Lo que somos, y lo que contamos en las redes (post-252)

Esta mañana leyendo un post del bueno de Juan Boronat (“Código de buenas prácticas en social media. Artículo 2: ‘Mucho ojo con lo que compartes’…”), me ha recordado uno de los conflictos más difíciles de resolver en el mundillo de las redes sociales: ¿hasta qué punto separar el “yo-persona-humano” del “yo-marca-producto”?
Este asuntito enlaza con el muy controvertido concepto de “marca personal”, que ya he dicho muchas veces que no me gusta.
Pero voy a matizar, para que algunos profesionales no se me enfaden, porque sé que asumo un riesgo con esta entrada. Lo veo venir, me van a acusar de hipocresía o demagogia, y no me importa, porque pienso que esa percepción es parte de la visión de “pensamiento único” que tiene alguna gente, y que se reduce a esto: si a ellos les va bien buscando desaforadamente “marca personal” (“bien” desde el punto de vista de la pasta y del prestigio, ya veríamos si eso se traduce en satisfacción personal genuina), entonces presuponen que a los demás les pega la misma fórmula.
Quiero dejar claro esto: No tengo nada contra aquellos que usan el palabro “marca personal” como constructo pedagógico para ayudar a la gente a transmitir mejor (y ganarse la vida con) una identidad auténtica que emana de fortalezas genuinas. La contribución de estos profesionales, “los buenos”, la valoro positivamente si: 1) ayudan a las personas a descubrir sus potencialidades, lo que más les gusta hacer y hacen (realmente) mejor, 2) les orientan para que esas virtudes se transmitan de un modo eficiente y coherente. Esa labor es necesaria, y puede ser de utilidad para mucha gente. Con eso no se hace daño a nadie, más bien todo lo contrario, pero si se gestiona desde una perspectiva sistémica, de satisfacción personal, y no como un artefacto de marketing.
Lo que me molesta es cuando esos profesionales (“los malos”) venden la idea de que son capaces de construir mensajes que potencien una imagen que la persona no tiene, o que no responde a la identidad con que ella se reconoce. Por eso, el trabajo previo (y honesto) de introspección es un “must” para que el asunto de la imagen no termine pudriéndose.
He comentado antes que el término “marca personal” no me gusta, así que me voy a explicar. Será una neura de las mías, no sé, pero la verdad es que me siento incómodo con él. Lo he usado en contadas ocasiones como palabro simplificador, para que se me entienda, pero tiene trampa. Me da miedo ese juego casi inconsciente de equiparar personas con productos. La semántica no es inocente, y lo sabemos. Apenas te pones a construir una cosa que se llame “marca personal”, y corres el riesgo de ver aquello como un constructo que tiene vida propia, que terminará sometiéndote. Las marcas son hambrientas, devoradoras e inconformistas.
La idea de “marca” apunta explícitamente a cómo nos ven desde fuera. No hay duda, es (como diría un amigo al que le encanta el Algebra) un “vector de imagen” que si les pones alas, termina volando por su cuenta, y nada tiene que ver con los sentimientos y las aspiraciones más genuinas de su emisor.
Juan Boronat en su post habla de cuidar “la línea argumental sobre la que construimos nuestra imagen” porque puede afectar después “nuestro posicionamiento”.
Ains, es jerga que entendemos los que gestionamos empresas, y en ese sentido puede ser un símil operativo, pero cuidadín, cuidadín, tiene tela de peligro tomárselo demasiado en serio porque me pregunto:
- ¿”construimos” nuestra imagen en base a una “línea argumental” diseñada mediante un plan?
- ¿la imagen/reputación se busca, o te la atribuyen?
- ¿no será mejor actuar según la identidad que tú mismo/a te reconoces, al coste/beneficio que sea?
Está claro que en las redes sociales no todo vale, pero vale casi todo si se cuenta de forma auténtica, así que pienso esto: La espontaneidad, ser naturales, es el pollo del arroz con pollo de Twitter.
Por lo tanto, el desembarco de los profesionales del Marketing publicitario en (el negocio de) las redes sociales terminará haciendo de esto un pasteleo insoportable.
Juan lo advierte en su post, cuando reconoce que cuidar la línea argumental sobre la que se pretende construir una imagen en las redes sociales “puede castigar la espontaneidad y la frescura”. Eso es así, meridianamente cierto, pero yo no le daría tan poca importancia. Para mí eso es perder mucho, es un peaje demasiado alto. Será que a mí cada vez me importan menos los “convencionalismos sociales”, porque están concebidos para uniformar y hacernos a todos más aburridos. Y por otro lado, si queremos ponernos más utilitaristas, tampoco estoy de acuerdo con que “una imagen/marca prediseñada” sea más eficaz de una imagen/identidad que aflora de forma natural y espontanea.
