La envidia española: ¿verdad, mito o paranoia? (post-290)

Está de moda relacionar la falta de buenos emprendedores en este país con la envidia española. Es un ingrediente más del “pensamiento único” que empieza a vertebrarse en torno a la fiebre emprendedora que curará todos nuestros males.
Leí hace tiempo en Internet que Unamuno dijo que “la envidia es la íntima gangrena del alma española“, y yo que soy un ex-inmigrante, y creo tener una mirada menos prejuiciada de la que tiene el español de sí mismo, debo decir que no estoy de acuerdo con eso.
Pero iré por partes, porque el tema se las trae. Según la Wikipedia, envidia es “el sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro”. La RAE, por su parte, la ha definido como “tristeza o pesar del bien ajeno”.
Hace un mes me recordé del tema a raíz de un artículo que leí en elmundo.es donde un emprendedor llamado Álex Penadés nos cuenta que “vivimos en el país de las envidias, del poner la pierna encima, del si te caes te machaco, en el que la figura del emprendedor está mal vista y el prójimo se alegra de las desventuras del vecino, que se convierte en sospechoso sólo por haber arriesgado con una idea diferente”. Y después de menuda reprimenda, nos receta con previsible entusiasmo las fórmulas-USA en educación, donde “los niños se inician desde temprano en el arte de la venta” [sic].
Estupideces aparte, la tesis que nos proponen merecería un análisis sosegado. Lo que nos están diciendo es que los españoles son bastante más envidiosos que la media global, pero ésta es una afirmación que todavía nadie ha demostrado. Son meras suposiciones fruto de estereotipos, y de fotos viejas que debíamos actualizar porque la sociedad española ha cambiado mucho en los últimos 20 años.
Lo malo es que se trata de una creencia muy arraigada, y que queda divina-de-la-muerte en una charla, o en una entrevista, para echarle el muerto de nuestros errores a la cultura y las tradiciones. Esto de la envidia es un comodín perfecto para justificar nuestras cagadas.
El otro día un amigo compartía en Twitter un post de 2008 escrito por Jorge Juan Fernández, “La envidia de los españoles”, y después de leerlo, le comentaba que aunque me parecía muy bien escrito, no creía en eso.
Vale, en España hay muchos envidiosos, sí, pero como en cualquier otro país del mundo, o por lo menos, de la cultura latina, que es la que mejor conozco. Es un sentimiento humano (y quizás inevitable) que está presente en muchas culturas, y no creo que sea un rasgo que nos diferencie tanto de los demás. Digamos que he viajado bastante, y vivido en muchos sitios, y lo que yo observo es que la gente aquí es bastante generosa a la hora de celebrar los triunfos de los demás, y que es tan dada a exagerar para bien como para mal.
Así que eso de que “en España, cuando alguien tiene éxito, se le mira mal”, yo no lo veo como un rasgo cultural que marque tanto nuestra idiosincrasia. Para mí lo que llaman “envidia” no es la causa, sino el efecto de otra carencia. La envidia es la capa superficial de un problema más de fondo: la falta de un espíritu autocrítico genuino. Y lo explicaré a continuación.
Marc Vidal se queja en su libro de que cuando un empresario “triunfa”, tendemos a hacernos esta pregunta: “¿Qué habrá hecho para llegar ahí?”, y a mí la verdad que no me sorprende en absoluto, ni me parece mal que nos preguntemos eso, teniendo en cuenta el tipo de triunfos empresariales al que nos tienen acostumbrados. No confundamos envidia con incredulidad fundada.
Es que en este país más que envidia a los empresarios, hay una tradición de triunfar con trampa, a base de nepotismo, favoritismos o a cualquier precio. Mucha gente “triunfa” sin arriesgar. Rasgas en un pelotazo, y descubres mucha mierda detrás. Eso explica que se desconfíe tanto.
