¿Qué tienen en común Amazon y las tiendas chinas del barrio?
En estos días feriados [festivos] de fin de año, cuando todo comerciante que pudo echó el cierre a su tienda para tomarse uno o dos días de descanso familiar, hemos visto los establecimientos chinos abiertos incluso un domingo por la tarde. Yo mismo me he aprovechado de esa ventaja yendo a comprar algo que necesitaba a última hora. Siendo así, está claro que tendría que aplaudirlos, y no tengo ningún derecho a criticarlos. Además, quien soy yo para juzgarles porque prefieran el trabajo que el descanso, o porque sus expectativas de ganar más dinero en su negocio sean mayores que las de darse un paseo dominguero o disfrutar más del ocio familiar. Además de ser una decisión personal, también hay costumbres culturales que uno desconoce, y que obligan a ser prudente.
Sin embargo, el tema es más complejo que eso, y por eso voy a opinar. Sé que tratando este asunto corro el riesgo de estereotipar, porque es imposible hablar de hábitos de trabajo asociados a nacionalidades u orígenes culturales, sin caer en generalizaciones. Todos los chinos no son iguales, como tampoco lo somos los españoles. Más me preocupa despertar apetitos xenófobos, pero, en fin, nunca he dejado de tocar un tema en esta casa porque sea delicado, así que allá voy…
Como decía, el hecho que tengamos tiendas chinas abiertas a cualquier hora y día es una tabla de salvación para hacer compras de conveniencia. Lo es también para las familias de bajos ingresos que pueden adquirir productos ahí, más baratos, que no se venden en otros establecimientos. Las tiendas chinas son el Amazon del barrio, y ya veremos que también por otras razones no tan obvias como las de estar disponibles 7×24 o vender a precios más competitivos.
Las tiendas chinas y Amazon me generan contradicciones y desasosiegos similares. Son mecanismos muy diferentes, pero intuyo que comparten amenazas e incertidumbres parecidas para mi endeble ética de consumidor (pretendidamente) responsable. He estado pensando sobre eso, y creo que ese dilema común, que comparten ambos modelos de negocio, podría resumirse así: me aportan grandes ventajas a corto plazo, pero a cambio de, probablemente, grandes problemas a largo. Lo explico.
La cultura china siempre me ha producido un gran respeto. De hecho, algo que nadie sabe es que viví dos años en China cuando pequeño. No me acuerdo de nada, pero es algo que llevo conmigo y que mis padres se encargaron de que recordara siempre. Después he regresado, y mi sensación no fue tan positiva, pero sigo pensando que es un gran país. La cultura china es capaz de conseguir lo que se proponga a base de constancia y determinación. Es difícil no sentir asombro por su capacidad de esfuerzo y su disciplina. Iba a decir “admiración”, y obviamente un poco de eso hay, pero no sé si es la palabra adecuada, en el contexto que lo estoy contando. Para ser honesto, creo que siento más asombro que admiración.
Voy a intentar repasar efectos colaterales. Cuando un comercio chino vende productos de importación tan baratos está capturando ventas que podían haberse hecho por proveedores locales que ofrecen sucedáneos (en principio) hechos con más cariño, con valor añadido y empleo del territorio, y muy probablemente de más calidad. Sé que no todas las tiendas, ni todas las marcas, ofrecen eso, porque tenemos muchas con tapadera europea y fabricación asiática, pero habría forma de elegirlas para que eso no ocurra.
Cuando una tienda china abre un domingo por la tarde, o un día feriado [festivo], está captando compras que podían haberse hecho el lunes, o un día normal, a proveedores locales que han aprovechado ese día, o esas horas, para tomarse un merecido descanso.
Sé que no hay una equivalencia perfecta entre lo que uno puede comprar en tiendas chinas y lo que venden los proveedores locales. No son sustitutos directos, pero la tendencia es a que lo sean cada vez más, y ahí está el riesgo latente.
Para mí, la forma intensiva de trabajo (incluso diría, con perdón, obsesiva) que adopta el negocio chino no solo se lo pone más difícil al nacional, sino que eleva las exigencias laborales vía competencia, trasladando indirectamente (a medio y largo plazo) su sobredosis de cultura del trabajo al comerciante local, que si quiere sobrevivir se verá obligado a imitar unas prácticas que en muchos casos son ajenas a los patrones de bienestar que sociedades como la nuestra siempre han defendido, y con razón. Si ellos no descansan el fin de semana, quizás «nos obligan» a que no lo hagamos en el futuro. Si ellos «viven para trabajar«, y van siendo cada vez más competitivos, quién sabe si terminan fagocitando nuestra saludable aspiración mediterránea de «trabajar para vivir«. Tal vez esté siendo alarmista, tal vez esté viendo fantasmas, pero es un escenario a considerar.
Lo que quiero decir es que cuando un negocio chino abre un domingo por la tarde, o un día festivo, no está obligando AHORA a hacerlo a los demás, pero probablemente esté creando las condiciones para que lo tengan que hacer en el futuro vía efecto acumulativo (y destructivo) de la competencia. Este riesgo se hace más evidente cuando vemos que el número de establecimientos chinos se está multiplicando en los últimos años, generando un efecto conjunto que se irá notando más.