OJO, estoy hablando sobre personas, y el modo en que ellas se expresan a través de las redes. No me refiero a las empresas, que es un asunto diferente. Sí que pienso que las empresas tienen oportunidades en las redes sociales, y que pueden sacar mucho provecho de ellas si juegan limpio. En las empresas se necesita una estrategia, un plan de contenidos y también, cómo no, prudencia. La razón es muy sencilla: una empresa es un conjunto de personas que hay que poner de acuerdo, que hay que coordinar. La imagen de una empresa es una combinación de hechos y de comunicación, porque tampoco vamos a ignorar lo segundo. Y si queremos que haya coherencia, se necesita una estrategia, un plan, para coordinar esfuerzos. Así que la marca-empresa necesita ser gestionada con cautela. Pero en el caso de las personas: tú, yo, nosotros… podemos y deberíamos relajarnos más. En definitiva, solo tienes que entenderte contigo mismo, y la imagen que generes la cobras/pagas tú solito, así que no castigas a nadie si lo haces mal.
El menda que escribe esto prefiere hablar de “identidad”, y no de “marca personal”. Uno tiene una identidad, y debe intentar descubrirla. Suelo definir como “identidad óptima” a aquella con la que uno se siente más cómodo consigo mismo. No me cansaré de decirlo, lo más importante de todo, con diferencia, es cómo se ve uno mismo. Que los otros te vean bien o mal es también relevante, no lo voy a negar, pero el juicio más determinante es el que te hace tu propia conciencia.
Si cuando te miras al espejo estas cómodo/a con lo que ves, pues mira… entonces lo vas consiguiendo. Si un amigo en el que confías te comenta una virtud o un defecto, y tú sientes que lo que dice no te genera disonancias del tipo “puff… no me identifico para nada con eso”, probablemente vas por buen camino.
Por terminar ya, recomendaría esto: soltemos amarras, y no nos encorsetemos en “planes de imagen” que son por definición muy resultadistas, cuando de lo que se trata es de disfrutar a tope con el proceso. Ah, y no hagas nada por construir una “marca personal” que por muy rentable que sea (= palmaditas, titulares, halagos, premios, miles de followers y pasta por un tubo), entre en conflicto con tu identidad… porque eso se termina pagando con salud mental.
Juanra Doral
Bueno, Amalio. Es una interesante reflexión. Lo cierto es que en muchos casos, el crearse esa «marca personal» te esclaviza a cumplir con la imagen que has creado, sea o no la real. También es cierto que en algunos casos la imagen pública, a profesional, pesa tanto que es difícil separar (ejemplos como actores, futbolístas incluso políticos).
Uno debe tener claro que si apuesta por esa «marca personal» vas a estar supeditado a ella. En mi caso, desde luego, no es así. Yo uso las RRSS tanto personal como profesionalemente y me cansaría mucho si tuviera que estar todo el rato actuando para estar «cuadrar» con mi marca personal, así que soy yo y así me comporto.
Amalio
Juanra:
¡¡qué alegría verte xaqui, colega!! Acabo de darme cuenta de tu mensaje por el mensaje que mandaste por Twitter.
Efectivamente, mi punto de vista es que «crearse una marca personal» termina «esclavizandote» a una imagen.
Es tan difícil, como dices, en estos tiempos separar la dimensión profesional de la personal…
¡¡exacto!! me pasa lo mismo, me cansaría mucho si tuviera que estar todo el tiempo «cuadrando» mi comportamiento con ese molde preconcebido de lo que se espera de mí. En fin, es cuestión de salud mental… algo que para mí es prioritario..
un abrazo 🙂
Raul
Me sumo a las felicitaciones por el post! Muy buena reflexión Amalio!!! Posiblemente comienzan a descubrirse cada día con mayor claridad los que optan por hacer de su vida online una «marca personal» y aquellos que optamos por ir construyendo una identidad basada en valores. Ambas posturas son respetables pero yo también me siento más cómodo en esta segunda opción. Creo que los «valores 2.0» tienen mucho que ver con esta «postura» digital: autenticidad, transparencia, sensibilidad, crítica, colaboración, creatividad… Creo que además esto termina por fidelizar más y propicia la generación de una comunidad mucho más rica…
Muchas gracias por tus reflexiones vitales!!! Salu2.0!!! 😉
Amalio
Hola, Raul:
Gracias, muchas gracias….
Efectivamente, ambas posturas son respetables pero lo que yo cuento aquí, y por eso es mi blog, es la opción con la que me siento más cómodo.
Lo que propongo, en todo caso, puede leerse desde los valores, pero también desde la eficacia, si nos ponemos en plan productivista. Creo firmemente que la autenticidad y el ser naturales, funciona mucho mejor…
un abrazo 🙂
Iván
Gran post Amalio, yo tampoco me considero una marca personal como muchos dicen. Soy una persona 😉
Amalio
jjj… bueno, nadie que hable de «marca personal» está pensando en que el contenedor no sea persona. Ojala explicar el asunto fuera tan facil, colega. El problema es ese precisamente, que las marcas parecen hoy día valer para todo, y vamos en camino de hacerles un santuario.
Te imaginas… después haremos categorías/castas, como en los escaparates, y entonces un día, los «sin marca» (sin embargo tíos y tías estupendos) harán su revolución para recordarnos los peligros que tenía pensarnos como productos…
Francesca
¡Qué alegría Amalio! este post está vivo todavía.
