Libertad de elección y prácticas de Lock-in (post-321)
Una consigna irrenunciable del movimiento open-source es el de la libertad de elección.
Los padres del software libre defienden un escenario en el que haya diversidad de opciones para elegir, aunque eso en principio pueda parecer menos eficiente.
Como es lógico, la idea del “disfruta, haz lo que más te apetece” que explicaba en “El espíritu-hacker en la empresa” conduce a la diversidad. Esto es bueno porque hay muchas soluciones compitiendo entre sí, y la selección se hace después, de forma natural, y no antes.
En ese sentido el Open-source adopta una postura que añade valor: las soluciones alternativas no se reconocen como rivales destructivos, sino que ve la competencia entre ellas como una forma paradójica de colaboración. De hecho, los grandes usuarios corporativos demandan al movimiento-OS un mayor esfuerzo de simplificación, pero éste cree que cerrar posibilidades descartando prematuramente es un error. Por el contrario, estimulan la experimentación en paralelo para adoptar finalmente la mejor solución.
En el Capitalismo se habla mucho de competir, pero ya sabemos que a las empresas establecidas no le gusta porque recorta sus rentas extraordinarias y les obliga a esforzarse más. Sin embargo, asumir la competencia como buena y natural es una actitud sana siempre que:
- agote primero las ventajas de la colaboración
- sea limpia
- respete la soberanía del consumidor.
Pero ya sabemos que muchas empresas siguen obsesionadas con hacer clientes cautivos y adoptar prácticas de lock-in para asegurar ventas, aunque eso genere como efecto colateral un impacto fatal en su potencial innovador. Secuestrar a los clientes no vale para nada => Es comida para hoy y hambre para mañana, además de una práctica que corroe el espíritu vital y la autoestima de cualquiera.
Las comunidades-OS llevan a rajatablas la consigna de respetar las libertades del usuario en varios sentidos: 1) usar los programas/productos que mejor les parezcan, 2) redistribuirlos a quienes quieran, por los medios que sean, 3) Modificarlos, mejorarlos o adaptarlos, 4) redistribuir sus modificaciones.
El desafío que tienen las organizaciones que abrazan la cultura abierta (Empresas 2.0 o “wikiempresas”, como me gusta llamarlas) es trasladar esa filosofía al mundo no-digital, al de los productos tangibles e industriales, y ya empiezan a verse interesantes movimientos en ese sentido.
En esa misma dirección apunta el concepto de “Hazlo tu mismo” (DIY: Do it yourself) que tanta simpatía despierta en el movimiento open-source al ver al usuario como un prosumidor o co-creador. El programador entrega el código fuente hasta donde ha llegado. El usuario, u otros desarrolladores, pueden seguir programando si quieren, porque tienen las herramientas para adaptar el producto o servicio a sus necesidades.
Desde esa lógica, la Wikiempresa sigue un enfoque de autoservicio, creando las condiciones y las herramientas para que la gente canalice su iniciativa del modo más inteligente. El objetivo que se marca es convertir un producto o servicio cerrado en una oportunidad de aprendizaje, satisfacción y autonomía para el usuario, que es ahora quien lo concibe, fabrica, integra y/o completa usando las herramientas, materiales, piezas y/o instalaciones que facilita la empresa como parte de su oferta de valor.
En lugar de secuestrarte como cliente para exprimir rentas extraordinarias a costa de tecnologías propietarias, letra pequeña y trampas de todo tipo (léase “compromisos de permanencia”), hay que apostar por un modelo abierto y transparente que conceda la libertad al usuario para elegir proveedor en cualquier momento. De este modo nos aseguramos que no habrá atajos, ni trucos, que nos lleven a acomodarnos en la soberbia del monopolio.
Las organizaciones sanas y competentes creen en la libertad de elección, no sólo por principio, sino también por conveniencia: que existan alternativas activa su nervio innovador y aumenta su vocación de servicio.
Seguro que tienes muchos ejemplos que aportar alrededor de esta idea. Todos los sufrimos: desde servicios básicos como el de la luz y el agua, hasta los abusos de las operadoras telefónicas. Sorprende, por cierto, que Apple sea un triste campeón en este apartado y que al mismo tiempo goce de una imagen tan innovadora. Soy de los que piensan (cada vez más) que esa cultura del “yo-me-lo-guiso-yo-me-lo-como” que practican los de Cupertino la terminarán pagando, y si no, tiempo al tiempo…
Y la política oficial, como siempre, tampoco se salva de capar opciones a costa del ciudadano…
Peter Hodgson
Un comentario rápido porque entiendo lo expuesto a la vez que siento que falla en alguna medida.