Algunos esperan que se les aplauda y bendiga por un tipo de “éxito” que consiste en hacer pasta vendiendo con habilidad algo que no aporta valor ninguno. Si una empresa da un pelotazo multiplicando su facturación por varios dígitos, y resulta que otros pensamos que los fundamentos son dudosos, es lógico que nos cuestionemos lo conseguido, una actitud que ellos van a interpretar como que sentimos envidia.
Sin embargo, los emprendedores que aportan auténtico valor, que hacen una propuesta social y empresarial coherente, suelen ser muy bien vistos, y no veo que se les ataque, más bien son bastante celebrados.
Rafael Sánchez Ferlosio da en el clavo del asunto. Fue leer su artículo en El País, y darme cuenta que tenía la pieza que me faltaba para escribir este post. Él afirma que la envidia española como pecado nacional es un “tópico tan difundido y cargante” que no solo es “barato sino también falso” y compartía un argumento como mínimo curioso.
Decía que más que “envidiosos” lo que hay es muchos “envidiados”, es decir, gente que necesita por alguna razón egocéntrica sentirse y quejarse de que se les envidia. Y lo explica así: “Los envidiosos de España no son más que un mito, una fantasía de los envidiados (…) algo que podría llamarse con toda propiedad <<paranoia de envidia>>”.
¡¡Genial!! Es un razonamiento sutil y potente que lo explica casi todo; pero quise buscar algún ejemplo de envidiado-sin-envidiosos que me ayudara a hacer esto más gráfico, y me encontré a Sánchez Drago repitiendo la misma cantinela: “Este país es fruto de la envidia, en cuanto destacas por algo van a por ti, y esto no sucede en ninguna parte”. Como veis, al pobre Drago no se le ocurre pensar que el “odio a la excelencia” que él achaca a la envidia española pueda ser, más bien, un rechazo a los soberbios y continuos disparates que se permite regalarnos cada semana. Dragó es un tío tan constructivo y respetuoso, que los que le critican lo hacen por pura envidia 🙂
Nos sale algo mal, y entonces es más cómodo tirar balones fuera: algo que sí es un defecto bastante extendido en España. La falta crónica de autocrítica, de asumirla con naturalidad, forma parte del entramado que nos ha hecho pensar falsamente que la envidia es uno de nuestros pecados nacionales.
PD/ La imagen de la entrada es de David Olivar
Antonio Bedmar Fernández
Es extraña la maldición que sufre España. He estado leyendo y pensando sobre nuestra leyenda negra, y resulta que es algo universal.
No sólo ha surgido leyenda negra antiespañola en los países protestantes, sino en los católicos. Y no sólo en el extranjero sino dentro de nuestro propio país. Ahí está el dicho: “Si alguien habla mal de España, es que es español”
Vale que los españoles tenemos defectos y debemos hacer autocrítica, ¿pero es posible que seamos los peores del mundo?
Por otro lado coincido con eso de los envidiados. Alguien ha puesto el ejemplo de Sánchez Dragó que no puede entender como es posible que halla tanta gente harta de él, y ha llegado a la conclusión de que le tienen envidia. Pero se me ocurre también por ejemplo a César Vidal.
Ese hombre mientras estuvo en la COPE se dedicó, como Federico Jiménez Losantos, a meterse con mucha gente. Luego se fue, se peleó con Federico y entre otras cosas la ha tomado con la Iglesia Católica. Yo no sé que pensarán Uds de esa Iglesia, pero Cesar ha llegado a decir que nadie debe dudar que ni una sola de las personas que están en Cáritas de voluntario, lo hacen por puro deseo de ayudar a los pobres. Y encima se considera un ser superior: no hay más que haberle oido.
Sinceramente: ¿puede extrañarse de que halla tanta gente harta de él?
Si estar harto de estos individuos es tener envidia, pues a lo mejor. Si estas 2 personas fueran unos fracasados, a lo mejor en vez de envidia darían pena. Pero como no son unos fracasados, pues lo que dan es envidia.
Pero sospecho que esto pasará en casi cualquier país normal. Lo que no sería normal es que en algún país una persona como ellos no despertaran envidia, o como mínimo hartazgo.