Bueno, pues ahora que ya está casi todo dicho, voy a añadir yo el tema del drama personal que subyace (creo yo) en todo este asunto de la «marca personal» y aquí, podemos discutir cuanto queráis, pero conozco a más de uno y más de dos que se reconocerían en mis palabras (si leyeran esto, que no lo van a leer, porque no leen este tipo de cosas…).
El «problema», tal y como yo lo veo es que somos uno (eso de mi yo personal y mi yo profesional es una falacia, que nos va de perlas para justificar muchas cosas, eso sí), dinámico, cambiante, creciente… pero UNO. Si nos empeñamos en construir un personaje para vendernos (y no solo profesionalmente, hay procesos de adaptación personales, en el que el «raro» hace todo lo posible por mutar para confundirse con el entorno), puede pasar que, al pararnos un día y decidir ir en busca del otro, ese al que llamamos yo íntimo, personal, privado… no encontremos a nadie, porque lo arrastramos con el personaje y nos quedemos ahí, con el paso cambiado, sin saber quién somos…
Es mentira que una cosa sea lo que somos y otra lo que hacemos. Lo que somos contiene lo que hacemos, y hay más cosas ahí, ¡claro que sí!, pero no puedo decir que hago una cosa y soy otra, porque no es cierto, soy más cosas, pero también lo que hago. Sobre todo, lo que hago.
Un abrazo.
Amalio
Hola, Francesca:
No se me ocurre una forma más inteligente de contar «el problema» subyacente en la búsqueda de marca personal. Resulta muy gráfico el drama que planteas de «un día ir en busca del otro, y no encontrarnos a nadie».
Pues si, coincidimos en que esa historia separada de mi yo-personal y mi yo-profesional puede convertirse en una falacia, pero que va de perlas para justificar muchas cosas.
Está claro, clarísimo, una vez que construyes con esmero y dedicación a tu vector de imagen, «el personaje te arrastra».
Somos lo que hacemos, y ya está…
un abrazo 🙂
David Soler
Estamos totalmente de acuerdo, Amalio 🙂
Un abrazo
David Soler
Yo, sinceramente, no veo porque el tema de la marca personal tiene esas connotaciones un tanto negativas. No veo nada malo en que uno use las redes para posicionarse profesionalmente y eso es perfectamente conjugable con tu vida personal. Pero, evidentemente, no deja de haber una estrategia, por sutil que ésta sea, detrás de todo.
Una persona puede SER y al mismo tiempo tener un objetivo y tratar de cumplirlo utilizando el medio REDES.
Estoy de acuerdo con Juanjo que hay que saber transmitir lo que se quiere proyectar pero si lo haces bien crearás una imagen en el otro que no es, ni más ni menos, que el posicionamiento. Alguien dijo que hoy tu eres lo que de ti se dice en la red. Vale, será un pelín exagerado, lo admito, pero eso es lo que pasa en el fondo, que creas un «personaje» que los demás compran. Que ese personaje sea cierto, se complemente con, no se contraponga a, sea honesto con el «yo persona» depende de uno mismo. Pero es la misma situación de las marcas y productos que venden lo que no son… al final acaban cayendo por si solas. No se puede engañar a todo el mundo, todo el tiempo. Si vas de lo que no eres, mal final te espera…
Y estoy seguro que hay muchísima gente que utiliza fatal su marca personal. Arancha podría contarnos algunos casos, no? Pero también hay muchos otros, quizás menos, que sí lo hacen bien. Y otros poquitos que no tienen que vivir obsesionados con dar una imagen tal o cual porque tienen la suerte de que el profesional y la persona son lo mismo y que su mercado no les exige «disfrazarse».
Amalio
David:
Yo tampoco veo nada malo en «usar las redes para posicionarse profesionalmente». Sería incoherente, porque yo mismo hago eso.
A riesgo de repetirme (si, me estoy repitiendo bastante), eso es «perfectamente conjugable con la vida personal» si:
1) Esa «estrategia» a la que te refieres prima el «contenido» sobre el «continente», o sea, el contenido es con diferencia lo más importante,
2) La «estrategia» parte de un ejercicio de introspección personal, de conocerse a sí mismo, de respetarse en lo más profundo, para no generar disonancias respecto de la imagen que después «vendemos»,
3) No perder la frescura, ser natural.. para que el «ser-profesional» siempre esté supeditado al «ser-persona», porque creo que así debe ser para tener una vida sana
4) Elegir un tema que te guste mucho y que, en la medida de lo posible, sea valorado por la gente… para que tengas trabajo (ahí tienes la «estrategia» que pedías), y a partir de ahí, haz las cosas bien, disfruta, sé honesto, demuestra vocación de servicio, y no cometas estupideces en la comunicación. Con eso basta, créeme…
En fin, a lo que voy… desde el mismo momento que te pongas a trabajar en algo que se llama «crearse una marca», mi opinión es que estás forzando las cosas. El propio lenguaje te atrapa y te ves diciendo cosas como estas con la mayor naturalidad del mundo: «me creo un personaje que lo demás compran»: ¿me «creo» un personaje? Los actores/actrices hacen eso, y no les hace daño porque es su vocación. Pero al resto de los mortales les produce disonancias.
