¿Por qué a algunos les cuesta tanto elogiar y agradecer? (post-489)
Recibo un número promedio de comentarios por post que está bien para lo flojo que anda esto de recoger feedback en los blogs. No voy a decir que estoy conforme porque me encantaría que comentaran más pues disfruto leyendo los hilos de conversación. De hecho, cambiaría montones de RTs y menciones en Facebook por recibir más comentarios. Pero resulta que ayer estuve releyendo varias decenas de posts de este blog para un tema que estoy preparando, y me llamó la atención cierto patrón en los comentarios. Era algo que venía rumiando hace tiempo pero es hoy cuando me apetece contarlo.
Lo que he visto es que a más marca o fama tiene la persona que te publica el comentario, bien porque tiene reputación de verdad o bien porque cree tenerla debido a su alto número de seguidores, menos elogia y agradece públicamente. Hay gente a la que le cuesta un horror dejar un comentario agradable, explícitamente elogioso, en el que reconozca sin ambages que el post le ha gustado y/o le ha servido. Les sigues el rastro y ves que solo entran para replicar, matizar o aleccionar con un argumento cool que sirva para demostrar lo brillantes que son. Les puede haber encantado el post, incluso estar pensando “joder, por qué no se me habrá ocurrido escribir esto a mí”, pero no te lo van a decir porque te falta marca como autor para estar a su nivel y merecerlo, o porque sencillamente son de la escuela de la escasez que supone que la gente lista lo es (y lo parece) porque sabe racionar los elogios.
Claro, también se pueden hacer otras lecturas menos cascarrabias. Por ejemplo, sé que hay gente que por su propia naturaleza tiende a elogiar más o menos. Es un tema de personalidad y ya está. Los hay introvertidos, o que son muy sobrios, que se sienten incómodos en la celebración. Aunque no es mi caso, merecen un respeto. A mí me encanta felicitar, claro, siempre que el asunto lo merezca y no por caer simpático. Elogiar me hace bien, y es bueno para los demás. Pero aquí no hablo de eso. Me refiero a quien dosifica los halagos como estrategia para encarecer su marca, incluso a veces sin ser conscientes de que es una estrategia. Otra lectura podría ser que son parcos agradeciendo y avaros en el elogio porque al ser tan brillantes es siempre más complicado colmar sus expectativas. En este último caso, pues oye, uno debe ser humilde para reconocer que estos mendas se mueven en una liga superior, y a otra cosa mariposa. O sea, no das el nivel y punto 🙁
Pero no, no hablo de esos casos en este post, sino de una de las trampas del gurú. Es una trampa reputacional que secuestra su propia libertad de expresión, y desvirtúa el modo en que podríamos disfrutar de sus opiniones si lo hiciera sin tanto corsé de imagen.
Estas personas creen que su opinión vale tanto, tiene tanta marca, que entonces le suben el precio y la dosifican. A menos halagos, más hambre por recibirlos. Después viene la fase de chulería, o sea, soy tan bueno, estoy tan por encima del bien y del mal, que no debería gastar cartuchos, ni arriesgar mi reputación, felicitando textos de personas que no están a mi altura, no vaya a ser que se lo crean. Después ves que son mucho más generosos en sus elogios cuando visitan la web de gente de su liga, no sólo por alimentar el negocio de intercambio de egos que en este caso sí les conviene (al tratarse de influencers muy rentables que les pueden devolver el favor), sino también por lo que he dicho antes, porque sienten que son de su categoría y entonces se pueden relajar en las bendiciones.