Amalio Rey
Exacto, Antonio. Suscribo 100% lo que dices, y cómo lo cuentas. Especialmente la coartada de los “envidiados” para justificar sus carencias. Un saludo
Manolo
Enhorabuena por el esfuerzo, señor autor. Cada vez veo más rancio y antiguo eso de culparnos y decir que el nuestro, es el peor de los pueblos de occidente. Que sufre cada uno de los males de la humanidad y que no tenemos cura y ni merecemos una oportunidad. Y a su vez cada vez estoy más convencido de que eso lo dicen personas sin capacidad crítica pues repiten lo que escuchan y escuchan solo lo que es moda. Afortunadamente parece que a estas alturas de la película hay cierta revolución cultural que enfrenta directamente estas aserciones. La gran paradoja española es que nos autoproclamamos el peor pueblo de occidente pero sin embargo individualmente somos felices.
El problema que veo en su escrito, señor autor, es que no niega un mal endémico, solo sustituye la envidia por la falta de autocrítica. Después de tener la suerte de conocer a personas de muchos países, creo que por suerte y por desgracia no somos nada extraordinarios. Los más bajos y elevados sentimientos se presentan sistematicamente a todo lo largo y ancho de éste nuestor planeta.
Socrates
envidia.. es poco en este pais, yo he tenido que mal vender mi casa e irme a vivir lo mas alejado de la suciedad.. perdón sociedad…
van a porti si o si.. te buscan la mierda si o si… malas caras.. coches rallados… denuncias falsas… todo por que se creen, que eres mejor que ellos.. jajjaj pero si no hay nadie mejor ke nadie pero bueno ellos no lo entienden, y en este país hay mucho envidioso
pastrajo
No conozco lo suficiente los demás países del mundo como para poder categorizar hasta qué punto llega la envidia española; pero negar que españa es un país de envidiosos es engañarse a sí mismo.
Estoy muy de acuerdo con el comentario de eusgarciaz.
eusgarciaz
De mito nada, es real, autentica y palpable.
Solo hay que ver como se jode a quienes tienen algo de exito, por la razon que sea, expeciones seria deportistas de elite, como Nadal, que viene de una familia de pasta.
Veamos, esto no es ni siquiera un pais, es una cloaca llena de cabrones con muy mala sangre, y gente noble, que no sea envidiosa, chismosa y traicionera, es dificil de encontrar.
Resultado, un desastre endemico, un pais incapaz de progresar, evolucionar en un pais Europeo de primera o aun de segunda A y que apenas ha aportado al mundo.
salvando el Siglo de Oro, que fue un milagro y debido a la expulsion del aquel entonces ememigo comun que fueron los musulmanes.
Hoy, si alguien tiene un minimo de talento, se las busca lejos y no mira atras, y dudo que sea solo por razones economicas, que entramos en otro tema, pero sigue estando relacionado.
Hay va mi perorata.
Keke
Por cierto y atendiendo a algún comentatio por ahí abajo. De lo que yo conozco, sólo hay un ámbito cultural en el que España queda muy superada en cuanto al ejercicio de la envidia: Latinoamérica. Parece que allí heredaron todos los defectos de los españoles y aún los ampliaron, pero ninguna de las virtudes. Pero a España debemos compararla con Europa y Norteámerica, que es su ámbito, no von Latinoamérica o el África subsahariana, que en veneral son irrelevantes.