Leyendo, y comentando, me doy cuenta que el meollo de las diferencias en esta reflexión está en cuán holístico o gestaltico ve cada uno al ser humano. A mí, por definición, me cuesta mucho, muchísimo, separar tanto el lado profesional del personal. Y quizás por eso me muestro tan rotundo en mi opinión, pero debo aceptar que otros no lo vean así, y se sientan cómodos separando ambas facetas…
Un abrazo, David 🙂
Juanjo Brizuela
(Un pelín tarde, las fiestas me supongo)
Sabes bien cómo pienso Amalio… pienso en las formas sinceras que usan las «marcas» para conectar con sus públicos. Pienso en la coherencia como el valor que sostiene la percepción en el mercado, que va más allá de «vender» un producto/servicio. Pienso en la elasticidad de las marcas por tratar de estar presente en determinados contextos de la vida de las personas. No creo en marcas-spam, no creo en marcas-epidermis y no creo en bla-bla-bla. Creo que estamos castigando a las marcas (quizá con razón pero también creo que castigado excesivamente) por un mundo absolutamente desmedido, consumista hasta el extremo y donde es inviable que haya semejante nivel de marcas que no dicen nada y hacen mucho ruido.
No creo tampoco, en las marcas personales. Una persona ES. Luego aquí comparto contigo la idea de identidad. Y además creo, en el mundo de las redes sociales, que al igual que lo hacemos en la vida real, enlas redes sociales somos, no sólo aparetnamos. Creo que ahora más que nunca coherencia de pensamientos con acciones es lo que forja la personalidad de una persona, qué piensa y qué haces acorde con tus pensamientos. Y todo ello de forma natural, sin forzar, y sin ponerle barreras al campo.
Lo complicado del tema, y difícil de «gestionar» tanto organizativa como personalmente es controlar lo que el «otro piensa». E insisto en que sólo existen marcas cuando alguien las interepretas. Todos tenemos objetivos, ideas, visiones o simplemente qué nos gustaría hacer. Otra cosa es que realmente lo transmitamos bien pero lo que sí es cierto es que la percepción a veces se confunde con la personalidad, y ahí es donde podrían comenzar las incoherencias y los problemas .
En definitiva, creo en la naturalidad y en el diálogo entre iguales. Si se peude ayudar a gestionarlo y a construirlo, hay que hacerlo (coñe, que casi que vivo de ello) pero creo en otro modelo de concebir las marcas…
Y cierro ya: NO CREO en las marcas personales. Porque una cosa es que alguien tenga una imagen tuya y otra cosa es que gestiones esa imagen de forma coherente.
Amalio
Juanjo:
Nunca llegas tarde. Una alegría verte por aquí. Voy al grano…
Si hablamos de productos, el concepto de marca es importante porque sintetiza unas características que la gente le atribuye, y como digo en mi post, eso requiere un trabajo de coordinación (una estrategia, un plan) para que tanto el contenido como el continente sean coherentes. Pero pienso que se ha abusado de la importancia del segundo en menoscabo del primero. Se ha reducido el Marketing a la comunicación, a lo que contamos, descuidando descaradamente lo que hacemos, lo que ofrecemos, el «producto» en sí. Las mierdas del producto/servicio se pretenden maquillar a base de verborrea creativa.
Aún así, sigo creyendo en el Marketing bien hecho, el que es ético y responsable. Es más, tú que me conoces sabes que me gano parte de mis cuartos con eso. Pero en mi post hago una clara distinción entre «empresas» o «productos»… y «personas», y por ahí van los tiros de la entrada.
Das en el clavo: no forzar, ser natural… y entonces me pregunto: ¿eso necesita «un plan»? OJO, el desarrollo profesional-personal necesita un plan, soy de los que defiende eso. Por ejemplo, para hacerte una carrera, una especialización, etc., etc. Sin eso, no se producen efectos positivos acumulativos. Pero la noción de «marca» personal apunta al envoltorio, a la imagen, y muchas veces siento que eso se deriva en algo intrusivo y perverso contra la identidad. Te pones con el «plan de imagen», y oye… se jodió la frescura, la naturalidad…
Entiendo que un profesional decida contener, incluso ocultar, aspectos de su personalidad porque piensa que crea «ruido» para el tipo de clientes con el que trabaja. Bueno, es una decisión planificada que entronca a veces con el instinto de supervivencia (aunque yo, en ese caso, prefería cambiar de clientes o de actividad, te lo juro). En fin, lo comprendo, de verdad. Pero una cosa es eso, y otra muy distinta plantearse artificiosamente un plan integral de posicionamiento como si fueramos productos… puff, qué miedo me da eso, colega 🙂
Arancha Ruiz
Hola Amalio,
Gracias a tí y al resto por tu entrada y comentarios, pues me habéis permitido reflexionar profundamente sobre muchas cuestiones de trascendencia.