Una de mis guerras de siempre, y de hecho he escrito mucho al respecto, es defender la creencia de que “las ideas tienen reputación por sí mismas” con independencia de quién las exponga. No se trata de negar que el nombre del autor es una señal reputacional importante, y que uno se fija mucho en eso a la hora de leer con más o menos interés un artículo (sería un mentiroso si lo dijera). Pero una cosa es a priori, y otra a posteriori. Está claro que por simple competencia por la atención, voy a abrir primero un artículo de alguien reconocido; pero lo que yo digo es que una vez que lo he leído, y veo que es bueno el artículo, que es muy bueno, entonces el prestigio del autor y mi propio prestigio (o el que yo creo que tengo) no deberían influir en el cariño e interés que pongo para valorar públicamente su valía. Y lo mismo al revés. Por muy gurú que sea el señor o señora, si el artículo es mediocre, y no aporta nada nuevo, así lo diré.
Quien haya llegado al final de esta diatriba, que no parece de domingo, puede pensar que yo no tendría que quejarme tanto y estar más que satisfecho sólo porque entren y comenten mis posts. Igual tiene razón 🙂
Nota: La imagen del post pertenece al album Vicki & Chuck Rogers en Flickr
Xavier Marcet
Los ególatras nunca salen de su perímetro, gracias por el post Amalio
Juanjo Brizuela
Esto del mundo de la atención ha dejado de ser un mundo donde nos concentrábamos en los temas en los que disfrutábamos incluso sufriendo y hemos pasado a convertirnos, a veces, en un no sé si mono de feria pero sí desde luego un poco “protagonistas de un espectáculo para destacar sobre el otro”. Igual es la condición humana, ésa de sentirte un poco más y mejor que el de al lado, pero creo que es porque no reconocemos, aun no comentando, la valía de los demás.
Fíjate que me preocupa aún más que la gente, nosotros, no dediquemos tiempo a poder contra-argumentar o matizar aspectos de los blogs. El elegio en este caso para mí, es poder tener la libertad de poder responder y hacerlo. Me parece que es el más sincero: quiero sumarme a esto que dices.
Quizá sea también porque entramos en edades, si otr=s lo hacen para marcar distancias frente al resto por querer posicionarse en la liga, siempre pienso lo mismo: el tiempo pone a cada uno en si sitio.
Dicho esto, amalio el elogio es ver que siempre que hay una respuesta, siempre, hay otra tuya a esa. Y eso sí que es un premio.
Gracias por sacudirnos las neuronas. Que falta nos hace.
Amalio Rey
Hola, Juanjo:
Lo del “mono de feria” me parece un resumen tan patetico como real. Matizar y contra-argumentar se hace poquísimo, y yo lo echo en falta un montón. Me refiero a hacerlo pensando realmente en la conversación, en los contenidos, y no en pavonear. Por otra parte, el asunto del elogio sigue ahí, compañero.
Marta Dominguez
Hola Amalio. He tenido la tentación de mandarte un corazón. Luego me he reprimido. Leo y leo mucho. Así me hice fan de tu blog. No porque te conociese de nada. Simplemente, me gustaba lo que escribías porque lo hacías con fundamento. Con ciertas diatribas largas, algunas veces, que para alguien como yo que es directa, solo es otro recurso estilístico. Igual que hay asuntos que me incitan a participar, otros no: no te hago mucho caso en los temas de política. Te leo más a tí que a otros pretendidos gurús. Me cansan terriblemente los que escriben titulares y se olvidan de que el post tiene que incluir algún contenido. Y celebro siempre que tu blog no sea uno de ellos.
He reconocido algunos de los patrones que comentabas. Gente que pasa por un blog y se hace notar. También está la envidia nacional que impide dar las gracias (creo que eso lo tenemos en el ADN). Dicho esto, al final he cumplido mi objetivo te he mandado mimos sin el pasteleo común de respuestas tipo “muy buen post. Punto y adiós”.
Un saludo.
