Mi empresa ideal… (post- 74)

Estos días son oníricos. Me reencuentro con la playa y la llegada del buen tiempo. Málaga apetece y entusiasma.
Semejante panorama agita los sentidos, y de todos ellos, el primero es la imaginación.
Así que el otro día me vi haciéndome una truculenta pregunta: ¿Cómo sería mi empresa ideal? ¿Cómo querría que fuera ese lugar al que dedico tanto tiempo de mi vida?
OK, precisaré la pregunta. No pretendía saber cuál sería «mi trabajo ideal», porque terminaría recitando lo de siempre: escribir-frente-al-mar-viajando-por-el-mundo, etc., etc. Lo que yo quería definir era el modelo de empresa que constituye mi ideal.
A ver, Amalio, hagamos la lista para los Reyes, me dije; así que manos a la obra. Como cada uno tiene su patrón (imperfecto) de perfección y el mío es uno más, aquí lo ventilo por si se da la casualidad de que coincidimos (o disentimos) en algunos puntos. Es, por lo tanto, un juego al que te invito a participar:
1. Empresa con sentido: No quiero una empresa creada «solo» para ganar dinero. Me aburren soberanamente. Siempre lo digo: ¿qué sentido tienen las empresas sin sentido? Quiero hacer lo que me gusta, y el dinero vendrá después. Siento fastidio cuando insinúan que no hay otro modo de medir el «éxito» de una empresa que por facturación, beneficios y número de empleados. No, señor, ¡¡felicidad en lugar de éxito!!, calidad en vez de cantidad.
2. Empresa-Laboratorio: Abierta a la experimentación, sin ataduras para ensayar formulas originales, dejando a un lado las respuestas memorizadas y atreviéndonos a explorar en todos los frentes posibles.
3. Empresa que investiga: Sería genial poder hacer llegar al empresario de a pié el pensamiento más lúcido de la Academia. Es mi karma. Necesitaría más tiempo para juguetear en la frontera de mi disciplina. Estoy imaginándome «algo» que se supone es una «consultora» (aunque, lo siento, distinta a las que conocemos), pero que se mueve sin complejos dentro del mundo académico o en cualquier lugar donde se genere conocimiento.
4. Empresa social: Me gustaría dedicarme a innovaciones que mejoran la vida de la gente. No quiero abusar de mis clientes, ni que ellos lo hagan conmigo. Deberíamos ser capaces de aportar soluciones al precio justo, y devolver el dinero si no quedan satisfechos. Sin artilugios, ni trampas. Ponernos en su lugar es la clave porque si se hace de manera sostenida, ellos también lo harán con nosotros.
5. Empresa íntegra: Los colegas de mi empresa-ideal van a ser íntegros porque verán que la empresa lo es con ellos y sus clientes. Todo cuadra y genera cohesión, sin estrés por la reciprocidad. Nadie vigila a nadie porque las relaciones se basan en la confianza. Habremos conseguido aislarnos del cinismo y de la paranoia competitiva que nos rodea, siendo más ingenuos, más frescos, menos listillos y más transparentes.
6. Empresa diversa: Apunto excitado en mi listado una buena dosis de mezcla de edades, culturas, orígenes y profesiones. De eso seguro que va a salir algo bueno si dos cosas nos unen: 1) sinergias que justifican que estemos juntos y, 2) un modo de hacer las cosas basado en principios, en pocos… pero robustos y bien entendidos. La afinidad me interesa, pero también la complementariedad. Sé que la diversidad genera tensión pero es un ingrediente muy recomendable para innovar.
7. Empresa que aprende y enseña: Me imagino una escuela permanente, que abra las puertas al talento joven, hambriento y alocado, para que me contagie su entusiasmo. Así no me acomodaría nunca, que es un riesgo al que mucho le temo. Gozaría enseñando pero más… aprendiendo.
8. Empresa pequeña: ¡¡Quiero seguir disfrutando las virtudes de la informalidad!!. Para eso no podríamos ser nunca más de 10, que es la cifra mágica y caprichosa que marca mi frontera entre disfrute y obligación. ¿Para qué crecer más? No quiero crecer en tamaño, sino en calidad, redes de amigos y honorarios bien merecidos. Siento mucho reconocerlo pero, con perdón, me sentiría más realizado en una boutique de servicios que en una inmensa fábrica. Después de todo, hoy se puede crecer (perfectamente) en red, construyendo alianzas con más gente.
9. Empresa que se divierte: Tengo que ganarme el derecho a elegir, para poder hacer las cosas que quiero. Para eso conviene que piense rápido y que tenga buenas ideas para no verme haciendo solo-lo-que-me-piden por imperativo de facturación. La receta es de sentido común, así de fácil y de difícil: 1º) pienso primero lo que me apetece hacer, lo que me hace feliz, vaya…, 2º) me invento proyectos que estén en esa línea y, 3º) salgo a venderlos. Si me sale bien, seguro que podré elegir.
Una empresa como esta (o algo que se le parezca) es posible, incluso con la jungla que nos rodea. Sé que no se construye sin una buena materia prima. Se necesita gente con motivaciones intrínsecas, que sepa practicar la libertad con responsabilidad. Seleccionar bien a mis compañeros de viaje será crítico para conseguirlo.
Creo que soy afortunado, porque parte del camino lo tengo transitado, aunque queda mucho, muchísimo, por andar, y no sé si voy a llegar. Pero ahora que tengo mi listado, puedo seguir jugando a los sueños pero con la mirada certera.