La libertad de elección es una de las supuestas máximas del sistema económico. Desde luego a lo largo de la guerra fría se vendía como un valor frente la ‘planificación’ de los estados socialistas. Los monopolios y oligopolios no son ilegales pero se supone que las prácticas que estos permiten si lo son. Lo que tiende a quedarse en agua de borrajas desde el momento que los estados soberanos son efectivamente monopolios (¿temporales?) para los ciudadanos y las empresas que actuan dentro de sus fronteras. Aunque practiquen el lock-in (aún con jaula de oro que es, discutiblemente, el caso de Apple) las empresas en general están condenadas a innovar; los estados no tanto (de hecho no parece que la sociedad lo desee de forma mayoritaria).
A efectos de lo que cada uno puede cambiar en su entorno inmediato, en estos momentos me preocupa más que la actividad de las empresas logre generar beneficios para la sociedad en general que el hecho de que éstas sean 1.0, 2.0 o 0,5 🙂
Como productores tenemos la libertad de crear de forma colaborativa y abierta. Creo que es una cosa que los humanos hacemos de forma casi instintiva. Hay factores, como el miedo a perder una posición adquirida, que hacen que actuemos siguiendo otros instintos.
Como consumidores estamos más vendidos pero seguramente algo se puede/debe hacer. En cualquier caso debería procurar pensar en cada momento en el valor que me aportan las distintas soluciones ofrecidas y si son sostenibles que rechazar algo a priori. Algo que es más difícil de hacer que de escribir. 🙂
La situación de pro-sumer es la que mejor se adecua a la filosofía de autoservicio pero no es la habitual. La mayoría no estamos interesados en producir más que una serie limitada de bienes. Fuera de mundo digital, quitando tal vez el caso de las fablabs, parece que la posición de prosumidor se limita a procesos como el diseño que son, relativamente, independientes de la producción de los bienes.
Un abrazo polémico, Peter
Amalio
Jjjjj….. “un abrazo polémico”…. No lo es tanto, querido Peter.
Yo lo que pienso es que para que “la actividad de las empresas logre generar beneficios para la sociedad en general” sí que importa e influye que “éstas sean 1.0, 2.0 o 0,5”.
Las fuentes de aportación de beneficio social han cambiado. Ahora vamos necesitando otras lógicas. Sí que es cierto que se produce cierto conflicto entre los intereses y limitaciones del “proveedor/productor” y lo de los “consumidores/usuarios”. El primero busca una calidad que quepa dentro de un catálogo que sea eficiente. El segundo necesita y aspira a una máxima flexibilidad, que no quiere pagar muy cara. Al final, este conflicto tan viejo entre eficiencia y flexibilidad también es un dilema que se manifiesta en el tema que discutimos en este post.
Apple justifica su “cerrazón” diciendo que así garantiza máxima calidad (es lo que comentó antes Sergio), algo que tiene parte de cierto (la realidad le acompaña) pero que en el fondo, lo que más pesa es su modelo de negocio. Todos los trucos y limitaciones que introduce Apple en su familia de productos para “atar” al cliente, y que siempre se mueva dentro de su ecosistema de rentabilidad, persiguen el único objetivo de generar “clientes cautivos”. Y eso va funcionando por ahora debido a dos razones: 1) una cierta “aureola mística” que ha sabido conseguir Apple gracias a un Marketing muy bien estudiado, y gracias a épocas anteriores cuando era la “oveja descarriada” del sistema (ahora no, ahora es EL sistema), 2) una capacidad interna de innovación que va bien, porque está aprovechando bien el “circulo virtuoso” que se ha activado a partir de sus éxitos anteriores.