Como veo que compartimos muchos temas de interés, si me permites me pasaré más a menudo por tu blog para poder continuar con tan interesantes debates.
Hasta pronto!
Amalio
Hola, Arancha:
Pues nada, seguiremos dando el palique sobre el tema aquí y en tu casa, porque se nota que da mucho juego…
Un saludo
Arancha Ruiz
Hola Amalio,
Muchas gracias por este post y por plantear un debate que para mí se deriva en otras tres cuestiones:
1.- Quiénes somos y qué vendemos
2.- Qué es marca personal y para qué sirve
3.- Cuál debe ser el alcance de la notoriedad
Te paso mi punto de vista sobre estos tres puntos, que he recogido en mi blog.
Un abrazo
http://www.historiasdecracks.com/2011/07/no-busquemos-la-fama-con-la-marca-personal-sino-la-notoriedad-y-la-relevancia/
Amalio
Hola, Arancha:
He leido tu post y me ha gustado. Muy agradecido por molestarte escribiendo una reflexión tan extensa y currada sobre esta entrada, y mencionarme. También me ha agradado ver que al final de tu post agradeces a Juan Boronat y a algunas de las personas que han comentado aquí, porque es algo que no mucha gente hace. Si esta conversación tiene algo de interés es por el intercambio que genera, y eso se debe a vosotros.
Comparto contigo que resulta pesado «las disertaciones sobre terminología», salvo que sean estrictamente necesarias, y a veces lo son. Si prefiero hablar de «identidad» y no de «marca personal» es porque sospecho que tienen significados y connotaciones distintas. Pero es como lo veo yo, y puede ser que haya gente que prefiera simplificarlo.
Me ha parecido perfecto lo de «modestia tóxica», creo que es un acierto, y te lo tomo prestado. También es muy pertinente que digas esto: «necesitamos explicar en qué somos buenos para que nos valoren como nos merecemos».
Así es, ya dije en el post que hay que saber comunicar, pero defiendo que eso se haga desde una perspectiva sistémica, que parta de una introspección, de entender lo que somos y lo que mejor hacemos. Cuidado con las cascaras vacías, y de eso hay mucho en «la venta».
Al final es, como dices, un tema de coherencia, la palabra que seguramente más se repite en este blog…
un saludo 🙂
Jesús
Hola Amalio,
Interesante post. Me recuerda a los debates que tenían, y seguramente hoy tengan, en el siglo pasado los psicólogos por la supremaciá de unos términos que en definitiva querían decir lo mismo. Al principio son un soplo de aire fresco, con el tiempo pueden llegar a aburrir.
Un matiz, la «marca» no hace explícita referencia a cómo nos ven desde fuera, sino a cómo un@ quiere que le vean desde fuera, relacionado con la información y las expectativas. Pero sin duda, una vez elegido el posicionamiento en la mente de las personas, resultará difícil modificarlo e incluso en algunos casos será el consumidor que dé forma a la marca, las excepciones.
Salu
PD: felicidades por el blog, tienes un nuevo y crítico seguidor
Amalio
Gracias, Jesús, por dejar tu comentario… Y no te preocupes con la crítica, que en esta casa es muy bienvenida.
Dicho esto, es cierto que puede haber en este debate un poco de «bucle semántico», pero creo que no estamos hablando de cosas que signifiquen lo mismo. Pienso que merece la pena la reflexión, y medir el sentido emocional de las palabras. El término «marca personal» para mí tiene un fuerte significado, no es algo neutro, y expresa un posicionamiento. Pero como bien comenté en el post, lo puedo asumir si se usa como un mero «constructo pedagógico» para potenciar las fortalezas genuinas de una persona/profesional.
En cuanto a tu matización que haces sobre «la marca», lo veo como un proceso mixto, donde se combinan intenciones propias con lecturas externas. Vale, podríamos aceptar que la persona puede plantearse dotar de contenidos a esa marca con arreglo a cómo quiere ser vista, pero al final serán los demás los que le asignen atributos concretos, los que digan si esto o aquello. Por eso insisto que el modo menos incierto de «posicionarse» es escucharse a uno mismo, y obrar en consecuencia.
De nuevo, muchas gracias por seguir el blog 🙂
Fatima
Intesante debate Amalio.
Comparto con David el planteamiento. Muchos de nosotros ya teníamos una identidad o «marca personal» que hemos ido elaborando, solo por convencimiento propio, en nuestra vida personal y profesional gracias a nuestra forma de ser, trabajar,comportamiento y puestos desempeñados.
Con la llegada de las redes y nuestra incursión en ellas, los impactos se han multiplicado exponencialmente. Nuestro trabajo, escritos, conocimientos que antes se quedaba en nuestro núcleo reducido ahora se expanden dejándonos muchas veces perplejos de la magnitud que pueden llegar a alcanzar.
Por tanto creo que sí debemos cuidar nuestro entorno virtual, nuestra forma de comportarnos y muchas veces pensarnos dos veces las cosas antes de compartirlas.
