¿Qué pasa cuando sigues una charla por Twitter? (post-399)

Seguir a distancia una charla o ponencia por Twitter, cuando no puedes estar ahí y no hay streaming, es una práctica común que puede tener interesantes derivaciones.
Lo que hago a veces (supongo que igual que tú) es prestar atención al hashtag de una ponencia o evento que me interesa, y entonces hacerme una idea de lo más relevante que se ha dicho a través del hilo de tuits que publica la gente que está presente. Me pregunto qué pasa con la percepción que uno se hace de la charla si se basa únicamente en un canal tan mediatizado como el de los tuits. Puede que sea una reflexión chorra, irrelevante, pero a mí me apetece darle algunas vueltas al tema desde dos perspectivas: cuando soy el ponente o “emisor” que dice cosas que los asistentes difunden por Twitter, y cuando estoy en el lugar del “receptor” que sigue a distancia la charla a través de esos tuits compartidos.
Visto desde la primera perspectiva, la del que da una charla o ponencia en algún evento, suelo repasar después los tuits que se han escrito sobre lo que dije. Al margen del ego-surfing, es un ejercicio que vale la pena porque permite entender en qué se fija la gente, cuáles son las ideas que más calan. El resultado suele ser agradable, pero no siempre. A veces la gente pone el foco en ideas que para mí eran triviales o manidas, que jamás repetiría, mientras que lo que yo esperaba que fuera más trascendente pasa inadvertido, sin ninguna referencia. Más incómodo me siento cuando leo una cita tuiteada fuera de contexto, que vista así me resulta chocante, o una interpretación que no refleja lo que yo realmente dije y adultera la idea original.
Pero más interesante es vivir la experiencia como receptor, o sea, cuando intento seguir una charla a través de lo que dispara colectivamente el TimeLine. En esos reportajes tuiteros hay, simplificando mucho, tres tipos de “mensajeros”:
- Documentadores: Los que intentan reseñar con fidelidad lo que escuchan, y se limitan a eso, a documentar (transcribir) las ideas más interesantes, tal como se dicen, casi como si estuvieran levantando un acta pero en fragmentos de 140 caracteres. Los hay comedidos, con el selector muy fino, pero también los que se exceden inundando el TimeLine de todo lo que escuchan, que dan ganas de desfollowear.
- Comentaristas: Los que aportan un plus personal, una reflexión propia, en torno a lo que el ponente dice, generando (casi) un diálogo paralelo. Algunos lo que hacen es “meta-tuitear”, y funcionan como comentaristas, añadiendo capas de nuevas perspectivas, que pueden ser críticas con la idea original o complementarias.
- Narradores: Los que se mueven en la periferia, en el apartado de “todo-menos-lo-que-dice-el-ponente”, reseñando el ambiente y las sensaciones, a menudo acompañando sus tuits con fotos, en plan relator de revista de cotilleo (o no).
El primero, si es fiel y tiene buen criterio para filtrar, aporta mucho valor para los que no podemos estar allí. El segundo también suma, si construye en torno al discurso original y evita el exceso de protagonismo, además de aportar enlaces de referencia y visiones complementarias a las del ponente. El tercer perfil a mí me gusta menos, sobre todo si es de los que abusan de los adjetivos y son demasiado pasionales a la hora de describir lo que ven.
Lo que me gustaría destacar es que si en la charla hay una buena cantidad de cabezas inteligentes, con voz propia y capacidad de síntesis, el resultado colectivo puede ser muy estimulante. Twitter construye alrededor del hashtag una “obra coral” que puede enriquecer con creces el discurso original a partir de remezclas, reflexiones compartidas y una conversación paralela que vale mucho la pena seguir y repasar después del evento.
Por eso pienso que se ha dedicado poca atención a analizar esos collages de micro-literatura que emergen de la combinación de observaciones múltiples y poliédricas como las que se hacen en torno a un mismo discurso. Se trata de un ejercicio intelectual que puede reparar muchas sorpresas, y que técnicamente no es difícil porque para eso existen los hashtag. A mí es un tema que me genera cada vez más curiosidad, porque es un material de primera mano que sirve para explorar cómo operan los mecanismos de Inteligencia Colectiva.
También es verdad que si la charla es muy buena, si el ponente o la ponente es de esos estupendos, puede producirse un cierto “vacío” en el TimeLine, habiendo muchos menos tuiteos. Es un efecto paradójico porque uno espera que a mejores ideas, más material para RT; pero lo cierto es que en esos casos la gente se engancha de tal manera, está tan absorta en el aquí-y-ahora, que prefiere escuchar, y no tiene tiempo, ni ganas, para hacer multitasking.
Francesca
Hola Amalio:
Últimamente observo, a veces con asombro, la evolución de las diferentes redes sociales y Twitter es probablemente el canal que más me está defraudando. Pero las razones serían largas de contar y mejor me centro en el tema que planteas de su utilidad para aportar valor a un evento al que no asistes o incluso para informar al ponente, a posteriori, sobre qué parte de su discurso ha calado y hasta qué punto, en los asistentes al evento.