Amalio Rey
Muchas gracias, Marta. Me alegro que hayas publicado este comentario, y no me hayas mandado el corazón 🙂
Igual que yo necesito a veces escribir de política, me parece perfecto que tú leas solo lo que te interesa. Me has animado con tus mimos. Gracias
un saludo
davidquesadar
Amalio, tuve el placer de conocerte personalmente en el proyecto Hibritur La Selva y desde entonces te sigo con admiración. He compartido y comentado algunos de tus posts, Reconozco que menos de los que mereces, pero hay un factor que me limita desde que decidí iniciar mi camino en solitario hace 2 años como freelance y blogger: el tiempo. Tiempo para escribir, para leer, para comentar… Ya sabes, autónomo = hombre orquesta. Organización al poder! Pero tengo muy claro que un espacio semanal quiero dedicarlo a compartir y comentar posts de valor de personas a las que sigo. Yo recibo pocos comentarios y reconozco que el ocasiones mi ego ha sacado la nariz para intentarme convencer que deje de bloggear, pero lo callo rápido. Un solo compartir o comentario de valor ya me llena de motivación para seguir bloggeando. Construir una marca personal lleva mucho tiempo y uno debe armarse de valores como la paciencia y la perseverancia, además del agradecimiento sincero hacia las personas que te inspiran. Te felicito pues por este nuevo artículo inspirador en el que lo vuelves a clavar. Gracias Amalio!
Amalio Rey
Hola, David:
Qué bonitos recuerdos me trae el proyecto HibriturSelva. Me lo pasé pipa, te lo juro, salvo por la logística de desplazamientos que era terrible 🙂
El tiempo, desde luego, nos limita para dejar comentarios en todos los sitios donde uno quisiera. Tampoco hay que hacerlo en todos los sitios. Hay que priorizar. Un saludo
Julen
Creo, Amalio, que nadamos en aguas de carácter personal. Tantos blogs como bloggers, aunque cabe considerar que quien escribe de forma pública es lógico que disfrute con la conversación, la de verdad, la que incluye crítica. Esta siempre debe ser bienvenida.
Dicho lo anterior, me parece que sobrevuela otro asunto, que es el que apunta Alfonso: nos hemos creado la necesidad de ser halagados porque eso eleva nuestra autoestima. En los blogs creo que hay -perdón por la expresión- mucho baboseo, mucha adulación porque sí. Claro que más la hay en redes sociales. El circo está montado así y nosotros somos animales de feria que de vez en cuando atraemos atención.
Yo soy mucho más burro: la conversación importa pero si no la hay, ¿qué le vas a hacer? Hay tantas otras cosas a las que la gente puede dedicar su atención que es totalmente lógico que pasen de nosotros. Faltaría más.
Así que agradecer a quien comenta y también a esa mayoría silenciosa que lee, en diagonal o con más detenimiento. Y sobre todo agradecer a quien critica y lo hace con fundamento… como como sea. Estas son las joyas auténticas 🙂
Amalio Rey
Asi es, Julen. Es un tema muy personal. La “conversación de verdad” incluye críticas, por supuesto, pero también aprobación. Una función social de la aprobación explícita es crear confianza. Cada vez que dices: “estoy de acuerdo, tienes razón”, estas demostrando que no buscas un “diálogo de besugos”. Por otra parte, como es fácil gestionar la aprobación y el elogio, entiendo que insistas tanto en dar bienvenida a la crítica. En eso estamos de acuerdo. Personalmente me estoy currando eso, para ser cada vez menos refractario a la discrepancia. Es un hábito muy sano.
En los blogs puede haber “mucho baboseo y adulación porque sí”, vale, pero no me parece una buena idea ir al otro lado del pendulo, y entonces evitar por sistema el elogio para que no se nos confunda con los aduladores. Hay muchas formas de aprobar, elogiar y felicitar sin ser babos*s.
Que haya un circo montado por otros, no me convierte a mí en “animal de feria”. A ver, me niego a que esa gentuza condicione mi comportamiento. Si me ha encantado un post, agradezco, felicito, y me quedo tan pancho. No me importa en absoluto que otros me consideren un baboso por eso. Allá ellos con su paranoia exceptica.