Keke
Típico post de un envidioso pata negra. “La envidia no existe. Lo que pasa es que a los que les va bien son unos divos que se vuelven paranoicos. Y tenemos sobradas razones para criticarlos. En lo que sí se diferencia España es en que quien triunfa, en realidad no lo merece”. Claro. Como Amancio Ortega, por ejemplo, un tipo adorado en España por la masa. Igualito que Bill Gates en EEUU. En lo de la falta de autocrítica sí hay hay algo cierto, pero esto es común a todos los países: uno no tiene generalmente problemas en admitir que es exagerado, arrogante, impulsivo, despistado, agresivo, incluso torpe. Pero yo aún no he conocido a nadie que diga “mi principal defecto es lo envidioso que soy”. El envidioso JAMÁS se reconoce como envidioso. Y no hablo del “ay que envidia me das”, no, hablo de la envidia seria, la que hace daño al envidiado. Siempre hay un motivo razonable para atacar al que triunfa. Es lógico que El Pais niegue la existencia de la envidia, puesto que como decía Churchill “el socialismo es el credo de los envidiosos”. Yo también he vivido en muchos países, no solo latinos, si no eslavos, nórdicos y anglos. Y en absoluto los españoles somos más tramposos que la media. Sí somos un pueblo mucho más envidioso que la media. Mira donde está enterrado Cervantes y dónde Shakespeare, dónde Blas de Lezo y dónde Nelson. ¿A qué héroes veneramos en España? Todos acabaron entre rejas o en tumbas anónimas.
Mauricio
No español, tu nación es particularmente de envidiosos y eso es producto de un complejo de inferioridad que padecen desde hace siglos.
Esa fama de envidiosos también la tienen en el Nuevo Mundo, particularmente en el Cono Sur.
Los mas probable es que muchos de ustedes no quieren estar conscientes de dicha envidia, pues es relativamente mas fácil ignorar el problema que tratarlo, pero lo cierto es que está ahí presente y mas ahora que en siglos pasados.
El desprecio que sienten hacia su propia nación hasta el punto de ni siquiera defenderla cuando se la insulta. La fascinación exagerada por lo extranjero (sus mujeres en especial). Los regionalismos absurdos. La guerra civil. Todos estos son eventos que muestran un espíritu de autodestrucción y esto es algo muy característico de la envidia.
No creo que dicha envidia sea producto de una carencia material sino que mas bien se trata de alguna carencia moral pues naciones con mucho menos historia y gloria que la vuestra no sufren de un nivel de envidia tan llamativo.
Ese John Stuart Mill dijo “«Los españoles persiguen con saña a todos sus grandes hombres, les amargan la existencia y, generalmente, logran detener pronto sus triunfos»
Las personas de otras lenguas y culturas también advierten aquella envidia mas son ustedes que al no entender su idioma no se han percatado que ellos también los perciben como envidiosos.
htmr
que en españa no hay envidiosos…. ojojojojo…. encima hay muchos que ni lo quieren aceptar y en eso estoy de acuerdo, que no queramos decir que somos envidiosos; pero envidia hay aquí en españa, pero por un tubo. no conozco a nadie que no sea envidioso. las calles están llenas de coches de lujo gracias a la envidia… vamos hombre. no decir que los españoles no somos envidiosos…. por dios!
Carlos
muy interesante
Antonio
De lo mejorcito que he leido sobre este tema. Empece a leerlo con escepticismo, porque estaba convencido de que efectivamente los espanoles somos los mas envidiosos del mundo. Pero poco a poco, y leyendo con una mente abierta, el articulo ha ido cambiandome esa percepcion.
Gracias por desafiar mis creencias de una manera tan lucida.
Amalio Rey
Gracias, Antonio. Me alegro que coincidamos. Viajar por ahi hace que uno entienda mucho mejor esto, porque puedes comparar y darte cuenta que no somos tan distintos. Y también que la excusa de la envidia es muy rentable para algunos. Un saludo 🙂
anti español
Ahora resulta que la envidia española no existe… en fin, no hay más ciego que el que no quiere ver.
Amalio
Igual lo que existe es la “envidia anti-española” 🙂
fernando
El texto da a diestro y siniestro con lo que no es la envidia, sino nuestro caracter de opinador lo que hace peyorativo el termino. No sabemos nada de la vida del otro, aqui todo el mundo opina, y damos por bueno lo que a nuestro juicio nos interesa. Con lo que la envidia no es producto mas que de un juicio personal y este dista de todo lo que a nuestro parecer (y este es el dudoso) nos parece injusto.
