Hay vida fuera de Silicon Valley: Cambridge Innovation Center (post-414)

Silicon Valley parece ser el único destino posible para hacer turismo emprendedor y viajes lúdico-empresariales de postín. Pero no, hay muchos otros sitios a donde ir y uno de ellos es, sin duda, Boston. Y si estas pensando en iniciar tu aventura americana, el Cambridge Innovation Center (CIC) es un lugar muy apropiado para instalarse los primeros meses.
Me gusta visitar espacios de co-working y centros de innovación, porque sé que en esos sitios se mueven cosas y hay oportunidades de conocer a gente interesante. Hace dos años escribí largamente sobre el Centre for Social Innovation (CSI) de Toronto (ver posts 298 y 299) y también sobre el ecosistema de MaRS en esa misma ciudad. Hoy voy a dedicar esta entrada al Cambridge Innovation Center (CIC), que visité este mes aprovechando un viaje a Boston para participar en una conferencia del MIT sobre Inteligencia Colectiva.
El CIC es un edificio de 15 plantas que se encuentra en 1 Broadway Street, Cambridge, junto a la parada de metro de Kendall-MIT. Allí me reuní con Augie Llona, un tío super majo del Staff del CIC con quien tuve una conversación muy agradable. Hicimos un amplio recorrido por las distintas plantas del edificio y después me facilitó una llave para que usara los espacios de co-working durante mi estancia en Cambridge, algo que hice por comodidad y también por curiosidad porque me apetecía vivir desde dentro la experiencia de trabajar allí, como si fuera un inquilino más. El 5 de junio, por la tarde, aproveché para asistir a uno de los encuentros de networking más activos de Cambridge, el The Venture Café, que se organiza todos los jueves en una de las cafeterías del CIC.
Se fundó en 1999, este año cumple 15 años, y por él han pasado hasta el momento más de 1.400 compañías. Ha ido creciendo de forma regular hasta acoger ahora a unas 700 empresas, repartidas en 7 pisos de la sede central, más 2 que tienen en otro edificio. El equipo estable del CIC está compuesto por unos 60 profesionales, que atiende a cerca de las 1.700 personas que trabajan en las compañías allí instaladas.
El CIC no es un centro adscrito al MIT, como yo creía, sino que es una iniciativa totalmente independiente que acoge a emprendedores y empresas del MIT, Harvard y otros sitios, sin condición de origen. Me gustaría detenerme en este detalle, que no es baladí. En el CIC evitan “casarse” con una única institución porque quieren recibir emprendedores de cualquier naturaleza. En España, en cambio, los esfuerzos son redundantes, porque cada universidad o entidad pública quiere tener su propia incubadora o centro de empresas, lo que obliga a poner condiciones de acceso demasiado condicionadas a las políticas específicas de cada institución, como si fueran compartimentos-estancos, y eso genera duplicidad de esfuerzos y más burocracia. Hay ciudades españolas con cierta entidad donde habría que crear espacios “neutrales”, no adscritos a ninguna universidad o centro de investigación en concreto, para juntar emprendedores de cualquier origen. Mientras más mezclados, mejor. Eso aumentaría la diversidad y liberaría a esos proyectos de los caprichos endogámicos que suelen darse en la mayoría de las iniciativas que conozco.
El CIC aporta fundamentalmente cinco grandes ventajas: 1) Comodidad logística y de infraestructuras: Al ser un servicio “todo incluido” (cuando digo “todo”, ¡¡es todo!!) que evita perder el tiempo en cosas que son accesorias al negocio, 2) Comunidad: Porque en un sitio como ese uno tiene la oportunidad de conocer y compartir con gente sumamente interesante que se dedica a actividades variopintas. Es como un Silicon Valley en miniatura, con la ventaja de estar todo en un mismo edificio, 3) Flexibilidad para el escalado: El edificio tiene opciones para todos los tamaños, lo que permite que el negocio se mude dentro del mismo CIC a diferentes espacios según crezca la empresa. Esto pasa continuamente, 4) Máxima agilidad para instalarse o irse: Esto es algo muy valorado en un país como USA donde los trámites administrativos para alquilar inmuebles pueden ser muy gravosos, 5) Flexibilidad de precios según necesidades: Pueden oscilar desde los 350 hasta los 2.400 dólares/mes aproximadamente en régimen de “todo incluido”.
Me gusta mucho la idea de juntar en un mismo sitio a pequeños emprendedores con grandes compañías. Eso no se consigue en las incubadoras y centros de empresas, tal como los conocemos en España. En el CIC hay compañías como Amazon, Shell o Apple, que además de buscar la flexibilidad de sus instalaciones, lo que les interesa es acceder a la activa comunidad de emprendedores que trabaja en el edificio.
Según me contaron, el staff del CIC evita por todos los medios caer en los típicos “ataques de entrenador” que uno percibe aquí, o sea, lanzar iniciativas más tendentes a mirarse al ombligo de la entidad gestora que a aportar verdadero valor para el “juego” de las empresas acogidas. Me lo explicaron así: “Los clientes deciden lo que quieren, y nosotros les seguimos. Nos limitamos a preguntarles porque ellos saben lo que quieren y necesitan”. Es cierto que en España el tejido emprendedor es inmaduro y diferente al que puede haber en Cambridge; pero aún así, tengo la sensación de que aquí tendemos a ser demasiado paternalistas en el manejo de estas cuestiones, lo que produce un efecto contraproducente en los clientes, porque de tanto cuidarlos y sobreprotegerlos los volvemos menos emprendedores.