Esto de acoger con admiración la cultura china del trabajo tiene lo suyo. No es ninguna tontería. Para quien lo dude, solo recuerdo aquel titular que nos regaló uno de los buques insignia del empresario español, Juan Roig, el presidente de Mercadona, cuando dijo aquello de: «Tenemos que imitar la cultura del esfuerzo con la que trabajan los chinos en España«. No es una opinión aislada, ni una mera anécdota. Es un punto de vista que va dejando huella en el imaginario colectivo, e institucional.
¿Y qué pasa con Amazon? Pues ahí tenemos el equivalente virtual, digital, de las tiendas chinas, 7×24, pero con más glamour y más diversidad de oferta hasta hacerse prácticamente infinita. Julen Iturbe ha escrito bastante sobre esto en su blog, y con mucho criterio. Recomiendo que lo leas. El otro día le decía a Julen que sus observaciones me planteaban un dilema terrible. Amazon es el “dilema de los dilemas” para los que pretendemos ser consumidores responsables, pero no te creas que cambia mucho respecto de lo que significa el comercio chino, aunque en otra dimensión.
Lo peor de todo es que no encuentro, de momento, solución a esos dilemas. Es fácil pedirle al negocio local que se reinvente, pero el margen de diferenciación que tienen es cada vez menor para que ese canal siga aportando valor. Algunos tipos de negocios lo tienen más fácil que otros, pero algunos están sencillamente condenados, y no siempre por motivos sensatos si examinamos el modelo de selección desde una perspectiva más sistémica y humanista, y no sólo economicista o de mercado.
Me cuesta ponerme en plan ludita con Amazon. Creo que es algo que llegó para quedarse. Yo mismo lo uso porque, todo hay que decirlo, ofrece un servicio espectacularmente ágil y eficiente. No me canso de sorprender de lo bien que lo hacen, y de su enorme capacidad de adaptación al cliente. A veces se da la paradoja que te atienden mejor desde el chat y el teléfono de Amazon, que, en la propia tienda de tu ciudad. Pero, OJO, eso no solo se debe a una excelencia bien gestionada, sino también a terribles ventajas acumulativas que se multiplican (injustamente) gracias a economías de escala y al acceso privilegiado a canales de distribución que son inalcanzables para el pequeño negocio. Luchar o competir contra eso es casi un imposible. Lo mismo pasa, para cierto segmento de clientes, con las tiendas chinas. Ofrecen prestaciones con un valor percibido muy alto. Sacan de apuros, una y otra vez.
No sé si la “solución” pasa por introducir más regulación, por ejemplo, con los horarios o la carga impositiva. No soy partidario de las prohibiciones porque casi nunca funcionan. Es como poner puertas al campo. ¿Qué podemos hacer? Está claro que hay que seguir insistiendo en el consumo como opción política, multiplicando los esfuerzos para mejorar la educación de lo/as consumidore/as. Todavía recuerdo, con sonrojo, algo que me dijo un asistente en un curso, cuando un rato después de escucharme elogiar la cultura humanista y participativa del #15m estuve poniendo ejemplos de lo mucho que usaba las plataformas de comercio electrónico, como Amazon, para comprar desde muebles hasta libros. Este participante me dijo, la mar de tranquilo, que “comprar tanto por Internet no es muy #15m que digamos”, y ahí me dejó, rumiando, otra vez mis contradicciones.
Bo Saldaña
Hola Amalio,
A mí también me han salvado los «chinos del barrio» muchas veces y tanto que les agradezco que hayan estado abierto cuando más los necesitaba, en especial los días feriados o domingos, o una tarde por la noche. Pero creo que también se comprar muchas veces a precios altos que ya me gustaría evitar, pero es la oferta y la demanda, o lo tomas o lo dejas, esto es lo que Amazon hacen en la actualidad, ya que creo que con sus precios a veces tan bajos están monopolizando en cierta forma diversos productos no básico spero que se toman necesarios en cierta forma.
Además los chinos no tienen el mega marketing que tiene Amazon pero pienso que se parecen en cierto modo como el boca a boca que funiciona muy bien para ambos caso.
Un análisis super interesante el tuyo, nunca se me hubiera ocurrido comparar a ambos escenarios.
Saludos.
Bo
Raúl Hernández González
«Hola, ¿ha llamado a un neoliberal? Encantado» 😀
Como diría alguno, «es el mercado, amigo» 😛
No, en serio. Me parecen interesantes tus rumiaciones, aunque pondría un par de matices (que quizás estén ya tocados en los comentarios, no los he leído más que en diagonal profunda).
Por un lado, el de la causa de la competencia. Competencia es competencia, sea porque «trabajan más», sea porque «son más baratos»… como también es competencia si alguien «es más innovador». Cuando alguien es innovador, deja a otros menos innovadores fuera del mercado. ¡Ah, se siente! ¿Se nos ocurriría decir que «hay que limitar la capacidad de innovar, que oiga, al final esa gente tan innovadora nos está obligando a ponernos a su nivel o si no nos quedamos fuera»? No parece razonable. Y esta otra competencia tampoco… al final hay una serie de cuestiones (eficiencia, disponibilidad, precio, innovación…) que el mercado (o sea tú, yo y el vecino de enfrente) valora… y es lo que marca la carrera.
Y luego está el tema del impacto social. Y ahí el foco es importante. Si el marco del «impacto social» es mi barrio, el impacto lo medimos de una manera (las tiendas cierran, el paro en España sube, ay ay ay…). Si el marco del «impacto social» es el mundo visto en términos globales, el impacto es otro (y a lo mejor hay unos cuantos miles de personas que pasan de subsistir con un cuenco de arroz al día a llevar una vida mejor por trabajar en una fábrica que vende a todo el mundo, o cultivar campos de cultivos que se exportan a todo el mundo… no tan buena como la nuestra, pero mucho mejor de la que tenían anteriormente). A lo mejor, desde este punto de vista, comprar «en los chinos» está generando un bien común mayor.