El emprendedor no esta mal visto, lo sabe quien lo es. Es un sujeto distinto por eso es emprendedor, su juicio es mas amplio y eso le permite ver lo que otros se obscecan en juzgar bajo su prisma. La sociedad es la que no quiere emprendedores, sus gobiernos, sus naciones, pues su falta de mira y de juicio hacen que sea su labor un accidente. Si triunfas ellos esperan recojer sus reditos, sin aportar nada a cambio, si fracasas el juicio te lo dije, lo sabia, se convierte en tu único colchon. Busca un verdadero emprendedor y veras que la envidia no esta en su juicio. Si por el contrario crees que emprendedor identicas que es un troll, una lapa, un todo vale, un trepa, un imitador, estaras sacando la envidia en ese falso emprendedor que su juicio es realmente corto de miras.
Amalio
Hola, Fernando:
Cuestión de opiniones. Respeto tu punto de vista, y agradezco que lo compartas aquí.
Yo creo haber hablado de la “envidia” con criterio, aunque el “caracter opinador” pueda ser una expresión más (o no) de la envidia.
El “emprendedor” no tiene un “juicio más amplio”, sino un juicio distinto. Ni más, ni menos. No creo que sea un superdotado que sepa ver más allá que los demás.
No sé bien lo que es un “verdadero emprendedor”, y es difícil hacer distinciones precisas de eso. Sí que conozco a personas que se dicen, se presentan y la sociedad reconoce formalmente como “emprendedores” que se sienten mucho más “envidiados” de lo que los envidian realmente.
Un saludo
Silver
Buenas y felicidades por el post.
Yo soy Español y cuando hablan de dicha envidia no es que se alegren del mal ajeno.
Contare una anecdota para que se me entienda mejor.
Una tarde me pase por una pequeña librería donde en esa misma calle estaban pintando la carretera con la intención de instalar los famosos pagos añadidos por aparcamiento.
Dentro de dicha librería entro un señor indignado sobre lo que ocurria fuera del comercio. Quejandose al librero diciendo que no tienen suficiente con el impuesto de circulación que además roban por aparcar.
La respuesta del librero fue clara y tajante…
Como yo no tengo coche….
Lo que quiero decir es que en españa no se alegran del mal ajeno, si no que no se solidarizan con el que es afectado y se alegran de no pertenecer al grupo de los afectados hasta el punto de no mojarse solidariamente.
Amalio
Hola, Silver:
Gracias por pasarte. Curiosa anécdota, y creo que me suena.
Eso de que “no se mojan” porque “se alegran de no pertenecer al grupo de los afectados” es una matización a tener en cuenta y que merecería una reflexión más a fondo. Tiene muchas lecturas, la verdad. Es como si pensaran: “vaya, con lo que ha pasado, tengo que felicitarme porque he tomado una buena decisión y déjame disfrutar de la suerte que me ha acompañado”. Algo así, no?
En fin, mira que somos raros 🙁
Silver
Rareza no es la palabra bajo mi punto de vista.
Personalmente te dare mi teoría.
Yo, como buen Español que soy, estoy pasandolas canutas a la hora de llegar a fin de mes y gracias a que mi pensamiento es positivo tengo la intención de que en el año que entra podre cambiar a mejor mi suerte y emprender un duro proyecto que si lo hago bien y sin dejar de pisar suelo lo conseguire.
Mi único obstaculo para comenzar es el económico y yo ahora que no tengo nada puedo decir que soy solidario con la gente que lo necesita y si puedo permitirme el ayudar lo hago.
El problema es que cuando he necesitado ayuda de alguien que a podido ayudarme simplemente han estado frente a mi para asegurarse de que yo veía como se lamentaban y haciendo alusión a esa fantasía en la cual solo los necios creen “la suerte”
Se de seguro que esto lo voy a conseguir, pero… ¿sere tan solidario el día que tenga exito? ¿porque tengo que arriesgar en luchas sin cuartel todo lo que me a costado conseguir por gente que en su momento me dio la espalda?