Por supuesto, recibir “criticas con fundamento” es una bendición. Son joyas, como dices, pero OJO, también hay joyas que son aprobaciones o convergencias, porque refuerzan una intuición o porque aportan más argumentos para seguir tirando del hilo. Intuyo que no soy tan burro como tu (bueno, tú eres vasco, y de Bilbao!!!), así que ando más escorado a apreciar que me digan cosas bonitas. Y decirlas, claro (bueno, soy habanero!!)
David Criado @vorpalina
Yo creo con sinceridad en el elogio. Existe arte en la sutil destreza de alabar las cualidades y méritos de alguien. Reconocer la virtud y el valor de otros es lo que hace a cada persona hallar la virtud y el valor propio. Porque el elogio se construye sobre el verdadero valor del elogiado pero dignifica aún más al que elogia.
Ver en otro algo digno de mención positiva y compartirlo, es la forma más efectiva de comenzar una conversación significativa entre personas. Si bien soy un doctor a la hora de emitir elogios, soy ayudante de escudero cuando al recibirlos. Lo primero lo provoco a diario; forma parte de mi fe en las personas pretender la virtud implícita en el otro. Agradezco a los grandes maestros de mi vida esta destreza heredada de Sócrates y Cristo. Lo segundo -no saber recibir casi ningún elogio- se lo debo a mi profunda introversión que eclipsa en esos momentos a mi espíritu agradable y seductor.
El elogio si es pretendidamente sincero y oportuno debe ofrecer un adecuado equilibrio entre los siguientes elementos. Por este orden…
– La expresión asertiva de la emoción propia del que elogia (desde la naturalidad del sentimiento y siendo generoso el que elogia en aportaciones a su vida del elogiado)
– El nutrido y fácilmente reconocible pago al elogiado (esto si es una notable dádiva incluye a menudo el menoscabo propio del que elogia en beneficio del elogiado y también algo de sentido del humor y coherencia)
– El silencio del que elogia para dar la oportunidad de reconocimiento al elogiado (basta con apartarse sutilmente y dejar que el aplauso público abrace al elogiado)
He aquí un avanzado ejemplo:
Amalio, una vez más me ha alegrado leerte. Mi cerebro completamente idiota aprende a conocerte tan solo en virtud de lo que haces. Y como escribes a verso abierto, sin necesidad de pre-curar heridas, en esta que es tu casa me siento siempre como un niño motivado por una especie de mítico escritor rebelde. Esto es algo que me da fuerza y me encanta, y en todos los sentidos, Amalio, lo provocas. Solo por esto, gracias.
Además me ha resultado interesante tu opinión sobre esos seres oscuros que “se sienten incómodos en la celebración”. Encuentro en cada línea de este artículo una nueva perspectiva sobre lo que ya conocía acerca del elogio. Si bien tengo la sensación de compartir las bases de tu pensamiento sobre este denostado arte, soy un lego -como el buen maño de Alfonso- en esto de recibir elogios. Todo cuanto suelo decir a una persona que se acerca a mí con la intención de reconocer mi hazaña, es un pobre “gracias”, una sincera sonrisa y un abrazo. El resto se me descoloca y me bloqueo. Así de idiota y tonto me parezco.
Por añadido, y muy a colación de este tema, yo -que creo saber de lo que hablo y que cuando no se de lo que hablo lo parece tremendamente bien- te diré que me siento afortunado compartiendo como creo una mutua vocación de servicio al crecimiento y desarrollo de personas. Al ser aún muy pocos, cuando uno como tú es muy notable, la masa creativa que desplaza en los demás es por principio de Arquímides inmensa.