Amalio Rey
Hola, Raúl.
Tratas dos temas distintos. En cuanto al primero, no esperaba otra lectura de tí, estimado liberal 🙂 Entiendo que la innovación es complicada de parar, pero si «innovar» consiste en trabajar y trabajar obsesivamente, igual hay que pensárselo. Intento pensar en los efectos colaterales a largo plazo. Entiendo lo que dices, y por eso es un tema tan difícil de abordar con prohibiciones. Por otra parte, también tengo claro que todo no tiene por qué estar determinado por el mercado. Se pueden regular cosas basadas en tradiciones, premisas culturales o hábitos socialmente consensuados. No por burocracia, sino por consenso social. Me niego a aceptar que el mercado lo dicta todo, y bien sabes que eso no es así.
En cuanto a lo segundo, me lo complicas aún mas. Introduces una relatividad que tiene bastante sentido, más para mí que me molestan las fronteras. Me haces ver que igual así estamos transfiriendo riqueza, indirectamente, a gente que la necesita más que nosotros. Tiene sentido, porque estos emigrantes chinos supongo que (como todos los emigrantes) envían remesas importantes a sus familiares en China, que lo están pasando canutas. En fin, es complicado. Me gusta el Km-0, mimar lo cercano, así que apúntame ahí otro dilema más 🙂
Un amigo
Aquí parece que por fín se está llegando al quid del asunto en el Km-0 🙂
Muy interesante ampliar la perspectiva local hacia el impacto social extendido hasta el origen de la migración china a España (y viceversa), en que es muy probable que el doble de esfuerzo laboral-negocio no solo es para competir y crecer, sino también para equilibrar desigualdades sin fronteras.
El comercio justo extendido sería un equilibrio tanto para el comercio local como en facilitar desarrollo de zonas locales extranjeras desfavorecidas (sin generalizar ventajas-desventajas a todo un país) mediante educar y habituar en elementos básicos antes de regular haciendo visible toda una cadena de efectos ante un fenómeno no anecdótico sino tendencia. Para que exista un tiempo prudente de autoregulación antes de medidas más drásticas.
Puede ser que en algunos casos, la búsqueda de estrategias no sea por camino directo evidente (solución A para problema a; solución B para problema b,…), sino por soluciones de economía circular de bien común extendido o sin fronteras (solución A para problema indirecto c que a la vez soluciona indirectamente b, y ésta a la primera)
Ahí tiene mucho juego de solución la red que tanto se critica a veces. Debe ser porque Internet (y sus innovadores sustitutivos del comercio local) aun es un gran ente colectivo que está apenas madurando desde una etapa adolescente, y ahora los Reyes le han traido a Internet este juego de los tokens: La que se va a liar con las cadenas de bloques !!!
Amalio Rey
Sip, «amigo», seguramente hay ingredientes de esto que dices: «el doble de esfuerzo laboral-negocio no solo es para competir y crecer, sino también para equilibrar desigualdades sin fronteras», pero sigo pensando que también hay un elemento cultural, de hábitos laborales, de visión de vida, que yo no comparto mucho. Pero está claro que no se puede ser simplistas con este tema. Un saludo
Juanma
Uff… menudo jardín… Es un tema complejo que supongo muchos y muchas llevamos años planteándonos a nivel personal.
Con respecto a las tiendas chinas considero que la cuestión principal es legislativa. Es decir, dejando a un lado cuestiones culturales, si existe una legislación que permite abrir tiendas en días festivos ¿el problema es quien abre su tienda? En mi barrio por ejemplo hay una tienda de comestibles que abre todos los días al estilo de las tiendas chinas y no está regentada por chinos. También tengo cerca una farmacia 24h 365 días al año, mientras que hay otras cercanas que cierran festivos. También hay tiendas de ropa en mi barrio que no abren domingos en diciembre en los que sí abren multinacionales del sector. Concretando, las tiendas chinas no son las únicas que abren cuando otros cierran y por lo tanto el enfoque “nos obligan a trabajar” considero que podría extenderse a otro tipo de comercios. Quizá la solución a esto deba venir de una legislación más restrictiva cn los horarios de apertura y respetuosa con los trabajadores.
Sobre Amazon la cosa se me complica porque, a pesar de que intento ser un consumidor responsable, con Amazon me vuelvo más laxo por las grandes ventajas que me supone en mi vida diaria: excelente atención al cliente, facilidad de devoluciones, precio en ocasiones, etc. Personalmente, toda la verdura y la fruta la compro en un comercio del barrio que trae el género de proximidad, uso pantalones y zapatos hechos en España con criterios sostenibles (por cierto, sobre moda sostenible hay información interesante aquí http://www.entornosocioambiental.com/moda-etica-a-precios-asequibles-parte-iii-vaqueros-made-in-spain/) e intento ampliar este criterio a todos los productos de consumo. Sin embargo, las ventajas que me da Amazon consiguen que me suponga un enorme dilema, porque incluso puedo comprar productos de tiendas que tienen buenas prácticas, evitándome hacer 5 pedidos en 5 tiendas diferentes.
