¿Íntegros y honestos como política de empresa? (post-13)
Ya he escrito otras veces sobre este tema pero es algo recurrente en mis apuntes porque me apasiona todo lo que tiene que ver con la coherencia y la integridad.
Hablo, ni más ni menos que, de ser auténticos en todo lo que hacemos, empezando con las personas que trabajan en nuestra organización y terminando con los usuarios y clientes.
Me gustaría retomar una frase de un alto directivo de Hewlett-Packard que reivindicaba al “ser humano como un fin, no como un medio“. Pues bien, me pregunto si en las empresas comprendemos realmente lo que eso significa.
A la sazón rescaté de mi hemeroteca personal un conocido artículo de John Kay publicado por HARVARD-DEUSTO Business Review en el año 1998 que se titula “La honradez no es simplemente una política de empresa“.
En él se trata de explicar la enorme diferencia que existe entre la honestidad e integridad empresarial como una característica genuina y esencial de una organización, y aquella practicada como una mera política con fines utilitarios.
El artículo explica cómo los empleados y clientes reaccionan de un modo muy distinto si la empresa se preocupa por sus intereses de un modo auténtico a si lo hace de forma instrumental.
Las organizaciones con más éxito empresarial son precisamente las que comprenden que los objetivos financieros no pueden estar por encima de las personas, y se centran en tratar bien a su gente (empleados y clientes) de un modo genuino.
Estamos hablando, ni más ni menos que de una adecuada gestión por principios: “trata bien a tus empleados y clientes porque es lo correcto, porque es tu deber y porque es así como te gustaría que te trataran a ti”.
Los que actúan así, por convicción, saben que el dinero vendrá, pero que no está en el centro de lo que hacen, ¡¡porque en el centro están los principios!!
El citado artículo lo explica con claridad y cito: “Existe una diferencia fundamental entre decir ‘me preocupo por usted porque sí,’ a ‘me preocupo por usted porque me parece interesante“.
Por lo tanto, el fondo de la cuestión no está en convencer a los empresarios de que ser íntegros y honrados conviene porque se traduce en negocios más rentables (entonces seguiríamos hablando de “políticas“), sino que deben serlo incluso cuando actuar así pueda castigar, en circunstancias puntuales, la rentabilidad.
Cuidado, no estoy diciendo que las empresas deben funcionar como ONGs, y descuidar la rentabilidad.
Lo que digo es que necesitamos empresarios más pacientes con los vaivenes del mercado, más comprometidos con sus trabajadores y sobre todo, más empáticos e íntegros en sus decisiones.
Como he comentado en un artículo de la web de emotools, no deja de sorprenderme la falsedad que rodea a veces a las llamadas políticas de gestión de los RRHH.
Por ejemplo, cuando leo en las revistas de negocio artículos sobre “cómo motivar a los empleados” o “cómo hacer felices a los empleados“, en los que se plantea el problema en términos de convencer a los trabajadores de que la empresa los quiere mucho para que sean más productivos.
La prensa económica y los expertos en recursos humanos nos recomiendan ideas como estas: “el sentimiento corporativo se está convirtiendo en un arma muy utilizada para fidelizar y retener al personal“. Por ejemplo, la organización de cenas, competiciones y actos sociales son una muestra de ello. Se trata de que el trabajador perciba que “comparte unos valores, entendidos en términos de productividad“.
Otro autor nos recomienda lo siguiente: “La solución (a la tristeza de los trabajadores) vendría con un estilo de dirección donde se trabajase el sentimiento (SIC), por eso es necesario que en las empresas exista el rol y puesto directivo de Responsable de Sentimiento Corporativo (RSC)”¡¡por favor, estamos locos!!
Pienso todo lo contrario, abogo porque los gestos de motivación y de respeto al personal sean auténticos y coherentes en todas sus dimensiones. No me cansaré de repetir que al trabajador hay que respetarlo y motivarlo no “para” aumentar la productividad sino porque es la única forma correcta de dirigir personas.
Obviamente, una política genuina de gestión de personas que ponga al individuo en el centro, no puede implementarse con directivos que no predican con el ejemplo. Algunos aceptan el reto y, después de algunos cursos de formación, copian la fórmula y la implantan por moda… pero sin creer en ella.
Resultado, ¡un fracaso! Nadie cree en lo que venden y se genera una dinámica hipócrita en la que jefes y empleados se utilizan mientras pueden.
Después tenemos a los mismos directivos quejándose de la supuesta infidelidad de un trabajador, que ha decidido irse al competidor olvidando “todo lo que la empresa ha hecho por él“.
¿Pero qué esperaba? Ante un trato meramente mercantil, no cabe esperar otra cosa que una respuesta también mercantil.
Moraleja: la gente no es tonta y sabe darse cuenta cuando el discurso es artificial.
