Un año loco que obliga a tener un plan
POST Nº 644
El 15 de septiembre escribí mi última entrada en esta casa. Eso quiere decir que este blog lleva más de tres meses en dique seco. Lo de suspenderlo temporalmente fue una decisión deliberada que no quise anunciar, ni explicar -como sí he hecho en otras ocasiones- porque no sabía cuánto duraría.
Regreso con mi entrada Nº644 para despedir el año y, mientras hago un balance disperso de lo que ha sido, avivar esta paradoja: al revés de lo que muchos pregonan, la incertidumbre vivida en 2020 nos obliga más que nunca a tener un plan para 2021. Hace tiempo aprendí que a más vagas e indeterminadas son nuestras elecciones, más vulnerables nos volvemos a los caprichos del entorno. Y para que eso no ocurra, en vez de confiarlo todo a lo que venga de fuera, se necesita tiempo para frenar, buscar dentro, pensar y tomar decisiones. Hay cosas que se entienden solo cuando se toma distancia porque muchos de nosotros estamos metidos en una rueda de hámster sin saberlo 🙂
Parón bloguero y el libro que viene
Volviendo a mi parón bloguero, el motivo fue evitar cualquier distracción y centrarme en una única cosa, en mi gran objetivo, que es terminar mi libro. Sentía que 2020, con el tsunami de la Covid, era mi última oportunidad para culminar un proyecto de investigación que se ha alargado la friolera de diez años. Si no era ahora, no sería nunca. Y aunque este blog ya está integrado en mis rutinas habituales, y es algo que disfruto, escribir posts me ocupa tiempo. Sé que me distraigo bastante en la búsqueda de contenidos y, también, en redactarlos. Por eso decidí echar a un lado todo lo que pudiera dispersarme y dedicar estos últimos meses de forma exclusiva a dar pico y pala en el libro.
Algo que lo cambió todo fue encontrar una editora estupenda, súper competente, que además de ayudarme a mejorar la voz ensayística de la obra, me motiva a pautar las entregas porque trabajamos muy bien en equipo y eso me hace sentir menos solo. Íbamos a buen ritmo para terminar el texto en diciembre pero ella tuvo un percance personal y tuvimos que posponer el objetivo un mes más. Por mi parte está todo escrito (menos la introducción) así que, si no ocurre nada raro, tendré el manuscrito completo en enero. Después, a buscar editorial, pero es algo que me preocupa bastante menos. Lo que yo quería es estar satisfecho con el texto, que me guste, y puedo decir que así está siendo. Terminar un proyecto de diez años sintiendo que he conseguido algo útil y de calidad -al margen de que el libro se venda o no- es algo que me hace muy feliz.
Aun así, el año Covid ha sido, con perdón, una mierda integral. No se me ocurre que haya sacado nada bueno de él -profesionalmente hablando- más allá de la larga ventana de aislamiento que me abrió la Pandemia para poder terminar el manuscrito. No es poca cosa, pero a un coste demasiado elevado en otros órdenes de la vida y para mucha gente.
Dice David Weinberger que los libros son un fetiche, que los hemos idealizado, porque publicar uno da una agradable sensación de logro. Yo, después de un parto tan largo, siento que es así, y también que me ha servido de pretexto para crecer y aprender mucho. No sólo sobre el tema que trata: inteligencia colectiva, sino también a contar historias. He podido constatar que no tiene nada que ver escribir posts en un blog con producir un ensayo largo como el que pretendo publicar. Esto último necesita una consistencia, mantener un hilo coherente y un empaque conceptual, que cuesta un horror coser a lo largo del tiempo.
Al ser una investigación con un trabajo de campo en el que han participado unas 110 personas, y en la que puedo decir sin exagerar que me he leído más de 500 papers, se asemeja como mínimo a los rigores de una Tesis Doctoral pero con el imperativo añadido de tener que mimar la fluidez del relato para que el texto sea ameno de leer para una persona corriente. Encontrar un balance adecuado entre rigor formal y alegría narrativa ha sido un reto bestial para mí. También la posibilidad de ordenar mi pensamiento y construir una metodología que intuyo novedosa para este campo de conocimiento. Ya veremos, en todo caso, si los lectores piensan lo mismo 🙂
Bajonazo profesional
Mientras eso ocurría, siento que en los dos últimos años mi proyección profesional se ha encogido bastante. Mi presencia en la conversación significativa que se da en Internet ha decaído ostensiblemente respecto de períodos anteriores. También mi capacidad para captar nuevos clientes. Lo sé no solo por lo que dice mi intuición, sino porque los datos de alcance en redes sociales y de este blog lo indican claramente.