Abro otro melón con permiso: en tecnología por ejemplo tenemos opciones como Fairphone estupendas pero ¿y si no podemos afrontar un gasto tan grande? Acabamos con un teléfono 8 veces más barato… ¿El consumo sostenible y responsable va en dirección de ser accesible sólo para rentas altas?
Amalio Rey
Hola, Juanma:
Pos’si, abrimos un melón complejo, y difícil de calar. Por suerte viene gente como tú y otros «tertulianos» a arrojar algo de luz.
Ya has visto en el post que suscribo esto que dices: «las ventajas que me da Amazon consiguen que me suponga un enorme dilema». Es lo que siento yo. Son ventajas a veces adictivas.
En mi pueblo, las únicas tiendas que han permanecido abiertas estos días festivos han sido las chinas. Éste ha sido un patrón clarísimo. Lo de legislar para que no abran determinados días y horas, puede ser una solución, pero ya comentaba que me cuesta aceptar que la prohibición sea el único camino, aunque es bastante probable que en este caso, lo sea.
Es verdad que muchas opciones de consumo responsable son más caras. Lo son porque, por ejemplo, la ética de un negocio implicaría pagar mejor a los empleados o usar materiales de más calidad, lo que siempre repercute en los precios. Cuando eso ocurre, el dilema se vuelve más difícil, y más objetivo. Si no puedes pagar una cosa, porque no tienes el dinero, tendrás que comprar una más barata, aunque sea menos «ética». Esto en el que caso que realmente la necesites, que esa es otra discusión.
Un saludo
Luis López-Cano
Buen día, Amalio 🙂
Empezando por el final, no creo que sea malo ni terrible ser contradictorio, siempre y cuando no se sea excesivamente autoritario. Pero en cualquier caso no me parece una contradicción apreciar el 15-M y comprar más o menos por internet, como no me parecería contradictorio comer langosta y votar a Podemos o ser de derechas y que te gusten los Sex Pistols. Esos golpes de efecto duran cinco segundos (o cuatro) y pasan absolutamente por alto la complejidad del mundo actual. No le daría muchas vueltas a eso, pero sí al resto de lo que comentas en el post de hoy.
Puede que el proceso de globalización sea más complejo y terrible de lo que a veces estamos dispuestos a aceptar, pero también es maravilloso y positivo en muchos otros aspectos. Nosotros afortunadamente tenemos la oportunidad de poder elegir qué le compramos al chino y qué le compramos a Amazon, como el chino y el de Amazon sabe qué es lo que nos puede o no vender y como la propietaria de una mercería de barrio de toda la vida sabe quiénes son sus clientes habituales y potenciales. Y si no lo supiéramos ninguno de ellos ni de nosotros, deberíamos hacer por saberlo. Porque a partir de ahí, después de saber, es cuando balanceamos como consumidores si nos compensa tal o cual experiencia de compra. Y enconsecuencia es cuando decidimos seguir comprando aquí o allí, tal o cual producto, del mismo modo que un productor o comerciante toma decisiones de acuerdo con su contabilidad. Todos formamos parte de este mecanismo.
Todo lo que hacemos en lo que se refiere al consumo tiene un impacto determinado y hace que alguien gane o palme pasta. Para que esto se vuelva interesante o preocupante se precisa una cifra determinada, un dilema ético, un escándalo sexual o una actuación desafortunda en un medio de comunicación, por ejemplo. A Amazon y a los chinos actualmente tiene pinta de ir a irles muy bien a corto y medio plazo, igual que al tendero de barrio de toda la vida que no ha introducido ninguna novedad en su forma de hacer negocio está bastante claro que le va a ir mal a medio plazo; dicho sea todo ello sin ánimo de generalizar porque siempre hay situaciones y contextos determinados en los que se dan relaciones y situaciones en las que es posible seguir funcionando como hace -qué te digo yo- veinte años.
Simplificando: Amazon y los chinos se mueven. Cuando te mueves pones al descubierto cosas y cometes errores. Ahí es donde creo que debemos estar los consumidores en primer lugar y la política en segundo (y viceversa, dependiendo de qué se trate), para tratar de señalar esos errores y mejorar las cosas, buscando una suerte de justicia que debería estar en el punto en que si quisieras pudieras irte de acampada protesta a una plaza pública y comprar tu tienda de campaña justo desde esa misma plaza 🙂
Felicidades por el blog.
L.
Amalio Rey
De acuerdo, Luis, en tus observaciones. Todas bien argumentadas. A ver, por puntos.
No es terrible ser contradictorio, es humano, pero la incoherencia produce un desgaste. Al menos para ciertos perfiles de personalidad. Por supuesto, hay grados, y estos ejemplos que estamos poniendo están lejos de afectar a la salud. Pero, aún así, nunca me ha gustado aplaudir las contradicciones sin primero intentar gestionarlas. Sin obsesión. Es que después resulta que de tanto aplaudirlas, o verlas como totalmente naturales, nos convertimos en unos incoherentes bastante cínicos. Pero en todo caso, entiendo el sentido de lo que dices.
Por otra parte, yo sí creo que el humanismo del #15m (sin idealizarlo) debería llevarnos a hacer una reflexión más integral de la vida, y eso incluye nuestra cultura (y política) de consumidores. La pregunta de: ¿cómo, y dónde, compramos? me parece absolutamente vital. Después podemos discutir si “comprar en Internet” entraña una actitud política neutral, o significa algo más que eso. Lo dejo ahí, pero a mí me parece un tema que tiene muchas aristas, y que en muchos casos no es tan neutral como se le supone.