Los empleados son capaces de discernir entre el discurso utilitario y el realmente sentido. Ante el primero, entran en el juego y se dejan querer, pero con la lógica prudencia del que desconfía. Ante el segundo, se ilusionan y participan casi incondicionalmente.
Para terminar, invito a los directivos que lean esto a que se pregunten en qué medida creen realmente en su plantilla, y si son sinceros en sus propuestas. Los invito a que descarten el camino de las políticas sin corazón, y apuesten con todas las consecuencias por acercarse a su gente con empatía y autenticidad.
Si se hace así, y se hace bien, estoy convencido que también habrá rentabilidad. Y si no la hay, el problema NO debe achacarse a cómo tratan a sus trabajadores, sino que ha de buscarse en otras parcelas de gestión.
Anonimo
Que risa me a dado al leerlo
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Eduardo Can
Pues es claro que los empleados trabajaran mas y mejor si se les toma en cuenta, si se les valora su trabajo y si ademas se les dan incentivos adicionales.
Al menos yo trabajaria mejor y pondria todo de mi.
angie
que aburrido
EL SALMÓN
Buenas Amalio;
Coincido totalmente con tu planteamiento, si bien me gustaría puntualizar algo.
Creo que tratar bien a tu gente es clave para que den lo mejor de sí, pero coincido contigo en que a tu equipo no le debes tratar bien para que sean más productivos. Les debes tratar bien porque es lo humanamente correcto, al igual que ellos te tratan bien a ti por el mismo motivo. Aparte de esto, ellos deben dar lo mejor de si mismos en su trabajo porque es lo deontológicamente correcto. De igual manera, yo procuro retribuirles de manera justa, y que tengan un horario que les permita compaginar el trabajo con la vida personal (Mis empleados trabajan uno de 8:00 a 14:00 y el otro de 8:00 a 16:30, al más puro estilo germánico).
Yo creo que hasta aquí no hay política de incentivos ninguna, es pura ética personal y deontología profesional.
La política de incentivos creo que empieza, por ejemplo, cuando un empleado hace frente a un momento de fuerte acumulación de trabajo poniendo sobre el tapete parte de su tiempo libre, cuando se implica en sus labores de una manera personal. Es ahí cuando uno tiene que pagar con la misma moneda, dando algo extraordinario, a cambio de algo extraordinario que te están dando.
También es política de incentivos hacer el trabajo más ameno en la medida de lo posible, o incluir formación a las actividades de la empresa, de forma que la persona se lo pase bien, perciba que está creciendo profesionalmente etc…
No obstante, siento que estas cosas que en empresas pequeñas como las nuestras son organizables aplicando simplemente el sentido común y los propios valores, deben de ser muy difíciles de organizar en las grandes empresas… Todo se hace más complejo cuando crece su escala.
En el fondo, creo que lo que nosotros hacemos no es “política de incentivos” sino “ética de incentivos” por la escala de la que hablamos. La política no es más que la ética de un conjunto de individuos, pero si ser éticamente coherente ya es complicado, ser POLITICAMENTE COHERENTE, con mayúsculas, ni me lo quiero imaginar…
Un saludo
RiverDD
Creo haber escuchado que cada vez más, sobre todo en empresas de base tecnológica (EBT), donde la persona es el continente del conocimiento (el principal activo de estas empresas) se habla de Gestión de Personal en lugar de Gestión de Recursos Humanos.
Supongo que tiene que ver con la una forma de tratar al personal. En una empresa industrial, las personas cumplen una labor monótona y repetitiva. Son, al fin y al cabo, parte de una maquinaria y simplemente tienen que realizar una tarea (por ejemplo envolver productos). En este contexto la situación personal del empleado importa muy poco, sólo tiene que envolver 1.000 productos al día.
En una EBT el personal debe ser mucho más proactivo, inventivo, colaborativo, creativo, debe reflexionar, crear soluciones, … Si una persona no se encuentra anímicamente bien, ésto le resultará muy complicado. Es por ello que las nuevas políticas tienden a tener y mantener “personas sanas” (entendido en un contexto amplio, física y mentalmente) que sean más productivas, que a la vez redundará en un clima positivo y más productivo. Trabajar en un buen entorno aumentará la productividad.
Creo que la responsabilidad del departamento de Gestión de Personal debe ser crear un buen clima de trabajo, escuchar las necesidades de los empleados e intentar cubrirlas y sobre todo “tratar a las personas como personas y no como recursos”.
Personalmente añadiría a este post una idea más. No sólo hay que ser íntegros y honestos, tendríamos que ser transparentes tanto a nivel interno como a nivel externo, y de esta forma conseguir que la integridad y la honestidad se convirtiesen también en parte de la imagen de la empresa.
Muy buen post. Abriendo los ojos a los empresarios. Esperemos que la idea cale y poco a poco veamos como mejoran las políticas de Gestión de Personal en las empresas del PTA.
Un saludo