Se debe ser espontáneo pero mediendo bien los pasos que damos porque incide en la percepción que los demás tienen de nosotros.
Que lo importante es estar conforme con uno mismo no hay ninguna duda, pero si vivimos en sociedad y además utilizamos las redes para nuestros fines profesionales sin duda alguna nuestra identidad o marca personal ha de estar cuidada y debemos trabajar en ella.
Saludos
Amalio
Hola, Fatima:
Sip,se podría decir que como resultado de nuestro trabajo continuado, para la gente tenemos una «marca personal», la gente nos reconoce como algo. Eso es innegable. No quisiera que se interprete que niego eso, o que pretendo meterme en un debate estéril sobre terminologías. Si la gente nos atribuye «una marca», pues oye… es lógico, y no pasa nada. Lo que yo pienso que puede ser perverso es que uno se obsesione con un «plan de marca», buscando proyectar una imagen pre-diseñada en laboratorio. Me da mucho miedo eso, por artificioso.
Estoy de acuerdo también en que uno no puede ser estúpidamente espontaneo, y que expresarse a través de las redes requiere cierto auto-control, como en cualquier otra faceta de la vida. Juan apunta a eso y tiene razón, pero con medida. Otra diferencia en mi postura es que los límites no están «en lo que piense la gente», sino en lo que a uno le parezca que está bien o está mal. Esa es una distinción importante.
Gracias por pasarte, Fatima 🙂
Rose Mary
Excelente exposición que va de encuentro a lo que siempre he pensado… Y que me ha llevado a hacerme la pregunta: ¿Debo dejar de ser persona y anular mi identidad si deseo ser emprendedor?
Amalio
Rose Mary:
Yo soy un emprendedor, aunque muy del montón, casi por accidente. Y jamás se me hubiera ocurrido renunciar a mi identidad para serlo. De hecho, me he buscado un hueco profesional que me permite proyectar (lo que yo creo que es) lo mejor en mí, para no tener que estar falseando el careto. Alinear eso es muy conveniente.
Créeme, no hay nada en el mundo que justifique «anular la identidad» porque se termina pagando muy caro. Pero en fin, es lo que pienso yo, y no me hagas mucho caso 🙂
Gracias por pasarte…
Norma
Hola Amalio:
Quizás no temino de entender tu planteamiento, o vengo a añadir otro dilema. Dices que una cosa es la Identidad y otra la Imagen. En ambos casos puede ser subjetiva. Podemos creernos una imagen que no damos, es decir que no tenemos, y podemos creernos una identidad que no se nos reconoce.
Por otra parte está la cuestión de la ética: es deseable que tanto las personas, como las marcas y las empresas sean éticas incluso desde el simple egoismo del mercado: ser ético y socialmente responsable vende.
Marca personal, Identidad… las marcas representan valores, me gusta que se me identifique con determinados valores éticos y me interesa profesionalmente que se me identifique con determinados conocimientos. ¿Marca personal? ¿Identidad? Si tu mismo eres «tu empresa» viene a ser lo mismo. ¿O no?
Amalio
Norma:
¿un dilema más? sigamos tirando del hilo… y tendremos unos cuantos, no hay remedio, la vida es eso 🙂
A ver, una cosa es 1) la identidad (cómo nos vemos), 2) la imagen (cómo queremos que nos vean) y 3)la reputación (cómo nos ven en realidad). Los tres son, como bien dices, subjetivos. Y añadiría, muy cambiantes y diversos. Una obviedad: unos nos «ven» de una manera y otros de otra.
Que nuestra «identidad» (cómo nos vemos) no se corresponda con la «reputación» (cómo nos ven) es algo que en buena medida está fuera de nuestro control, y es bueno que lo sepamos, que no suframos por eso. Pero lo que sí produce disonancias es diseñarse una «imagen» (y su plan asociado) que no responda a cómo nos reconocemos, es decir, a nuestra propia «identidad». Eso induce a la falsedad, y hace daño.
Fíjate que yo no he hablado en ningún momento de la ética en este post. No quiero juzgar. Solo estoy compartiendo un modo de «ser» que, para mí, consigue un desarrollo más armónico de la persona. Estoy pensando egoístamente en mi salud mental, y nada más.
A mí también me gusta que se me identifique con determinados valores pero primero intento asegurarme que yo me reconozco en ellos. Por eso decía en el post que un buen ejercicio de «introspección» es clave para alinear identidad-imagen-reputación. Todo tiene que partir de estar satisfecho conmigo mismo, sin que eso signifique que no escuche a los demás.
Norma, cada vez tengo más claro que si practico esos valores, los traduzco en hechos… y adquiero (de verdad) los conocimientos que profesionalmente necesito, lo demás fluye de manera natural. No estoy ignorando la importancia de comunicarse bien, de potenciar nuestras fortalezas, pero todo eso siempre debe estar sujeto a lo primero, al «ser», y no al «parecer».