Comento ahora algunos detalles que me llamaron la atención en mis paseos por el edificio el tiempo que estuve allí:
- Los espacios de co-working se clasifican por “barrios” según tipos de ambientes. Esto es muy interesante para ofrecer flexibilidad dentro de la diversidad. Por ejemplo, uno de ellos se llamaba “Music Room” porque en él se permitía trabajar con música. Otro, “Library Hall”, porque la norma común era guardar estricto silencio como en una biblioteca.
- Muchos despachos y salas de reuniones estaban totalmente abiertos. Uno podía ver y leer perfectamente desde el pasillo los textos y contenidos de los PPTs que ponían en las reuniones. No deja de sorprenderme, tratándose en muchos casos de empresas que compiten entre sí por los mismos clientes. Ningún problema con eso 🙂
- Todas las plantas tienen un espacio con “Cabinas para Skype”, que la gente utiliza para encerrarse a realizar sus conversaciones en voz alta y con una wifi potente. Las que vi estaban todas llenas y muy animadas (foto).
- Cuentan con más de 60 “Conference rooms” para uso libre de los usuarios. Todas se reservan con una aplicación estupenda que se llama “Roomzilla”, que es una solución en la nube que combina una web (para introducir las reservas) con una pantalla tipo tablet en la entrada de la sala con información en tiempo real de su disponibilidad horaria. Un sistema super simple y funcional para evitar conflictos y gestiones administrativas (foto).
- En las zonas comunes de las cocinas los usuarios pueden consumir café, té, refrescos y otros snacks totalmente gratuitos, porque están incluidos en la cuota que pagan.
- Los espacios eran increíblemente diversos. Huyen de la uniformidad. Llegué a encontrarme una mesa de prototipado, que parecía una pequeña carpintería, junto a los despachos de co-working, donde se supone que la gente se dedica en silencio a estrujar neuronas. Me pareció difícil la convivencia entre ambos formatos, pero Augie me aseguró que funciona como la seda.
- Disponen de espacios de ducha y taquillas, para los más deportistas que deseen pegarse un baño después de un viaje en bicicleta, e incluso un servicio de guardería para las madres o padres que lo soliciten. También vi varias cintas de correr con el típico friki que trabaja con el ordenata al mismo tiempo que camina rápido sobre ella.
- Había, como era de esperar, “salas de creatividad” para que la gente se despeje, con mesas de ping-pong y hasta pistolas de dardos tipo Nerf para jugar como chavales (Foto). Eso sí, no faltaban en esa sala, junto a lo estrictamente lúdico, varias pizarras móviles con rotuladores, por si a alguien se le ocurre una buena idea mientras retoza.
- Los contactos entre emprendedores e inversores se dan de manera bastante natural, y pueden producirse en un evento como The Venture Café, pero también en la cafetería del edificio o frente a una máquina de café. Se estiman en unos 1.800 millones de dólares las inversiones realizadas en empresas instaladas en el CIC durante los casi 15 años que lleva en funcionamiento.
- Visité las oficinas del staff en la planta 14, y me llamó muchísimo la atención el aspecto que tenían. Eran salas multi-uso llenas de pizarras (con las que hacen “arquitectura creativa” para ajustar los espacios a las demandas que van recibiendo), trastos de todo tipo y un desorden nada disimulado. Parecía más la oficina de un conserje que un despacho de oficina como los que vemos aquí. Hablamos de eso, y resulta que esta gente hace de todo, son polivalentes y dan respuesta a cualquier necesidad que le planteen los clientes. La hiperespecialización no es bien vista en el país de la productividad.
- No piden “business plan”, ni ningún documento similar para admitir a un cliente. Confían en que éste tiene razones suficientes para querer estar ahí, y por eso paga. Aceptan prácticamente a cualquiera.
Por cierto, el lunes 9 de Junio visité también el i-Lab (“Harvard Innovation Lab”), una iniciativa creada en 2011 para alojar proyectos de estudiantes-emprendedores de la Universidad de Harvard. Está muy cerca de la Harvard Business School. La verdad es que me decepcionó. Es un modelo mucho más parecido a los que se impulsan en España, y no muestra ni por asomo el dinamismo y la diversidad del CIC.
En fin, si estas pensando en probar en USA y de hacerlo rápido, con pocos trámites, y en un ecosistema muy dinámico, el CIC puede ser una buena pista de aterrizaje. Si quieres probar antes de tomar la decisión de instalarte ahí, pídete un “Key Day Test” que, como indica su nombre, te permite estar un día entero usando las instalaciones gratuitamente para comprobar si te gusta y responde a tus expectativas. Más imagenes de la visita al CIC aquí.
Mario Morales
Amalio. Muchas gracias por compartir tus aventuras por Boston. Qué buenos son tus posts y qué detallados. Me imagino que aprendes mucho en el proceso de escribirlos. También aprendemos mucho los que los leemos. Un abrazo.
Amalio Rey
Gracias a ti, Mario, por seguirnos en estas aventuras. También aprendo mucho siguiendo vuestros artículos de INNOVARE. Nos vemos en Septiembre en Costa Rica. Un abrazo 🙂