Es cierto que podemos decidir dónde compramos, pero también nos trampeamos en eso. Por otra parte, no somos sujetos totalmente independientes al decidir. El entorno condiciona, y mucho. La educación también. Ahí tenemos la lujuria desenfrenada que significa este período de fiestas de navidades, que se vuelve un verdadero despropósito. Ahí también sufrimos presiones sociales, y de todo tipo, para que compremos por impulso. Y lo que me parece más complicado (he tratado de reflejarlo en el post) es que en ese tipo de decisiones se tienden a camuflar costes acumulativos a largo plazo por premios y subidones a corto. Cuando decidimos qué, cuándo y cómo comprar, no pensamos en el largo plazo, y es posible que a menudo estemos contribuyendo así un futuro peor. No te creas que somos tan responsables, ni tenemos tantas opciones, al tomar decisiones de compra.
Yo creo que los tenderos locales también se mueven. Sería injusto reconocerlo. Lo que pasa es que a veces la corriente del río va a tu favor o no. Y OJO, que las corrientes vayan en un sentido u otro no siempre obedece a razones naturales, a que no puede ser de otro modo, sino a una interpretación del mundo, y de cómo deberían hacerse las cosas. Por ejemplo, desaparecen opciones por puras razones de mercado, pero quizás habría que activar también otros mecanismos para que ese “filtro de selección” no sea tan salvaje, tan uniformador, tan “globalizador”, e incluso tan sesgado hacia lo tecnológico. Son decisiones que tenemos que tomar nosotros. No podemos dejar todo a la mano invisible. Gracias por pasarte….
Luis López-Cano
Hola de nuevo 🙂
En lo que se refiere al tercer párrafo de tu respuesta (sobre el impulso que nos lleva a consumir, su origen, intereses, etc…) soy un poco de la opinión de Gilles Lypovetski. Es cierto que existen todas esas presiones e implicaciones que comentas pero no son más que una tentación, no son tan responsables de nuestras elecciones. Ciertamente, un negocio que esté bien planteado sabe dónde echa la caña y qué es lo más probable que pesque, pero a partir de ahí los peces pican (o no) por las razones más variadas, incluídas sus propias decisiones y los condicionamientos que, por ejemplo, hacen que los salmones se deslomen remontando ríos para reproducirse y morir. Supongo que el impulso de consumo de algún modo lo llevamos escrito en los genes, y que se viene transformando desde hace mucho tiempo, sobre todo desde que el estado de cosas alcanzó la etapa que vivimos actualmente, tan compleja y tan hiperconectada en tantos sentidos y ámbitos.
De modo que, como comentas, también creo en la responsabilidad que tenemos como consumidores, pero interpreto que la complejidad de las situaciones es tal que resulta prácticamente imposible no comprar o dejar de comprar algo sin que haya algo que nos chirríe de uno u otro modo. Supongo que la base de todo es la confianza, en el plano ético. Sin embargo, cuando el producto tiene una relación más directa con el equilibrio de la naturaleza, sí creo que a veces pecamos de no sé si de cinismo o de un epicureísmo mal entendido. Ya con el tema de la alimentación, creo que entraríamos en el territorio del realismo mágico. Pero en fin. Entiendo que nosotros somos unos afortunados y que lo ideal sería conseguir que el personal pudiera elegir siempre, incluso cuando ya se ha convencido de que no puede hacerlo.
Buen resto de miércoles.
L.
Amalio Rey
Luis, me resulta muy complicado fijar la frontera entre lo que el entorno nos «empuja» a hacer y lo que podemos decidir por nuestra cuenta. Soy de la opinión de que estamos muy condicionados, terriblemente condicionados. Esto tiene que ver con el «diseño contextual». De hecho, puedes cambiar un montón de comportamientos si modificas los contextos, eso dejando el grado de responsabilidad individual constante. Habrá gente que sabrá sobreponerse y superar esas presiones, pero muchas otras sucumben. Con esto no quiero liberar a las personas de todas sus responsabilidades. No soy de esa cuerda. Pero trato de ser equilibrado. Fíjate, un ejemplo perfecto de este dilema es la famosa crisis de las hipotecas. Es cierto que mucha gente fue algo irresponsable al comprar las viviendas que compró, pero… ¿hubiera pasado eso si los bancos hubieran sido más serios y no hubieran dado las facilidades temerarias que dieron? ¿hasta qué punto las personas fueron las últimas responsables de esas compras, o lo fue el diseño del sistema financiero? Un poco de los dos, pero está claro que el contexto influye o determina mucho.
un saludo
Iván
Hola Amalio. Gran post y complejo debate el que planteas. Lo del consumo responsable puede ser un arma de doble filo y si nos ponemos tajantes en ello nadie lo cumple a menos que viva prácticamente en una cueva. Lo de los chinos hay de todo, pero yo los veo como una escala típica de emigrante que se rompe los cuernos trabajando. La mayor parte de sus hijos no van a trabajar en el bazar ni el restaurante, en la mayor parte de los casos van a tener trabajos cualificados. Lo de la sociedad china y la emigración da para mucho, mira los que emigraron a San Francisco hace 150 años, también señalar su cultura del esfuerzo, y no nos olvidemos de ello,una buena parte viene de su filosofía confuciana y sobre todo sus dotes comerciales, no hay pueblo como ellos en el mundo en eso de comprar y vender. Ha pasado aquí y sigue pasando lo de currar a destajo sin descansar, no olvides que hay bares y restaurantes que también abren a diario. De Amazon, yo tengo muchas cuestiones, pero he de reconocer que me gusta mucho el Kindle y el servicio de atención al cliente que tienen. En mi caso, suelo comprar libros en librerías, pero también en Amazon, sobre todo digitales o cuando el catálogo de Amazon UK me permite comprar libros a un penique. Son temas muy complicados y creo que no es sencillo encontrar el equilibrio. Un abrazo
Amalio Rey
Gracias, Iván. Siento mucho respeto por tu opinión en ambos temas, y sobre todo tu acreditada experiencia por tus constantes viajes a Asia, y a China en particular. Me queda claro que no es nada sencillo encontrar el equilibrio.