Las razones de este bajonazo se explican, creo yo, por una combinación de varios efectos. Desde lo “encerrado” que he estado trabajando en mi libro, que casi se convirtió en una obsesión (y en el proyecto financiero más ruinoso, con diferencia, de mi carrera), a un cambio brusco en mi vida personal que consumió muchos reajustes y también, todo hay que decirlo, a una cierta pereza de mover la actividad comercial por tener unos pocos clientes con los que me sentía muy cómodo. Esto se traduce en una caída brusca -Covid mediante- de mi facturación que, aunque no llega a ser grave, atormenta lo suficiente mi autoestima para querer cambiar de registro en 2021. Siento que reconocerme en esa nueva vulnerabilidad me está sirviendo de estímulo para ponerme las pilas. Y para eso, tengo un plan.
Tú surfea, que yo tengo un plan
Ya he dicho muchas veces que no me creo ese cuento postpandémico de que debemos vivir estupendos en la incertidumbre, surfeando y surfeando, a verlas venir. Definitivamente no compro el rollito ese del VUCA-para-todo. Yo apuesto cada vez más por lo contrario: fijarme un plan, trazar un camino y unos objetivos. Claro que puede sobrevenirme un cisne negro como el Covid (¿otra vez? ¿tan seguido?) y también que podría palmarla, pero yo voy a gestionar como hay que gestionar lo gestionable: por probabilidades. Los Covid y los accidentes son eso: la excepción que confirma la regla, y me parece absurdo diseñar mi vida en torno a la excepción.
A más ruido y turbulencias, más me apetece fijar la atención en puntos fijos, y eso es lo que estoy haciendo porque siento que la cámara de eco en la que estamos metidos ha pasado de subrepresentar la incertidumbre a sobrerrepresentarla, y hay muchos negocios e intereses en torno a ese relato. Por eso, repito: ¡¡tengo un plan!!
De momento cuento con lo que buenamente tengo: salud y un colchón financiero para aguantar un tiempo facturando poco. Eso me da libertad para ser creativo y arriesgar. No hay plan B, ni C, que debilite el A. Estoy probando cosas pasa afinarlo, pero todo parece encajar. Arranco en enero con un “plan de contenidos” ambicioso (que vitaminiza este blog), un libro por publicar y una trilogía de ensayos que viene después, y que pienso escribir en un período corto de tiempo. Estoy a punto de terminar una larga reflexión que hice sobre la propuesta de valor que ofrece mi actividad de consultoría para refrescarla y dotarla de un vigor renovado, que apunta a un mayor foco y especialización. También avanzo en el diseño de un plan de entrenamiento en herramientas y aplicaciones digitales porque siento que en esto me he quedado un poco obsoleto. Soy optimista, aprendo rápido, y espero que se note 🙂
Algo que celebrar: se fue el repugnante
Cambiando totalmente de tercio en este no-repaso anual, quiero dedicar un breve comentario a la que es la única noticia buena que tuvimos este año en política internacional. Donald Trump, el presidente de una gran potencia más repugnante que se ha visto en mucho tiempo, es por fin un perdedor, y (parece que) deja la presidencia. Con él se eternizó una pesadilla que hizo al mundo bastante peor, replicando su política de crío odioso y resentido en tantas versiones nacionales como pudo, incluida -de forma destacada- la de nuestro país. Comento esto desde un optimismo prudente. Se va él, pero no el Trumpismo. De hecho, lo que más asusta es la crispación galopante que se ha instalado en la política institucional española. El riesgo de colapso es evidente. La mediocridad democrática es tal que uno teme al efecto-péndulo. Ya veremos.
Hábitos saludables
Por terminar este balance tan disperso con una nota positiva y muy personal, este año ha sido bueno para mí desde el punto de vista de la práctica deportiva y la mejora de mi forma física. Convertí en rutina mis carreras casi diarias por el Paseo Marítimo y esa especie de juego que me he inventado de mejorar mis tiempos como aliciente. Lo que más valoro es haber conseguido que se convierta en un hábito, en que salir a correr sea un ritual que se active de forma automática. Es mi propio cuerpo el que lo pide –el mono de las endorfinas- bloqueando así cualquier pataleo mental de procrastinación.