Te hablaré de mi experiencia. Cuando he intentado tuitear un acto que me interesaba, me he encontrado con el mismo dilema que se me planteaba en las clases de hace muchos años: o tomar apuntes o escuchar al profesor… si tuiteas te pierdes parte de lo que se dice, si te pierdes parte de lo que se dice, vas a dejar de transmitir cosas interesantes (que se dirán mientras tú estás concentrada en resumir una idea en 140 caracteres), total, que hay que decidirse entre escuchar al ponente o contarle al mundo que tú estuviste allí.
Sobre lo de generar conversación ya ni hablamos, porque si encima de atender a lo que se dice, debo contestar a la gente que desde fuera interactúa conmigo ya… mi cabeza, lo confieso, no da para tanto.
No quiero ser negativa, pero creo que valoramos demasiado la inmediatez.
Yo, como «asistente presencial», prefiero concentrarme en aprender y como «asistente online» prefiero esperar al día siguiente y leer un buen resumen en un blog, o mejor todavía, un par de resúmenes de gente cuyo criterio respete, y que habrá tenido tiempo para reflexionar sobre lo que mas le impresionó de lo que se dijo en la charla.
Pero eso, claro, es lo que me pasa a mí… seguiré con interés el debate que has abierto con este post, no vaya a ser que sea yo la única incapaz de escuchar y tuitear al mismo tiempo 🙂
Un abrazo fuerte, Amalio, ¡buen post!
Amalio Rey
Hola, Francesca:
Me alegra verte por aqui 🙂
Ya sabes que soy un fan de Twitter, es «mi» red social, pero estoy de acuerdo contigo en esa sensación de «mercado persa» que empiezo a sentir cada vez más en los últimos tiempos. Creo que la calidad, o lo que yo buscaba antes allí, se está degradando.
De todos modos, cualquier crítica a Twitter es fácil de desmontar teniendo en cuenta que uno puede desfollowear a quien quiera, y quedarse solo con las personas que le interesan. Tengo claro que si me quejo de Twitter es culpa mía, porque no he prestado la debida atención a seleccionar a quiénes sigo, así que eso tiene una fácil solución (que Twitter no te obligue a la reciprocidad, como FBK, ha sido siempre uno de sus grandes valores).
Entiendo el «dilema» que planteas, pero en mi caso te confieso que no se dá. Más bien me ocurre (casi) al revés. Cuando tuiteo una charla, mejora mi atención y mi comprensión. Al querer captar ideas relevantes, transcribirlas y/o sintetizarlas, o el esfuerzo de comentar cosas que dice el ponente, me obliga a estar mucho más «al loro», y mi actitud es más proactiva. No me ocurre eso sólo cuando la ponencia es tan brillante, tan cojonudamente buena en todos los sentidos, que no puedo quitar la atención de lo que dicen, pero ese efecto-extasis (por desgracia) se da poco.
No veo incompatibles la acción de escuchar-entender lo que dice el ponente, con la de procesar y sintetizar vía-tuits lo que más me llama la atención. Seguramente interactuo mucho menos con otros tuiteros, que es algo que dejo para después, a menos que el ponente diga tonterías o me esté aburriendo.
En fin, lo que te quiero decir es que el ejercicio de escuchar-procesar-sintetizar-tuitear puede convertirse en mi caso, si se dan ciertas circunstancias, en una experiencia de aprendizaje más, y no creo que sea el único que lo viva así.
Pero lo que está claro es que cada uno debe hacer lo que le hace sentirse más cómodo 🙂
Un abrazo, Francesca
Manel [cumClavis]
Me consta que en contra se me pueden argüir mil razones pero para mí esta práctica sirve principalmente para vocear y difundir el evento junto a sus protagonistas. Pocas veces me ha reportado nada más…supongo que no he seguido los tweets adecuados, lo se… 😉 Un abrazo fuerte, Amalio!!
Amalio Rey
Manel:
Sin duda que para los organizadores aporta ese efecto, el de difundir la marca del evento, pero me he llevado muchas cosas positivas con Twitter tanto como ponente como seguidor a distancia de una charla. Hay de todo, ya lo sabemos. El resultado dependerá de la calidad del contenido original, del talento de los tuiteros allí presentes para reseñar la charla y también, de a quiénes sigamos en nuestro TL. A eso súmale si uno cree realmente en que de ahí puede sacar algo de valor.
A mí me encantan los collages-de-tuits, porque bien tejidos, son una pasada. No me olvido, por ejemplo, de lo mucho que me sirvió el seguimiento por Twitter que hicieron los participantes en el MIT Collective Intelligence Conference de 2012 en Boston. En ese caso yo estaba presente, como un asistente/tuitero más, pero después me dediqué a revisar el hilo de tuits a partir del hashtag, y a combinar ideas de esos tuits, y la verdad que quedé flipado de la capa de valor que añadían a las ponencias originales.
Pero en fin, ya te dije que hay de todo, así que agradezco tu punto de vista.
Un abrazo fuerte 🙂