Tienes razón en ese elemento que introduces de que es posible que las siguientes generaciones, que ya se hayan «españolizado», adopten otros hábitos, y no sigan esa cultura «obsesiva» por el trabajo. Un abrazo
Iván
Hola Amalio. Creo que estamos inmersos en una época de cambios profundos, de grisis y colores, queramos o no, estamos inmersos en un cambio de época. Muchas veces son los prismas o lugares desde lo que se miren. Hace años, cuando viví en irlanda y Escocia, yo veía normal que un supermercado estuviera abierto los domingos, en España era algo impensable,y al final como yo trabajaba algunos domingos, pues me venía muy bien. También en Asia me he habituado a ver las convenience stores como la cadena 7eleven que están abiertas 24 horas. Como negocio me parecía al principio una locura, pero empecé a ver que era un modelo de negocio que estaba demandado, que al cliente le va bien, y en algunos casos o en muchos, a los propios locales les va de madre, como clientes, peor también a los trabajadores, en no pocos casos son estudiantes como jornada partida. Debemos también ampliar la mira a China y ver que ellos mismos son los que compran mucho más online que nosotros. Te dejo unos ejemplos muy interesantes, Tmall que es de Alibaba o JD.com. Ambos megagrupos chinos son competencia de tiendas y negocios en barrios chinos en la propia China, pero también de supermercados o cadenas físicas.¿Sabes que ha pasado en estos años? es algo muy interesante, y es que en Occidente nos miramos el ombligo demasiado, pero los chinos son mucho más digitales que nosotros. Es increíble ver que han aprovechado el móvil, que están más avanzados en pagos móviles que USA o Europa, que aunque destruyen empleo físico, también crean empleos digitales e incluso han sacado de la pobreza a gente de zonas rurales que han aprovechado el potencial de internet. En los últimos dos o tres años he visto grandes centros comerciales en China que tienen tiendas y locales cerrados, a pesar de estar en zonas muy buenas en dos de las ciudades más importantes del mundo como son Shanghai o Pekín. Lo físico en China a veces sufre y otras no, pero luego hay otro mundo digital que va a toda leche. Hay una cosa interesante de la cultura china, ven todo como en ciclos, dinastias que son buenas y otras malas, nosotros los occidentales lo vemos todo lineal y nos vemos como que somos lo mejor, cuando ellos han creado algunas de las mayores innovaciones de la historia. Creo que nos ha tocado vviir una época compleja y llena de muchas contradiciones, pero a la vez muy interesante: internet, globalización,el resurgir de China , el mundo líquido y complejo donde lo digital y físico se mezclan y confunde muchas veces. Al respecto de que estén obsesionados con el trabajo, no sé si esa es la lectura. Las sociedades confucianas tienen unas formas de ver el mundo diferente a la nuestra, la familia, la educación, el esfuerzo y el respeto a los mayores (y a la autoridad) van parejos a unas dotes comerciales en el caso de los chinos. Si miramos a la emigración en general y a la que lo hace por necesidad con trabajos no cualificados, siempre han sido más currantes que los locales, su capacidad de esfuerzo es mucho mayor, y en una generación muchos de ellos le dan la vuelta a la tortilla, ya que sus descendientes pueden transformar sus realidades a través de la educación. Te invito a rastrear los libros The Chinese Dream y Easternisation 🙂
Amalio Rey
Gracias, Ivan. Muy interesante lo que nos cuentas. Ya sabes que concedo máxima credibilidad a lo que tú cuentas sobre estos temas. Lo has vivido muy de cerca, y me consta que lo has leido mucho. Seguiré tirando de los hilos que me dejas por aquí. Un abrazo
Un amigo
Amalio, asumiendo que un escrito en blog nunca está cerrado y siempre en oportunidad de re-edición estilo wikipedia, permíteme dos sugerencias:
(1) Es más correcto explicar el caso con ‘festivos’ (día con celebración de alguna fiesta) en vez de ‘feriados’ (días con apertura de ferias de atracción y comercios temporales)
(2) También añade un párrafo más, con tu buen estilo crítico constructivo, que explique lo que Amazon (Jeff B. y su equipo) ha pensado a priori sobre el impacto de su negocio en los comercios locales: Amazon se posiciona con algunas de las buenas prácticas ejemplares de Economía de bien común, puesto que permite a los comercios locales que se sumen al canal Amazon para expandir sus fronteras y no perder por quedarse atrás del cambio inevitable del fenómeno de comprar por la red.
No veo completo el análisis si no se incluye eso, porque se puede malentender que Amazon sea un enemigo y no lo es, cuando la formación de valores de su fundador y la cultura de su gran empresa es de las que consideran ética como algo auténtico y real en la práctica mientras otras empresas con RSC se quedan en un papel teórico.