Pero yo creo que hay un aspecto filosófico-cultural que irá calando cada vez más en los consumidores digitales, y que empiezan a aparecer rivales con una idea más abiertas en la gestión de los ecosistemas y que aportan productos con igual y más calidad que los de Apple. Tan es así, que ahora vemos a los de la “manzana podrida” yendo a lloriquear a las oficinas de patentes para frenar cualquier intento de mejora de lo que hacen. Antes no hacían eso, porque iban sobrados. Hoy están preocupados, y lo estarán cada vez más. Compara la lógica de los iPhone con los Android, y te das cuenta cuánto de abierto/cerrado es cada uno, y si eso ya empieza a molestar a mucha gente.
un abrazo cariñoso
Amalio
Sergio Rosillo
Coincido en la esencia de tus planteamientos, Amalio, aunque tengo mis dudas respecto a que los “entornos cerrados” sean menos innovadores y, en concreto el ejemplo que usas es uno de los casos más evidentes.
Es cierto, Apple no permite ciertas libertades respecto al uso de sistemas operativos, por ejemplo, y potencia la entrada en un ecosistema de servicio propio.
Pero, e igual en esto coincides conmigo, este hecho asegura un nivel de calidad que muy pocas compañías pueden dar y, en definitiva, creo que este es el mayor compromiso que se puede tener con tu usuario, dotarlo de herramientas que funcionen de verdad, que sean eficientes y potentes.
A mi, como usuario de Apple, no me importa lo más mínimo que no pueda elegir entre ciertas cosas, es más, me dan más confianza los servicios y productos de esta marca, sobre todo después de haber sufrido durante años las consecuencias de trabajar con entornos, supuestamente, abiertos. Incompatibilidades, apaños, problemas y otra vez problemas… Finalmente, no creo que haya una relación directa entre el tipo de entorno que se promueve, abierto o no (aunque el App Store puede considerarse abierto) y el carácter innovador de una compañía. Creo que hay una diferencia entre el modo en que se generan los servicios y el modo en que se decide como se prestarán.
En lo primero no hay dudas de que Apple ha sido una de las compañías más innovadoras de los últimos años. Respecto a lo segundo, responde a un modelo de negocio que, por el momento, no parece ir del todo mal.
Un saludo
Amalio
Estimado Sergio:
Perdona que no te haya respondido antes, pero he estado muy liado con otras historias. Me he tomado hoy la mañana para atender a vuestros comentarios.
El tuyo es sumamente interesante, y “levantas una perdiz” que hace pensar bastante. Te confieso que tu matización es parte de la reflexión que estoy haciendo a la par de esa que relaciona libertad/apertura con capacidad innovadora. Y tu lo explicas muy bien.
Es un tema complejo, y te agradezco que hayas introducido esta matización porque creo que voy a tener que escribir un post sobre ese dilema entre “entornos cerrados” y “abiertos”, y su impacto en la innovación. Y cuando digo que voy a escribir un post, estoy diciendo que voy a tener que investigar más, porque al final los posts son (en mi caso) el mejor pretexto para hacerme una idea más clara de algo que me plantea dilemas.
En el caso de Apple indudablemente hay dilemas, y cabe lo que tu dices. Tendríamos que profundizar más. Habría que ver los grados de “cierre/apertura”, porque no es binario: cerrado/abierto, sino que hay grados entre el negro y el blanco. Apple juega mucho con eso, con la ambiguedad, porque no quiere convertirse en una empresa antipática.
La clave está en lo que comentas, y que resumo en esta pregunta: ¿No será que un “entorno cerrado”, “propietario”, podría ser positivo para asegurar excelencia y calidad?
Al respecto pienso, en principio, que un entorno así es bueno para asegurar fiabilidad técnica, no-fallos, pero que puede perder la carrera de la agilidad y la riqueza de opciones. O sea. Para necesidades muy delimitadas, el sistema da una respuesta infalible. Pero para aportar flexibilidad y personalización, en un entorno de tanta diversidad, es posible que no dé la talla, en la medida que aparezcan opciones alternativas (de momento es Samsung, y otras iniciativas muy potentes asociadas al software libre) que resuelvan fallos que tenían antes los sistemas abiertos.
Discrepo con tu idea de que “no hay una diferencia entre el modo en que se generan los servicios y el modo en que se decide cómo se prestarán”. Ambos aspectos están indisolublemente ligados. Uno afecta/influye al otro, en los dos sentidos. Pensar en ambas fases como compartimentos-estancos es un error. Más en estos tiempos, en los que la co-creación y la inteligencia colectiva son fenómenos cada más notables en los procesos de innovación. Pero seguimos pensando, y prometo un post con los pros y los contras de esto.
Gracias por tus ideas, que me ayudan a pensar…
un abrazo 🙂