Norman Mailer, un arte espectral (post-440)

Norman Mailer siempre me pareció un tipo interesante. Un personaje incombustible, buen escritor, políticamente comprometido, que se casó seis veces y tuvo nueve hijos. Murió en noviembre de 2007. Un año después se publicó en versión castellana “Un arte espectral: reflexiones sobre la escritura” por editorial Planeta, aunque en realidad se trata de un título original de 2003.
Me gusta esta descripción que hace María José Furió del polémico escritor estadounidense: “Mailer parece disfrutar recibiendo y esquivando insultos y poniéndose en duda a sí mismo y no sólo a la sociedad americana (…) es como el padre o el abuelo que siempre tienen tiempo para enseñarte a no ser blando en los deportes (…) y a tener opiniones contundentes sobre la vida y la política exterior del país”.
El libro que quiero comentar hoy no proyecta a un Mailer que hable con arrogancia de su experiencia como escritor, sino a un hombre que opina desde una confianza profesional bien acreditada. Me identifico con él cuando dice que “Siempre me ha atraído más el realismo que la fantasía”, porque como bien señala, la realidad puede ser más interesante que cualquier cosa.
Dice el norteamericano que “el riesgo ocupacional más común del escritor es el mal humor”, aunque no puede quejarse en absoluto de haber tenido la gran suerte de descubrir la pasión de su vida antes de cumplir los veinte años. Personalmente siento muchísima envidia de la gente que tiene esa fortuna, porque ahorra muchos desvaríos y energías desperdiciadas.
Mailer destaca algo que, aunque suene a obvio, me parece de las prácticas más difíciles para una persona que quiera escribir bien, y es expresarse con naturalidad. En sus cursos de Harvard le dieron un gran consejo, que a él le parece una buena regla para principiantes: “Escribe como hablas” porque “escribir es una extensión del habla (…) así que escribe con la soltura con la que podrías hablar”. Otra forma de verlo es así: “Escribe como si tu vida dependiera de decir lo que sentiste con tanta claridad como puedas”. Confieso que esto a mí a veces me cuesta, que me veo retorciendo las ideas en lugar de dejarme llevar por lo que me apetece contar, y cuando eso me ocurre dejo de disfrutar de la escritura como podría.
Ahí te dejo algunas ideas que me gustaron del libro, y que transcribo en forma de citas:
Sobre el estilo:
- El estilo es carácter. Un estilo bueno no vendrá de un carácter malo o indisciplinado.
- El estilo, o sea, la gracia, es lo que todo buen autor joven busca adquirir (…) El joven autor medio escribe en el estilo de otros mientras busca el propio, y tiende a buscar palabras más que ritmos. En su apuro por dominar el mundo, raro es el escritor joven que no es un cretino consumado.
- Me costó aprender lo difícil que es pasar de la hegemonía de la palabra a la resonancia del ritmo.
- Un estilo que no puedo soportar es lo políticamente correcto retóricamente higiénico.
- Lo didáctico, hasta lo insoportable, es un pelmazo.
- Cuando escribes en primera persona, ganas en inmediatez, pero pierdes en penetración.
Los estímulos y métodos de trabajo:
- Acostumbraba a escribir lunes, martes, jueves y viernes a horas muy determinadas durante la mañana. Por la tarde, por lo común necesitaba una lata de cerveza para impulsarme. Escribía cinco horas al día, y escribía mucho.
- Puedes obligarte a escribir mucho más de lo que deseas. Y la escritura no se deteriorará necesariamente. No necesariamente.
- La marihuana abre los sentidos y debilita la mente. Al final, pagas por lo que obtienes. Si consigues algo grande, el coste será equivalente.
- Recuerdo a Elia Kazán decir esto un día en el Actors Studio: “Oigan, siempre estamos hablando sobre el trabajo. Hablamos de él hipócritamente (…) y entiéndanlo bien: el trabajo es una bendición”.
Temas sobre los que escribir:
- Lo ideal, y cuando envejeces tratas de acercarte a lo ideal, es escribir solo sobre lo que te interesa.
- Es contraproducente pensar: voy a hablar de esto porque venderá ejemplares. Por lo general, eso no funciona.
- Cualquier persona, o tema, estudiado en profundidad resultará fascinante.
Las expectativas:
- Si estas intentando algo interesante o complejo en algún sentido, no puedes predecir cuáles serán los resultados de tu trabajo.
- Hay cosas que funcionan, hasta que no funcionan.
El ego y egoísmo del escritor:
- En su peor momento, el buen novelista lee las obras de sus compañeros de mafia con una tensión subyacente: encontrar el fallo, encontrar dónde el otro tipo mintió.
- Un ego razonablemente fiable es crucial para un autor que trabaja duro, pero un ego que es mucho más poderoso que nuestras necesidades literarias es una autopista que conduce directo a la mediocridad.
- Pensando en Picasso, reconoce Mailer: El egoísmo del artista a menudo está allí para proteger la parte que es generosa.
Integridad:
- El escritor tiene que ser capaz de oír la voz tenue que le alienta hacia una continuación honesta del trabajo. Eso puede ser difícil, porque siempre está abierto a la tentación de aprovechar la ventaja inmediata.
- Se requiere mucha integridad literaria para ser duros, es decir, para ser justos.
La sorpresa:
- Si eres totalmente uno de nosotros, entonces, no eres muy interesante. Por eso fascinan tanto los disidentes.
- Las novelas mejoran mucho cuando descubres algo que no sabes que sabías.
- Darle forma a un personaje más malvado que tú mismo es pan comido. Pero ¿hacer alguien que es mejor?
Julen
Fascinante eso de que «Cualquier persona, o tema, estudiado en profundidad resultará fascinante». Me recuerda a una cita de Inerarity (no la tengo aquí a mano de memoria) que decía algo así como que cuanto más profundizas en algo, sea lo que sea, más ignorancia te salpica al darte cuenta de todo lo que sale de ahí dentro 😉
Amalio Rey
Asi es, Julen. Cualquier tema tratado con suficiente profundidad nos pone bastante en evidencia de lo ignorante que somos (salvo los que manoseamos en lo profesional habitualmente). Creo que esta muy bien asimilar eso que dice Mailer de lo interesante que puede ser cualquier cosa, porque nos hace abrir el selector del radar a nuevas oportunidades de serendipia.