En noviembre añadí una capa más a mi estrategia de mejora del tono físico y empecé a trabajar con una entrenadora personal -gracias, Hanna-, tres días a la semana, para fortalecer el tren superior, que lo tenía descuidado. Nunca me han gustado los gimnasios, ni las pesas, pero me veo asistiendo con una disciplina férrea -que me resulta extraña- a todas las sesiones. Aun así, mi hijo más pequeño me dijo el otro día que tenía los brazos tan delgados como unos espaguetis 🙂 Cuento esto porque, otra vez, demuestra que de un plan pueden aflorar buenos hábitos en vez de dejarse llevar por el contexto tan poco estimulante en que vivimos.
¡¡Que tengas un buen 2021!!
Aprovecho para desearte un 2021 con buena salud, con todo el amor al que puedas arrimarte y con una economía que, como mínimo, te permita sobrellevar esta maldita crisis hasta que lleguen tiempos mejores.
Ya estoy de vuelta, así que nos seguiremos viendo, si tú quieres…
NOTA: La imagen es del álbum de Tama66 en Pixabay.com. Si te ha gustado el post, puedes suscribirte para recibir en tu buzón las siguientes entradas de este blog. Para eso solo tienes que introducir tu dirección de correo electrónico en el recuadro de suscríbete a este blog” que aparece en la columna derecha de esta página. También puedes seguirme por Twitter o visitar mi otro blog: Blog de Inteligencia Colectiva
Juanjo Brizuela Aguayo
Qué bueno poder volver a leerte por aquí y qué bueno saber que este es el Amalio QUE ME GUSTA: el inquieto, el de las ideas, el que prueba, y el que tiene un objetivo en su cabeza para ir a por él. El libro es el mejor ejercicio que has realizado para entrenarte para el Plan A.
Compro también lo de VUCA, me parecía cierto, tan cierto como que se lo cepilló la COVID. Y no me vale tampoco que sea algo como “¿veis, esto es VUCA?”.
Estaremos en contacto, quiero decir, quiero estar más en contacto. Quiero que me patees mis neuronas.
Abrazote y a por el 2021, querido Amalio.
Amalio Rey
Gracias, Juanjo. Siempre me alegra verte por aquí. También tus llamadas por teléfono, my friend.
Seguiremos en contacto, como siempre. Espero que 2021 nos sonría, y podamos hacer más cosas juntos.
¡¡un gran abrazo!!
Gonzalo Martín
Estoy de acuerdo con Weinberger y contigo a la vez.
Amalio Rey
Que estés de acuerdo con Weinberger es más fácil. Que lo estés conmigo, ya tiene mérito 🙂
Gonzalo Martín
Estamos más de acuerdo de lo que las apariencias demuestran. Mejor, sugieren.
RUBERTI4448
Thank you!!1
Jesus M
Hola Amalio, te echábamos de menos!!
La claridad y la sinceridad con la que escribes no es frecuente. Me encanta que vuelvas.
Me alegra que ya tengas a punto el libro. Cada vez que leo algo sobre inteligencia colectiva inmediatamente se me viene a la cabeza Amalio Rey… antes de publicarlo ya te has asociado a ella. Estaremos pendientes de la publicación.
Tu post me ha servido también para animarme a explicar porque deje el mio en mayo.
Un gran abrazo y tendrás un 2021 esplendoroso
Amalio Rey
Hola, Jesús: Gracias por tus palabras. A ver si podemos publicar el libro en 2021, y se pueda presentar en distintos sitios. Hemos hecho algunas cosas juntos en este tema, y sabes todo lo que me ilusiona hablar de ello. A ver si nos cuentas las razones de por qué has dejado tu blog, que espero sea una decisión temporal. Tu blog es de nicho, muy especializado, y aporta mucho valor. Un abrazo fuerte!!
Jorge Martínez
Gracias Amalio ¡¡
Yo creo que hay que haber pergeñado un plan, pensado ….y cambiarlo si hace falta.
Esperamos tu libro, quizás, inteligencia y colectiva resulte redundante. Ya nos diras.