De hecho cada vez que escribes, tú me arropas. Y yo no se si lo que hago es algo digno o memorable -esto de facilitar el cambio es ya confuso- pero tu pensamiento es al menos una luz en el camino. Uno puede -como yo contigo- estar a menudo en acuerdo o desacuerdo pero más allá del infantil ME GUSTA o NO ME GUSTA, usted hallará en mí el adulto SIEMPRE ME INTERESA. Ya que siento como propio -porque yo tan solo alcanzo a imitarte al intentar hacerlo- que ese esfuerzo que haces en el AVE o al llegar de las sesiones escribiendo un artículo sobre algo que previamente has rumiado, es más leña a la común hoguera. Y por eso, amigo, creo en definitiva que para mí tiene mucho sentido lo que haces. Y esto es mucho más de lo que alcanzo a decir de la mayoría de personas del planeta. Y por esto también, gracias.
Abrazo sincero.
Retirada sutil y humilde del que elogia.
Aplauso merecido al elogiado.
Amalio Rey
Gracias, David, por un comentario tan cariñoso. Está claro que el único elogio que me interesa es el sincero. Como dije antes, no quería con este post focalizar los comentarios en mí. Agradezco lo que dices sobre mi trabajo, eres muy muy amable, pero no quería centrar la conversación en eso. De hecho, puedo asegurarte que seguiría escribiendo en este blog aunque no recibiera ningún elogio. Como siempre digo, escribo “para comprender” (esto es del gran Saramago), y también porque disfruto un montón haciéndolo. No es ningún sacrificio. Pero cuando se me ocurrió hablar de esto, no era porque yo necesitara que me dieran palmaditas, sino porque pienso que hay actitudes y posturas que son socialmente más constructivas que otras. La gratitud y el reconocimiento es una de ellas. Por cierto, últimamente estas escribiendo unos posts que te estas saliendo, súper currados, colegui, y con mucha chicha. Te los debemos. Un abrazo
David Criado @vorpalina
Gracias sinceras de todo corazón por tu labor. Que sigas inspirándonos mucho tiempo. Me apetecía a raíz de este artículo, compartir públicamente lo que representas para mí. Fuerte abrazo, malagueño.
Tatiana
Excelente comentarios david. Inspiracional
Juanjo Ríos
Ya sabes, Amalio, que, en general, cuesta recibir comentarios de los posts que escribimos con tanto esfuerzo, sobre todo los blogueritos, como yo, que no tenemos marca.. Por mi parte, lo único que puedo decirte es que eres uno de mis autores de referencia, que estoy suscrito a tu blog, que aprendo mucho siguiéndote, aunque no lo exprese en cada entrada que publicas y aunque no coincida con tu ideología política.
Lo que sí procuro hacer es reconocer y agradecer la autoría de los blogueros que me sirven de inspiración, como ha sido tu caso en varias ocasiones. No incluyo aquí los posts en los que te cito, te etiqueto o enlazo por no parecer oportunista, pero te los adjunto en correo privado.En uno de ellos, recibí un comentario elogioso por tu parte que te agradezco sobremanera por provenir de un bloguero y, sobre todo, un consultor al que admiro, y cuya calidad humana y profesional tuve ocasión de disfrutar con motivo de una jornada celebrada en Murcia..
Un abrazo
Amalio Rey
Juanjo:
Lo de citar las fuentes ya es otra historia. Tela, telita, con eso. Lo mal que lo llevan algunos. Te confieso que personalmente no pierdo un segundo haciendo la guerra a los plagiadores. Cuando veo que me han copiado, allá ellos. Prefiero la indiferencia. No tengo tiempo para esas batallitas. Ya te contesté el mail. Gracias
Juanjo Ríos
Pues no entiendo, Amalio, que nadie se pueda molestar por servir de inspiración para un post, siempre que se le reconozca la autoría públicamente. Aunque me ha ocurrido pocas veces, la verdad, yo lo considero un honor. Sensu contrario, procuro hacerle llegar el post al autor del artículo que me lo ha inspirado y siempre, siempre (y no suelen ser “blogueritos” como yo) me lo han agradecido, como es tu caso. Toda publicación tiene su bibliografía o su webgrafía El plagio es otra cosa, evidentemente.