El comercio local que cierra es tonto y tal vez deba cerrar por hacer un bien al barrio. Tal vez quienes cierran, cuando tienen otra oportunidad, además Amazon y agentes locales le dan facilidades para que le ayuden con asistencia por entrar en el cambio de medios para su comercio, y además les introduce en el camino responsable, con indicadores de buena reputación y aprendizaje, porque todo tiende hacia una mejora: mejor hacer, mejor servicio, mejor producto, y mejor calidad de vida, como la ley de la evolución.
Una mejora que pueda aprender Amazon (para otro artículo en tu blog) podría ser la tarea pendiente de dar con una solución al pago justo de los impuestos de las grandes empresas con alcance global. Tienden a ser asesorados por expertos en finanzas para crear una sede en un país donde la ley les permite pagar menos impuestos, siendo injusto para el comercio pequeño que no se puede permitir abrir una sede igual.
Por ejemplo, ¿qué tal proponer un impuesto ético? el que permitiría distribuir proporcionalmente el mismo pago de impuestos de una multinacional a todos los países donde tiene alcance su negocio. Eso no implica desventaja para que la empresa rechace ese cambio, porque pagaría lo mismo (inicialmente), pero distribuido en todos los países. Con el tiempo, esa medida podría generar un hábito cómodo, y así los impuestos podrán ir armonizándose a un equilibrio cada vez más justo en el tiempo.
Amalio Rey
«Un amigo», se está poniendo bueno esto 🙂 Me encanta que comentéis, y más aún cuando tu comentario enriquece, o matiza, el texto.
Lo de «festivo» en vez de «feriado», es correcto. Ya me parecía a mí que el término «feriado» no era el adecuado. Lo indico en el post. Gracias.
En cuanto al segundo punto, tengo muchas dudas. Desconfío, honestamente, de las buenas intenciones de Amazon. Es más, te diré una cosa, cualquier corporación que cotice en bolsa, como es el caso, subordinará todo a mejorar sus beneficios y capitalización. Es así de sencillo y terrible. ¿por qué digo esto? pues porque todo lo que ocurra en el barrio que no contribuya claramente a ese objetivo, irá en contra de la naturaleza capitalista de una corporación como Amazon.
Claro que Amazon ha pensado en el impacto de su negocio en los comercios locales. Faltaba más. Pero «sumarse a su canal» ¿qué significa? ¿seguimos aumentando la concentración? ¿seguimos generando más dependencias? Los negocios locales lo están haciendo, están abriendo canales complementarios de e-commerce, pero eso sigue fagocitando el contacto personal. Amazon sabe que con una alianza así nunca pierde, siempre gana, se expande, al coste que sea. Intenta aplacar las denuncias y resistencias. Es estrategia, pura y dura. No es «buenas prácticas ejemplares de Economía de bien común». Perdoname que no crea en la «ética auténtica» del visionario Jeff. De hecho, Amazon ha sido muy criticada, y con razón, por sus prácticas abusivas en la gestión de su personal. No es demagogia. Son hechos denunciados que ponen en serios aprietos a esa ética.
Otro tema terrible es el de los impuestos, y que tú mismo señalas. Ahí tienes otro ejemplo, muy significativo, de que la RSC se queda también en agua de borrajas cuando el negocio consiste en maximizar la capitalización bursatil. Cuando yo vea a una multinacional de estas pagando los impuestos que le corresponden (esa es la forma más ética de responder socialmente a sus deberes), entonces ya me creo lo de la «ética auténtica». Y, oye, creer que Amazon está mal asesorada, o que paga menos impuestos por ingenuidad, es mucho creer. Es una estrategia deliberada para echar más dólares al zurrón.
La solución que propones no resuelve el problema de fondo. Estas compañías minimizan globalmente los impuestos que pagan, así que la solución no es que redistribuyan lo que pagan, que es ridículamente bajo, sino que paguen mucho más. Yo me conformaría con que paguen, como mínimo, lo que paga el comerciante local.
Gracias por tus comentarios!!!
Un amigo
Gracias por tus dudas y aclaraciones… glacias, glacias !!! Ahora habrá que entrevistar a algún responsable de Amazon y también a alguno de comercios chinos, por aludidos, para que este asunto quede aun más completo… 这里有一些中国人?
Julen
Madre mía, hasta dónde te metes: las tiendas de chinos y Amazon. Una diferencia muy reseñable es que el negocio del chino pasa por gente atendiéndote cara a cara. Amazon, por su parte, hace tiempo que parece haber iniciado la carrera por el mínimo empleo posible.
La compra responsable es cada día más difícil. Necesitamos trazabilidad de los productos y si no disponemos de ella me temo que no es porque tecnológicamente no sería posible, sino porque sencillamente no les interesa que sepamos de dónde viene lo que compramos y cómo se ha fabricado.
Parece que no queda otra que seguir aplicándonos autolimitaciones de conciencia sin saber todavía muy bien cuándo acertamos y cuándo no. Conste que Amazon no lleva buena carrera en cuanto a las condiciones de trabajo que genera a su alrededor.