Un cordial saludo y que efectivamente este año 2020 que finaliza sea una excepción
Amalio Rey
Hola, Jorge: De acuerdo, pero la clave de hacerlo bien, esa “línea delgada”, está en cómo gestionamos esto que dices: “cambiarlo si hace falta”. Un plan se hace para mantenerlo, y no cambiarlo a la primera señal que nos parece que conviene cambiarlo, porque vamos a recibir montones de esas. El entorno emite muchas señales cortoplacistas que invitan a “surfear”. La calidad de un plan es saber distinguir qué hay que mantener a pesar de esas señales porque mantienes la mirada a un punto en el horizonte, que sabes que tardarás en llegar a él. Esa tensión no es nada fácil de gestionar. Aquí lo cuento: https://www.amaliorey.com/2019/11/23/el-dilema-paradojico-de-la-llamada-agilidad-estrategica/
luis
Amalio: Que placer leerte de nuevo, te hemos echado de menos. Estoy muy de acuerdo contigo en la estratégica elegida: Enfocarse es una buenísima manera de sacar proyectos adelante. Yo personalmente, voy a ir pensando en alguna forma de lectura colectiva para hacerle los honores, Mientras tanto, un buen 2021.
Amalio Rey
Hola, Luis: Es curioso, pero cada vez que leo “te hemos echado de menos” me viene a la cabeza un pensamiento que ha aparecido todas las veces que me he dado un impasse en este blog, dejando de publicar posts unos meses. Y es: ¿por qué no me lo dicen? Lo comento porque en estos períodos de parón, no es nada habitual que la gente me escriba preguntándome si me pasa algo, o queriendo saber por qué no publico mis posts. Eso me ha enseñado a ser muy humilde con las expectativas que me hago sobre lo que escribo. Está claro que hay mucho contenido publicado en Internet, y demasiado que leer, para que alguien me eche de verdad en falta. Somos totalmente prescindibles. Y esa es la razón de por qué es tan bueno escribir para disfrutar, y no para las audiencias. Motivarse por uno mismo. Me gusta lo de la “lectura colectiva”. Ya nos contarás. Feliz 2021
Paola
Hola Amalio! excelente post como siempre! Genial lo del libro, lo vamos a estar esperando con los brazos abiertos.
Gracias por todos los post de este año porque, gracias a la pandemia, pude leerte mas y con mas tranquilidad.
Lo mejor para el 2021, y con un buen plan, me encantó.
Amalio Rey
Hola, Paola!!! A ver cuándo puedo anunciar que el libro se ha publicado. ¡¡qué ganas!! Prepárate que arranco 2021 fuerte, con bastantes publicaciones. Cuídate!!
Gonza Tube
Papá, me ha llegado una notificación de tu publicación, lo estás haciendo genial!
Jaja.
Amalio Rey
Gracias, hijo mío. Sabes lo que disfruto viéndote comentar en mi blog. Además de lo simpático que me parece, siento que ya estas entrenando habilidades, como siempre hablamos. Un beso, Gonzi!!!
Alfonso
Hola, Amalio.
Curioso, la semana pasada me preguntaba por ti, te echaba de menos, cierto. Ha sido siempre, es, una satisfacción leer tus artículos. Nunca decepcionan, y, también curioso, suelo compartir bastante de lo que expones, y no menos aprendo, como cada día.
El de hoy me complace y satisface por conocer que vas a seguir con tu quasi tarea de contar historias de personas, de empresa… la tuya propia. Lo del libro, genial, a la espera estoy. Fuerza, salud y amor que no falte en los objetivos tuyos, de todos nosotros. Un abrazo
Amalio Rey
Gracias, Alfonso, por leerme y compartir mis escritos. Es un placer saber que sirven para algo, además de “para comprender” y conversar conmigo mismo. Un abrazo
ratonlab
Hola Amalio
Como diría Marx (Groucho): este año no ha sido del todo inútil, todavía sirve de mal ejemplo.
Puede que la innovación ciudadana haya bajado un poco, pero la innovación vecinal se ha desarrollado dejando en vergüenza a la Administración. Vaya lo uno por lo otro.
Un abrazo
Amalio Rey
Hola!! De acuerdo, siempre podemos extraer cosas positivas de tanta m… Esa es una actitud que hay que entrenar. Un abrazo
Julen
Yo creo que quienes te leemos ya sabíamos que el libro andaría de por medio cuando veíamos que no escribías aquí. Me alegro muchísimo de que hayas sido capaz de darle ese empujón definitivo. Estoy convencido de que el “mercado” será capaz de reconocerlo.
Sueles comparar tu parto con el de una tesis doctoral y seguro que hay un gran paralelismo. Quizá la gran diferencia esté en que el plano académico requiere una dirección de tesis que, para bien o para mal, contribuye a establecer un rumbo. Además, hay unos cursos de metodología de investigación que no vienen mal. Hacer algo parecido “a pelo”, como lo has hecho tú, tiene mucho mérito. Persistir en el esfuerzo es, creo, lo que más cuesta. Yo ya pasé por un fracaso antes de acertar a la segunda.