Un abrazo
Amalio Rey
Lo de la inspiración está genial. Inspirar a los demás mola. Y ocurre más cuanto menos te lo propones 🙂
Alfonso Vázquez
Amalio, el tema que tocas -y que ya hiciste en “La paradoja de la marca personal”- me parece muy interesante. Estamos, efectivamente, en una sociedad marcada por la “estrategia de Narciso”: Cuando uno se considera -o pretende que se le considere- el “más bello”, no puede advertir la belleza en los demás; no hay Eros. Y si a ello unimos la feroz competencia por la atención -y el beneficio- que se desarrolla en nuestra neoliberal sociedad tenemos el cóctel servido.
Sigo pocos blogs (entre ellos, el tuyo), dependiendo del interés y originalidad de los temas tratados y, muy importante para mí, de la calidad de la escritura. Pero me cuesta comentar, es un espacio muy reducido, obligado a una escritura apresurada y reduccionista que, incluso, puede provocar malentendidos en temas importantes y suspicacias innecesarias.
Y luego están las culturas. En mi experiencia, la cultura vasca es muy “igualitarista” con los suyos y un tanto papanatas con relación a lo “extranjero”; los catalanes dan mucho más valor a lo “suyo”. Esto influye en las formas de expresión de reconocimiento del valor de una obra o de su interés.
En breve publicaré un artículo titulado “La estrategia de Narciso” que habla de estos temas…
Un abrazo!
Amalio Rey
Hola, Alfonso: En primer lugar, gracias por seguirme y participar.
Sé que cuesta comentar, y que hacerlo con las prisas que implican los blogs y las redes sociales entraña riesgos de malos entendidos o que seamos superficiales. No hacerlo es a veces una señal de excesivo perfeccionismo, como si nuestro prestigio (a menudo, narcisista, como dices) se pusiera en entredicho por todo lo que digamos. Yo he aprendido que a la gente le interesa mucho menos lo que uno hace o dice de lo que uno supone, asi que deberíamos relajarnos más. A veces ando de prisa, y me limito a poner: “me ha encantao tu post, lo he disfrutado de cabo a rabo”, y salgo corriendo satisfecho de haberlo dicho. En otras ocasiones, me alargo en la argumentación e intento hacer una crítica razonada, que no siempre consigo. Pero siempre intento ser educado y agradecido si veo que el post está currado y escrito con cariño. Trato de dedicar una frase al menos a destacar eso, aunque después me extienda en mi discrepancia con los contenidos. Pero en fin, que cada uno haga lo que quiera. Yo solo estoy contando mi experiencia como lector de esos comentarios 🙂
Andrez Paz
Apreciado Amalio:
Hace varios años te sigo, tengo una personalidad inconstante que estoy luchando por transformar, eso te lo digo porque en mi relacion con tu blog he sido de idas y vueltas, depende como de mi estado emocional.
Inconscientemente me enfocado a nivel profesional en una nueva rama de la psicologia que se llama psicologia afectiva, muy afin con los postulados de la psicologia positiva. He tomado conciencia que me fui por esta linea porque lo necesito para mi mismo, para superar todos mis miedos e inseguridades, lo cierto es que me siento muy identificado con esa filosofia de vida que compartes, que mas alla de las cuestiones tecnicas y teoricas propias de tu labor, me muestran un modelo de vida, en torno a la importancia de compartir.
Y si compartimos cosas materiales, o intelectuales, porque que no hacer lo propio con los recursos afectivos?
La expresion de admiracion por el valor de una obra, en este caso tus articulos es un regalo hasta para uno mismo, fortalece su espiritu porque nutre el sentido de humildad en reconocer el valor del aporte de los otros, eso de entrada es una emocion positiva, como la gratitud lo es tambien.
Ser agradecidos es un regalo afectivo que se hace uno mismo, y es tan gratificante que dar las gracias a otro por su aporte en su vida, que uno experimenta felicidad.