Todo es muy relativo, pero creo que la gente no se puede arriesgar a ser solidaria cuando han sufrido por conseguir lo poco o mucho que tienen
Amalio
No sé si estoy de acuerdo con esa teoría. Creo que a más te cuesta conseguir algo, más solidario eres con los demás porque eres consciente de lo que vale una ayuda. PERO hay una condición en eso: practicas una solidaridad “selectiva”, no ayudas a cualquiera, sino a gente que sientes que se lo merece. No es mera “compasión”, sino que suele haber un puntito de esfuerzo por parte del otro para que quieras hacerlo, porque en cierto sentido uno proyecta sus sacrificios en la otra persona.
Por otra parte, no entiendo muy bien eso de “arriesgarse a ser solidaria”, porque no creo que eso implique “riesgo” si se trata de algo que está interiorizado, y se hace porque se desea, o porque uno cree que hay que hacerlo y punto.
Me ha pasado mucho eso de ser solidario porque lo tengo clarísimo, porque sé que es lo que debo hacer, y no cabe ahí ninguna comedura de coco. Si es lo que hay que hacer, la percepción de riesgo es un criterio de decisión que en mi caso tiende a cero 🙂
Silver
Por estas fechas he ayudado a una amiga a salir adelante. Una amiga que no posee dinero y no a tenido la oportunidad de encontrar trabajo,
Al ver tal su desesperación he decidido crear mil números y he invertido en una cesta de navidad.
Como bien has dicho, se ayuda a quien de verdad se lo merece. El fin en ayudar a esta persona a sido motivado, no solo por su desesperación…si no porque he visto que necesitava una oportunidad y he visto que es una persona que solo necesitaba ese empujoncito para moverse.
Practicamente todo el dinero recaudado por esos números va destinado a su cuenta porque yo no lo necesito y esta persona si.
Dicho acto solidario me a puesto en el ojo del huracan. Con todo tipo de acusaciones por parte de mis detractores en el circulo social donde me encuentro.
Las cuales no pienso repetir, no me arrepiento de mi decisión, pero siempre hay riesgos morales por parte de gente que no entienden ciertas decisiones solidarias, amparandose en opiniones erroneas que podian haberme salido muy caras en mi posición.
Mi satisfacción es ver que esa persona a sabido valorar la ayuda y esta luchando por conseguir transformar dichos numeros en dinero. No todo el mundo sabe aprovechar esta oportunidad que le he dado y sabía que esta persona no me fallaría.
Amalio
Te felicito. Has conseguido lo más importante: ayudar a alguien que lo necesita, sentirte bien por hacerlo y que esa persona valore la acción y no te falle… ¿qué mas se puede pedir?
Ni caso a los que opinan sin saber, y sin mover un dedo del sofá…
Un saludo
álex penadés
Estimado Amalio,
Primero de todo felicitarte por expresar tan bien tus opiniones e ideas. He leído alguna de las cosas que escribes y comparto muchas de tus ideas.
Francamente, al constatar que nombras mis opiniones o al menos, las que transmitió el periodista en mi entrevista, no puedo hacer otra cosa que aclarar tus comentarios al respecto. Yo soy también ex-emigrante, hijo y nieto de emigrantes españoles que fueron a Venezuela a ganarse la vida a principios del siglo pasado por lo que algo sé de observar a la sociedad española desde fuera. He vivido fuera de mi país muchos años tanto en América como en Europa y, aunque coincido contigo que la envidia no es “producto” únicamente español, no dejo de pensar como decía mi padre: “A mi no me importa lo que hagan los demás, sino tú, hijo”. En este caso a mi lo que preocupa es este país, España.
