¿Qué podemos aprender de los científicos? (post-410)
Me dedico a la consultoría y la formación a pié de calle, o sea, trabajando con clientes que tienen unos problemas concretos y quieren que les ayude a resolverlos de una forma tangible y práctica. Quieren resultados, no rollo teórico, ni que los líe con sermones abstractos.
Que trabaje para ese tipo de clientes no es obice (más bien todo lo contrario) para darme cuenta de las grandes ventajas que tiene dedicar tiempo a la buena teoría y a aprender del rigor que prima en el mundo de la ciencia.
Si estás harto/a del Management vende-burras, con tanta receta superficial, puedes hacer dos cosas: rodéate de gente creativa (pero empática) que sepa adaptar las soluciones a cada contexto pensando fuera de la caja, o acude a personas con rigor científico que sepa poner las cosas en orden y diagnosticar en base a evidencias. Me atrevo a decirte que la solución óptima es hacer las dos cosas 🙂
Al grano. Como ya he contado en un post anterior, estoy esta semana en Boston asistiendo a una conferencia del MIT sobre Inteligencia Colectiva. Es la segunda vez que participo. Ya vine a la edición anterior de 2012. Lo que voy a contar ya lo percibí hace dos años, pero esta vez lo he visto mucho más claro, y por eso he querido escribir este post.
Me he puesto a pensar qué aprendería un “practicioner”, bien sea un empresario, un consultor o un profesional de la gestión, asistiendo a un evento de esta naturaleza, que es tan científico. Atestiguo que aquí se presentan ponencias muy curradas, que el lenguaje que se utiliza es relativamente sofisticado y que el ambiente académico se respira por todas las esquinas. Entonces, ¿qué puede aprender un tío como yo (o como tú) en un sitio como este?
Pues mira, este es un post que escribo rápido porque tengo muchos deberes todavía para la sesión de mañana; pero no he tenido que pensarlo mucho:
- Los científicos no dan nada por sentado. Gestionan el conocimiento en base a evidencias (o sea, datos fiables), algo que yo echo en falta en la mayoría de las empresas e instituciones que conozco. A uno le choca verlos dedicando recursos a probar hipótesis que parecen obvias, pero se aprende mucho de ese sano escepticismo.
- Los científicos conciben modelos que, por teóricos, parecen demasiado limitados. Nos puede parecer desde fuera que, con perdón, son “pajas mentales” (y desde luego, algunos lo son) pero si observas con atención y sigues con curiosidad su lógica, te das cuenta que les sirven para inspirarse. Esos modelos tienen demasiadas constantes y por eso puede que no sean replicables en la realidad, pero no se trata de eso, no buscan eso. Son espacios para explorar hipótesis y restricciones, además de especular en el mejor sentido de la palabra. Ese pensamiento abstracto llega a ser tan refinado, que los hace más capaces de comprender la complejidad, algo que también brilla por su ausencia en las empresas.
- Los científicos sienten (y practican) un enorme respeto por el crecimiento gradual e incremental. Reconocen que el camino hacia el conocimiento se desbroza a base de pequeños pasos y contribuciones de mucha gente. Que la ciencia es demasiado compleja para jugar al pelotazo. Los buenos investigadores gestionan una agenda a largo plazo, y saben que la paciencia es una virtud que la ciencia premia. Los veo poniendo sus ladrillos diminutos con entusiasmo, sin complejos, porque sus pequeños avances son reconocidos. En las empresas (y los gobiernos) pasa todo lo contrario, y el tipo de directivo que sale en las portadas de las revistas persigue otra cosa.
- Los científicos tienen visión “bifocal”, en el sentido de que no sólo fijan la atención en los resultados sino también en el proceso utilizado. Por ejemplo, una ponencia de las que he escuchado hoy puede ser relevante, incluso extraordinaria, no por el resultado o la tesis que demuestra, sino por el método original que siguió el investigador o la investigadora para recoger los datos y/o tratarlos. El tema en cuestión puede no interesarles, pero se fijan en el método, y lo extrapolan a su dominio. Lo siento, pero yo no veo muchos empresarios (ni consultores) que sepan pensar así.
- Los (buenos) científicos piensan, y actúan, bajo la premisa de que (casi) todo está conectado. Hoy he constatado eso con creces. Se han tratado temas muy diversos en la Conferencia y en los posters, pero he visto a investigadores desvelar conexiones super originales. No hay fronteras, y la clave está en superar el paradigma de la hiper-especialización. Vale, quizás el terreno en que me muevo, el de la Inteligencia Colectiva, es tan transversal que está habilidad se da más aquí que en otros campos; pero me consta que la ciencia moderna es cada vez más multidisciplinar, una vocación que también echo mucho en falta en las organizaciones.
- Los científicos construyen sobre la base de otros y para que eso funcione, un principio esencial es el reconocimiento de las fuentes. Me ha gustado ver hoy la cantidad de diapositivas en las que se citaban a los autores originales, con un respeto extremo. Ves que en realidad se trata de un puzzle, o que unos se suben a los hombros de otros para llegar a la altura necesaria (ver punto-3). Reconocer las piezas del puzzle es relevante porque para que la ciencia siga siendo generosa y abierta, hay que visibilizar a los contribuyentes. Por gratitud y por justicia. Mientras que eso ocurre en la (buena) ciencia, el mundo de las organizaciones que yo conozco es una jungla, donde chupar cámara y dar el codazo para dejarte fuera de la foto es la práctica más común.