Te admiro Amalio, y te aprecio porque has aportado a mi vida. He sido muy poco generoso en mis comentarios, lo cual espero cambie a partir de esta toma de conciencia, se me ocurre pensar que esa pereza para comentar y cuando se hace talves esa pereza para reconocer y agradecer son talves fruto de la accion de nuestros propios egos.
Sabes, todo tu trabajo, tu vida y tu obra son para mi un caso de estudio psicologico afectivo, encarnas cualidades que bien vale la pena conocer en accion para emprender la labor de interiorizarlas en nuestra vida.
TIenes tremendo corazon, muy rico en afecto, y por eres tan generoso con lo escribes y los afectos que compartes.
Yo me fijo en tus ideas, pero mas me fijo en tus afectos.
Un fuerte abrazo Amalio.
Eres un nutritivo alimento para mi corazon y mi cerebro.
Me ayudas a crecer en mi sentir y en mi pensar, vital para crecer en mi actuar.
Amalio Rey
Andrez:
Leido tu generoso comentario, y otros del hilo, temo que pueda parecer que con mi post estoy reclamando señales de admiración o agradecimientos. No se trata de mí. Me gustaría que no se personalice el mensaje. Entiendo, además, que andamos de prisa y que cuesta ponerse a escribir para dejar comentarios, del tono que sean. Por cierto, lo veo como tu: “ser agradecidos es un regalo afectivo que se hace uno mismo”. E insisto, nos equivocamos si pensamos que el feedback positivo no juega también un rol importante en el juego de relaciones que crean los blogs.
Alfonso Romay
Un gran post, no puedes imaginar lo que me ha servido 😛
Ahora en serio, nunca he valorado demasiado los comentarios elogiosos. Quizá porque tampoco soy partidario de darlos, o quizá porque la mayoría de esos comentarios elogiosos encierran sólo un halago insustancial, un “que gran post” que aporta lo mismo que un Like de Facebook o un Me gusta en Instagram.
Y, aún así, tienes mucha razón en que es muy conveniente agradecer más a menudo en abierto y sin ambages.
Cuando agradecemos reconocemos el trabajo, la ayuda, la importancia que tiene lo que han hecho por nosotros, aunque no fuera conscientemente.
Siempre lo digo: ¡Cuánto cambiarían las relaciones si todo empezara con un “Por favor” y acabara con un “Gracias” sincero!
Amalio Rey
“La mayoría de los comentarios elogiosos encierran solo un halago insustancial” => jjjj…. a ver, a ver, Alfonso, no vayamos a los extremos. Ni el halago, ni el agradecimiento, son “insustanciales” por naturaleza. Todo depende de cómo se digiere eso. Está claro que las matizaciones, réplicas y nuevos argumentos son lo más interesante en un hilo de conversación. Eso es lo que leo siempre con más interés, incluidas las críticas bien razonadas, porque complementan el texto y me hacen pensar. Pero eso no quita que también me guste leer de vez en cuando (y no creo que sea vanidoso por eso) un “me ha encantado tu post”, “has tratado un tema muy interesante”, “te agradezco que hayas dado estas pistas que me sirven de mucho”, “te lo has currao, chaval”, etc, etc. El feedback útil es tanto negativo como positivo. Pero además, muchos blogs son dispositivos de aprendizaje P2P, así que si yo aprendo algo interesante y útil de alguien porque ha tenido la generosidad de compartirlo, está bien agradecerlo. OJO, la idea central de mi post apunta a un tipo específico de lector que cree que por ser quien es (o porque el “bloguerito/a” no tiene marca), no tiene que agradecer, ni hace falta que reconozca publicamente lo mucho que le ha interesado el post. Creo que del mismo modo que hay un deficit de crítica constructiva en esta sociedad, también lo hay para ser agradecido/a con la gente que se lo curra. Pillamos lo que nos sirve, y salimos corriendo 🙁