Si como resultado de potenciar mi «identidad» de forma honesta (sobre todo conmigo mismo), la gente me ATRIBUYE una «marca», pues oye… espero que esa «marca» refleje cosas buenas. Pero yo no la «BUSCO», porque casi nunca funciona, y encima… tanto resultadismo quita disfrute.
No sé, lo mismo te he liado más… pero yo me entiendo 🙂
Juan Boronat
No es mi entención igualar la identidad personal con la identidad de marca, ni mucho menos. Lo que sí que creo que es similar es el planteamiento ‘estratégico’ que debe aplicarse. Proteger nuestra personalidad conlleva la proyección de nuestros valores (me da igual si se orientan al ocio o al negocio) de manera responsable.
Del mismo modo que cuidamos nuestro comportamiento ante los demás cuando vamos por la calle, debemos hacerlo en nuestros perfiles.
En cuanto a que somos o no somos lo que creemos que somos, discrepo en el plantemiento de Amalio, porque una cosa es lo que nos gustaría y otra muy diferente, lo que es en realidad.
Es triste, pero vivimos en una sociedad de apariencias, en la que la mayoría de las veces las opiniones se fraguan por aspectos superficiales, perdiéndose los de mayor valor y que no acostumbramos a exponer en público por conveniencia. Y es ahí, precisamente, donde las redes sociales pueden servirnos como escaparate de los mismos.
Amalio
Hola, Juan:
OK con proyectar nuestros valores de manera responsable. Total sintonía. El matiz está en que, sinceramente, no tengo que esforzarme para cuidar mi comportamiento más allá de lo que me dicta el sentido común. No veo que en las redes haya que hacer algo especial, y tampoco creo que la gente que se mueve en comunidades como las nuestras sea tan descuidada al expresarse en ellas. Más bien pienso lo contrario, que el personal se reprime mucho al intentar cumplir un «guión de imagen», con fines de posicionamiento, y es a eso a lo que apunta el post.
En tu post decías que «no somos lo que creemos que somos, sino lo que los demás dicen que somos»… y yo te decía que no, que por suerte no es así. Imagínate que «seamos» lo que dicen que somos. Para nada!! Esto estaría muy jodido, colega…
En realidad somos algo que ni es lo que creemos que somos, ni lo que la gente dice que somos. Pero en todo caso, si tengo que elegir, somos lo que pensamos que somos. Creo mucho mas en la IDENTIDAD (cómo nos vemos) que en la IMAGEN (cómo nos ven). Ese es mi argumento, Juan.
Que vivamos en una «sociedad de apariencias», que es totalmente cierto, no significa que yo tenga que someterme a esas reglas. Es más, seguiremos viviendo en una sociedad así, que no me gusta, en la medida que yo dé por válidas esas reglas. Niego la mayor. Respeto las normas que me parecen correctas, de sentido común, que son muchas, pero me manifiesto en rebeldía frente a las que me parecen estúpidas, y que van en menoscabo de la calidad de vida y la satisfacción personal.
Por ejemplo, tengo claro que caigo mal a mucha gente por el modo en que me expreso públicamente. Pero ya conseguí liberarme de eso, te lo juro. Soy un hombre libre, porque sé que también hay mucha gente que me quiere. Espera, rectifico, soy libre porque me valoro a mí mismo, y me guío por lo que dicta mi conciencia = bueno, confieso que a veces no la entiendo, pero no me llevo tan mal con ella 🙂
Los escaparates son falsos, y aguantan cualquier cosa…
Perdona el rollo, Juan, pero es un tema que me sensibiliza mucho, y no puedo dejar de ser franco contigo…
Un abrazo 🙂
Joanka
Si que sí, Amalio, la identidad es dinámica y se moldea con cada experiencia, con cada paso que damos y forma parte de la esencia misma de la humanidad que poseemos. Poner el foco en construir una determinada «identidad» artificiosamente hace que, al centrar el esfuerzo en «lo que aparentamos» nos olvidemos un poco de «lo que somos». Y esto último es lo realmente importante!
Amalio
Hola, Joan:
Sip, la identidad es dinámica. Yo mismo he experimentado eso. He cambiado mucho en el tiempo, pero creo que hay un «core» que se ha ido consolidando, que me hace reconocerme. Son algunos principios, valores… o como quieras llamarlos que, sospecho, ya son parte de mí. Son tatuajes para toda la vida. Y lo que es más importante, me reconozco en ellos, son mi anclaje vital en medio de tanto remolino. A partir de esa identidad, intento ser todo lo flexible que pueda, que ya es difícil a cierta edad. «Aparentar» lo que no se es tiene un coste elevadísimo, y es quizás la idea principal que intento transmitir en el post 🙂
Alberto
Hasta ahora en las redes sociales era muy difícil diferenciar tu identidad de tu marca personal. Pero ahora aparece Google+ en escena, permitiendo la distinción fácil entre «yo persona» y «yo profesional» gracias a sus círculos de contactos diferenciados. Habrá que ver si cuaja Googleplus, pero de lo que no cabe duda es que sobre este particular sienta un precedente en el universo social media: https://www.youtube.com/watch?v=hC_M6PzXS9g
Amalio
Hola, Alberto:
Gracias por pasarte. Yo creo que el conflicto no tiene tanto que ver con las herramientas, sino con el modo en que cada uno aborda ambos territorios vitales. Hay gente que los separa con muros de Berlín, y hay otras que lo mezcla todo. Ya que hablas de Google+, en mi caso no acabo de verle la ventaja por una razón muy sencilla: me causa pereza segmentar mis mensajes por círculos. Lo que cuento en Internet, y en las redes, no está segmentado. Una vez que decido contarlo, asumo que lo puede leer cualquiera. Pero si creo que publicar algo puede afectarme, o dañar a alguien, no lo pondría nunca en las redes, ni siquiera con herramientas que prometan una eficaz segmentación como Google+. Pero entiendo que cada uno está en su derecho de gestionar su identidad digital como le plazca. La reflexión de fondo no es de herramientas, Alberto, sino de si tiene tanto sentido blindar la imagen profesional, y separándola tanto del yo-persona.