- Los científicos de raza son humildes. A más extraordinarios, más sobrios y modestos. Hoy he visto a unos peazos de investigadores que ya quisiéramos muchos de nosotros tener esos curriculum. Son el top de algunas de las universidades más prestigiosas del mundo, pero ahí los veías charlando con naturalidad, reconociendo las imperfecciones de sus investigaciones y mezclándose con el vulgo sin ningún complejo: ¿Conoces tú a muchos empresarios o consultores-gurú que sean así? Yo, desde luego, no.
- Los científicos piensan, y se expresan, usando el pensamiento estadístico, que es su lengua franca. Esto me parece especialmente importante, y por eso lo he dejado para el final. La ciencia es, sobre todo, estadística, porque necesita de ésta para aportar veracidad a la investigación empírica. Siempre he sostenido que la cultura estadística tiene un valor extraordinario en las empresas, la política o cualquier ámbito sujeto al riesgo potencial de la manipulación. Tiene bastante que ver con el punto-1 de esta lista. Si queremos más “gestión basada en la evidencia” (como yo defiendo), vamos a tener que aprender de los científicos y del buen uso que hace de la estadística.
Iván
Buenas reflexiones Amalio. Creo que deben convivir los científicos rigurosos con aquellos otros que duden y se mezclen con la realidad más transversal que muchas veces surge de pisar la calle y mezclarse con otras disciplinas. Esa transversalidad entre la ciencia y lo antropológico creo que en muchos casos debería potenciarse e ir más parejo a las necesidades de la ciencia y de la propia sociedad. Muchas veces creo que a la ciencia bruta le falta la necesidad de querer buscar una aplicación práctica, y con ello no me refiero solamente al tener que pensar en “mercado”. Es un tema complejo y que desde mi punto de vista como en tantos otros casos necesita un espectro más flexible y de equilibrio que pueda permitir espacios para la ruptura, la creatividad y los descubrimientos inesperados. No olvides que muchos grandes inventos han venido de la observación, la casualidad o el salirse de las normas establecidas por otros científicos. Abrazo y gracias por las reflexiones.
Amalio Rey
Por supuesto, Ivan. De hecho, conozco a gente que en mi opinión debería ser “menos científica” porque se pasa tres pueblos con el rigor.
Hay ciencia básica, que no busca la aplicación práctica, pero que también aporta mucho. Es la búsqueda del “por qué” y que está en la base de la sabiduría humana. Muchas de esas teorías, que parecen en principio meros caprichos académicos, pueden tener después importantes aplicaciones.
Creo, como sabes, en la diversidad, pero ahora mismo intuyo que estamos necesitados de más rigor. Es uno de nuestros grandes deficit.
Un abrazo, compañero 🙂
Isabel
Hola Amalio. Ya me había interesado mucho lo que recogieras en 2012 así que sigo con interés estas aportaciones. Por cierto que también me ha gustado el proceso de razonamiento para una definición de Inteligencia colectiva que vas siguiendo en tu otro blog.
Coincido con lo que dices sobre el rigor que aportan los científicos, sobre todo si son capaces de no encerrarse de forma hermética en sus torres de marfil precisamente por esa necesidad de definir “constantes” en sus procesos de investigación. Quizá esta es la razón por la que me entran dudas en cuanto al uso estadístico que destacas al final, pero entiendo que te estás refiriendo a un “buen uso” de las herramientas estadísticas. De hecho creo que el buen uso es lo que permite detectar las excepciones en las que a veces está el punto de partida para nuevos avances.
Algo que a mi me gusta especialmente del rigor científico son los procesos de razonamiento y el hecho de que se parte de acotar un hecho o experiencia. Y a partir de ahí, ese avanzar sin prisa y sin pausa poniendo siempre por delante el valor de la colaboración y la cooperación. Me he permitido extractar y remezclar tres de tus frases en dos párrafos porque me gusta lo que transmiten:
“Los veo poniendo sus ladrillos diminutos con entusiasmo, sin complejos, porque sus pequeños avances son reconocidos. (…) Reconocer las piezas del puzzle es relevante porque para que la ciencia siga siendo generosa y abierta, hay que visibilizar a los contribuyentes.
Son espacios para explorar hipótesis y restricciones, además de especular en el mejor sentido de la palabra. Ese pensamiento abstracto llega a ser tan refinado, que los hace más capaces de comprender la complejidad.”
Un abrazo.
Amalio Rey
Hola, Isabel:
Gracias por pasarte. Es agradable compartir conversación contigo.
De acuerdo, a veces los científicos se encierran en su torre de marfil. Creo que es normal que lo hagan porque es parte de su lógica reflexiva. Pero no dejan de ser interesantes por eso. En cuanto al tema estadístico, más que herramientas, lo que admiro de ellos es su “visión estadística” de las cosas. Esto es importante, porque les ayuda a juzgar con más objetividad y a matizar lo que otros dicen con más rotundidad. Gracias por el extracto que has hecho. Refleja bastante bien la esencia de lo que quería transmitir.
Un abrazo
Silvana Di Gregorio
Como científica me siento honrada con tu post, y maravillosamente veo una conexión entre mis dos actividades, ciencia y social media. Es verdad , absoluta verdad, lo que planteas y cómo lo planteas.
En el proceso científico , el medio para llegar al objetivo es tan importante como el producto final, sin olvidar la etapa inicial del proceso que es la base de todo, la gran pregunta a resolver que genera la hipótesis. Digamos que todos los puntos son relevantes en el camino de encontrar una respuesta científica.
Bueno sería trasladar esto al marketing que exige resultados inmediatos, con trabajos unipersonales (suena más dramático que individuales).
Brillante post.
Amalio Rey
Gracias, Silvana. Me alegro que te sientas identificada. He intentado reflejar lo que he sentido viendo trabajar a los investigadores.
Un saludo 🙂