Este listado no tiene por qué ser el tuyo (¡¡faltaba más!!), así que me pregunto… ¿cómo sería tu empresa ideal? ¿Crees que es muy utópico todo esto? ¿Conoces empresas que sean así?
Marino Mejia Giraldo
Hola Amalio, despues de muchos anos nos volvemos a comunicar con tigo.
Han sido muchas las ensenanzas en el camino tortuoso de la vida.
muchos exitos amalio y que la felidad sea contigo
saludos Marino Mejia Giraldo
Katherin
La verdad es una muy buena idea pero como seres humanos que somos ay que centrarnos muy bien en lo que queremos en cuestión de manejar personal es muy difícil no controlarlos ya que tu les puedes dejar todas las riendas sueltas pero las personas son perezosas y muchas veces vivíparas, quieren vivir bien sin ningún esfuerzo. me encanta que tenga diversidad ya que uno aprende mucho de esto y que en ella se haga lo que realmente se desea.
węglowodany
Very interesting details you have mentioned , appreciate it for posting .
Marino Mejia Giraldo
Mirando el MIT, me encuentro con sus comentarios sobre su Visita a Cambrige,
los tengo para estudiarlos, muy interesantes lo felicito.
Mas adelante me comunicare mas a menudo con su portal.
Cualquier informe se lo agradezco .
Sinceramente
Marino
Amalio
Gracias, Marino. Un placer compartir experiencias, y me alegro que lo que uno escribe sirva de algo..
un saludo
Celia
Uy, te falta un punto para el decálogo. Te sugiero: «empresa respetuosa» (con todos sus grupos de interés y especialmente, con sus trabajadores y sus clientes). Creo que no es exactamente igual que el punto 5 de tu listado.
Amalio
De acuerdo, Celia. Está bien ser más explícitos. El texto intenta reflejar precisamente eso, la importancia de ser respetuosos en todo lo que hacemos, pero no está mal en que quede bien claro. Gracias
Amalio
Por cierto, he estado leyendo hoy dos post que son interesantes en relación con la posibilidad de construir «empresas 2.0». Hay un movimiento bastante interesante que se replantea el propio concepto de «empresa». Duda de él, y lo ve incompatible con la lógica 2.0. Estoy a la escucha de estas voces, pero no quiero distraerme, porque pienso que tenemos mucho que hacer con las «empresas» actuales. De todos modos, os recomiendo leer estos dos post, en este orden, para que os hagais vuestro propio criterio:
1) ¿Y si la empresa 2.0 no es (ni sera nunca) una empresa? = http://suenosdelarazon.com/2009/05/11/%C2%BFy-si-la-empresa-20-no-es-ni-sera-nunca-una-empresa/
2) Consultoria 1.0, desilución 2.0 = http://www.dreig.eu/caparazon/2009/05/13/consultoria-conocimiento-pode/
Amalio
Merce, me alegro que coincidamos en el ideal de empresa, y que creas que es posible. No somos pocos, creeme. En cuanto al punto-5, tenemos que romper el circulo vicioso. Es cierto que la «supervivencia» introduce pragmatismo y sentido de la urgencia, pero sí que es posible ir tejiendo un «ecosistema 2.0» que interconecte entre si las empresas que sí valoran la integridad y la ingenuidad, bien entendidas. En resumen, tenemos que colaborar más entre culturas compatibles, y defender nuestra identidad frente a los listillos, en lugar de adaptarnos a ellos.
Gracias, Joaquin, lo malo de todo es que muchos empresarios salen con «manual de instrucciones», uno que han heredado o que le ha impuesto el sistema educativo a traves de unos valores. Si no tuvieran «manual», lo mismo era mas facil. Pero bueno, por suerte hay mucha gente interesada en cambiar las cosas.
Joaquín Romero
Sería fantástico encontrar (o, mejor aún, crear) una empresa así. Sería como un oasis… las arenas mirarían de reojo a los estanques y a las palmeras sin entender cómo ha crecido «eso» en el desierto de nuestra cultura empresarial al uso. Porque ésa (la de la cultura de empresa) sería una de las peores barreras para este tipo de proyectos. El empresario, por suerte o por desgracia, tiene que hacerse a sí mismo, tiene que abrirse camino casi sin manual de instrucciones, tras salir de un sistema educativo que lo ha «preparado» para ser un funcionario no un emprendedor y en medio de una crisis y un sistema económico que no permite muchos «experimientos». Por eso son afortunados los que tienen la visión que tú tinenes. Este enfoque os hace ver cosas que los demás no vemos y hace que tengan cada vez más sentido conceptos tales como el «capitalismo solidario», la «inteligencia emocional», la «responsablidad social corporativa», el «crecimiento sostenible», la «felicidad en el trabajo»… Continuad iluminando el camino: algunos seguiran vuestros pasos y otros muchos, al menos, veremos cosas que antes ni sabíamos que existían.
Mercè Gamell
Mi empresa ideal se parece bastante a la que describes… Y sí creo que puede existir, o al menos pienso que deberíamos aspirar a que exista y hacer lo posible para que exista.
Sin embargo también pienso (en referencia a tu punto 5) que es difícil la supervivencia basada en la integridad y la ingenuidad cuando ésta no es precisamente la cualidad más valorada actualmente en el entorno empresarial, en el que suelen ser esos listillos quienes acaban llevándose el gato al agua.
Con suerte, sin perjudicar al resto.