Alberto
Amalio, el uso de una herramienta sí condiciona nuestro comportamiento. Google sustituye nuestra memoria (Nicolas Carr y Dolors Reig dixit) e Internet expande nuestro yo. Del mismo modo que el uso de el fuego y la piedra fue modificando el cerebro del homo sapiens. Y ahora surge una nueva herramienta que por fin permite segmentar lo que uno comparte en los medios sociales (como Google+). Y esto hará que sea más fácil poder diferenciar tu identidad de tu marca personal. Yo soy libre para compartir casi todo lo que pienso, ahora bien, no con todos comparto todo lo que pienso, porque eso es de estúpidos.
David Soler
Totalmente de acuerdo Amalio pero déjame ser un pelín crítico o explicar lo de marca personal, porque, lo admito, es mi forma de actuar enlas redes. Pero no quiero que suene a justificación, eh?
Creo que solo hay dos formas de usar el mundo online: personal o profesionalmente. En el primero no hay reglas, cada uno hace lo que le parece y comparte lo que le place (eso sí, que tenga cuidado con lo que hace…pero esa es otra historia).
En el segundo ya es otra cosa. Ahí hay gente, como es mi caso, que usa las redes porque es la única forma que tiene para «vender(se)». En este sentido sí creo que lo del posicionamiento es básico y no debe perderse esa línea argumental de la que habla Juan.
Pero eso no quiere decir que no puedas ser espontaneo, divertido, elocuente, etc. Yo no puedo separar mi «yo persona» de mi «yo profesional» básicamente por dos razones: porque yo soy mi empresa y porque mi vida personal, entendida como privada, no la aireo en las redes. A partir de ahí sale como me comporto en todo el mundo online. Y creo ser bastante espontaneo… lo admito, no tanto como si las usara sin ese «cortapisas», pero trato de no parecer un robot.
Además, y por último, yo siempre digo que detrás de un profesional hay una persona y, por lo tanto, no hay nada malo en que los que puedan llegar a contratarte vean y conozcan a esa persona.
Amalio
Hola, David:
Me parece muy sensato tu apunte. Nada es blanco o negro. Yo también uso Twitter y las redes sociales para fines profesionales, sería hipócrita que lo negara. No lo oculto en absoluto. Pero, francamente, lo mezclo todo. Y me salgo muy a menudo (¡¡bastante!!) de cualquier «línea argumental». ¿sabes por qué? porque eso me ayuda a escribir con más vitalidad y más a gusto. Si no tengo que constreñirme a un guión, si no me impongo un «plan de imagen/posicionamiento», me siento mucho más libre al escribir y expresarme, y eso al final se termina notando. Puedo perder foco, eso es cierto, pero gano en vitalidad y frescura en el mensaje, y yo creo que esto último la gente lo agradece.
Cuando comencé con esto sí que tenía «un plan», y era muy resultadista. Pero pronto me dí cuenta que por ese camino el blog y Twitter se apagarían muy pronto. No sirvo para este tipo de planes. Así que me dije: «oye, Amalio, a tu bola… disfruta el proceso, y ya está». Y hoy podría decirte que, siguiendo la línea utilitarista que sugieres, ese no-plan no ha afectado en nada mi capacidad de generación de trabajo, más bien creo que ocurre lo contrario, que mi red crece tanto en cantidad como en calidad.
Lo que sí hago es ponerme límites. Eso sí que lo hago. Mis límites son: no contar intimidades q solo me importan a mí, no jugar sucio, no hacer nada que pueda dañar a una persona que valoro, ser prudente en ciertos comentarios sobre personas, no caer en dinámicas del tipo «rebelde sin causa», ni hacer trolls. Hay cosas que nunca contaría en Twitter, pero que sí lo hago en privado. Soy espontaneo pero no estúpido. Pero sin embargo, no me corto un pelo en pronunciarme políticamente, algo que la ortodoxia considera que es un error grave. Me lo han dicho mucho, pero yo lo tengo clarísimo: Soy primero ciudadano-persona que profesional-empresa.
Un abrazo 🙂