En cuanto al ejemplo de USA, no es que yo sea en absoluto defensor acérrimo de la cultura americana, Dios me libre!. Tenemos muchísimas cosas infinitamente mejores que ellos o que cualquier cultura anglosajona, pero no somos especialmente conocidos por nuestra capacidad de gestionar el futuro individual y pelear por salir adelante (los americanos lo hacen hasta para ir a la Universidad). Aunque no hay que irse a este estereotipo. En mi entrevista, también comenté que hay países en lo que por necesidad, tienen que sacarse las castañas del fuego desde muy pequeños. En fin, ni tanto ni tan calvo. Creo que como en todo hay un punto medio.
En este país, solemos echar balones fuera y responsabilizar a los otros de nuestra desgracia en vez de intentar pelear cada día como jabatos por nuestro pan. De esto creo que algo sabían nuestros padres y abuelos más que nosotros y nuestros hijos. EN DEFINITIVA, lo que deseo con mi proyecto es que los padres (y me incluyo) enseñemos a nuestros hijos a CREAR, CREER y TRABAJAR. Siempre pensando en que podemos hacerlo si realmente lo deseamos y no perdamos el espíritu combativo y luchador de nuestros progenitores. Un saludo cordial.
Amalio
Hola, Alex:
Gracias por la aclaración, y por la aportación tan respetuosa que has hecho, a pesar de que mi texto critica lo que el periodista documentó en tu entrevista.
Lo que dices de que tenemos muchas cosas mejores que la cultura USA, y que no deberíamos volvernos unos “copiones” de algo que no nos beneficia, forma parte del hilo argumental que yo defiendo. Es cierto que nos falta iniciativa personal, estoy totalmente de acuerdo, pero también veo que vamos mejorando en eso.
La competitividad de los norteamericanos tiene un lado muy negativo, muy destructivo, que a mí no me gusta nada. Cuando se habla de esto, solemos resaltar solo lo positivo de eso, pero nos olvidamos de otras dimensiones que empobrecen a la sociedad, que la deshumanizan, y que es fácil de apreciar en USA.
Lo de “echar balones fuera” es uno de nuestros grandes problemas.
Gracias por pasarte…
Un saludo
Angel
Hola Amalio:
Me sorprende la poca gente que ha comentado tu interesante post sobre la envidia. Somos seres envidiosos por naturaleza porque siempre nos fijamos en el que tiene más que nosotros como una oportunidad para superarnos o imitarlo para que nos vaya igual de bien. Es parte de lo que nos diferencia del mono, eso de aprender de como se lo montan otros. Sin embargo, la envidia en muchas ocasiones es patológica y desea el mal al que tiene más que nosotros, porque nos hace sentir pobres y desgraciados. La educación primaria debería controlar estos sentimientos de psicotóxicos.
Creo que hay varias leyendas negras sobre el por qué Bill Gates da tanto dinero al desarrollo que me han llegado de varias fuentes distintas y contradictorias. Supongo que es difícil de asimilar que el tío más rico del mundo haga dinero sin recibir ayudas de ningún gobierno, y que dé 5 veces más dinero a causas nobles (como ayuda a combatir la Malaria o el SIDA) que todo el estado español. No es soportable por la mayoría de los seres humanos que un tío con cara de empollón sea el mayor benefactor que ha tenido la historia en cuestiones económicas.
Steve Jobs, otro millonario hecho a base de hacer grandes productos de consumo masivo sin usar materia prima valiosa, por su aspecto güay y moderno en vez de empollón, causaba menos envidia, a pesar de que nunca se caracterizó por ser un filántropo, ser más borde en persona y sus sistemas siempre fueron menos abiertos que los de Microsoft. Ahora una vez muerto, aun puede ser menos envidiado. El aspecto o la imagen proyectada también cuenta a la hora de la envidia.
Mucha lucha ideológica no es tanto la lucha por la igualdad, sino para que entre los individuos no se tenga envidia por la desigualdad económica. A menudo eso lleva a que incluso el que todo el mundo sea pobre. No vemos la victoria del prójimo como nuestra aunque nos beneficie a todos. Eso pasa también en la universidad española donde los profesores más dinámicos, ambiciosos y trabajadores, no suelen tener el aprecio de los colegas y a veces se zancadillea más a menudo de lo necesario.