Amalio Rey
Hola, Julen:
La verdad es que, en mi caso, no veo tan determinante que haya una persona atendiéndome cara a cara. No sé si eso es imprescindible para mí. Lo que yo quiero es personalización, y eso las e-commerce lo consiguen cada vez más. Y si comparamos las tiendas chinas con las demás, creo que en las primeras hay menos «cara-a-cara», menos socialización que las-de-toda-la-vida, por razones culturales obvias. Y si hablamos de empleo, las tiendas chinas se lo comen y se lo guisan, porque su productividad se basa en echar infinitas horas, en lugar de contratar a más gente. Todo queda dentro de la familia. Ya te digo, son mecanismos distintos, pero tienen lógicas sorprendentemente parecidas.
No creo que nuestro problema con la «compra responsable» sea la trazabilidad. Eso cada vez es más fácil de resolver. El lío viene del dilema Ahorro/conveniencia/comodidad vs. Ética/responsabilidad. En cierto modo, ese dilema solapa otro: Corto plazo vs. Largo plazo. Y más al fondo de todo eso está la cultura del consumo capitalista que tenemos metida en vena, y que conste que hablo en 1ra persona. Sentimos tentación por comprar algo, y allá vamos. Pueden estar ahí los datos de trazababilidad, pero preferimos no saber más, si nos gusta mucho una cosa. Pero otra vez lo mismo: castigamos el largo plazo por un capricho a corto. Eso es lo que yo intuyo que estamos haciendo con Amazon y las tiendas chinas.
Julen
La tienda de los chinos pasa sí o sí por una interacción personal. Mayor o menor, pero interacción personal. Mi madre, por ejemplo, siempre pregunta dónde está tal o cual cosa. No entiende ponerse a mirar «porque sí». Ella va a por algo concreto y pregunta. Y luego me cuenta que sí, que le costó entenderse con la chica. Pero ella lo hace como ha hecho siempre.
Amazon (creo) si pudiera nos suprimía a cualquier humano en el proceso, algo que la tienda física no va a poder hacer. De hecho, supongo que ahora mismo, el 99% de las compras en Amazon no implican ningún contacto con un humano, excepto el que distribuye la mercancía… que ya sabemos lo puteado que va. A no ser, claro está, que las recomendaciones de compra (las que proceden de otros usuarios) las consideremos como tales, que también pueden ser. Pero interacción con la parte vendedora, cero. Acepto que ambos modelos no pueden presumir de ser intensivos en empleo, pero la tienda física sigue proporcionando vida de barrio, empleo local. Sí, los chinos del barrio son del barrio 😉
Lo de la trazabilidad es fácil de resolver si se quiere, pero me temo que no quieren. La industria textil, por ejemplo, ¿por qué no ofrece más transparencia respecto a la fabricación de los productos que vende en el primer mundo? Piensa mal y acertarás, Amalio.
Y respecto a la sociedad de hiperconsumo, que diría Lipovetsky, ahí sí que estamos todos pringados hasta las trancas. Ale, seguimos 🙂
Amalio Rey
De acuerdo, Julen, ¿pero qué aporta realmente que un tendero chino te diga que tal producto está en tal estantería? Si hablamos de relación personal, a mí lo que me mola es que haya cercanía, calidez, conexión, complicidad… en fin, eso es lo que yo llamo «relación personal» que me aporta valor. Para que me expliquen dónde está tal producto, mejor lo busco yo mismo, y en ese sentido los buscadores de Internet son estupendos.
Totalmente de acuerdo con tu percepción de que si Amazon pudiera, suprimiría a todos los humanos del proceso. Pero me sigo preguntando si hacen falta humanos en muchos eslabones de la cadena de «vender cosas». En algunos sí, pero en otros no.
Es cierto también lo de la «vida de barrio». Pero mi línea argumental no va de comparar, en ese sentido, las tiendas chinas con Amazon, porque es evidente que las primeras son «más sociales» que el segundo, dado que como bien dices, lo/as chino/as son también vecino/as del barrio. Mi análisis viene de comparar los «comportamientos sociales» (empleo, cercanía, tracción de la cadena de proveedores, calidad de la experiencia, etc.) entre los negocios asiáticos y los locales. Sé que ahí me meto en un berengenal peligroso, que puede servir de excusa para actitudes toxicas, pero siento que es una realidad de la que habría que hablar. En realidad, lo que me preocupa es que ese modelo tan «obsesivo» de trabajar, termine convirtiéndose en el patrón de referencia, como plantea el imaginario de Roig.
La trazabilidad, estoy de acuerdo, tiene mucho que mejorar. Pero fíjate, aunque las empresas fabricantes/comercializadoras no quieran, siempre hay terceras partes que van a poder mejorar eso. De hecho, eso está ocurriendo. Es difícil esconder el origen de los productos. Lo que pasa es que no hay suficientes incentivos para que haya terceras partes que se dediquen más a eso, y la razón básica es que: ¡¡esa información ética no termina de influir tanto en la decisión de compra de los usuarios!! Por eso digo que la clave está ahí. El día que eso influya realmente, veremos a un montón de gente aportando información de trazabilidad… Ale, seguimos 🙂
Víctor Gómez
Interesante reflexión. Sobre el comercio local, o empiezan a unirse para repartir gastos, o a ofrecer un servicio de asistencia único. Ni a precio ni a disponibilidad pueden competir.
Es curioso que digas que las tiendas de los chinos tienen productos más baratos, cuando hay artículos que tienen mucho más caros que el propio El Corte Inglés.
Feliz año!
Amalio Rey
Victor, a mí me parece bastante obvio que en las tiendas de los chinos se adquieren productos más baratos. Ya ni te digo si las comparas con El Corte Ingles. Ni punto de comparación. Feliz año!!