Le sigo, no me sigue. Le gusta pero nunca me RT
POST Nº 639
Twitter es una red social única por varias razones. La más evidente es su límite de caracteres que obliga a la síntesis. Eso la convierte en un lienzo inagotable para el microrrelato. Pero tiene otro atributo de diseño que aprecio especialmente: la no-reciprocidad. A diferencia de Facebook y otras, puedes ser “seguido” sin necesidad de “seguir” y al revés. Esto da mucha libertad y permite gobernar el filtro mucho mejor que las demás.
Esa asimetría hace la curación y el intercambio más eficaz. Puedo entrar en el TL de otros porque ellos me eligen sin verme obligado por eso a abrir el mío. Esto es eficiente y me parece un diseño más sincero que el que impone la reciprocidad. La vida funciona realmente así: yo puedo ser interesante para ciertas personas que no me interesan. Y al revés, morirme de interés por algunas que tienen otras preferencias y para las que soy un número. Faltaba más 🙂
Dicho eso, creo que todavía hay mucha gente que no entiende bien esa lógica asimétrica, ni sabe aprovecharla. Les molesta seguir a gente que no les sigue. De hecho, dejan de hacerlo cuando ven que la relación no es recíproca y están en su derecho, pero creo que así se pierden oportunidades. Me parece una forma demasiado rígida de usar Twitter.
Reconozco que me gustaría que alguna gente que sigo, también lo hiciera conmigo. De los casi 800 que sigo, serán cientos los que no me siguen. Algunos en particular me harían mucha ilusión porque los aprecio o admiro y sería un subidón ver que abren su TL a mis tuits. Podría citar un ramillete de nombres que despiertan en mí esas expectativas pero obviamente no voy a hacerlo. Tienen todo el derecho a que respete sus elecciones.
Lo que sí tengo claro es que no voy a perdérmelos por eso. Si los sigo es porque me interesa lo que publican o lo que hacen, así que eso es suficiente. Suelen ser personas que “curan” bien y aplican filtros en los que confío. Seguirlos me ahorra tiempo para llegar a contenidos de calidad. Con esas ventajas, ¿para qué exigir más? ¿qué más da? Si no me siguen, sus razones tendrán. Están en su derecho de valorar menos mi TL de lo que yo valoro el suyo. Por otra parte, es una cuestión de coherencia. Si resulta que a mí me sigue gente que yo no sigo, ¿por qué me va a molestar que el no-seguido sea yo? Que no demos el nivel no debería frustrarnos. Ni siquiera sabemos qué criterios adoptan esas personas para elegir a quienes siguen.
Un tema relacionado en parte con eso -el de las emociones que generan los comportamientos en Twitter- es esa gente que pulsa mucho los corazoncitos de “me gusta” pero que nunca nos RT. Confieso que tengo un sentimiento ambivalente con eso. A veces me he visto rumiándome, en plan reproche, de que son pocos generosos. También que hay cierto narcicismo o tiquismiquismo reputacional en alguna gente que solo abre su TL a firmas con marca.
En fin, no sé, debería alegrarme siempre de recibir un “me gusta” porque eso significa que al menos alguien me ha prestado atención, pero a veces me queda el regustillo -eso me pasa más con ciertas personas en particular- de que lo hacen por puro trámite.
Yo nunca uso el “me gusta” para reconocer un contenido de calidad. Si me parece bueno, lo RT directamente, porque… ¿para qué quedarme a medias? Solo pulso el corazoncito para hacer feedback a alguien que me ha citado y quiero que sepa que se lo agradezco. En realidad, a mí me encanta RT siempre que puedo, y con comentarios que pongan en valor ese contenido para que lo visiten más. Implica más trabajo que pulsar un corazoncito y de esa manera uno expone más su casa al escrutinio de los demás, pero es lo menos que se puede hacer con contenidos de calidad que merecen ser compartidos.
Ah, otra manía. Jamás RT mis propios tuits cuando alguien los comparte con comentarios. Me da muchísimo pudor retuitearme a mí mismo, por muchas ganas que tenga de que se sepa que me han RT. Tampoco critico a nadie que lo haga.
Por cierto, la única vez por la que he dejado de seguir a alguien teniendo en consideración a quiénes sigue es una persona que tenía cero seguidos. Que no escuche ni lea a nadie y solo esté ahí para contar lo suyo -porque ese es el mensaje tácito de un perfil así- me parece demasiado onanista. Tendría que ser demasiado bueno para seguir a un altavoz sordo.
NOTA: La imagen es de Geralt en Pixabay. Si te ha gustado el post, puedes suscribirte para recibir en tu buzón las siguientes entradas de este blog. Para eso solo tienes que introducir tu dirección de correo electrónico en el recuadro de suscríbete a este blog” que aparece en la columna derecha de esta página. También puedes seguirme por Twitter o visitar mi otro blog: Blog de Inteligencia Colectiva
Julen
Yo creo que, al final, no puedes seguir realmente a mucha gente. A la fuerza tiene que ser un número de personas muy reducido. Lo que pasa es que vivimos en tiempos de cantidad, aunque sea en plan nicho. En nuestro nicho también se valora la cantidad. Y esa “minicantidad” se sigue rigiendo por leyes ajenas a la lógica de la dimensión social entre humanos. La tecnología nos lanza a un universo de gigantismo en el que no podemos vivir “de verdad”. Si pasamos demasiado tiempo pendientes de los demás vamos a sufrir. Nunca nos va a dar la vida. Sea con me gustas o con RT el caso es que nos hacen sentir la “obligación” de reciprocidad. No creo que sea buen camino caer en esa trampa.
Jimmy Olano
Muy buen artículo pero vd. dejó por fuera las listas: no solo es el número de seguidores (pienso que eso es lo de menos) ¿en cuántas listas estás incluido o incluida? Creo que es más importante que la “seguidera” porque con listas tenemos _infinitas_ líneas de tiempo o “timelines”. Digo.