo que en «lo viejo» también hay mucho aprovechable, que hay que conectar pasado, presente y futuro y que probablemente no seamos tan innovadores como creemos. Por otra parte, parece que el ser humano tiende a infraestimar la velocidad a la que se producen los cambios y a sobrevalorar su capacidad de adaptación a los mismos, así que a lo mejor, además de para vender producto nuevo (que de eso hay mucho), no viene mal dar alguna que otra voz de alarma…
Amalio
Jose Miguel: En «lo viejo» hay mucho de aprovechable, pero si nos empeñamos en la terapia absurda de la sustitución sin discriminar, no lo vamos a ver. Las conexiones entre pasado, presente y futuro ayudan a descubrir itinerarios más intuitivos y a que el cambio sea más asimilable. Los portadores de innovación deben comprender eso, si quieren aportar mejoras sostenibles. Las personas creativas tienden, por definición, a romper moldes y generar ideas nuevas, así que ese ímpetu hay que canalizarlo con una visión más sistémica de los colectivos afectados, y una gestión más amable de la diversidad.
Juana
Pues no podría estar más de acuerdo contigo, es posible que lo «viejo» no sirva, pero hay cosas que son «antiguas» y eso tiene un valor incalculable …. ¿cómo diferenciamos una cosa de otra? …. tal vez sea una ilusa, pero mira las cosas con una nueva mirada, con esa mirada que tienen los niños y, ¡voila! …. ya lo sabes ….
Amalio A. Rey
Juana: Interesante distinción entre «lo viejo» y «lo antiguo». Creo que «lo antiguo» tiene un aroma de autenticidad que mola, así que es un adjetivo que tiene buena prensa. El problema es cuando tachamos a algo de «viejo», que es un término peyorativo. En esta sociedad líquida, tan trepidante en todos los órdenes, abusamos de la etiqueta «viejo», se la colgamos a cualquier cosa que ya no venda. Esa es la verdad. La obsesión está en vender ideas nuevas. Mi postura es de vigilancia hacia eso, empezando conmigo mismo. Los ciclos vitales de las ideas se acortan artificialmente, a base de posturitas frivolas, abuso de eufemismos (para decir lo mismo), tesis rotundas nunca demostradas, titulares sensacionalistas, etc. En el fondo de todo yo creo que está nuestra escasa capacidad de paladear la vida con su justa cadencia: queremos fotogramas cada vez a más velocidad, y lo que es peor, nos aburrimos rápido de las cosas. Esa actitud alimenta a la soberbia del innovador, le da cancha. Al final siempre me pido lo mismo: ¡¡cultivar el pensamiento crítico!!