Respecto a los planes para 2021, qué quieres que te diga. A lo mejor te puede sonar un poco frívolo, pero acepto tus principios y los contrarios. Acepto tu necesidad de compromiso contigo mismo y acepto una postura más relajada. Mientras sean auténticas, no hay problema. Necesitamos cabezotas (con todo mi respeto a esa expresión) y gente capaz de surfear. En la diferencia está el gusto. Si es lo que crees que necesitas, perfecto, Amalio. Solo queda decirte que ánimo y que si podemos ayudar en algo, por aquí andamos. De una u otra forma, hay hábitos que vamos a seguir manteniendo: la lectura, la crítica, la escritura, el ejercicio físico… Que sea para bien, que diría mi madre. Eso sí, sin dramatismos, sabiendo encontrar el justo compromiso entre la tensión por el logro y el placer de disfrutar “porque sí”.
Como este mundo es pequeño, seguiremos compartiendo camino, ya lo sabes. Pues eso, te deseo lo mejor para el nuevo año, que te venga bonito, compadre 😉
Amalio Rey
Gracias, Julen, por tus palabras. Cuando pienso en la similitud de la experiencia de mi libro con una tesis doctoral, siempre me acuerdo de ti. Está claro que hay libros que son más de investigación que otros y en esa medida el paralelismo es más o menos fuerte. En mi caso, he tenido que ser muy riguroso (académicamente hablando) en todo, porque es eso lo que quería aportar de nuevo al tema. Por otra parte, ya sabes que yo “cojeo” de eso, y que me veo más como un (intelectual) investigador que como un consultor, aunque lo segundo me haya enriquecido tanto. Han sido ¡¡10 años!! con este proyecto. Son demasiados. La razón es que tuve muchas dudas con las hipótesis que pretendía desarrollar. No lo tenía nada claro, y me costaba defender ideas en las que no creía. Pero el motivo principal era que tenía que parar, y dedicar tiempo a pensar a partir del material recopilado. Seguía buscando y capturando material, pero no me ponía de verdad a pensar, a crear mi propia teoría. Por fin conseguí hacerlo este año, y en parte se lo tengo que “agradecer” a la Covid que me “regaló” esa ventana de aislamiento.
Lo que dices de los planes. De acuerdo con que cada cual haga lo que más cómodos les hace sentir. Pero, OJO: 1) se nos vende mucho “surfeo” exitoso que tiene detrás bastante de estrategia, foco y pensamiento deliberado (me molesta mucho esa retórica hipócrita) 2) si adoptamos una postura “más relajada”, no nos quejemos después de que las marejadas nos han llevado a un sitio al que no queríamos ir (mucho quejica que externaliza las culpas de lo mal que le van las cosas y sigue aplaudiendo el surfeo), 3) no todo el mundo tiene habilidades para “surfear”… de hecho, creo que es más difícil surfear bien (insisto, hacerlo bien!!), que elegir un foco y repetirse en él, 4) Por lo anterior, es clave practicar el autoconocimiento, para saber cómo somos y qué escenario nos conviene más, 5) No creo, repito, no creo… en el surfeo puro, a menos que tengas mucha, mucha, buena suerte… y vengas con el pan bajo el brazo.
Gracias, Julen, sabes que siempre te consulto cosas… ¡¡feliz 2021, compadre!!
Jaír Amores Laporta
Buenas Amalio! Aquí Jaír, de EfectiVida.
Bienvenido de nuevo. Siempre es un placer leerte. En particular, me ha llamado la atención lo que has dicho sobre los entornos VUCA. Tengo un artículo en la cocina sobre el tema. A veces pienso que hay un límite muy fino entre someterse a las situaciones externas y simplemente reaccionar, a querer tomar las riendas de tu vida y ser más fuerte del entorno. Obvio que hay que adaptarse. Como decía un cuñado mío, o te aclimatas o te aclimueres. Pero usar un entorno variable para no planificar me parece un error.
Veremos qué tal el 2021…
Un saludo desde las Canarias!
Amalio Rey
Hola, Jair: Un placer también verte por aquí. Me gusta leerte. Ese “límite muy fino” se está haciendo cada vez más ambiguo, y por eso insisto en dedicar tiempo a tener las cosas más claras, y para eso hay que esforzarse en pensar bien. Un saludo!!