El español es sin duda bastante envidioso, no sé si más o menos que el resto. Los españoles que menos controlan su envidia, prefieren a veces pagar con su dinero empresas de sede lejanas aunque sean más caras y no creen puestos de trabajo en España, que un empresario local que puedes cruzarte un día en la esquina con él y ver que tiene un Audi porque le ha ido bien, aunque no pare de trabajar.
No sé si es más envidioso o no que el resto de países, pero aquí no se penaliza suficientemente la envidia patológica, y eso es un freno para el progreso social.
Amalio
Querido Ángel:
La verdad es que el término “envidia” tiene muchas lecturas. Y la parte negativa se cultiva desde la propia educación, que a mi juicio es demasiado competitiva. A Bill Gates habrá que juzgarlo por su obra conjunta, por sus luces y sombras, por lo que aportó al progreso, y por lo que lo frenó. Lo que hoy contribuye en forma de donaciones creo que es parte de sus dilemas, y él sabrá por qué lo hace. No veo tanto un tema de envidias ahí. Steve Jobs, por su parte, me parece un personaje sobrevalorado.
Yo me reitero, Ángel, en la tesis de Sanchez Ferlosio, de que en España hay más “envidiados” que “envidiosos”. Me parece una explicación estupenda. Y si hablamos de empresarios, mucho mas.
Un abrazo
Julio
Ante todo Amalio, felicidades por tu blog y tu trabajo. Es muy interesante, y por amig@s comunes me consta que eres como te muestras en tus posts.
Es la primera vez que comento uno de tus posts, y me permito hacerlo porque es un tema que he comentado mucho. También he vivido en varios países, y he podido conocer de primera mano 3 culturas diferentes: la latina, la eslava centroeuropea y la centroafricana.
Estoy de acuerdo en que España no es un país que peque de envidia; por lo menos, no más que otras culturas. Pero lo que si que es muy característico de España es la picaresca. Hablando siempre de generalidades, los ejemplos de emprendedores (cualquiera que sea el ámbito) de éxito son siempre más aplaudidos si son “espabilaos” que si son gente que apuestan por una innovación real que aporta un valor añadido. Disiento cuando dices “Sin embargo, los emprendedores que aportan auténtico valor, que hacen una propuesta social y empresarial coherente, suelen ser muy bien vistos, y no veo que se les ataque, más bien son bastante celebrados.”. Creo que son algo celebrados, y porque es políticamente correcto. Un ejemplo concreto: quién es más conocido y suscita más interés, el Pocero o el fundador de BluSens?
En España tenemos una tolerancia muy desarrollada a la corrupción porque secretamente la mayoría querría estar en el lugar del pillo. Por lo menos, es mi opinión y lo que he podido percibir de los Españoles con respecto a Polacos, Eslovacos, Húngaros, Gaboneses, Cameruneses…
Siendo justos, también creo que los Españoles somos muy Quijotescos, más que el resto. Nos enfrentamos con espontaneidad, valor y genuina indignación ante injusticias y otras malas artes. Al fin y al cabo, creo que ambas características son dos caras de la misma moneda.
Amalio
Hola, Julio:
Gracias por pasarte, y animarte a compartir tu opinión. Me encanta que la gente deje comentarios. De acuerdo, salimos bien rankiados en las olimpiadas de picaresca, y también debo reconocer que el “espabilao” tiene un puntito que la gente admira en este país.
La innovación real no siempre es vista con el respeto que merece, pero de ahí a que admiremos al Pocero hay un buen trecho. En su momento ese sinvergüenza pudo haber sido un modelo social, pero por suerte, la vida pone a cada uno en su sitio.
No disiento en lo que comentas del culto a la trampa. Es algo que tenemos que revisar. Falta mucha educación. Y no pierdo la esperanza de que tengamos cada vez más emprendedores genuinos, que salgan adelante a base de innovación auténtica, que aporte valor.
un saludo 🙂